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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟐

[1]

La mafia Igarashi es una organización poderosa que opera en el centro de Mihamaku, Chiba. Aunque consiste en una pequeña manada, en realidad cuenta con una larga lista de seguidores leales y una segunda manada fiel en Hokkaido, el pueblo de la eterna blancura. 

Durante mucho tiempo han librado guerras de territorio para establecer su dominio y el respeto de otras organizaciones con las que ha sido más difícil lidiar. A pesar de ello, los Igarashi tienen una peculiaridad: a ellos no les importa el dinero. No se matan por dinero y los traidores son tratados con la misma crueldad con la que solían hacerlo las antiguas mafias italianas. Ellos torturan “a la antigua”. 

Tienen el control del gobierno de Chiba desde los bajos fondos, aunque hay quienes no estén conformes con este hecho. «Moralistas de altura que niegan estar de acuerdo hasta que el beneficio cae también en sus bolsillos». 

Para mantener el secreto de muchas de sus acciones tienen en su posesión empresas legales, fachadas con las que los humanos se sienten particularmente resentidos sin poder hacer nada al respecto. 

Kenji, Mamoru y Tatsuki son los tres alfas nacidos del matrimonio líder. De ellos, Igarashi Tatsuki es conocido como “el niño pródigo de la mafia”, el alfa dominante nacido para ser el próximo cabecilla de la manada. 

Si bien los tres hermanos habían sido criados para dirigir la organización, solo al menor no le temblaba la mano para matar a un traidor o a algún enemigo, no le quitaba el sueño torturar hasta obtener respuestas. Kenji y Mamoru siempre han preferido —y preferirán— limpiar los vestigios que deja su pequeño hermano a cada paso que tener que hacer su trabajo. 

A partir de los seis años Tatsuki supo que tenía un destinado, lo comprendió desde que vio el brillo en la pequeña Luna grabada en su muñeca derecha. Con el paso de los años su perspectiva ante lo inevitable no cambia, se mantiene imparcial entre la bendición de tener a alguien certero con quien compartir su vida o la maldición que representaba no poder zafarse de tal responsabilidad. Sin embargo, nunca ha expresado nada al respecto. 

Sus hermanos, a diferencia de él, no cuentan con ninguna marca. Y si bien eso tampoco le preocupa, comenzaba a desear que algún día ellos pudieran encontrar a alguien que los acepte sin importar nada, que se acerque a ellos aun sabiendo que pertenecen a la temida mafia Igarashi.

[2]

—En Hokkaido el pequeño lleva bien su entrenamiento, o por lo menos eso me han hecho saber —habla el hombre, informando al líder Igarashi con la mirada baja. 

—Hoshino-san es un gran alfa, desde el atentado hacia su familia no dejará que su pequeño hijo sea demasiado fácil. Mucho menos cuando tenemos el baile de presentación tan cerca. 

—Señor, ¿considera usted que es buena idea? —pregunta elevando el rostro, agachándose en cuanto ve al alfa dirigirle la mirada—. Me refiero a que el viaje es largo. 

—Quizás, pero Tatsuki debe conocer con anticipación a su omega. Es una vieja tradición. 

—Aún es un niño. 

—Si, solo tiene ochos años —responde cerrando la carpeta entre sus manos, con un suspiro profundo seguido de una mueca ligeramente preocupada—. Tatsuki desconoce todo del pequeño, solo sabe que tiene un omega. 

—¿Y lo acepta? 

—Sabe que debe aceptarlo si quiere liderar —dice con una sonrisa y el hombre asiente antes de ponerse de pie. 

—Entiendo, mi señor. Con su permiso. Prepararé a los escoltas para ir por Hoshino Yuto y el pequeño Hoshino Shin’ichi. 

El alfa mantiene su sonrisa y se despide con ella, sacudiendo su mano en dirección al hombre antes de asentir. 

—Gracias, hermano. 

La habitación es silenciosa a excepción de las voces de los mayores, por lo que fácilmente el chico de dieciséis años puede reconocer los pasos que se alejan del escritorio de su padre. Cuando su tío Yun abre la puerta de la oficina, él ya está entrando a la habitación de su hermano, jadeando para recuperar el aliento y soltar todo lo que acaba de escuchar. 

