📚𝗅𝗅 42
Capitulo 42// "Luces terrible"
—Oh, querido primo, creo que tú y yo tenemos un asunto pendiente de aquella noche...en la que escapaste de mí.
—¡No!
—¡Sirius!
Black despertó de golpe alterado. Sacudió la cabeza quitándose aquel horrible recuerdo y giró su mirada a la rubia quien lo miraba preocupada.
—¿Estás bien? Murmuraban cosas extrañas.
—Si...si, tranquila. —Alice asintio poniendo una mano en la frente de Sirius, la temperatura había bajado totalmente—¿Dormiste?—pregunto observando las ojeras de la rubia.
—Si...creo que una hora máximo—respondio tallando sus ojos.
—Alice...Sirius— escucho la voz de Harry llamando y tocando la puerta.
—Buenos días Harry—soltando un bostezó abrió la puerta—Pasa—se hizo aún lado.
—Buen día... Te ves terrible Ali—trato de bromear.
—Creeme lo sé—intento sonreír pero salió más como una mueca. Beso la coronilla de Harry—Dejaré que hablen un momento a solas, bajaré a la cocina por un café. —salio por la puerta deteniendose para bostezar.
Llegó a la cocina aunque batallo un poco para que su vista estuviera perfecta. El sol ya había salido y brillaba a su gran esplendor. Enfoco una larga cabellera rubia quien parecía tener su vista perdida en algún punto del lugar.
—¿Fleur?
—Oh, Alice—suspiro sobresaltada—Buen día, luces terrible. ¿Gustas café?—Alice asintió.
—Gracias.
Harry, Hermione y Ron pasaban horas enteras encerrados en una diminuta habitación con el duende Griphook y poco a poco los días iban aumentando a semanas. Sirius parecía estar recuperándose realmente, podía caminar aunque no con poca facilidad pero al menos los avances eran buenos. Alice sabía cuánto los chicos se esforzaban por cumplir la misión que Dumbledore les había encomendado por lo que suponía que no dirían nada, por lo que prefirió no preguntar, Sirius y por otro lado....bueno, digamos que se indigno por no poder saberlo. La rubia Pettigrew se preocupa aún por Tonks y el pequeño o pequeña que habría tenido, pero al menos sabía que se encontraban a salvo.
Charlie la visitaba a diario pero con precaución, aunque debes en cuando (siempre) traía consigo un pequeño dragón con el cual Harry se encargaba de alimentarlo.
Por la escalera apareció Bill precediendo al señor Ollivander, que todavía estaba muy débil y se aferraba al brazo del chico, quien lo ayudaba a bajar y le llevaba la enorme maleta.
—Voy a echarlo mucho de menos, señor Ollivander —dijo Luna acercándose al anciano.
—Y yo a ti, querida. —Le dio unas palmaditas en el hombro—. Fuiste un valiosísimo consuelo para mí en aquel espantoso lugar.
—Bueno, au revoir, señog Ollivandeg —dijo Fleur plantándole dos besos en las mejillas—. ¿Podguía haceg el favog de entguegagle este paquete a tía Muguiel? Todavía no le he devuelto la diadema.
—Será un honor —dijo Ollivander con una inclinación de la cabeza—. Es lo menos que puedo hacer para agradecerles su generosa hospitalidad.
Fleur sacó un gastado estuche de terciopelo y lo abrió para mostrarle su contenido al fabricante de varitas. La diadema destelló a la luz de la lámpara que pendía del techo.
—Ópalos y diamantes —observó Griphook, que había entrado sigilosamente en la habitación sin que nadie lo viera—. Hecha por duendes, ¿verdad?
—Y pagada por magos —replicó Bill, y el duende le lanzó una rápida mirada desafiante.
Un fuerte viento azotaba las ventanas de la pequeña vivienda cuando Bill y Ollivander emprendieron la marcha. Los demás se apretujaron alrededor de la mesa; codo con codo y sin apenas espacio para moverse, empezaron a comer, mientras el fuego danzaba en la chimenea.
Alice noto la como Fleur sólo jugueteaba con la comida y miraba por la ventana a cada momento; por fortuna, Bill regresó antes de que hubieran terminado el primer plato, aunque el viento le había enredado el largo cabello.
—Todo ha ido bien —le dijo a Fleur—. Ollivander ya está instalado en casa de tía Muriel, y mis padres te mandan saludos. Ginny les envía recuerdos a todos. Fred y George están sacando de quicio a Muriel porque todavía dirigen su negocio mediante el Servicio de Envío por Lechuza desde un cuartito. Pero recuperar su diadema la ha animado un poco; me ha dicho que creía que se la habían robado.
—¡Ay! Tu tía es charmante —dijo Fleur ceñuda. Agitó la varita e hizo que los platos sucios se elevaran y se amontonaran en el aire; entonces los cogió y salió del comedor.
—Mi padre ha hecho una diadema —intervino Luna—. Bueno, en realidad es una corona. —sonriendo. Alice la miro con una sonrisa, Luna era una persona... interesante—Sí, está intentando recrear la diadema perdida de Ravenclaw. Cree que ya ha identificado todos los elementos fundamentales; añadir las alas de billywig ha sido una idea muy original…
Se oyó un fuerte golpe en la puerta de la calle y todos se volvieron hacia allí. Fleur, asustada, salió a toda prisa de la cocina; Bill se puso en pie de un brinco, apuntando a la puerta con la varita; Harry, Ron, Hermione, Sirius y Alice, aunque esta última ayudo a Sirius a ponerse de pie mientras lo ponía detrás de ella, hicieron otro tanto, mientras que Griphook, sigiloso, se escondió debajo de la mesa.
—¿Quién está ahí?—gritó Bill.
—¡Soy yo, Remus John Lupin! —respondió una voz superando el bramido del viento.—.¡Soy un hombre lobo, estoy casado con Nymphadora Tonks, y tú, el Guardián de los Secretos de El Refugio, me revelaste la dirección y me instaste a venir aquí en caso de emergencia!
—Lupin —murmuró Bill, y corrió hacia la puerta para abrirla de golpe.
Lupin se derrumbó en el umbral; envuelto en una capa de viaje y con el entrecano cabello muy alborotado, se lo veía muy pálido. No obstante, se enderezó, miró alrededor para ver quién había allí y entonces gritó:
—Siento no haber venido antes pero... ¡Es un niño! ¡Le hemos puesto Ted, como el padre de Dora!
NO OLVIDEN VOTAR
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro