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📚𝗅𝗅 38

Capitulo 38// "¡Hermione!"


El eco que produjo la puerta del sótano al cerrarse de golpe todavía no se había apagado cuando oyeron un largo y desgarrador grito proveniente del piso superior.

—¡HERMIONE!—grito Ron, y empezó a retorcerse y forcejear con las cuerdas que los sujetaban, haciendo que Harry se tambaleara—¡HERMIONE!

—¡Cállate—dijo Ron—¡Cállate, Ron! Tenemos que encontrar la forma de salir de aquí. Necesitamos un plan, deja ya de gritar. Hemos de librarnos de estas cuerdas...

—¿Harry? —se oyó susurrar en la oscuridad—.¿Ron? ¿Son ustedes?

Ron paró de gritar. Notaron un movimiento cerca de ellos, y entonces Harry vio que se acercaba alguien.

—Eh, ¿Son Harry y Ron?

—¿Luna, Luna, eres tú?

—¡Sí, soy yo! ¡Oh, no! ¡Confiaba en que no los capturarían!

—¿Puedes ayudarnos a soltar estas cuerdas, Luna? —pidió Harry.

—Sí, claro, supongo que sí... Por aquí hay un clavo viejo que usamos cuando necesitamos romper algo... Esperen un momento...

Hermione volvió a gritar en el piso superior, y los chicos oyeron gritar también a Bellatrix, pero no entendieron lo que decía, porque Ron reanudó sus berridos:

—¡HERMIONE!, ¡HERMIONE!

—Señor Ollivander... —le oyó decir Harrya Luna—. Señor Ollivander, ¿Tiene usted el clavo? Si no le importa apartarse un poquito... Me parece que estaba junto a la jarra de agua... —La muchacha regresó al cabo de unos segundos—Tendrán que estarse quietos.

Harry notó cómo Luna clavaba el clavo en las duras fibras de la cuerda para deshacer los nudos. En ese momento volvieron a oír la voz de Bellatrix:

—¡Te lo preguntaré una vez más! ¿De dónde sacaron esta espada? ¿De dónde?

—La encontramos... la encontramos... ¡¡Oh, por favor!! —Hermione soltó un alarido. Ron se retorció de nuevo, y el herrumbroso clavo estuvo a punto de perforar la muñeca de Harry

—¡Haz el favor de estarte quieto, Ron! —susurró Luna—. No veo lo que hago...

—¡Busca en mi bolsillo! —urgió Ron—. ¡Llevo un desiluminador, y está cargado de luz!

Unos segundos más tarde se oyó un chasquido, y las esferas de luz que el desiluminador había absorbido de las lámparas de la tienda iluminaron el sótano, pero al no poder volver a su fuente, se quedaron allí suspendidas, como pequeños soles, inundando de luz la celda subterránea. Harry vio entonces a Luna, pálida y de ojos desorbitados, y al inmóvil Ollivander, el fabricante de varitas, acurrucado en el suelo, en un rincón; luego giró la cabeza y observó a Griphook, el duende, que parecía semi inconsciente.

—Así resulta mucho más fácil. Gracias, Ron —dijo Luna mientras terminaba de cortar las ataduras.

La voz de Bellatrix volvió a llegar desde arriba:

—¡Mientes, asquerosa sangre sucia, y yo lo sé! ¡Has entrado en mi cámara de Gringotts! ¡Di la verdad! ¡Confiesa!

Otro grito estremecedor...

—¡HERMIONE!

—¿Qué más se llevaron de allí? ¿Qué más tienen? ¡Dime la verdad o te juro que te atravieso con este puñal!

—¡Ya está!

Harry notó cómo las cuerdas se soltaban; se dio la vuelta frotándose las muñecas y vio que Ron ya se afanaba por el sótano, mirando el techo en busca de una trampilla. Griphook, cuya tez morena estaba cubierta de cardenales, se desplomó en el suelo; parecía desorientado y semi desmayado. Ron intentaba desaparecerse sin varita mágica.

—No hay ninguna salida, Ron —indicó Luna contemplando los infructuosos esfuerzos del chico—.Este sótano está hecho a prueba de fugas; al principio yo también lo intenté. El señor Ollivander lleva aquí mucho tiempo, y también lo ha probado todo.

—Luna...¿Hace cuánto está Sirius aquí?

—El ya estaba cuando me capturaron, he oído decir que ha estado aquí cerca de los ocho meses.

—La boda de Bill y Fleur...

Hermione seguía chillando; el sonido de sus gritos recorría a Harry como un dolor físico. Apenas consciente del intenso dolor que le producía la cicatriz, el también se puso a dar vueltas por el sótano, palpando las paredes en busca de no sabía qué, aun consciente de que era inútil.

