
𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟏
[1]
En la zona más desolada de Hokkaido, en un valle remoto rodeado de montañas existe un pequeño pueblo cubierto de nieve, donde los animales salvajes actúan como sus guardianes y los serpenteantes caminos enloquecen a cualquiera que ose pisar esas tierras.
En ese pueblo, una manada de lobos ha establecido su hogar, liderados por Hoshino Yuto, el ex cabecilla de una de las mafias más reconocidas en Hokkaido. En su momento, la más importante de todo Japón.
Conocida por mantenerse bajo el resguardo del bosque y conservar sus orígenes junto a la naturaleza, cada miembro es entrenado duramente, desde el más joven omega hasta el más envejecido alfa. Su preparación no se basa únicamente en lo físico, sino también en lo espiritual y mental.
Como uno de los pocos clanes en la tierra que son descendientes directos de los dioses de la Luna, son sabedores de que es ella quien escoge a un miembro para marcarlo y guiar el camino al encuentro con su destinado.
En Hokkaido están convencidos de que la Luna es sabia y, cuando Hoshino Yuto visualiza en el estanque sagrado su misión, no le queda más remedio que acatar la orden. Motivado por la inminente traición de varios de sus allegados, se encamina a pedir la mano del alfa dominante del clan de mafia más reconocido en la actualidad para unirlo con su futuro hijo. Con el objetivo de unir las regiones de Hokkaido y Chiba bajo su poderoso liderazgo, el líder del clan Igarashi acepta inmediatamente.
Según relatos antiguos, los omegas escogidos recibirán la marca de la Luna como un sello presente en alguna zona de su cuerpo, firmando su destino como compañero de un alfa para toda su vida. Como símbolo de complemento a su alianza predestinada, los alfas tendrán su marca en la misma zona del lado opuesto.
Una tarde, varios años después, el menor de los hijos Igarashi percibió el tenue brillo en su marca de nacimiento —una luna grabada en su muñeca derecha—. La sorpresa lo motivó a mostrárselo a sus padres y ellos supieron de inmediato lo que sucedía: el omega destinado de su hijo había nacido.
Ambas familias lo entendieron, eso solo significaba que debían prepararlos.
[2]
Cuatro años después.
El pequeño omega de lacios cabellos negros, labios gruesos, mejillas abultadas y ojos color caramelo llora inconsolablemente ante la situación. El dolor y desconcierto se mantiene intacto, reciente y, a pesar de todo, su padre no le dirige ninguna mirada.
—Appi… —Shin-chan veía a los cuatro alfas mayores que él por siete años con absoluto terror, lo tenían acorralado contra uno de los muros en esa habitación de concreto recién construida por su padre.
—Sal tú solo —dice Yuto, viéndolo y sin ver realmente, con sus ojos plomo centrados en algo más allá a donde él se encontraba.
Su padre era estricto, pero a pesar de todo nunca lo dejaba solo… ya no.
—Appi… pol favol… ¡Appi ayuda!
—Shin’ichi, tus padres no estarán para ti toda la vida. Se fuerte y valiente. —El hombre no quiere verlo, pero desliza su mirada rápidamente antes de que su hijo lo note. Su corazón se quiebra, pero debe ser valiente, debe enseñarle a serlo—. Si logras empujar a un alfa, te sacaré de ahí.
El niño gira a verlo con las lágrimas y mocos manchando su cara, pero también con el atisbo de esperanza iluminando sus ojos.
—¿Lo plometes?
—Lo haré.
El primer instinto del pequeño omega es correr contra uno de los alfas frente a él, aunque a cambio solo recibe un fuerte empujón que lo envía al frío suelo de concreto escuetamente cubierto por un tatami.
A Shin’ichi le duelen los glúteos y la espalda por el golpe, pero sabe que su padre no moverá un solo dedo para ayudarlo. Así que se levanta de nuevo, se limpia la mezcla de tierra y fluidos sobre sus mejillas con la manga de su camisa y corre hacia el mismo alfa, afianzándose de una de sus piernas.
El chico comienza a sacudirlo e intenta patearlo mientras los otros dos lo golpean. Es una pelea extraña entre niños donde claramente él tiene la desventaja.
A solo ocho metros de distancia se encuentra Yuto, agobiado y con temor, pero alerta de cualquier cosa. No permitiría que dañen a su hijo, mucho menos en su presencia, pero Shin’ichi necesita de eso, o por lo menos intenta convencerse de que así es como debe ser.
Su hijo es un ovillo que no se suelta de la pierna ajena y cuando cree que no tendrá más opción que detenerlos, el pequeño alfa se tira al suelo en medio de gritos y lágrimas mientras los otros niños se alejan asustados. Su pequeño omega se pone de pie y sonríe en su dirección, con los dientes y labios cubiertos de sangre fresca y brillante.
Shin’ichi lo sabía, su padre no lo ayudaría y él solo necesitaba derribar a uno de los otros niños para ser sacado de allí por lo que, sin importar nada, mordió al alfa hasta hacerlo sangrar. Parte de la piel ajena aún colgaba unida a los músculos calientes mientras el niño luchaba horrorizado por detener su hemorragia.
Hoshino Yuto está más que asombrado y se acerca al tatami para abrazar a su hijo y llevárselo, dejando a los otros alfas al cuidado de betas adultos.
