13. LÁGRIMAS AMARGAS
(🚬)
La pelimorada observaba la habitación con nostalgia, estando acostada boca arriba en la suave cama sosteniendo su teléfono de manera distraída.
En él, los mensajes de hace tres años iluminaban la pantalla al igual que toda la habitación a oscuras.
Jason contestame, por favor.
en espera √
Al menos dime donde estas, no se lo diré a nadie
en espera √
Te extraño
en espera √
...
Vuelve
en espera √
Aquellos mensajes solo eran un recuerdo constante de su desgracia, algo que se instaló muy profundamente en su pecho... Doliendo cuando recordaba algún fragmento de su vida en su departamento junto a Jason. En aquella burbuja que ambos habían creado para que nadie los molestara, esa pequeña burbuja que explotó y la hizó regresar a la realidad como una dolorosa cachetada.
Pero si alguien le preguntaba, siempre al cerrar los ojos podía sentir su presencia junto a ella. Podía sentir cada uno de sus besos, cada una de sus caricias y escuchar cada palabra que le profesó mientras hacían el amor.
Podía recordar cada locura que hicieron, cada vez que compartían un espacio en la cocina para ayudar a crear deliciosos platillos, cada vez que escuchaban música para limpiar su pequeño hogar y terminaban bailando en la sala entre risas. Podía recordar cada cosa...
Al igual que la despedida.
Soltó una largo suspiro, levantándose de la cama dejando olvidado su celular en la cama mientras caminaba hasta la ventana de la habitación que había permanecido abierta.
Al estar en frente de ella dejó que sus ojos recorrieran la hermosa vista de una ciudad durmiente, siendo iluminada por la luna y varios faroles que se distribuían por todas partes. Casi como estrellas.
Se llevó una mano a su cabello y lo despeinó un poco, bajando sus ojos hasta un pequeño animalito que había empezado a maullar al pasar por el borde de la ventana.
Sonrió un poco, mirando el pequeño gato negro de ojos verdes desaparecer al llegar a la calle.
Y mientras daba un largo bostezo, y se preparaba para terminar de cerrar la ventana una sombra se fue haciendo visible en el techo de uno de los edificios enfrente de ella.
Su ceño se frunció, confusa y a la vez molesta.
El característico casco rojo brilló con intensidad al ser bañado con las luces de la ciudad.
No lo pensó dos veces, creó un portal a sus espaldas y en un segundo ya se encontraba en el edificio de enfrente con las manos formando un puño y los ojos rojos al igual que la gema en su frente. Miró a su alrededor con vehemencia, sin encontrar por ningún lado al mercenario.
Estuvo por varios tortuosos minutos sin escuchar algo que le confirmara que Red Hood se encontraba ahí. Así que, pérdida y confundida totalmente se relajo y bajo sus defensas, pensando seguramente que aquello solo había sido una ilusión de su mente cansada.
—Dios, ¿Que estoy haciendo? —bufó, sintiéndose estúpida derrepente. Sus ojos le habían fallado y le habían hecho ver algo que no estaba ahí.
Así que pensando seriamente en dormir hasta tarde empezó a crear el portal que la devolviera a su cómoda habitación hasta que unos pasos en su espalda se escucharon llevándola a voltear, bastante tarde a decir verdad, ya que un segundo después sintió el brazo de un hombre sosteniendola y una aguja clavandose en su cuello.
Se revolvió enloquecida, sintiendo aquel líquidos pasar por sus venas como si de fuego se tratara haciendo que soltara quejidos que poco a poco fueron menguando. Rachel sintió como no lograba respirar bien, como sus brazos no tenían fuera y sus piernas se debilitaban con facilidad.
—¡S-Sueltame! ¡¿Que es lo que quieres?! —chilló, empujando a Red Hood con una débil bruma oscura y tocándose el cuello— ¿Que me hiciste?
Su vista estaba llena de puntos negros y borrosos, mareandola... Algo no estaba bien, lo sentía. Sus poderes se estaban debilitando al igual que sus extremidades y no podía hacer nada.
No podía llamar a los demás para que la auxiliaran, no podía llamar a Gar para que la apoyara a atrapar a aquel delincuente... Estaba atrapada.
