
𝐍𝐮𝐞𝐯𝐞
Desde la muerte de los padres de Jungkook, Yoongi decidió no volver a dejarlo solo nunca más. En el momento que volvió a verlo hace tres años, cuando cumplía sus quince años, podía ver el miedo presente en sus ojos, tan sólo era un adolescente que aparentaba tener valentía, pero sabía que, él seguía recordando aquel cruel recuerdo del asesinato de sus padres, que sucedió hace más de diez años.
Diez años atrás
Jeon Jungkook era tan sólo uno niño de ocho años cuando todo pasó.
Volvía de la escuela como de costumbre, llevado de la mano por su "mejor amigo vecino" Choongi, como solía llamar al joven de tes blanca, Min Yoongi. Una amistad que comenzó desde el momento en que el mayor se mudó a ese vecindario.
Para el pequeño "Kookie", como solía llamarlo su hyung, toda su corta vida era perfecta, quizá no vivía de lujos y eso, pero no era algo que le tome importancia, muy aparte de que ni cuenta se daba de esos detalles, por ser un pequeño niño. Cuando conoció a Yoongi, supo de inmediato que él, se convertiría en su mejor amigo. Y así fue.
—Hyung, ¿hoy jugaremos videojuegos? —preguntó con una carita tierna.
—Solo si terminas tus tareas a tiempo. —dijo Yoongi.
—¡Siiiiii!
Comenzó a gritar y saltar de la alegría. Jugar con su hyung, era lo mejor que podía pasar, pero era más especial por dos motivos, uno, Jungkook siempre ganaba, y dos, siempre recibía recompensas. Que mejor que eso.
Llegaban a casa luego de un largo recorrido desde la escuela, Yoongi estaba feliz de ver al pequeño así, pues sabía que cada momento junto a él sería especial y lleno de felicidad, quería demostrar aquel afecto que nunca nadie demostró con él.
Antes de ingresar a la casa de Jungkook, Yoongi recibió una llamada, era su buen amigo, Namjoon. Recogió la llamada y dejó al menor sentado en las escaleras de la entrada de su casa.
—¿Qué tal Nam? Ha pasado tiempo amigo —dijo riendo, mientras se alejaba inconscientemente.
Aquel muñeco de Iroman con el que jugaba Kookie, era su única distracción, fue tanta que no se percató del mayor. Pero en su pequeña mente, aún recordaba aquella promesa de jugar videojuegos.
Guardó su muñeco en la mochila y buscó a Yoongi, pero no estaba. Lo único delante de él, era la extensa calle por donde pasaba varios autos de distintos tamaños, era la gran avenida de donde vivía.
Tenía miedo, pero sabía muy bien que no cruzaría, sus padres le habían dicho que jamás haga eso. Con el rostro afligido, decidió entrar a casa. "Tal vez hyung se fue a comprar dulces", pensó. Para otros hubiera sido extraño y sospechoso que la puerta principal de su casa estuviera entreabierta, pero para un niño como Jungkook, no.
Los minutos pasaban, el pequeño volvió a buscar a su hyung desde su casa, pero no lo encontró, lo dejó sólo, pensó.
Volvió a ingresar a su casa, dejó la mochila a un lado y se sacó la chaqueta, como su mamá le había enseñado.
Era un día común y normal, pero, Jungkook no podía sentir aquel olor del almuerzo que su mamá siempre preparaba a esa hora. Así que fue a la cocina, para ver qué sucedía.
—Buenas tardes mami —ella no estaba, pero las compras que hizo para cocinar, sí.
Con el ceño fruncido, el menor decidió buscar a su madre, quizá se había quedado dormida. Rápidamente subió las escaleras hacia el segundo piso, y como si se tratara del juego de las escondidas, caminó en silencio hacia la habitación de su madre. Se sentía como un ninja, y sabía que sorprendería a su madre. Quedaban menos pasos que dar, y la emoción desbordaba en esa sonrisa de conejito que tenía.
En su mente contaba... Diez, nueve, ocho, siete...
Cada vez más cerca, y con una sonrisa traviesa, finalizó los últimos tres números.
—¡Mamá! —gritó eufórico.
Pero todo se volvió confuso para él, sobre todo cuando vio a su linda madre en el suelo.
''Mamá no duerme en el suelo, ¿o sí?'', pensó.
Con esa inocencia se inclinó hacia ella, y la movió un poco, pero no despertaba. Despejó el cabello de su rostro y se quedó sin palabras.
"Mamá tenía los ojos abiertos, seguro es una broma.", otro pensamiento.
Con una sonrisa se levantó y fue detrás de ella, con unas cosquillas estaba seguro de que no podría aguantar más y despertaría. Puso sus manos en la cintura de su mamá y comenzó a mover sus pequeños deditos, como si fueran patitas caminando sobre ella. Pero no estaba resultando, y el corazón de Jungkook se detuvo.
Sus dedos estaban teñidos de un color rojo intenso, ¿qué significaba eso para un niño? Jungkook no era cualquier niño, sabía muy bien que era aquel líquido en sus manos, y no quería admitirlo.
Si era sangre, significaba muerte, entonces su madre...
—Mamá... —la llamó con voz débil.
Pero no hubo ninguna respuesta ni reacción.
—Mamá... —volvió a llamarla. —Despierta...
Los ojitos de Jungkook se llenaron de lágrimas, el miedo se hacía más fuerte, no sabía qué hacer.
—¡Mamá! —comenzó a gritar mientras lloraba. —¡Mamá!
Movía el cuerpo inerte de su madre de un lado a otro, no le importaba si se manchaban con ese color rojo, solo quería que su madre despierte. Los minutos pasaban y la angustia en el menor aumentaba, debía buscar a su hyung, solo él podría ayudarlo.
Trató de secar sus lágrimas, pero solo terminó manchando su frágil rostro con la sangre que tenía en sus dedos. Eso no le importaba, solo quería ver a su mamá con vida.
Corrió por todo el pasillo y bajó por las escaleras con cuidado.
—¿Hyung? —preguntó luego de escuchar la puerta cerrarse.
Avanzó por la sala y lo vio, era "El monstruo". Sabía que no era alguien bueno, cualquier persona que pegara a un niño, era un monstruo, como Yoongi le había dicho. Y recordó que hacer si se encontraba con una persona así.
"Correr".
Pero sus pasos no eran lo suficientemente rápidos, y fue tomado por esos grandes brazos que no tenían la intención de liberarlo.
—No te muevas bebé —dijo Ren, su padrastro—. Mira que lindo estás.
Decía mientras acariciaba el rostro manchado del pequeño Jungkook. La situación era tan divertida y de alguna forma "excitante" para aquel pervertido, que ignoró completamente el aspecto del menor, quien tenía los ojos rojos de tanto llorar.
"¿Dónde estás hyung?", se preguntó.
La situación asustó totalmente a Jungkook cuando Ren comenzó a sacarle su pequeña camiseta, ¿por qué hacía eso? Él era el monstruo y no debía de tocarlo.
Sin pensarlo, mordió su mano y escapó, corrió por la casa rumbo a la salida, pero tropezó con su mochila. Sin embargo, aquel golpe no lo detuvo, se paró rápidamente y comenzó a mover la manilla de la puerta, no tenía tiempo.
El monstruo volvió a tomarlo, pero esta vez, si se dio cuenta de las manchas de sangre, y con una sonrisa lo miró.
—Así que ya viste a tu madre —dijo separándose un poco del menor.
Jungkook no dijo nada.
—Ahora tú terminarás como ella.
Yoongi terminó la llamada, sin duda hablar con su antiguo amigo fue divertido, lo había extrañado. Volvió al lugar donde dejó a Jungkook, pero él ya no estaba. Un miedo se posó en su interior.
—¡Jungkook! —lo llamó.
Pero no aparecía, algo andaba mal.
Caminó de un lugar a otro, y vio la puerta de la casa del menor, estaba cerrada, entonces no pudo entrar.
"¿Dónde estás Kookie?", pensó.
Y cómo si pudiera llamarlo con la mente, escuchó su voz, pero no era una normal. Él estaba gritando. Siguió su voz, y estaba en su casa. Sin esperar ni un segundo, corrió hacia la casa del menor y empezó a tratar de abrir la puerta, podía escuchar como Jungkook gritaba y lloraba. Rompiéndole el corazón al instante.
—¡Jungkook! —gritó, tratando de que lo escuchara.
—¡Hyung! —respondió el menor.
Siendo callado inmediatamente por Ren, quien, con un enojo evidente, cargó a Jungkook y se lo llevó al segundo piso.
La desesperación en Yoongi crecía, golpeaba la puerta, pero nadie abría, tenía que haber un modo de ingresar. Fue hacia la puerta trasera y agradeció que estuviera sin seguro. Sin problemas y con el corazón a mil, corrió por toda la casa hasta llegar a la sala. No estaba su pequeño Kookie. Pero los gritos volvieron, y era evidente de que estaban en el segundo piso.
Volvió a correr hacia arriba, llegó a los pasillos y el silencio se hizo presente. Las puertas de cada habitación estaban abiertas, no se escuchaba ningún sonido, parecía peor que una película de terror. Se dejó llevar por sus pasos y comenzó a buscar en cada habitación, pero no podía encontrar a Jungkook. Los segundos se convertían en minutos y pudo escuchar como le quitaban el seguro a una ¿pistola? Eso no estaba bien.
Ahora no sólo la vida del niño estaba en peligro, sino también la de él, pero no era algo que le importaba, debía salvar a Jungkook.
Ya sólo quedaban dos habitaciones, la primera estaba completamente vacía. Quedando la última como única opción. Debía de ser cauteloso, para no lastimar a nadie. Se pegó a la pared y avanzó con cuidado, por el rabillo de la puerta entreabierta pudo ver que allí estaba Jungkook. Pero, el verlo con manchas de sangre en su rostro, y sin su polera, provocó en Yoongi una gran frustración y cólera. No era momento de ser pasivo ahora.
Pateó bruscamente la puerta y todo ocurrió tan rápido.
Ren posicionó la pistola que tenía en la cabeza del menor, causando que llore de inmediato.
—¡Cállate! —gritó irritado el monstruo.
—No le grites al niño —dijo Yoongi con severa molestia en su voz.
—¡Tú no me ordenas nada! —apretó el arma en la cabeza de Jungkook.
Los nervios incontrolables de Yoongi estaban arriesgando la vida de ambos. Lo único que pudo hacer fue mirar al pequeño, sus ojos hinchados, su carita manchada, el miedo presente, tenía que hacer algo de inmediato.
—¡Jungkook! —gritó, luego de ver como el castaño se desmayaba.
Ren estaba atónito, y en ese descuido, Yoongi aprovechó en quitarle el arma. Ya nada podía hacer. Pronto llegaría la policía y esto terminaría.
Yoongi apuntó a Ren, pidiendo que se alejara del menor. Rápidamente él fue hacia la puerta y huyó, pero no llegaría tan lejos, las sirenas de la policía indicaban que ya estaban aquí.
Yoongi tomó a un inconsciente Jungkook en sus brazos, por suerte aún respiraba. Lo levantó y comenzó a caminar, debía de salir de ese lugar.
—Ma....má —dijo somnoliento.
La angustia en Yoongi creció, era cierto. La señora Jeon debía de estar en casa ahora.
Ya en la sala de la vivienda, Yoongi pudo ver un cuerpo cubierto con una tela blanca en el suelo, ¿acaso era Ren?, pero no escuchó ningún disparo.
Se acercó a un oficial y la respuesta que le dieron fue un puñal para su pequeño amigo. Como le diría a Jungkook que su madre ya no estaría más con él.
Con lágrimas en los ojos, solo abrazó al menor. Ahora él, sería su nueva familia.
ACTUALIDAD
Yoongi no dudo ningún momento en ir hacia aquel pequeño que había crecido rápidamente en estos tiempos, aún a sus veinticinco años, sabía que seguía siendo un niño en su interior, necesitaba ser protegido, así que no dudó en juntar sus cuerpos en un fuerte abrazo.
—Yoongi hyung —dijo Jungkook mientras lloraba.
Aquel reencuentro fue un motivo más para el chico pálido. Un motivo más para seguir con vida y buscar el lugar más seguro para él y sus amigos.
Libre de estos zombies.
Este fue un capítulo sobre la dura vida que vivió nuestro pequeño no tan pequeño Jungkook. Espero les guste y deseenle un feliz cumpleaños, ya 26!
No puede ser, el tiempo pasa muy rápido. 😭
🧠🩸
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