39.
—¡Tienes que estar bromeando! — miré a Jane con incredulidad. — ¿JiMin dijo eso?
Es posible que haya olvidado como parpadear.
Cambié mi mirada hacia Soo-ji para ver si ella se reía y decía que fue idea de Jane hacer la broma.
No sucedió tal cosa.
Pase de ser sospechosa a víctima y ahora mi propio hermano me había convertido en una verdadera asesina.
Mire las paredes grises de la sala de interrogatorios.
Jane fue la primera en hablar. — ¿Quieres algo, Rosé? ¿Té, café, agua?
—Solo necesito una respuesta.
—La respuesta a tu pregunta es sí. No dijo que mataste directamente que mataste a todas esas personas, pero sugirió que podrías tener algo que ver con esto. – Jane no tenía ninguna expresión en su rostro.
Ellas pensaban que estaba desquiciada.
No me gustaba esa sensación.
—¿Realmente crees que maté a HanBin, a la enfermera Joy y a mi mejor amiga, Lalisa?
Jane no respondió está vez, fue Soo-ji la que lo hizo. — Tu hermano tiene motivos para creer que pudiste haberlo hecho sin saberlo.
Todo esto me desconcertó, mi ira iba a dispararse a través del techo.
—Agente Bae… ¿podría detenerse?
—¿Mejor ir al grano? Muy bien. JiMin nos dijo que estabas experimentando algunos dolores de cabeza y desmayos, y luego de algunas investigaciones de nuestra parte… — hizo una pausa y miró a Jane. — El personal de ForestVille de hecho confirmo que te encontraron en las salas vacías dormida por consumir una gran cantidad de pastillas para dormir.
—Eso sucedió solo una vez cuando accidentalmente me trague la medicación de Jennie. — dije.
—¿Y recuerda cómo sucedió? ¿Cómo o por qué tragó el medicamento recetado de su paciente?
—Por lo que recuerdo, Jennie no era cooperativa. Tenía la impresión de que iba a obligarla a tragar las pastillas tal como todas las enfermeras antes que yo, pero no lo era.
—Tu hermano también nos mostró el diario que escribiste, toda la investigación sobre el criminal. – dijo Soo-ji.
Jane solo siguió mirándome como si fuera un rompecabezas que resolver. Tenía las piernas estiradas delante de ella, una postura relajada.
—Hice esas investigaciones como un medio para ayudarme a comprender la salud mental de mis pacientes. De hecho, la doctora TaeYeon lo alentó. No fue nada más que un estudio sobre algo que me apasiona.
Se suponía que éramos nosotras tratando de desentrañar al asesino.
¿Cómo se había convertido en un interrogatorio y, lo más importante, por qué JiMin le había dicho al FBI que yo había cometido los asesinatos?
—Habrá una exhaustiva investigación, Roseanne, vamos a revisar tu apartamento nuevamente. Tu salud mental será confirmada por un psiquiatra y hasta entonces permaneceras bajo custodia policial.
—¿Entonces crees que estoy loca?
—No hemos insinuado eso.
—No lo estás insinuando porque lo estás asegurando. ¡No puedes encerrarme en el asilo! — le grité. — ¿Qué pruebas tienes de que asesine a esas personas?
Soo-ji me lanzó una mirada aburrida, como si quisiera terminar con este interrogatorio, irse a casa y tener una buena comida caliente y que yo estuviera interfiriendo en su camino.
—Jane, ¿te gustaría hacer los honores? – preguntó Soo-ji.
Jane cruzó las piernas delante suyo, sus expresiones se volvieron frías.
Estaba claro que estaba siendo acorralada.
—Cuando mataron a HanBin, estabas en tu turno y le dijiste a la doctora Kim que necesitabas descansar un poco y te fuiste. Jennie estaba encerrada con una camisa de fuerza. Desde el inicio de la investigación, hemos logrado comprender que el asesino es alguien que conoce las salidas internas del hospital que nadie más conoce…
—Pero eso no explica…
—Todavía no he terminado, Roseanne. – Jane me interrumpió de manera brusca.
—Lo siento, por favor, continúa. – le dije.
—La doctora Kim TaeYeon mencionó de que antes de que Jennie te llevará con ella a la cabaña, viste el cuerpo de la enfermera SooYoung en el ala vieja del hospital.
—Sí. – admití.
El asesino me había puesto todas las trampas y yo había ido derecho hacia ellas.
—Y cuando la doctora TaeYeon fue a ver, el cuerpo ya no estaba.
