VI. Sombras y Alegrías De Un Pacto De Sangre
El miedo le recorría todo el cuerpo.
Con toda la velocidad que sus piernas le permitían, Yeosang corría entre la oscuridad del inmenso bosque, aferrando firmemente contra su pecho la bolsa de joyas que aquel vampiro de ojos rojos le había robado tres días anteriores a ese momento. Su respiración se encontraba agitada, mirando de lado a lado y observando cómo dos puntos rojos brillantes le miraban burlones.
Siguió corriendo y cuándo miró hacia enfrente se detuvo en seco.
El vampiro de ojos rojos estaba frente a él.
Estático, Yeosang sintió cómo una de las manos del vampiro se posaba en su cuello, obligándolo a reaccionar y posar sus dos manos sobre ella, dejando caer la bolsa con las joyas.
— ¡No me hagas daño! ¡Te lo imploro! —chilló asustado el rubio.
Los ojos rojos le miraban tintados de fiereza, sin moverse un centímetro, el vampiro apretó su agarre y el rubio soltó un alarido, retorciéndose bajo la firmeza de las manos que le ahorcaban, y dándose por muerto sino se liberaba de esas manos, Yeosang intentó salvar su vida desconcertado al vampiro.
—Eso q-que dijist-te esa... Vez. —Logra decir con dificultad Yeosang debido a la falta de aire. Seonghwa inclina la cabeza confundido, pero sin aflojar su agarre.
— ¿A qué te refieres? —pregunta Seonghwa, tajante.
— S-Sobre acerca d-de s-ser un monstruo... ¡Ahck! —exclama Yeosang, pues al haber mencionado esa palabra el vampiro apretó aún más su tacto. El rubio sentía que se le rompería el cuello en cualquier momento.
Seonghwa recordó las palabras que le dirigió al rubio el día en el que irrumpió dentro de su habitación, al llevarse las joyas pertenecientes a la madre del mismo. Yeosang logró atrapar la capucha del hombre al intentar detenerle, más al darse cuenta de la criatura que estaba frente a él, retrocedió asustado.
«—Soy un monstruo, no me toques y aléjate. —Ordenó el vampiro.»
La mirada del vampiro se relajó, sin expresión alguna, suavizó un poco el agarre en el cuello del rubio, brindándole la posibilidad de seguir hablando.
—Los monstruos p-pueden tocarse... sólo sí ellos lo desean. —Dijo Yeosang con dificultad, pues la presión sobre su cuello aún le dificulta hablar con normalidad. —Y tú... Tienes miedo de ser tocado, pero yo... Puedo cambiar eso. —Terminó de hablar el rubio.
Seonghwa quedó inmóvil.
Jamás en lo que llevaba existiendo como vampiro, alguien, había siquiera insinuado que su naturaleza era capaz de olvidarse y darle paso a un nuevo sentimiento que —a palabras de la iglesia y entre los mismos vampiros— sólo se experimenta, durante el ciclo en el cual el ser aún conserva la humanidad que la caracteriza.
Amor.
Seonghwa rio ante lo patético de ese pensamiento y el estúpido intento del chico rubio para salvar su vida.
— ¿Por qué crees que te dejaré hacerlo? —exclamó el vampiro, apretando su mano nuevamente, casi haciendo que el rubio se desmayara por la falta de aire.
— ¡Porque no fue de las joyas, de lo único que tus ojos quedaron maravillados! —chilló en un grito Yeosang, arañando con sus dos manos la mano contraria.
El vampiro quitó su mano con extrema rapidez.
Seonghwa lo pensó, lo sintió y temió por ello. Sí, había quedado prendado de la belleza del chico rubio la vez que irrumpió en su habitación, tanto que se atrevió a besar los labios del chico que se encontraba dormido en esos momentos. Sin embargo, no entendía cómo es que el chico se había percatado de su acción, el sentimiento que emergió desde lo más profundo de su muerto corazón y cubrió su cuerpo de una sensación olvidada por su putrefacto cuerpo, le hizo sentir la también olvidada sensación de un escalofrío.
Miedo.
Seonghwa lo sintió al saberse descubierto y deseando saber el cómo, preguntó temeroso. — ¿Cómo? —jadeó, confundido.
—Desperté al sentir algo helado sobre mis labios, y como tenía miedo no me moví, pero cuando oí los pasos y vi una figura desconocida me armé de valor, y fuí detrás de ti pensando que serías un ladrón común. —Respondió de corrido Yeosang, tosiendo ante el regreso del aire a sus pulmones.
—Imposible... —Susurró para sí mismo el vampiro. — ¿Porqué tú?... ¿Por qué haces esto? —cuestiona confuso el vampiro.
—Porque aquello de lo que se ha quedado prendado, no dejará de calar en el alma hasta unirse a uno. —Dijo el rubio en tono suave, mirando al vampiro directamente a los ojos.
Aquellas palabras sumadas a la ahora dulce mirada del chico rubio bastaron para que la visión del vampiro se nublara, con el temor como nuevo sentimiento re-descubierto, Seonghwa retrocedió, miró horrorizado al chico, negando, siguió retrocediendo y por último observó esos ojos claros, siendo el impulso que el vampiro necesito para salir corriendo de ahí.
Dejando a Yeosang con las respiración acelerada junto a la bolsa de joyas en el suelo y un sentimiento de esperanza creciendo en su pecho.
[...]
El aire matutino chocaba contra la fría piel de los tres vampiros que competían, para ver quién llegaba más rápido a la meseta más alta del lugar. Seonghwa iba a la delantera, siendo seguido por un determinado Wooyoung que se empeñaba en alcanzarlo, y muy por detrás de ellos, San gritaba exigiendo que le esperaran.
Cuando Seonghwa llegó al punto más alto y tocó el árbol más cercano, Wooyoung chasqueó la lengua frustrado ante su derrota, y un par de segundos después San apareció casi cayéndose al suelo, más siendo tomado de la cintura por Seonghwa.
— ¡Ten cuidado San! ¿Es que acaso esta corta caminata te ha cansado, pequeño? —preguntó Seonghwa riendo y contagiando a Wooyoung.
— ¡Pudranse! Sólo soy cuarenta años menor que tú y que Wooyoung, ni que tuviera ochenta. —Jadeó San.
—De hecho, sólo eres menor que yo por tres décadas y un lustro. —Corrigió Wooyoung.
— ¡Jodete! —chilló San, abrazando a Seonghwa por la cintura, éste último poniéndose rígido ante el tacto del vampiro de ojos violetas.
—Deberías consumir sangre de gente joven, aunque la gente mayor sea sana, la calidad de la sangre es menor. —Dice Seonghwa, apartando suavemente a San.
San se extrañó ante ese gesto, al pelinegro jamás le importaron aquellas muestras de cariño, y ahora parecía no querer que el de mechas plateadas le tocara, ¿Qué había cambiado? De momento, prefirió no decirlo, pues la presencia del tercer vampiro no le era del todo grata.
— ¿Escucharon lo que dijo Baekyun anoche? Últimamente se han visto varios grupos de personas moviéndose durante la noche. —Comentó Wooyoung.
—Sí, lo he oído. Según lo que Jongdae y Hyunjin vieron, puede tratarse de un clan cazavampiros, y es lo más probable. —Dijo Seonghwa.
— ¿Por qué estás tan seguro? —cuestionó San en dirección a Seonghwa.
—Porque portaban lanzas de plata y su insignia tenía cruces. —Responde Seonghwa.
—Entonces no hay duda. Tenemos otro clan de cazavampiros por aquí. —Responde Wooyoung, mirando burlón a San y Seonghwa.
— ¿Te divierte la idea? —cuestiona Seonghwa hacia Wooyoung.
—Será fácil descubrir su ubicación. ¿Competimos por ver quién la encuentra primero? —cuestiona Wooyoung a Seonghwa.
—Por supuesto que quiero. —Dice Seonghwa, sonriendo retadoramente.
Wooyoung comienza a alejarse y Seonghwa va trás él, más la mano de San que le toma del brazo le impide avanzar.
— ¡Espera, Seonghwa! Hay algo que quiero decirte. —Dice San, apretando su agarre en el brazo del pelinegro.
Seonghwa observa a San e intuye aquello que el de ojos violetas quiere comunicarle. Y no queriendo enfrentar ese momento, aparta la mano del chico, mirándole con pena abre sus labios para responder, más la voz de Wooyoung interrumpe su acción.
— ¡Seonghwa! ¿Vendrás o no? —grita Wooyoung, a metros de distancia del lugar en donde los dos vampiros restantes se hallaban de pie.
— ¡Adelántate! Luego te alcanzo. —Grita en respuesta Seonghwa. —Bien, te escucho San. —Le dice, el nombrado aparta la mirada y se da la vuelta.
—Aquí no, sígueme. —Dice San, caminando hacia un lugar desconocido para Seonghwa.
Seonghwa obedece y le sigue por un par de minutos, hasta que se detienen bajo un gigantesco árbol. San, aún de espaldas, se dirige a Seonghwa.
—Es hermoso, ¿No es así? —cuestiona San con voz firme, confundiendo a Seonghwa, pero al comprender, decide evadir la pregunta.
—Sí, es un árbol muy grande. —Responde Seonghwa, provocando a San, quién se voltea con el ceño fruncido.
—Sabes a quién me refiero. —Dice San.
—Así es. Es hermoso. —Seonghwa sonríe dulcemente al pensar en Yeosang.
San gruñe y sus ojos se tornan brillantes, poniendo alerta al vampiro pelinegro.
— ¿Qué tiene él, que no tenga yo? —cuestiona San, apretando los puños de rabia y clavando sus uñas en ellos.
—Humanidad. —Responde Seonghwa tajante, haciendo que el muerto corazón del vampiro menor simulara detenerse, doliendo.
—No lo entiendo, yo he estado contigo durante más de un siglo, he compartido mi no-vida contigo e inclusive mi cuerpo, ¿Y es así cómo vas a pagarme? —pregunta San, incapaz de creer el acto de traición que considera, Seonghwa ha cometido.
—Nunca formalizamos nada, así que no tiene caso que hagas esto. —Dice Seonghwa. —Esa vez en la que me acosté contigo fue un error, yo no estaba en mis cinco sentidos y tú te aprovechaste de ello. —Termina de hablar.
—Te amo. —Soltó San.
—Un monstruo cómo tú jamás podrá amar. —Dice Seonghwa. — ¡Deja de fingir! Conozco tu verdad y sé que no quieres que esté con él, pero lamento decirte que así será, y no puedes hacer nada al respecto.
— ¿Qué verdad? —cuestiona San, dirigiendo su filosa mirada a los orbes rojos.
—No eres quién aparentas ser, finges ser agradable ante los miembros del aquelarre sólo para ocultar la verdadera naturaleza de tu ser. —Dice Seonghwa. —Me di cuenta de ello desde hace tiempo, cuando todo aquel que intentaba acercarse a mí terminaba muerto en algún encuentro con clanes cazavampiros. —Escupe Seonghwa, furioso.
—Lo dices cómo sí yo los hubiera matado. —Responde San.
