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Capítulo Dos





Las lágrimas bajaban por sus mejillas mientras se abrazaba a si misma, sus ojos estaban fijos en algún punto de aquella habitación del hospital, estaba completamente en schok, todo estaba bien y repente su vida acabó de la nada.

Sus padres, oh sus padres, ahora estaban muertos, su vestido celeste estaba cubierto por la sangre de sus padres, además su garganta dolía como un infierno por los gritos de dolor y ayuda que soltó.

Podía recordar muy bien lo que pasó hace unas horas atrás, su madre rogó por su vida, su padre dio su vida por ella y su madre.

Después las personas habían llegado, pero ella en ningún momento se había separado de los cuerpos, hasta que la policía lograron separarla de sus padres.

ㅡ Esto no puede estar pasando.- murmuró mientras se pasaba las manos por el cabello.- No, no, no, NOOOOO!!! — comenzó a gritar una vez que salió del schok.

Las puertas de la habitación fueron abiertas, la señora de servicios sociales entró con preocupación, y sin dudarlo intento calmar a la ahora huérfana de tan solo dieciséis años.

— Alanna tranquila por favor — pidió la Srt. Aranda a la joven rubia.

ㅡ NO, NO, NO.- continuaba gritando mientras lloraba.- esto no puede estar pasando.

Las enfermeras junto al médico entraron, al ver tan alterada a la paciente informaron que tendrían que cedarla.

La Srt. Aranda pidió apoyo a las dos oficiales de policía, que no dudaron en ayudar a las enfermeras a sujetarla, así logrando que el Dr pueda cedarla.

Una vez que pudieron ceder a Alanna, la dejaron al cuidado de una de las enfermas, mientras que el Dr. Gallegos y la Srt. Aranda, salían de la habitación.

—¿Ya encontraron alguna familia de la Srt Soleil? — pregunto el Dr a la mujer frente suyo.

— Si, encontramos un familiar — comenzó a decir la mujer de servicios sociales — Su padrino es Bruce Wayne — soltó, logrando que el Dr se sorprendiera.

ㅡ Y han podido comunicarse con el?.- pregunto saliendo de su sorpresa.- ella necesitará mucha ayuda.

— Si, dijo que estaba en camino — dijo la mujer.

ㅡ Mmh, eso es bueno.- asintió el Dr.- por ahora temo que tenga nuevamente un episodio como el anterior, no me gustaría tenerla cedada.

La mujer solo asintió ante lo dicho por el Dr. Gallegos.

ㅡ Trataré de comunicarme con el Sr Wayne cuánto antes.- respondió Srt Aranda.- Mientras tanto manténgame comunicada Dr.

— Bien — fue todo lo que dijo el hombre.

La mujer de cabellos negros y ojos marrones, de nombre Theodora Aranda, soltó un suspiró mientras miraba por la ventana a la joven ahora huérfana, y sin más uqe hacer, se sentó en aquella vanca al lado de la ventana.

Bruce Wayne, el enigmático millonario y protector de Gotham City, había llegado a Grecia con una urgencia que no admitía demoras. El Dr. Gallegos y la Srt. Aranda lo recibieron en el hospital, explicándole la situación de Alanna Soleil, la joven huérfana cuya vida había dado un giro trágico.

Bruce asintió con seriedad mientras escuchaba los detalles. Su mirada se endureció al enterarse de la pérdida de los padres de Alanna. No era la primera vez que enfrentaba la crueldad del destino, pero eso no hacía que el dolor fuera menos agudo.

Finalmente, acompañado por la Srt. Aranda, Bruce entró en la habitación donde Alanna yacía. La joven estaba despertando, sus ojos hinchados por el llanto. Al ver a su padrino, Alanna no pudo contenerse. Las lágrimas volvieron a brotar, y Bruce la abrazó con fuerza.

—Estoy aquí, Alanna —susurró Bruce, acariciando su cabello rubio—. No estás sola. Lamento profundamente lo que ha sucedido.

Alanna sollozó en su hombro, aferrándose a él como si temiera que desapareciera. Bruce no tenía todas las respuestas, pero sabía que debía estar allí para ella.

—¿Por qué? —murmuró Alanna—. ¿Por qué les pasó esto a mis padres?

—A veces, la vida es injusta —respondió Bruce con sinceridad—. Pero no estás sola en esto. Como tu padrino y tutor legal, me hago responsable de ti ahora. Vamos a cuidarte.

La Srt. Aranda les dio espacio, y Bruce ayudó a Alanna a secarse las lágrimas. Juntos, salieron de la habitación, dejando atrás el dolor y la tragedia. Bruce tenía un avión privado esperando para llevarlos de regreso a Gotham City.

En el camino hacia la casa de Alanna, Bruce le prometió que estaría allí para ella, que la ayudaría a sanar y encontrar un nuevo propósito en su vida. Alanna, aunque rota, encontró consuelo en sus palabras.

En la casa, buscaron las pertenencias más importantes. Alanna agarró su guitarra, un vínculo con su pasado y su amor por la música. Y luego, en un rincón, encontraron a Marie, la gatita de pelaje blanco que había sido su compañera fiel.

Bruce sonrió al ver la pequeña gata. Alanna la acarició con ternura.

—Marie también viene con nosotros —dijo Bruce—. No estás sola, Alanna. Juntos enfrentaremos lo que venga.

Y así, con la guitarra en una mano y a Marie en la otra, Alanna dejó atrás su antigua vida y se adentró en un futuro incierto, pero con la certeza de que su padrino estaría a su lado.

859 palabras

Jason y Alanna

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