Shin’ichi ha ganado el respeto —temor— de esos y todos los alfas a los que llegará el rumor de lo ocurrido, pero su entrenamiento apenas ha iniciado.
La nieve cae como siempre, tapando las huellas que va dejando su padre mientras lo lleva en brazos a otra habitación para curar sus heridas. Yuto cambia su ropa con parsimonia y limpia la piel sucia o herida con amor.
El niño mece sus pies a la orilla de la cama, ignorante de lo que ronda por la mente del hombre, de lo que lo agobia y mantiene al límite de la cordura.
Hoshino Yuto podrá parecer un líder borde hasta con su propio hijo, pero fueron las situaciones y desgracias las que lo han conducido a tan frío carácter. A pesar de todo, a pesar de la muerte de su compañera en un desafortunado atentado, él ama con locura a su único hijo. Ha prometido que Shin’ichi será capaz de defenderse por sí mismo antes de alcanzar la edad para irse con su alfa.
—Appi…
—¿Si, cachorro?
—Appi, quielo jugal —dice señalando la ventana abierta, con el invierno eterno saludándolos con ventiscas cargadas de copos.
—No es hora de jugar, Shin-chan.
—Juega conmigo, pol favol —insiste. Su inocente y dulce voz llega al corazón de su padre y lo hace negar, aunque busca una botas, guantes y un mejor abrigo para ponerle.
Ellos pueden jugar, puede darle unos minutos afuera a su hijo, regalarle risas que les han sido arrancadas sin consideración pocos meses atrás. Los minutos se vuelven horas y el sol que se mostraba imponente en su punto más alto ha comenzado a desvanecerse.
Yuto sabe que deben volver, tiene leche y chocolate para preparar, pan que ha guardado celosamente en el horno y ropa menos húmeda para volver a cambiar a su hijo.
—Es hora de regresar, cachorro.
El omega corre hasta su lado y se avienta a sus brazos, recibiendo caricias sobre su gorro de lana antes de ser elevado para emprender el corto viaje de regreso.
—Shin-chan, debes saber que te preparo de esta manera porque un día tendrás a tu alfa y él será alguien muy importante. —Inicia diciendo, haciendo breve contacto visual con sus pupilas color caramelo—. Él será nuestro próximo líder, cachorro.
—¿Ploshimo?
—Así es, hijo. Tú y él deberán liderar una mafia.
—¿Qué esh una mafia?
—Una mafia es como una familia y como en toda familia se hacen cosas para beneficio de ella y de todos los que la conformamos. Tal vez algunas cosas no sean del todo correctas, Shin-chan, pero beneficiamos a los nuestros mientras hacemos lo que hacemos.
El niño lo observa y sus cortos dedos se enredan en la tela de su abrigo, apretando con fuerza mientras teme ser soltado.
» Debes entender que la mafia actúa como una familia, por lo que si no hay confianza ni comunicación todo se arruina. Aunque operen en el bajo mundo, ustedes deben de liderar como los reyes del mundo, ¿entiendes? —pregunta con una sonrisa, aunque luego niega bajando la mirada—. Bueno, sé que aún eres demasiado joven para comprender tantas cosas, pero sí debes recordar algo. Tu alfa será parte de ti y tú serás parte de él; nadie te debe mayor confianza, amor y respeto que ese alfa, y tú no le debes a nadie más tu lealtad que a él.
Han llegado a la entrada del hogar y Yuto baja a su hijo para que suba los escalones que anteceden a la puerta. Son tres tablones de madera, uno sobre otro, que crujen con cada paso que dan sobre ellos. Ahí, cuando el hombre está a punto de girar la perilla la pequeña mano del omega lo detiene y su mirada parece perdida entre el conocimiento y la confusión.
—Cleo que entiendo, appi. ¿Te dejale solito en algún momento, appi?
Hoshino-san lo sabía, su hijo era demasiado listo.
—Si, Shin’ichi, un día me dejarás solito, pero no debes preocuparte por papá.
—Eshe día, ¿ilas con mami?
—Por supuesto, hijo, pero cuando ese día llegue serás muy fuerte, ¿verdad?
—Tanto como mi appi me ensheño —responde con una sonrisa y Yuto procura regresarle una igual.
Quizás a Hoshino Yuto no le quede mucho tiempo, pero había hecho una promesa y a su compañera nunca ha pensado en fallarle. A su omega, la mujer con la que compartió muchos años —aunque no los suficientes—, sabe que debe seguirla, que el lazo más allá de su marca de apareamiento lo obliga a buscarla y extrañarla sin descanso, a sentirse muerto en vida.
Él procura mantenerse fuerte, tiene un hijo y un pueblo al cual cuidar, pero la depresión por perder a lo que más ha amado le pasará factura ya sea tarde o temprano, puede, incluso, que en cuanto Shin’ichi le dé el sí a su alfa.
En mi fanfic me criticaron porque el personaje hablaba así, el personaje habla así porque tiene TRAUMAS, es válido.
Tanto en el fic como en esta versión, se mantiene, si te disgusta por favor solo pasa de largo.
Pero si aún así decides seguir leyendo creeme mi amiga y yo nos esforzaremos para finalizar esta historia. Gracias por todo.
Gracias _Kasumi_Akira_ por la ayuda que me das.
Y gracias caracola218 por tan hermosa portada. Quería agradecerte nuevamente por ello.
Pd. Si hubieron pequeños cambios.
Gracias a todos por esta oportunidad.
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