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Elora se encontraba buscando por todas partes en la Vigilia a su ayudante animal . Suspiró frustrada, se pasó las manos por su vestido negro sacándose el sudor, se sentía nerviosa, hace bastante tiempo que no pisaba la Vigilia, no porque le diera miedo, ella nunca tenía miedo. Sino porque, como no le llamaba tanta la atención el mundo mortal, no poseía mucha información de la Vigilia.

Miró el pequeño prado con ganas de matar a su ayudante por escaparse tras una disputa en donde, sin querer, Elora lo echo con palabras fuertes.

No quería admitirlo pero en su cuerpo se instalaba la culpa de a poco. Empezó a llamarlo mientras agregaba frases como "no te puedes enojar por eso" "solo fueron palabras absurdas" entre otros...

Movió un poco sus grandes alas sin dar el intento de volar, cada vez más se sentían pesadas, algo que nunca sucedía.

Camino un poco más arrastrando sus alas ,cada paso que daba empezaba a temblar, colocó la mano en su frente y notó un sudor helado, y cuando se fijo pudo observar como se instalaban en sus muñecas una especie de pulsera dorada, que le hicieron gritar de agonía, le ardía como si... fuera algo sagrado.

De pronto todo se quedó en negro y cuando despertó con todavía cansancio, no se encontraba en el prado.

Enfocó la vista aunque su cuerpo pidiera que no, pero ella quería saber donde estaba y porque estaba con solo una tela negra que ocupaba su cuerpo, sin ella ya estaría complemente desnuda.

No sentía su magia, ni alguna comunicación del más allá y cuando iba a llamar a alguien se detuvo y negó con la cabeza, ya sea por confusión o por la ira, estaba rodeada por un ritual que la capturaba ahí.

Estiró sus alas pero se arrepintió al segundo de sentir un fuerte ardor que la hizo apretar los labios, no podía abrirlas.

-Por fin despiertas- habló una voz masculina tras las sombras del lugar- tomaste tu tiempo-sigue hasta llegar a donde estaba ella, obviamente sin tocar el ritual-tranquila, podrás irte, si me das lo que te pidió- Elora ladeo la cabeza sin atinar a hablar-mi hijo, Randall, murió hace poco, abandonó estás tierras pero estoy seguro de que tú podrías traérmelo devuelta, se que no eres la muerte pero ya se está planeando algo para traerla. No estarás sola aquí abajo-

Muerte, claro que la conocía, era su única amiga, no podía dejar que este humano la atrapará como hizo con ella.

-Pero si tú podrías darme a mi hijo...no haríamos el otro ritual-

Elora sonrió de un manera sombría mientras se acercaba al borde, y aunque el hombre sabía que no podía pasar de igual forma retrocedió.

-Mortales siempre creyéndose dioses-habló con firmeza aunque su voz se encontraba débil-pero al final del día, sólo son una farsa, hombres débiles y sin un tipo de poder-

Roderick Burgess tragó saliva-lo bueno es que sabes hablar- Elora se quedó en silencio pero sin dejar de mirarlo.- descansa un poco más...lo necesitaras- dice para luego retirarse, dejándola sola de nuevo-

Elora comienza a mirar al rededor sin encontrar nada que la ayude, nadie sabía dónde se encontraba y no estaba segura de si alguien la buscaría, pero lo único que sabía era que no podía cumplir con el pedido del hombre, ya que esa tarea era de Muerte, y aunque pudiera tampoco lo haría.

¿Quién se creía ese mortal para atraparla?

La mujer se lamento en silencio, se tenía que haber quedado en su hogar, pero no podía dejar a su sabueso...no después de la discusión.

levantó la mirada al sentir otra presencia en el lugar, encontrándose con un niño, quien este a su vez estaba fascinado al notar las alas que portaba la joven pero antes de que uno hago algo el señor Burgess agarro a su hijo, sacándolo de ahí.

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Pasó una semana, los mortales se preparaban para realizar el otro ritual de invocación, el señor Burgess cada cierto tiempo bajaba para convencerla, ya sea con por su Randall o por un regalo divino pero la mujer en cuestión no decía nada, solo sonreía de manera siniestra pero esa sonrisa se esfumo al escuchar como para completar el ritual se necesitaba una pluma de ángel.

Ella no era un ángel, no por completo, su parte demoniaca dominaba más que otra cosa pero aún así tenía algo divino dentro, lo que la hizo retroceder al ver a los mortales bajar con sus túnicas y recitando una lengua muerta.

La querían hacer dormir.

Elora se resistió a más no poder pero cada vez que se acercaban más se sentía cansada, como aquella vez, además sin sus poderes no tenía otra que aceptar su destino... una lagrima cayó y sus ojos se cerraron, volviéndose a entrar con la oscuridad misma.

Despertó, confundida y adolorida, seguía estando en el mismo lugar pero algo había cambiado, con temor puro volteo un poco la cabeza y se quedó congelada. Ya no las sentía, ya no estaban.

Un gritó retumbo por toda la mansión, un grito de agonía, de desesperación, de rabia pero sobre todo de tristeza. Tocó su espalda y solo atino a llorar en silencio.

(...)

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Hoy era el día en donde invocarían a la muerte, Elora se encontraba recostada con la mirada perdida escuchando como comenzaban.

-...Y te doy una pluma arrancada del ala de un casi ángel para que os elevéis a los cielos- la mujer tenso la mandíbula y vio caer de a poco su pluma hasta que cayó al suelo convirtiéndose en su totalidad negra, Elora se levantó al notar como la pluma se elevaba de nuevo y sonrió.

Ellos no iban a invocar a la muerte, gracias a ella.

-Yo te llamó con veneno- la pluma se quemó, el niño miro a la mujer, quien sonreía de manera maligna, siguieron con sus cánticos hasta que algo apareció y cayó en el centro del ritual. Burgess le lanzó una mirada a Elora como para demostrarle que ya no la necesitaba pero en cambio, la mujer se quedo viendo a la persona que había caído, El rey de los sueños y pesadillas, Morfeo.-

presencio como Alex, el hijo vivo del Burgess, le arrebataba todo al eterno por ordenes de su padre, una bolsa de arena, el rubí.

-Veamos que otros tesoros tienes para nosotros- habló el mayor sacando la tela negra asustándose en el progreso por culpa de un cuervo-

El cuervo atacó al hombre para luego escapar de ahí, Elora dejó escapar una carcajada ante eso, por lo menos había resultado herido pero esto no detuvo al hombre de sacarle el yelmo.

-Dejaremos que el huésped se recupere antes de presentar nuestras exigencias. Guardias ahora en más también van a vigilarlo. te dije que no estarías sola-todos se retiraron de la sala, Elora admiro al eterno.-

-¿No estarás muerto o si?-no obtuvo respuesta-así me veía cuando caí aquí, que horror- murmura .-

Este era el inicio de ellos, de Morfeo y Elora, dos almas en pena.

NOTA:

YO cuando el Burgess le quitó las alas a Elora:

Porq amo a morfeo otro fanfic mis panas jij

Buenis, este es el inicio del desmadre solo aviso. Espero que les guste tanto como su escritora y espero tmb que quieran a Elora, porque yo lloro por ella.

Estoy en este mood de *Morfeo se despierta y ve a Elora* 7w7

Les aviso desde ya que las alas tienen algunas plumas de negro y otras blancas.