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007



Hawkins, 1978

Maeve había movido su residencia al laboratorio temporalmente pues quería quedarse con Eleven en lo que ella mejoraba y también por descubrir que había ocurrido con Peter el cual no había visto desde ese día, su angustia a penas la había dejado ejercer como debería pues solo pensaba en el una y otra vez.

—Buenos días, papá.—Los niños cantaron al unísono en la sala de descanso.

Ella se encontraba ahí pues analizar el comportamiento de los pequeños a todo momento era su trabajo en el cual iba mejorando, antes de dar un paso para seguirlos Brenner hizo un ademán con su mano para detenerla.

—Tome un descanso, Doctora, los niños tienen sesiones individuales.—Avisó antes de retirarse.

Finalmente pudo respirar con tranquilidad, nunca imagino que el trabajo de un psicólogo pudiera ser tan complicado o quizás era su falta de experiencia, sin más salió de la sala para dirigirse a la enfermería a ver a la pequeña Eleven pero hubo algo que capto su atención.

—¿Peter?—Murmuró al ver una cabellera rubia.—Peter.

Fue atrás de el pero hubo algo que la desconcertó, al tocarle el brazo para llamar su atención lo observó quejarse, en su cabeza inventó muchas teorías con respecto a lo que pudo pasar.

—Maeve...—Balbuceó.

—¿Estas bien? ¿Que te sucedió?—Hablo preocupada buscando algún daño físico.—No he sabido nada de ti en días, háblame por favor.

—Estoy... Estoy bien.—Se apartó de ella evitando así que volviera a tocarle el brazo.

—Ven conmigo.—Lo obligó a seguirla sujetándolo del brazo que parecía sano.—¿Donde haz estado estos días? Creí que te habían despedido.

Empezó a caminar llevándolo a la habitación que se le había otorgado durante su tiempo de huésped, aunque no le gustaba el ambiente dentro de la misma, sabía que la estaban observando. Estando ahí lo hizo sentarse en su cama mientras ella buscaba algo en su maletín al mismo tiempo que murmuraba para si misma.

—¿Que haces?—Trató de observarla mientras hurgaba el bolso.

—Buscó algo que te va hacer sentir mejor... ¡Aquí esta!—Saco una pequeña envoltura.

—¿Un... Chocolate?—Hizo una mueca.

—Siempre alivia todo, ten cómelo.—Se lo ofreció y este lo sujeto sin mucho antojo de comer.—Peter... Cuéntame que sucedió, ¿Te han lastimado?

El miro de reojo a la esquina de la habitación donde una cámara los observaba al mismo tiempo que el pequeño foco rojo tintineaba.

—No- Me suspendieron unos días y ¿Me caí?—Volteo a verla notando su expresión de incredulidad en la cara.—Déjalo, no importa.

—Claro que importa, hay algo raro aquí, todos los pensamientos qué tengo en la cabeza me causan escalofríos y miedo por tener razón.

—No pienses en nada, este lugar no tiene nada extraño.—Habló tirando aquel chocolate en la cama y levantándose.—Solo fui un poco torpe y me resbalé, nadie podría hacerme daño solo escúchate es ridículo.

—Así que te parece ridículo que me preocupe por ti.—Se cruzó de brazos bastante ofendida.—Lamento tener un poco de empatía, ¿Bien? Me largo.

—Maeve...—La llamó antes de que se marchara.—Esta es tu habitación.

—Pues- Pues...—Regresó buscando algo bueno para decirle.—¡Me largo!

Volvió a exclamar esta vez marchándose, "Que idiota" pensó caminando entre los pasillos, "¿Que le cuesta ser más amigable?" Continuó frunciendo el ceño mientras se acercaba a la enfermería.

—Doctora.—Saludó la enfermera.

—¿Eleven?—Preguntó.—¿Ya ha despertado?

—Si, hace poco. Puede pasar a verla.

—De acuerdo.—Asintió pasando por las camillas, como siempre ella estaba en la última jugando con un instrumento para ayudar a la motricidad.—El...

—Maeve.—Saludó dejando de lado el objeto y levantando la mano.—Mira, ya no duele.

—Que bueno, te dije que te iba a curar.—Se acercó hacerle cosquillas para escucharla reír.—Mañana tendrás que regresar a entrenar con tus hermanos, esfuérzate y no dejes que te traigan aquí de nuevo.

—Me gusta aquí.—Frunció el ceño.—No hermanos, no papá.

—Pero si te quedas aquí no podrás demostrarle a los demás lo fuerte que eres.—Le mostró una sonrisa enternecida.—Y tienes que hacerte la más fuerte, por mi.

—Peter.—La niña sonrió mirando a las espaldas de la mujer.

Maeve frunció el ceño volteándolo a ver de mala gana.

—¿Que haces aquí?—Gruñó.

—Vine a ver cómo estaba Eleven.—Habló tomando lugar a su lado.—¿Te sientes mejor?

Ella asintió, la castaña por su parte se cruzó de brazos evitando mirar a su contrario, estaba bastante indignada como para hablarle.

—¿Maeve?—Eleven la llamo pero no levantó la mirada.

—Debe sentirse mal.—Habló Peter con cinismo.—Quizás un dolor de cabeza

—¡Beso, magia!—Hablo la pequeña con emoción.

Finalmente levantó su cabeza con sus ojos muy abiertos empezando a negar con rapidez.

—¿Qué?—El habló extrañado.

—El... Eleven...—Habló bajito observándola.—No... Shh, así no funciona.

—Maeve me curo con un beso, aquí.—Señaló su brazo.

Cerró sus ojos con fuerza bastante avergonzada "¿Tenía que decirle que era magia?" Se sentía como una tonta, una niña la estaba avergonzando.

—Con que eso te dijo.—El de ojos azules se burló.

—Bésala, para que se cure.—Insistió la menor.

—Elly, no es-

—Seguro, un beso cura los males.—Volteó a verla con una sonrisa aguantándose una carcajada.—¿Verdad Doctora?

—Si pero solo funcionan cuando alguien que te lo da te quiere o al menos aprecia.—Volteó a verlo devolviéndole su jugada.—Tú, al contrario empeorarías mi condición.

—¿Quien ha dicho que no la aprecio?—Su sonrisa se desvaneció ocupando un rostro serio.

—Tus acciones hablan por ti.—Bufo manteniendo sus brazos cruzados.

Peter sin más sujetó el rostro de la castaña observando su cara detenidamente antes de posar sus labios en su frente dándole un beso ahí.

—Que se alivie su dolor de cabeza, Doctora.—El rubio pronunció apartándose.

Eleven empezó aplaudir con emoción pues para ella eso significaba que la magia haría efecto, Peter hizo un asentimiento de cabeza despidiéndose mientras se marchaba.

—¿Maeve?—La preocupación en la voz de la menor era evidente.

—¿Hmm?—Volteo a verla.

—No te haz curado, ahora tienes la cara roja.—Ella frunció el ceño.

Sin más cubrió su rostro con sus manos sintiendo la vergüenza recorrer todo su cuerpo, ya no quería ver más a Peter después de eso.

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