— ¡Por supuesto que fuiste tú! ¿Crees que no me di cuenta? —grita. —Yuta, Chanyeol, Hyungwon, Soobin... todos y cada uno de ellos fueron asesinados por ti de alguna u otra forma. Eres un monstruo, matas y destripas ciervos por diversión. ¡Jamás me sentiría atraído por alguien cómo tú! —exclama Seonghwa, totalmente nublado por la cólera.
San le miró sorprendido y una carcajada salió de su boca.
Seonghwa despertó a la bestia.
—Bueno, ahora que ya me conoces, dime. ¿Qué harás ahora? —pregunta San, sonriendo con sorna.
—Escúchame bien San. —Dijo Seonghwa, acercándose de manera amenazante. —Yeosang y yo nos amamos, absolutamente nada. —Recalca la palabra. —Podrá cambiar eso. Sí intentas ponerle un sólo dedo encima, te mataré al igual que lo has hecho con esos ciervos. —Dice, mirándolo con sus orbes rojizos brillantes.
Cuando Seonghwa se detuvo ya se encontraba a pocos centímetros del rostro de San. El brillante rojo y el titilante violeta mantenían una guerra despiadada, sin embargo, el vampiro de ojos rubíes decidió terminarla al mirar por última vez a los orbes violetas y darse media vuelta para comenzar a retirarse.
San quedó estático y en brazos cruzados, le dirigió unas últimas palabras a Seonghwa.
— ¡Eres mío Park Seonghwa! ¡No permitiré que te arrebaten de mi lado! —gritó furioso San.
Seonghwa ignoró las palabras del vampiro, dejándolo sólo entre el apacible silencio del bosque. Al desaparecer de la vista de los ojos violetas la figura del pelinegro, la bestia interna de San tomó el control absoluto de su cuerpo. Un grito desgarrador resonó por todo el bosque, espantando a las aves de las copas de los árboles.
Con la respiración irregular, los orbes violetas brillando con intensidad y sus colmillos encajándose en su lengua, San arremetió contra el gran árbol que yacía frente a él, utilizando sus garras arrasó con la corteza del árbol, imaginando que aquello era el bonito y repugnante rostro del humano del cuál Seonghwa se había enamorado.
Sus ojos vieron como la figura de este aparecía frente a sus pupilas y con toda la irá que su cuerpo albergaba, dio un puñetazo al tronco del árbol, partiéndolo a la mitad.
El muerto pecho de San subía y bajaba, al igual que las lágrimas que se resbalaban de sus mejillas, totalmente perdido en la bruma de su sentir, regresó en sí al oír el crujir del tronco que cayó hacia atrás, siendo observado por sus orbes violetas.
San tuvo una idea.
Y esa idea, incluía venganza.
Con tranquilidad limpió sus lágrimas, con cuidado arregló su cabello, con parsimonia estiró su cuerpo y con odio, espetó.
—Por supuesto que haré algo al respecto. —Murmuró para sí mismo. Emprendiendo camino hacia el nido de ratas, que sería el lugar dónde residía el clan cazavampiros.
[...]
La parsimonia con la cual las manos del vampiro tocaban su rostro le causaban cosquillas, Seonghwa se encargaba de darle dulces caricias, quitar algunos mechones rebeldes que obstruyen su campo de visión y dejar suaves besos sobre sus mejillas y belfos, todo ello mientras le mantenía cerca suyo y le miraba con aquellos orbes rubíes llenos de amor y devoción que sólo iban destinados hacia él. Al sentir cómo Seonghwa se acercaba a su cuello y su nariz rozaba con aquella zona tan sensible para Yeosang, este se encogió en su lugar ante la sensación, el vampiro aprovechó ello y refregó su mejilla sobre los cabellos rubios.
— ¡Deja de acicalarme, pareces un perro! — chilló Yeosang riendo, intentando apartarse del agarre del vampiro.
—No quiero. —Respondió Seonghwa, comenzando a olfatear con más fuerza, imitando la misma forma en la que un can lo haría, sacándole carcajadas a Yeosang.
Yeonsang retrocedió tratando de apartar a Seonghwa, más no contó con que una roca que sobresalía del suelo se atravesaría en su camino, haciéndole caer a él y al vampiro, para cuando Yeonsang quiso ponerse de pie fue consciente de la postura en la que se hallaba bajo el vampiro y algo puntiagudo que le rozaba el cuello. Su rostro estaba ladeado hacia la derecha, mientras que el del vampiro aún permanecía enterrado en su cuello, tenía los labios entreabiertos y debido al susto de la caída estos habían salido, por poco, clavándose en el cuello del rubio.
El rubio no se movió, pues debido a la pose tan íntima en la que estaban, sumado a los colmillos del vampiro que rozaban sutilmente la piel de su cuello, le ocasionaron una repentina ola de bochorno; es entonces que Seonghwa decidió dar el primer paso, y pasó su helada lengua por la clavícula de Yeosang, sacándole un jadeo de sorpresa, el vampiro siguió dando besos húmedos y lamidas al cuello de su amado, al poco tiempo, el rubio se dejó hacer y subió sus manos a la nuca del vampiro, disfrutando de aquella sensación. En un descuido uno de los colmillos de Seonghwa tocó levemente la piel de Yeosang, y este soltó un gemido acompañado de unas palabras que detuvieron todo movimiento del vampiro.
— ¡Seonghwa! m-muérdeme... —gimoteó el rubio, cerrando los ojos ante la sensación, extrañado ante el cese del contacto, abrió los ojos y miró al vampiro directamente a los ojos, descubriendo en ellos un sentimiento que le aceleró el corazón.
Miedo.
— M-Mi vida... ¿Cómo me pides eso? —cuestiona el vampiro, sintiendo sus ojos escocer. — ¿Cómo me pides que te haga semejante grosería? —cuestiona nuevamente, tomando entre sus manos el rostro confundido de Yeosang.
— ¿Eso significa morder a la persona que amas, entre los vampiros? ¿Una grosería? —cuestionó el rubio, creyendo que ha sido irrespetuoso ante alguna de las creencias de los vampiros.
— ¡No amor mío! —exclama el vampiro, un pequeño tinte de pánico inunda su ser, y con rapidez se incorpora ayudando al rubio. —Hay... Hay varias razones por las que no puedo... No puedo morderte. —Dice Seonghwa ya de pie, nervioso.
El rubio sacudió sus ropas y miró al vampiro, confundido ante su repentino nerviosismo. —¿Cuáles son esas razones? —cuestiona Yeosang.
—La primera es... Que jamás he mordido a un humano para convertirlo, sólo para... —se interrumpe, no queriendo mencionar la necesidad de su horrible naturaleza.
—Está bien, lo entiendo. —Dice Yeosang, acariciando los brazos de su amado y atrayéndolo a su cuerpo.
—La segunda, y creo yo, la más importante. —Vuelve a interrumpirse, tratando de procesar lo que está a punto de decir. —Es que puede, que no lo resistas. —Dice, soltando un suspiro, cambiando su mirada a una triste, preocupada.
—No entiendo, ¿Tan peligroso es? —cuestiona Yeosang, temeroso ante el destino que puede sufrir, de cumplirse su petición. — ¿Cómo es que tú fuiste convertido? —pregunta el rubio, puramente curioso ante el pasado del vampiro.
—Un vampiro de sangre pura, me ofreció salvarme de la muerte que me traería una terrible enfermedad, a cambio de convertirme en un ciervo más de su aquelarre. —Explica, tomando la mano del rubio que ahora yace en su mejilla, sonriendo tristemente al recordar aquello, el dolor y la agonía, no queriendo que su amor experimente aquello, continúa explicando. —Sí, es bastante peligroso. Ya que, en el caso de que tú cuerpo rechace la sangre, morirás. Y yo... —Se interrumpe, mirando fijamente a los ojos del rubio. —Yo jamás aguantaría ser el causante de tu muerte. —Dice, los ojos rojos titilan.
— S-Seonghwa... —Susurra Yeosang, sintiendo como el vampiro se acercaba a sus labios más no uniendolos, sólo sintiendo la cálida presencia del chico.
—La última razón, es que tengo miedo de arrebatarte tu humanidad. No me siento capaz de quitarte algo tan preciado como eso. —Confiesa el vampiro, uniendo ambas frentes y tocando el pecho del rubio, sintiendo la calidez del mismo y los incesantes latidos de su vivo corazón.
—Créeme que lo entiendo, amor mío. —Dice Yeosang, separándose suavemente y mirando los orbes rojizos. —Pero ambos sabemos que mi tiempo de vida, está contado. —Recuerda el rubio. — ¿O es que piensas hacerlo cuando sea un viejito arrugado? —pregunta burlón, haciendo reír al vampiro.
—El momento llegará mi ángel, no será ahora, pero llegará, tan sólo... se paciente, te lo ruego. —Implora Seonghwa.
—Comprendo amor, tendré paciencia. —Dice Yeosang, besando dulcemente los labios del vampiro, sellando con ello, una promesa.
[...]
La velocidad con la que sus imperceptibles pasos tocan el lodoso suelo es aterradora, deteniéndose por una millonésima de segundo, observando cómo las escasas gotas de agua que caían a su alrededor se mueven más lento que él, haciéndolo sentirse poderoso toma el impulso necesario y brinca hacia la rama del árbol más cercano a ese edificio, que según ha oído del par de labios que los suyos han estampado antes, es la residencia del clan cazavampiros que acecha al aquelarre.
Con lentitud baja su capucha, dejando que algunas gotas de agua hagan contacto con su cabello, más ni sintiendo ningún frío, pues su cuerpo es casi de la misma —o inferior— temperatura que la del agua que moja sus negruzcos y platinados cabellos, los orbes violetas miran el lugar, todo está bastante silencioso, dentro del recinto pueden observarse las tenues luces de velas que iluminan el interior.
—Muy bien ratas de mierda, llegó el momento de que sean útiles por una jodida vez en todo lo que les resta de miserable vida. —Espetó el vampiro, sonriendo para sí mismo.
De un salto bajó del árbol y se posó delante de la puerta de lo que aparentaba ser un granero abandonado, detrás de las puertas de madera se escuchan distintas voces, seguramente eran esos humanos del clan cazavampiros que decidían de qué forma los atacarán una vez descubran la ubicación del aquelarre, pero que idiotas eran, el vampiro llamó a la puerta y las voces se callaron, una risita quiso salir de sus labios, se colocó la capucha de nuevo y volvió a tocar.
— ¡¿Quién rayos eres y por qué llamas a la puerta con tanta prisa?! —gritó un hombre detrás de la puerta, acercándose para abrirla de golpe.
Tres cosas sucedieron en ese momento.
Una rápida ráfaga de viento entró al lugar ocasionando que las velas del lugar se apagaran, seguido de ello los gritos de horror y sorpresa por parte de los presentes y por último, la presencia de un nuevo invitado entre la multitud de hombres.
El vampiro soltó una risotada, callando a las voces.
— ¿Dónde está el líder? Exijo hablar con él. —Dijo el vampiro.