—¿Entonces eso prueba que soy la asesina?
—Tus huellas dactilares estaba en toda la casa de Lalisa.
—Necesito llamar a mi abogado. No hablaré más sin que él esté presente, pero tampoco daré ninguna explicación porque me parece que ustedes están empeñadas en echarme la culpa a mí. ¿Quieren que vaya a un psiquiatra? Bien. – me senté y crucé mis brazos contra mi pecho.
—No es nada personal, Anne. Espero que lo entiendas.
Le di una sonrisa falsa. — Entiendo, agente Kim. Haga lo que tenga que hacer.
Veinticuatro horas.
Eso es todo lo que me llevó a pasar de ser una persona totalmente normal a alguien que sufrió flechazos y mató personas.
Me miré en el espejo, me había puesto pálida y no estaba durmiendo lo suficiente. La comida del hospital estaba haciendo aumentar mi depresión.
Se supone que Jane eres mi amiga, pero al final había traicionado mi confianza.
Una vez más, ¿cómo podía esperar algo de Jane a quien había conocido recientemente cuando le había mentido a su propia hermana?
Y mi hermano me acusó.
Lo había llamado esa noche para reclamarle y él se negó a darme respuestas.
—Eres un cobarde, JiMin. Le mentiste a la policía. Habrá gente que quiera saber las respuestas. ¡Me ahorcaran!
Lágrimas calientes corrían por mis mejillas.
—¡Hice eso para protegerte! — JiMin gritó por el teléfono.
—¿Para protegerme? – me reí. – ¿Cómo vas a protegerme así? ¿Acusándome de ser la asesina?
—Lo hiciste, Roseanne. Asesinaste a esas personas sin darte cuenta. Los mataste porque estabas totalmente enamorada de Jennie. Sin embargo, prometo que todo estará bien ahora, que obtendrás la ayuda que necesitas. – me dijo. — La única manera de evitar que seas condenada es asegurandome que estás encerrada.
—¿Te escuchas a ti mismo? ¡Estás loco! Tú eres el asesino, ¿verdad?
Hubo un largo silencio en el otro extremo de la línea.
—¿JiMin?
La línea se cortó.
Mi madre siempre me había dicho que yo era fuerte. Le prometí que siempre protegería a mi hermano aunque no tuviéramos una brecha de edad muy grande, y ahora él me dijo que me estaba protegiendo de una manera retorcida.
¿Realmente pensaba que yo había matado a esas personas?
Días después de que fui admitida al asilo, tuve mucho tiempo para pensar en mi habitación.
Pasé mi tiempo mirando fijamente las claras paredes pensando en las respuestas a mis preguntas.
No estaba loca.
No había matado a esa gente sin saberlo.
Era simplemente enloquecedor pensar que yo había hecho algo así.
Cuando ví a Minho, sentí un gran alivio.
Mi abogado fue mi mejor opción para salir de esta situación.
Estaba vestido con un traje gris formal, una expresión sería en su rostro. Supongo que no creía que me viera en circunstancias tan malas como que me encerraron en un centro de salud mental.
—¿Qué estás pensando? — le pregunté por curiosidad.
Cogí su mano en la mía. — No estoy loca, Minho. Yo no he matado a nadie.
Probablemente era la centésima vez en esa semana que lo decía.
Nos miramos en silencio.
El único sonido en la sala era el de los otros pacientes que hablaban con sus visitantes.
—Roseanne, soy tu abogado y si te estoy representando, tengo que saberlo todo. Si tienes apagones y no recuerdas el tiempo perdido, debo saberlo.
Le apreté la mano. — Tienes que creerme. Hay un malentendido. No tengo ni idea de por qué mi hermano les está mintiendo a todos. — dije con tanta convicción como pude reunir.
Minho permaneció en silencio durante un rato. — ¿Crees que él es el asesino?
Me eché a reír. — Honestamente, no lo sé. No puedo imaginarme a JiMin matando a esa gente.
Hice una pausa y pensé por un momento.
—Está bien, digamos que él es el asesino, ¿qué motivo tendría?
—Un asesino en serie no necesita un motivo, Roseanne. Podría ser una adicción, o podría estar matando solo por diversión. Lo hacen porque lo encuentran entretenido y no pueden parar. A veces continúan matando para llamar la atención, es como un grito de ayuda.
Reflexione sobre ese pensamiento.
—Minho, necesito un favor tuyo.
—Dime.
Minho había sido un buen amigo, todavía tenía que pagarle completamente por sus servicios y él había sido lo suficientemente generoso como para hacerme saber que podía tomarme mi tiempo, lo cual era muy amable de su parte.