—¿Qué más se llevaron? ¿Qué más? ¡Contéstame!, ¡Crucio!

Los lamentos de Hermione resonaban en el piso de arriba; Ron sollozaba mientras golpeaba las paredes con los puños, y Harry, desesperado, cogió el monedero de Hagrid que le colgaba del cuello y sacó la snitch de Dumbledore. La agitó, esperando tal vez un milagro, pero no ocurrió nada. Luego agitó también la rota varita de fénix, pero había quedado completamente inservible; entonces el fragmento de espejo cayó al suelo y Harry vio un intenso destello azul...El ojo de Dumbledore lo miraba desde el espejo.

—¡Ayúdanos! —le suplicó, abrumado—. ¡Estamos en el sótano de la Mansión Malfoy! ¡Ayúdanos!

El ojo parpadeó, pero enseguida desapareció. Harry ni siquiera estaba seguro de haberlo visto. Inclinó el fragmento de espejo hacia un lado y otro, pero sólo vio el reflejo de las paredes y el techo del sótano; arriba, Hermione gritaba cada vez más fuerte, y a su lado Ron no paraba de bramar: «¡¡Hermione!! ¡¡Hermione!!»

—¿Cómo entraron en mi cámara? —preguntó Bellatrix—. ¿Les ayudó ese desgraciado duende que está en el sótano?

—¡Lo hemos conocido esta noche! —gimoteó Hermione—. Nunca hemos estado en su cámara. ¡Ésta no es la espada verdadera! ¡Es una copia, sólo una copia!

—¿Una copia? —repitió Bellatrix con voz estridente—. ¡Mentirosa!

—¡Podemos comprobarlo fácilmente! —exclamó Lucius—. ¡Ve a buscar al duende, Colagusano; él sabrá decirnos si la espada es auténtica o no!

Harry se acercó presuroso a Griphook, acurrucado en el suelo.

—Griphook —le susurró acercando los labios a su puntiaguda oreja—Debes decirles que esa espada es una falsificación; no deben saber que es la auténtica. Por favor, Griphook...










(...)









Harry y Ron se miraron. De inmediato abandonaron el cadáver de Colagusano en el suelo, subieron corriendo la escalera y se encaminaron hacia el oscuro pasillo que conducía al salón. Avanzaron con sigilo hasta llegar a la puerta entreabierta. Desde allí vieron claramente a Bellatrix y Griphook, que sujetaba la espada de Gryffindor con sus manos de largos dedos; Hermione, tendida a los pies de Bellatrix, apenas se movía.

—¿Y bien? —le dijo Bellatrix al duende—. ¿Es la espada auténtica?

Harry esperó, conteniendo la respiración y combatiendo el dolor de la cicatriz.

—No —dijo Griphook—. Es una falsificación.

—¿Estás... seguro? —insistió Bellatrix con voz entrecortada—. ¿Completamente seguro?

—Sí —afirmó el duende. El alivio iluminó la cara de la bruja, de la que desapareció toda señal de tensión.

—Bien —dijo, y con un somero golpe de la varita le hizo otro profundo corte en la cara al duende, que se derrumbó gritando de dolor a los pies de Bellatrix. Ella lo apartó de una patada—. Y ahora —dijo con voz triunfal—, llamaremos al Señor Tenebroso.

Se retiró la manga y tocó la Marca Tenebrosa con el dedo índice. Harry sintió como si su cicatriz volviera a abrirse y dejó de ver su entorno. Ahora el era Voldemort y el esquelético mago que se hallaba ante él reía mostrando una boca desdentada; aquel llamamiento lo había enfurecido: ya se lo había advertido, les había dicho que no lo llamaran más, a menos que hubieran capturado a Potter. Si se habían equivocado...

—¡Mátame! —dijo el anciano—. ¡No vencerás! ¡No puedes vencer! ¡Esa varita nunca será tuya, jamás!

La ira de Voldemort estalló y un chorro de luz verde inundó la celda de la prisión; el frágil anciano se elevó de su duro camastro y volvió a caer, inerte; entonces Voldemort se acercó a la ventana, sin poder controlar su irá.. Si no tenían una buena razón para hacerlo regresar, recibirían su merecido.

—Debes llamar a Alice...—murmuro Ron cerca del oído de Harry.

—¿Que?, ¡No!. No la meteré en esto—nego rápidamente.

—Harry, piénsalo, ella podría ayudarnos a sacar a Sirius y Hermione de aquí.

Harry bajo la mirada hacía su cuello, observando el collar; el cual seguía intacto. Duduso lo toco y una luz verde inundó la habitación que por suerte fue ignorada por los presentes.













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