— ¿Quién carajos eres? ¿Y qué asuntos tienes con nuestro líder? —preguntó un hombre de la multitud.
El vampiro se irguió en su lugar, se quedó en silencio unos segundos y después utilizó su don antinatural para tomar del cuello al hombre que realizó esas preguntas, alzando su cuerpo en el aire y sosteniéndolo con sólo esa mano.
—Dime dónde está tu líder o te rompo el cuello. —Dijo el vampiro, apretando el agarre en el cuello del hombre, haciendo que este se retuerza.
— ¡Aquí estoy, aquí estoy! ¡Por el amor de dios, suéltalo! —gritó un hombre de entre la multitud, acercándose a ellos.
El vampiro soltó inmediatamente al hombre y se acercó lentamente al otro hombre, que pese a la oscuridad del lugar, su rostro era tenuemente iluminado por la luz de la luna que entraba por las ventanas.
—Quiero proponerte un trato. —Dice el vampiro. Abre los labios para continuar, más el grito del hombre se lo impide.
— ¡¿Hacer un trato con un ser tan despreciable cómo tú?! ¡Estás demente! —gritó el hombre.
En un abrir y cerrar de ojos el vampiro se alejó y tomó el arma del hombre más cercano a ellos, sorprendiendo y asustando a los presentes, desenvainó la daga y la alzó hacia el cuello del hombre.
—Vuélveme a interrumpir y te corto el cuello. —Amenazó el vampiro, el hombre obedeció y el vampiro siguió hablando. —Quiero hacer un trato. Quiero que maten a un humano por mí. —Dijo, el hombre soltó una carcajada.
— ¿Y no puedes hacerlo tú? ¿No se supone que eso es lo que hacen los vampiros? Matar humanos. —Dice el hombre.
—Ese humano es intocable, si lo mato yo con mis propias manos, me matarán también. Está protegido por miembros de mi propio aquelarre. —Confiesa el vampiro, viendo como la sorpresa invade el rostro del hombre.
— ¿Qué propones entonces? —cuestiona el hombre.
—Guiaré a tu clan hacia donde reside mi aquelarre, atacarán y asesinaran a ese humano, y de paso a los vampiros idiotas que lo protegen. —Dice el vampiro, los murmullos se alzaron en la sala.
— ¡Debe ser una trampa mi señor! ¡No le creo nada! —gritó un hombre.
— ¡Tiene razón! ¡De seguro todo esto es para guiarnos a una muerte segura! —gritó otro.
Varios gritos de acuerdo resonaron en la sala, comenzando así un bullicio que desconfiaba del vampiro y sus intenciones.
—Bueno, en vista de que no me creen, me veo en la obligación de hacer lo siguiente. —Dijo el vampiro, bajando su capucha y dejando a la vista su rostro, apartó la daga del cuello del hombre y retrocedió unos pasos, con parsimonia giró la daga y la enterró en su mano, haciendo que la cuchilla traspasara la palma de su mano, jadeó ante el dolor que le ocasionó la plata y sacó la daga. —Hagamos un pacto de sangre, a ustedes los humanos les fascinan, ¿No es así? —cuestionó burlón en vampiro, lamiendo la sangre de la cuchilla y lanzándosela al líder del clan cazavampiros.
El hombre la tomó con duda y miró a la criatura frente a él, sus orbes violetas resplandecían peligrosamente por sobre la penumbra del lugar, una sonrisa desquiciada adornaba ese apolíneo rostro y de ella sobresalen un par de filosos colmillos.
—Dese prisa líder, mi herida sanará en unos minutos. —Dijo el vampiro.
El hombre miró los rostros preocupados de sus hombres y sin pensarlo mucho pasó el filo de la daga por su mano, soltando un jadeo ante el dolor, se acercó a paso lento al vampiro y le tendió la mano, el vampiro extendió la suya sonriente y tomó la contraria estrechándola fuertemente. Una nueva ola de bullicio llegó al granero, debido al nuevo e impensable "aliado" que el clan había obtenido esa noche. Ambos dejaron de estrechar sus manos y el líder miró al vampiro.
— ¿Tu nombre es?... —Dejó la respuesta al aire, en espera de que el vampiro respondiera.
—San. —Respondió el vampiro, sonriendo maliciosamente.
Esa noche se selló un pacto que sería roto con la misma línea de falsedad con la cuál inició, pobres de aquellos corderos del señor que serían sacrificados en nombre de los celos obsesivos de ese inmundo vampiro.
[...]
Al separar sus manos ambos hombres se miraron y se sonrieron, Hongjoong no podía creer que ahora era amigo de un vampiro y quería llorar, no sabiendo si por miedo o frustración debido a lo hilarante de la situación, por otro lado, Seonghwa estaba que lloraba de alegría, habían pasado varios siglos desde que tuvo a alguien a quien pudiera llamar "amigo".
Hongjoong apretó a sus flores y las atrajo más hacia sí mismo, esperando a que el vampiro dijera algo, pues de repente un silencio incómodo se había formado, al parecer siéndolo sólo para él, ya que el vampiro le sonreía amablemente, el chico castaño quería gritar y salir corriendo de ahí, más recordando su naturaleza curiosa optó por satisfacerla al aprovechar que ahora tenía un amigo vampiro, todas las dudas, suposiciones o creencias que tenía de ellos podrían ser aclaradas de una vez por todas.
Abrió los labios para hablar, sin embargo nada salió, pues consideró que sería demasiado precipitado e inclusive hasta sospechoso bombardear de preguntas al vampiro, por lo que cauteloso, preguntó algo que sabía sería el equivalente a una pregunta demasiado personal para un humano.
— ¿Cómo es que... te transformaste en vampiro? —cuestiona Hongjoong, mirando a Seonghwa.
—Fui mordido por otro vampiro de rango superior, un pura sangre. —Responde inmediatamente el pelinegro, dispuesto a responder cualquier pregunta que el chico pudiera tener.
Hongjoong asiente. —Esa vez que nos encontramos en el bosque y estabas herido... ¿Cómo fue que te lastimaste? —cuestiona, sabiendo la obvia respuesta, más queriendo oírla de los labios del vampiro, pues temía que su nuevo amigo haya matado a humanos cómo el antes.
—Yo no mato humanos Hongjoong... ya no. —Responde Seonghwa, leyéndole el pensamiento al chico.
El castaño da un respingo al verse descubierta su duda, sintiéndose ofendido al recordar, no sólo una, sino las dos veces que el vampiro intentó asesinarlo.
— ¡Ah! ¿Y yo sería la víctima con la que quebrantarías ese "ya no"? —cuestiona Hongjoong, enojado y en un tono que podría asemejarse a un regaño.
El semblante del vampiro se entristeció. —Ya te dije que lo siento... estoy muy arrepentido de lo que hice, ¿Por qué no puedes creerme? —cuestiona Seonghwa, dolido ante la justa actitud de Hongjoong.
— ¡Por que casi me matas! —chilló Hongjoong, sintiendo como la furia que sentía esa mañana retoma el control de su cuerpo. Sin embargo, entendió que seguir reprochándole aquello al vampiro no serviría de nada, así que optó por dejar ese sentimiento de lado. —Olvida eso. —Dice, sacudiendo su cabeza levemente. —Mejor, háblame de ti. Sí vamos a ser amigos debemos conocernos. —Concluye.
La expresión de Seonghwa vuelve a ser alegre, pero cambia a lo que asemeja ser un puchero. —Pero yo quiero oírte a ti primero, por favor, háblame de ti. —Pide el vampiro, juntando las palmas de sus manos.
A Hongjoong le tembló el ojo izquierdo por un par de segundos, le desesperaba creer la naturaleza tan cambiante de los vampiros, el hombre que ahora parecía ser un niño pequeño haciendo puchero, también era el mismo hombre que parecía una bestia salvaje que estuvo a punto de quitarle la vida en varias ocasiones. Soltando un largo suspiro Hongjoong pidió al creador paciencia para enfrentar la adversidad que representa su nueva amistad.
—Me llamo Hongjoong, soy huérfano. Me crió un sacerdote del clan al que pertenezco. Me gustan las plantas, cuidar de ellas y conocer sus propiedades medicinales, tengo un diario donde anoto todo lo que sé de ellas, me llevo muy bien con los animales y los niños, me gusta observar las estrellas durante la noche y jamás he matado un vampiro. —Dice, sorprendiendo al vampiro, quién en ningún momento dejó de prestarle atención a cada una de las palabras que salían de sus labios. —Ahora tú. —Ordena.
—Me llamo Seonghwa, recuerdo tener madre y padre antes de convertirme, no sé en dónde están ahora, probablemente muertos. ¡También me gusta mirar las estrellas por la noche! y... —Se interrumpe, por alguna razón sintiéndose incómodo ante las palabras que estaba por pronunciar. —Jamás he matado a un humano. —Responde con voz dura, mirando fijamente a Hongjoong, asustándolo.
Al percibir aquello Seonghwa relaja la mirada y la desvía, insultándose así mismo por creer que ha asustado al chico, sin embargo, se sorprende al escuchar su voz de nuevo.
— ¿Qué edad... tienes? —cuestiona Seonghwa, intentando seguir con esa conversación bastante extraña que apenas estaban comenzando.
—Diecinueve. —Responde Hongjoong.
— ¡Tenemos la misma edad! —chilla alegremente el vampiro, haciendo que el chico castaño se sobresalte. —Bueno... Esa era mi edad humana. —Sonríe atontado, mientras se rasca la nuca, nervioso.
— ¿Qué edad tienes realmente? —pregunta Hongjoong, un poco temeroso de oír la respuesta.
Seonghwa se pausa un momento, contando los años. —Cuatrocientos sesenta y dos desde que soy un vampiro, pero si le sumamos la edad humana serían cuatrocientos ochenta y uno. —Responde Seonghwa, asintiendo con una mano en su mentón.
Hongjoong sintió como se le escapaba el aire de los pulmones. — ¡¿Tantos?! —chilla sorprendido.
— ¿Te parecen tantos? —cuestiona Seonghwa, mirándole con una mueca burlona.
—Es que no me parecen, ¡Son muchos! —Dice el castaño, sacándole una risa al vampiro.
Seonghwa siguió riéndose y Hongjoong le miró mal, el vampiro se detuvo y le sonrío con los labios apretados, tratando de contener las carcajadas que quería soltar por la respuesta tan genuinamente inocente del chico. El castaño observó de arriba a abajo al vampiro, decidiendo sí preguntar o no, por la repentina duda que le invadió, relacionada con la procedencia de su amigo vampiro.
—Cuantos... —Murmura el chico, captando la atención del vampiro. — ¿Cuántos cómo tú, hay? —cuestiona, temiendo por la propuesta.
— ¿Cómo yo? Ninguno. Sólo existe un Seonghwa en todo el mundo. —Responde burlón el vampiro.
Hongjoong volteó los ojos, "pero que tipo más arrogante" pensó, sin duda alguna ser su amigo sin antes clavarle la daga de plata sería una tarea difícil.
—Me refiero a cuántos vampiros hay en esta zona. —Dice, tratando de conservar su paciencia.
—Varios. —Responde Seonghwa. — ¿Por qué quieres saber? ¿Acaso planeas usarme para llegar a ellos? —Cuestiona, endureciendo su mirada.
Hongjoong chilló internamente, lo que menos quería era causar sospechas en el vampiro y provocar que este enloqueciera y le matara de una buena vez por todas, además, la tarea de asesinar vampiros no es algo que le correspondía dentro del clan al que pertenecía. Por lo tanto, quiso voltear la situación para quitarse la sospecha del vampiro.
— ¿Y qué hay de ti? ¿No me estás usando para llegar a mi clan y matarnos a todos? —cuestionó Hongjoong a la defensiva.
Seonghwa alzó las cejas sorprendido y soltó una carcajada, Hongjoong le miró confundido. —No tengo ningún interés hacia tu clan. No hasta que ustedes lo tengan en nosotros. —Dice Seonghwa, sabiendo que hacía mal al no ir corriendo con su señor e informarle lo que el chico castaño acababa de confirmar, en siglos anteriores Seonghwa habría llevado a rastras al chico con el señor Mingi para que le revelara la ubicación exacta de su clan, pero esta vez era distinta, ese chico, Hongjoong, le causaba mucha curiosidad y quería seguirla hasta descubrir el porqué. —Que ambos grupos se encuentren será cuestión de tiempo, y no dependerá de nosotros las consecuencias que eso pueda traer. —Concluye, sorprendiendo a Hongjoong con sus palabras.
— ¿Entonces no dirás nada? —cuestiona Hongjoong, a lo que Seonghwa asiente, haciendo que los ojos del chico se abran en sorpresa. —Entonces es un pacto. —Dice, confundiendo al vampiro.
— ¿Un pacto? —cuestiona el vampiro, confundido.
—Así es, un pacto, de confidencia. Ninguno dirá nada respecto al clan del contrario, por respeto a la nueva amistad que hemos formado. ¿Te parece? —cuestionó Hongjoong, esperando lograr que el vampiro acepte el pacto, probablemente, ganándose algo de su confianza.
Seonghwa lo medita durante unos segundos y asiente. —Me parece bien, pero, me gustaría agregarle una cosa más a ese pacto y cambiar su significado a uno mayor. —Pide el vampiro, ocasionando que Hongjoong frunciera el ceño confundido.
— ¿Qué quieres decir? —cuestiona Hongjoong inmediatamente el vampiro acabó de hablar.
—Quiero un pacto de sangre, no de palabras. —Confiesa Seonghwa, sorprendiendo a Hongjoong. —Las palabras pueden ser dichas una y otra vez, cambiadas con el tiempo o desmentidas con verdades, sin embargo, la sangre no miente, siempre es del mismo tipo y aunque cambia de color al morir, no se altera su composición, por ende, quiero que nuestra amistad esté cimentada bajo la intensidad del significado del pacto. —Termina de hablar, dejando sin palabras al castaño, quien solo atina a asentir lentamente.
—Entiendo... —Dice Hongjoong, piensa en las palabras dichas por el vampiro y asiente de nuevo. —Acepto el pacto de sangre. —Sonríe decidido, contagiando a Seonghwa, quien imitó aquella sonrisa. — ¡Oh! Pero no hay nada filoso con lo que cortarnos. —Dijo.
Seonghwa recordó la daga que Hongjoong dejó caer antes de arrastrarlo a ese punto del bosque, y sin siquiera avisarle utilizó su velocidad y salió disparado hacia el lugar, una ráfaga de viento rozando el costado del chico por donde el vampiro había corrido, el castaño se paralizó por un segundo, para después comprender que el vampiro se había ido. Ahora que se encontraba solo, aquella voz en su cabeza que le gritaba "¡Huye!" hizo acto de presencia y el joven optó por obedecerla, ¡A la mierda con ese loco vampiro y su amistad! Hongjoong prefería mantener su cordura y largarse.
Lamentablemente el destino no quiso que Hongjoong se fuera, pues justo cuando dio un paso adelante una nueva ráfaga de viento vino desde sus espaldas y la figura del vampiro apareció frente a él, a sólo un paso de distancia, por lo que Hongjoong retrocedió de un chillido, el vampiro miró a Hongjoong con burlón y pasó la cuchilla por su palma en un rápido movimiento jadeando ante la sensación, nuevamente Hongjoong chilló y Seonghwa soltó una carcajada.
— ¡Anda, vamos! Hazlo tú también, mi herida es pequeña así que sanará rápido. —Exclamó el vampiro, extendiéndole la daga ensangrentada al chico, quien le miraba con duda, pasando sus ojos de él a la daga.
Hongjoong dejó a su bellas damas en el suelo cerca de sus pies, extendió muy lentamente su temblorosa mano y tomó el mango de la daga, sujetándola con su mano izquierda, la admiró por unos segundos y volvió a ver al vampiro, quien inclinó su cabeza con curiosidad, el castaño tomó una gran bocanada de aire y enterró la cuchilla en su palma, soltando un chillido de dolor, el vampiro rio y Hongjoong le miró molesto, Seonghwa se tragó la sonrisa y le extendió la mano, Hongjoong la tomó y el vampiro se apresuró a hablar.
—Yo Seonghwa, juro solemnemente guardar palabra de todo lo que corresponde a mi aquelarre, además de prometer el no volver a atacar al humano Hongjoong, y de verse incumplido mi juramento, se me arrancará el corazón con una daga de plata. —Concluye el vampiro mirando fijamente a los ojos del castaño, quien al escuchar cada palabra del juramento sintió un escalofrío que lo confundió durante un segundo, rápidamente se recuperó y tomó la palabra.