—Quiero que ingreses a mi apartamento y pases por la habitación de JiMin, hay algunos archivos en su guardarropa, quiero que tomes copias y me las traigas. Encontrarás la fotocopiadora en la sala de estar.
La cara de Minho fue drenada de su color habitual. — Sugieres que entre a tu departamento. — bajo un poco más la voz. — Podría ir a la cárcel por eso.
—No hay necesidad de irrumpir. Siempre guardo una llave de repuesto de mi apartamento debajo del tapete de "Bienvenida" afuera de la puerta. Eres la única persona en la que puedo confiar para conseguir estos documentos.
Minho parecía estar pensándolo.
Seguí presionando. — Por favor, Minho. Necesito tu ayuda.
—Lo intentaré.
—No quiero que lo intentes, Minho, quiero que lo hagas, pero ten mucho cuidado.
Dos días después recibí una llamada.
—Roseanne, encontré algo, no vas a creer esto. – escuché a Minho decir al otro extremo de la línea.
—¿Qué?
—Fui a tu departamento y encontré algunas cosas realmente extrañas. No sé cómo se relaciona esto con los asesinatos, pero sé que seguramente lo hace.
—Ven a verme al hospital está noche, trae las cosas que encontraste. Hablemos de ello.
Lo que sea que Minho me dijera, tenía que estar preparada para ello.
—Te visitaré está noche cuando pueda. — dijo y la llamada terminó.
Si Minho había adquirido alguna prueba contra JiMin, tenía que ser fuerte.
Me dolía mucho pensar que mi propio hermano, mi propia sangre y carne, mataría personas y me culpaba por eso, pero si realmente había pruebas sólidas, eso significaba que todo esto terminaría.
Estaba agotada por estar alerta, siempre mirando detrás de mí espalda.
Deseaba una vida normal, por una vez, quería ser una mujer normal.
Espere pacientemente a Minho esa noche, sin saber nada de él, me fui a la cama y decidí que Minho había cambiado de opinión acerca de reunirse conmigo esa noche.
Tal vez tenía otra cosa importante que hacer ese día.
Alrededor de las once de la noche, una enfermera vino a decirme que había una llamada para mí.
Pensé que tenía que ser Minho.
Levanté el teléfono.
—¿Si, Minho?
—Lamento decepcionarte, Roseanne, pero soy Jane.
—¿Y ahora qué?
—Directo al punto. Tengo dos noticias que darte. Una buena y una mala. ¿Cuál te gustaría escuchar primero?
Mi corazón comenzó a correr más rápido. — ¿La buena?
—Bien, la buena noticia es que Jennie despertó del coma. Abrió los ojos y por la primera persona por la que preguntó fue por ti.
Empecé a sollozar de alivio. — ¿Mi Jen se despertó?
—Sí.
Entonces, de repente, comencé a sentirme enferma.
¿Cuál era la mala noticia?
Esperaba que no me dijera que Jennie pisó un jabón en barra, resbaló y volvió al estado de coma o algo así, o qué se olvidó de quién era en cuestión de segundos.
—¿Cuál es la mala noticia? ¿Jennie está bien?
—Roseanne, tu abogado Minho fue encontrado en tu apartamento.
—¡No! — susurré. — ¡No puede estar muerto!
—Había una cuerda alrededor de su cuello, dañando su tráquea. Llegamos a tiempo para descubrir que todavía estaba vivo. Hemos llevado a Minho al hospital. Ha sido tratado en la unidad de cuidados intensivos. Tu apartamento está en ruinas. Todo está del revés.
—Es mi culpa. — murmuré.
—¿Me dirás qué matas personas telepáticamente? Lo siguiente que vas a decirme es que tienes una Death Note.
No sabía cómo Jane podía bromear en un momento como este.
—Le pedí a Minho que buscara unas cosas importantes en mi apartamento. — sostuve el teléfono con fuerza en mi mano, sintiendo que mis nudillos se ponían blancos. — Sé quién lo hizo, está claro ahora.
—Oh sí, no me dejaste terminar, Roseanne. – dijo Jane. — Uno de tus vecinos se topó con una persona mientras esperaba el ascensor. El hombre iba corriendo apresuradamente.
—¿Y?
—Bueno, la descripción coincide con una sola persona. — dijo.
Por primera vez, no necesitaba preguntarle a Jane quien era esa persona.
—Las descripciones coinciden con tu hermano JiMin.
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