[3]

Para Igarashi Mamoru, el segundo hijo de la manada, las muertes que rodean inefablemente a su familia resultan incómodas. Le molesta tener que asesinar —según sea el caso— y sospecha nunca poder aceptar aquel aspecto poco agradable de los suyos. A pesar de ello, nunca se ha creído con el valor de defraudarlos. Se ha preparado en igual o mayor medida que sus hermanos y ha encontrado su lugar y aporte justo para los Igarashi: ser el estratega de su generación, el apoyo infalible de sus hermanos. 

—¿Dónde estabas, Mamoru? —pregunta Kenji, elevando una ceja al verlo llegar tan exhausto. 

Él pide un segundo para regular su respiración con la palpa mostrando su índice. 

Están en la habitación del mayor, el cuarto en el que todos se reúnen para estudiar o pasar el rato dependiendo de sus tiempos libres. La recámara de Kenji, de un tamaño similar a las otras dos y con varios libros o cuadros adornando las paredes, se volvió el rincón seguro de los menores, el sitio al cual recurrir cuando es un día bueno, regular o malo. 

—Iba a ver a nuestro padre, pero lo escuché hablando de la fiesta lunar. —Toma una larga bocanada de aire antes de decir lo último, sonriendo mientras las palabras se deslizan a través de su boca—. Al parecer Tatsuki conocerá a su omega. 

La mención del tema llama por completo la atención del más joven. Tatsuki deja de lado los libros que tenía en su regazo para estudiar y centra su mirada en el alfa. 

—¿Sabes algo de él, Mamoru-kun? —pregunta de inmediato, curioso como suele serlo cualquiera en su adolescencia. 

—Si, pero solo su nombre y edad. 

—Dime. 

—Se llama Hoshino Shin’ichi. 

—El chico de Hokkaido, ¿no? —Ante su respuesta, ambos giran a verlo asombrados. 

—¿Sabías de dónde proviene? 

—Si. En algún momento nuestra madre lo mencionó, si no mal recuerdo —dice, apretando sin ser demasiado evidente sus palmas abiertas sobre sus rodillas—. ¿Qué edad tiene? 

Tatsuki lo sospechaba, él mejor que nadie recordaba el momento justo en que la marca brilló en su muñeca. 

—Ocho años. 

Él suspira y sus hermanos ríen. La diferencia de edad no es abismal, pero cala en algún lugar de su mente y pecho. Según las reglas y tradiciones, ellos tenían el derecho de conocerse en una fiesta antes de la ceremonia oficial de unión, pero no podrían vivir juntos hasta que el omega sea capaz de procrear, alrededor de los dieciocho o diecinueve años. 

En otras manadas, sobre todo en las de mayor antigüedad, es normal que los omegas sean preparados a partir de los quince años. Sin embargo, en la actualidad y aún más conociendo su nueva reputación, era mejor ser mayor de edad. Como próximo líder debía llevar a su pareja a eventos sociales con humanos y otras manadas, por lo que, exponer a un niño tomado de su mano —siendo él un adulto— no sería lo mejor. 

Kenji y Mamoru han iniciado una conversación banal acerca del tema, del posible físico del omega, de su color de ojos, de piel, de cabello, o inclusive su factible aroma o manera de hablar. 

Para él eso ya no es tan importante, se lo ha preguntado incansables veces, ha soñado dormido y despierto con ese niño y ha caído en un punto en el que ya no le importa realmente quién o cómo es. Está ansioso, sí, como lo estaría cualquier novio que no sabe cómo se ve su pareja con el traje de bodas, pero trata de mantenerlo dentro de su pecho, ahí donde sus dudas y anhelos se mantienen intactos. 

—Espero, al menos seas bonito —dice mientras observa la luna desde esa habitación. 

Holi, aquí les traigo algunos significados de los nombres de los hermanos de Tatsuki.

Mamoru: La palabra mamoru en japonés significa "proteger", "cuidar" o "defender". También es un nombre masculino japonés. 

Kenji: Otra buena opción para tu pequeño. Kenji es uno de los nombres japoneses más populares. Entre otras interpretaciones, ken puede significar «sano», «fuerte», «afilado» o «robusto». Por su parte, ji significa «dos».

Espero que les haya gustado ❤️‍🩹
Melichi

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