—Yo Hongjoong, juro no decir absolutamente nada relacionado a mi clan... —Dice, mirando al vampiro, quien le sonrió achicando su ojos. —Y también sobrellevar una amistad con el vampiro Seonghwa. —Concluye, apretando la mano que se le fue extendida, el vampiro dio un respingo sorprendido y después le sonrió con picardía.
Hongjoong se sonrojó ante la mirada que el vampiro le dedicó, soltó su mano y la atrajo así mismo, observando cómo la sangre brotaba de la herida. Posó su mirada en el vampiro y este lamía parsimoniosamente su herida, arrastrando con su lengua la sangre oscura que se perdía dentro de la boca del pelinegro, los ojos rojizos se posaron en los mieles y estos hicieron contacto, Hongjoong se sonrojó aún más sí le era posible, apartó la mirada y resopló, causándole una risita al vampiro.
— ¿Qué? ¿También quieres que lama tu herida? —cuestionó Seonghwa, mirando a Hongjoong, quien abrió sus ojos y chilló en respuesta.
— ¡N-No! —chilló Hongjoong, mirándole enojado y nervioso.
—Sólo jugaba. — Dijo el vampiro, mirando burlón al chico castaño.
Hongjoong le dedicó una sonrisa falsa y tomó la maceta con begonias blancas, un grito de dolor acompañó aquella acción pues no recordó el reciente corte que se había hecho, sin querer dejó caer la maceta al suelo, pero para su sorpresa esta fue tomada por la mano del vampiro a tan solo centímetros del suelo, Seonghwa le extendió la maceta y Hongjoong la aceptó.
—Gracias. —Dijo Hongjoong, tomando la otra maceta con la dalia negra en ella.
—De nada. —Le respondió el vampiro, sonriendo. — ¿Ya te vas? —cuestionó con un tono afligido.
—Así es, salí corriendo cuando te ví, mis amigos deben estar preocupados. —Respondió Hongjoong, acomodando con dificultad las flores en sus brazos, para evitar tocarlas con su mano herida.
Seonghwa se sintió un poco triste ante la reciente anunciada partida del chico, se preguntó cuándo es que tendría la suerte de volverlo a ver, y diciendo desafiar al destino, le ofreció al chico una fecha para volver a encontrarse.
— ¡Hongjoong, espera! —gritó el vampiro al ver cómo el joven se alejaba. — ¿Te gustaría vernos mañana? En la fuente del pueblo a medio día, ¿P-Puedes? —cuestionó el vampiro, temiendo ser rechazado por el chico.
Hongjoong se quedó callado durante unos segundos, para después hablar. —Claro, ahí estaré. —Dijo sonriéndole al vampiro.
Rayos de ilusión iluminaron los ojos rojizos de Seonghwa, un ligero tono violeta se hizo presente en su rostro y asintió, genuinamente feliz. Ambos se despidieron y se desearon un lindo día, Hongjoong partió pensando en la locura que acaba de cometer, su mente no se cansaba de repetirle que eso estaba mal, que sería un gran error y que seguro se arrepentiría de aquella decisión pero qué más daba, la curiosidad le cegaba y no le dejaba ver el posible peligro en el que se hallaba envuelto.
Por su parte, Seonghwa salió en busca de su grupo de patrullaje con un sentimiento cálido en el pecho, le alegraba en demasía saberse amigo de Hongjoong, se sentía dichoso, ansiaba que el día de mañana llegara, estaba por más emocionado, aquel chico que tanta curiosidad le causaba ahora era su amigo y no podría alegrarse más por ello.
Pobre vampiro ingenuo, no sabe que se ha enamorado.
[...]
HOLAAAA
Regresé con una actu <3, me sorprende lo rápido que actualicé, creí que tardaría más, ¿ya vieron? el que persevera, alcanza. JAAJAJA
Y bueno... XDN'T no sé que decir, pero espero haber dejado en claro la obsesión de San por Seonghwa.
Otra cosa, cómo no tenía nada más que hacer y estaba aburrida, hice una línea de tiempo (toda culera) con las fechas de nacimiento de los protagonistas, el antagonista y algunos personajes secundarios que aparecen más de dos veces.
Las secciones de colores distintos significan siglos diferentes, del siglo 500 d.c al 1200 está todo del mismo color porque me dio hueva cambiar los colores para cada siglo, además de que no sucedió nada "relevante" para la historia, e igual que con el siglo 1500 y 1600.
Los nombres en morado son para los vampiros y los nombres en naranja para los humanos.
Las fechas en verde representan la edad humana en la que fueron transformados los vampiros, la fecha en azul, el año en el que eso sucedió.
Las fechas en amarillo para los nacimientos de los humanos.
Bue, creo que es medianamente entendible la línea del tiempo, y espero que les de una idea de las fechas de la historia, o cómo mínimo, satisfacer la curiosidad de alguien.
Y, ya para terminar la nota, les informo que mañana entro a clases de nuevo, así que esta será, muy probablemente, la única actualización que tengan en unos cuatro meses, que es lo que dura mi semestre, así que más les vale disfrutar de este capítulo, y cómo consuelo, en el próximo (que váyase a saber cuándo saldrá) se verán interacciones lindas entre el Seongjoong, no tengo idea de cómo, pero de que habrá, habrá a la verga. (Acepto sugerencias de escenas, alch no se me ocurren muchas)
Cuéntenme, ¿Tienen alguna suposición de cómo murió Yeosang? Les leo.
¡Muchas gracias por leer!
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