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15. VOLVIENDO A EMPEZAR


(🚬)


Cuando Rachel llegó al lugar donde le habían informado sobre otro disturbio pensó en noquearlos a todos con sus poderes, molesta de tantos problemas que había en la ciudad, pero cuando llegó y encontró a la gente golpeando salvajemente a Dick sus poderes se activaron por si solos. Sus ojos brillaron en rojo y lanzó un látigo de bruma que los movió a todos lejos del cuerpo inerte de Nightwing.

—¡Night!

Corrió hasta estar junto él, arrodillada mientras sus manos tomaban las mejillas de Dick con cuidado. Asustada, las soltó de golpe. Estaba demasiado frío. Varias lágrimas bajaron por sus ojos, sabiendo muy bien por que la piel del hombre se encontraba tan fría y pálida, colocó una mano en el pecho ajeno tratando de sentir los latidos de Dick, pero no los encontró.

Aterrada y sin sentir aún la presencia de Gar a su lado, llevó su oreja hasta el pecho de Nightwing, haciendo silencio para encontrar los latidos de su corazón.

—Rachel, él está...

—¡No! ¡Responde, Dick! ¡Dick!

Entre sus gritos empezó a usar sus poderes con ansias, curando cualquier herida interna y externa que pudiera tener, poniéndole mayor preocupación a la herida de bala que tenia en el cuello. Soltando sollozos de vez en cuando, imaginando que aquella bala le pertenecía a Jason.

Por fin había cumplido su objetivo. Red Hood había logrado matar a Nightwing.

Negó frenéticamente con la cabeza, quitando esos pensamientos de su cabeza. Dick no podía morir después de que ella le hubiera perdonado todas las cosas que hizo antes, no podía perder a la única figura paterna que tenía por un descuido de su parte. Era algo que no podía permitir.

De a poco fue viendo como el color regresaba al rostro de Nightwing, como la herida en su cuello se cerraba y el pecho del hombre empezaba a moverse con sus respiraciones.

—V-Veo que mejoraste en esto, eh, Rachel... —susurró Dick, cayendo exhausto después de hablar.

Rachel soltó un suspiro, y sonrió. A su lado, Gar la imitó, sonriendo de alivio y pensando que aquella noche infernal habia terminando.

Y así era, las cosas en Gotham habían empezado a progresar después de aquella noche llena de terror por parte de los ciudadanos y vigilantes, que tuvo su fin al llevar a Nightwing a la mansión Wayne.

Al llegar fue interrogado superficialmente por sus compañeros de equipo, preguntándose entre ellos quien había sido el causante de la herida que casi lo llevaba hasta la muerte. En su momento, Dick no habló sobre lo que había pasado con Jason en la pequeña plaza, alegando que no recordaba la mayor parte por los golpes... Cosa que casi nadie creyo pero lo dejaron estar, Dick aún se encontraba débil y necesitaba descansar.

Además, una parte positiva de todo lo que había pasado era que esa noche Tim había logrado despertar, confundido y algo adolorido, pero vivo.

Por su parte, Jason no apareció durantes días por la ciudad que poco a poco se empezaba a reconstruir de lo ocurrido con Red Hood, su alter-ego. Nadie sabía donde se encontraba, no había pistas y tampoco se sabía de alguna señal que les indicara donde podría encontrarse.

Jason había vuelto a desaparecer y a unos cuantos en la mansión Wayne les cayó como una realidad amarga.

Y Red Hood, ahora ese nombre había pasado a ser historia de nuevo. Escritó en locales, y en lo más profundo de los callejones donde aún la gente pedía que aquel demonio no volviera por un largo tiempo.

Así duro la ciudad por un tiempo, las semanas fueron pasando y está regresó a la normalidad de siempre siendo cuidada por Batman y Robin. No fue hasta tres semanas después que Jason al fin salió de su escondite, pasando desapercibido entre la gente hasta aparecer de imprevisto en la Mansión Wayne donde Bruce lo esperaba en la sala al haberlo llamado el mismo después de encontrar su localización.

—Si solo me llamaste para arrestarme, hazlo, Bruce —fue lo primero que soltó Jason al ver a su antiguo mentor enfrente de él. A su lado, Alfred lo miraba con una pequeña sonrisa y los ojos aguados— Hola, Alf.

—Joven Jason. —devolvió el saludo el mayordomo, sin moverse de su sitio.

—Jason, tú... —la voz de Bruce lo hizo mirarlo, aquel hombre parecía más viejo frente a él, con más ojeras de las que acostumbraba y un sospechoso golpe en la mejilla que amenazaba con volverse morado. Alzó una ceja al verlo con detalle, y por un segundo sus ojos fueron a parar al mayordomo— ¿Tú podrías perdonarme?

Su tono suave lo desconcertó además de su pregunta, pero luego solo bajó la mirada e hizó una mueca. Aquello parecía una broma de mal gusto.

—Pero tú no me vas a perdonar, viejo... Hice demasiado daño.

—Todos podemos equivocarnos, Jason. El unico culpable de todo lo que sucedió soy yo. —confesó, mirando a su antiguo pupilo y guardando su esperanza, preguntó— ¿Quisieras volver?

Jason negó de inmediato, haciendo que una sonrisa triste se formara en los labios de Bruce y Alfred desviara los ojos al suelo. Ambos parecían lo bastante derrotados enfrente de él que se sintió igual que cuando dejó a Dick desangrándose tres semanas atrás.

Pero la decisión ya estaba tomada, y no había vuelta atrás.

—Éste ya no es lugar para mi, Bruce. —le dejó en claro, y por una momento vaciló pensando en decir lo siguiente— Quizá en una futuro, pero no ahora.

Bruce asintió, resignado a aquella palabras mientras miraba al castaño recibir un abrazo de Alfred entre quejas y consejos, para luego partir de la mansión sin más nada que decir en mucho tiempo. Ahora Jason tenía objetivos nuevos, podía identificarlo al ver su mirada decidida y podría asegurar que los alcanzaría, no fue hasta que un año después mientras estaba patrullando que lo confirmó.

Un hombre con un casco rojo y un murciélago del mismo color en el pecho se acercó a él entre la oscuridad, hasta sentarse en la orilla del edificio con una confianza familia que solo lo hizo sonreir por un segundo.

—¿Todo bien, viejo?

—Yo debería preguntarte eso a ti, Jason ¿Estas bien?

Red hood se encogió los hombros, mirando la ciudad con gesto ausente.

—¿Tú que crees? Las cosas no fueron fáciles pero aquí estoy. —le hizo saber, sacando una de sus municiones de los bolsillos de su pantalón al ver la mano extendida del murciélago. Prosiguió, ignorandolo— Lo de ir al psicólogo fue una patada en los bajos pero fue necesario.

—Jason.

—¿Qué? —preguntó haciéndose el inocente, levantándose ágilmente para lanzarle las municiones— Por favor, B. ¡Son balas de goma! No volveré a matar a alguien si es eso lo que te preocupa, deberias preocuparte más por tu hijito que por mí.

—Vete al infierno, Todd.

—Me asegurarse de ir y devolverte, demonio. —aseguró Jason con burla, observando al nuevo pupilo de Batman que solo hizo un pequeño ruido con su lengua y desvió su mirada, molesto.

El nuevo Robin era más problemático que él en su tiempo, incluso mucho peor. Irónicamente, era el mismo niño que había visto varias veces cuando entrenaba en la Liga, además de ser el hijo biológico de Bruce y la arpía de Talia Al Ghul.

Batman los ignoró, devolviendo las municiones y siguiendo con la mirada a Red Hood que empezó a caminar alejándose de él.

—Bueno. Viejo, demonio  —miro a Robin, ampliando su sonrisa burlona al escucharlo gruñir—si me disculpan, tengo una cita a la que asistir.

Y sin que Batman o Robin lograran replicar Jason empezó a correr y saltar entre los edificios cercanos, alejándose de ahí con una rapidez característica de una vigilante.

Fueron pocos los minutos que estuvo entre los edificios, buscando la silueta de aquella mujer que lo volvía loco hasta encontrarla. Al llegar al punto de encuentro la pudo ver de brazos cruzados, de espaldas a él. Sonrió bajo el casco y se acercó con cuidado a pesar de estar seguro que ella ya se había dado cuenta de su presencia.

La abrazó por detrás, pasando sus brazos por su cintura y la vio sonreír, mientras se daba la vuelta hasta llevar sus manos para quitarle el casco que estropeaba momentos como ese.

—Hola, Jay.

Saludó Rachel, quitándole al fin el casco de Red Hood y dejándolo en su máscara de domino. Por lo que Jason aprovechó y se fue directo a sus labios, besandola con cariño.

Mientras sentía los labios de Jason sobre los suyos empezó a recordar, había pasado tanto, en tan poco tiempo que era muy difícil de explicar para ella...

Jason se había ido, sí. Pero esta vez para buscar ayuda lejos de ahí, después de disculparse y perdonar a varias personas en su camino, llendo un año entero al psicólogo para olvidar su venganza, tratar las emociones negativas que cargaba en su cabeza y aprender a controlar el instinto de matar que había surgido al adentrarse en el Pozo de Lázaro en sus días en la Liga de Asesinos.

Hablando de vez en cuando con Rachel, y avisándole sobre lo que poco a poco empezaba a superar con esfuerzo.

Y mientras esto pasaba, también se preparaba mentalmente para los obstáculos que le prepararía la vida y el objetivo más duro que había tenido después de tantos años.

Volverla a enamorar, aunque...

—¿Encerio piensas que con besos volverás a enamorarme, eh, Jason? —cuestionó Rachel con una sonrisa, separándose lentamente de él.

—Mm, algo así. Si.

—Eres un idiota. —exclamó, pegándole en un hombro mientras reía junto a Jason que un momento después se puso serio mientras la miraba— ¿Qué?

—No puedo volver a enamorarte si ya me amas, Rae.

—Te crees tanto, Jason ¿Y como estas tan seguro de eso, eh?

Jason sonrió de lado, tomando las manos ajenas para rodear su cuello y luego, abrazarla por la cintura.

—Pues por ejemplo; puedo notar que te derrites cuando me miras, y debo notar como apartas la mirada para que no vea que estas nerviosa. —susurró como si fuera un secreto, acercandose a ella poco a poco— También puedo notar como de fuerte late tu corazón cada vez que estas delante de mi, que se nota en tu mirada, en tu aroma, en tu voz e incluso en tu actitud. Entonces, lo sabría.

—Jason...

—Eso es. —Jason sonrió ampliamente, mirandola con adoración— Puedo notar como te tiembla la voz cada vez que dices mi nombre. Con todo eso, todavía se que me amas, Rachel, de la misma manera que te amo yo a tí.

©LUBEISKASALAS 2022

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