Por unos segundos quedó sin saber muy bien en donde se encontraba, lograba percibir que Red Hood estaba cerca de ella por lo que retrocedió, sintiendose más enfurecida que aterrada.
Escuchó como algo cayó al suelo y ella retrocedió más al tener las manos del mercenario en sus hombros, acercandola. Trató de ver su rostro, sabiendo que al fin se había quitado el casco pero solo era una mancha borrosa alrededor de las otras.
Retrocedió un poco más, frustrada y dándose cuenta que el aliento de alguien más se encontraba demasiado cerca de ella. Llevó una mano al pecho de Red Hood, alejandolo y lanzándole puñetazos.
—¿Que vas a hacerme? ¿Vas a matarme? —cuestionó, apretrando entre sus manos la orilla de la mesa de noche con la que había chocado ak retroceder de nuevo. Y se dio cuenta, Red Hood la había llevado de nuevo a la habitación para que no diera tanta pelea en un lugar cerrado— ¿Harás lo mismo que hiciste con Robin?
—Cállate, Rachel.
Su boca quedó entreabierta al escuchar aquella voz, más gruesa y definida pero siendo la misma que antes le decía te amo.
—¿Qué...?
Y aquellos labios la callaron, danzando sobre los suyos con una familiaridad que la hizo sostenerse de los hombros del hombre mientras éste llevaba sus manos hasta sus caderas, acercandola. Trataba de detenerlo, escuchado una pequeña voz en su interior que le decía que no perdiera el control... No podía hacerlo, pero no podía detenerlo.
Entre aquel beso desenfrenado imaginaba sus manos sobre ella, pensando seriamente en dejar que sucediera lo que fuera al saber quién era quien la besaba con aquella necesidad. Tan diferente como los besos que compartió con Jason hace tres años, tan diferente como el beso que le dió a Garfield cuando se encontraba ahogada en alcohol... Los besos que ahora compartía con Red Hood eran tan diferentes pero a la vez, tan cercanos y familiares que se dejó llevar.
—J-Jason... ¿Qué...?
—Shh.
Rachel lo empujó con fuerza, separándolos un poco mientras ambos buscaban desesperadamente algo de aire, y fue que sintió como sus poderes regresaban de a poco.
—No hagas esto, Jason. Detente.
Miró a los ojos al hombre enfrente de ella, preguntándose internamente como esas palabras habían salido de ella sin pensar. No podía creer que ella hubiera dicho eso, como se había negado.
En segundos ya la tenía rogando por más, haciéndola sentir como una mentirosas.
E internamente, pidió que Jason no le creyera que siguiera besandola y nunca se detuviera.
—Estoy enamorado de ti, Rachel, no podría detenerme aunque me lo pidas. —Jason buscó los labios de Rachel de nuevo, pero se lo impidió— Rae...
—No. —se negó, seria. Evitando algo que desde hace mucho extrañaba— ¿Que haces aquí? ¿Por que demonios te fuiste todos estos años y ahora regresas... asi?
—Deberias saber la repuesta a esa pregunta, Rachel. —se alejó de ella, dándole el espacio que sus palabras exigían. Rachel desvío la mirada— Recordé todo. Como le robe a Batman y me hizo su Robin, también cuando me uní a los Titans y los problemas que tuvimos. Y después, como regrese con Batman y me asesinaron en aquel almacén. Todas mis emociones hicieron un juego conmigo, estuve a punto de volverme loco...
—¿Y por eso ahora asesinas personas? ¿Es por eso? Puedo ayudarte, Jason. Todos podemos.
—¿"Todos"? ¿Quienes, Rachel? ¿Dick, Rose, Bruce? Por favor, Rach, escuchate. —habló con ironía, cruzando los brazos sobre su pecho.
—¡Escuchame tú a mi! ¿Acaso planeas matarlos a todos ellos? —preguntó sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas sin derramar al verlo esquivar su mirada y quedarse callado— ¿Eso...? Te juro que si le haces daño alguno a mis amigos...
—¿Oh, ahora volvieron a ser tus amigos? ¡Qué estupidez!
—Si le haces daño a Gar o a Conner no me importa matarte, Jason. Te lo juro. —declaró con fuerza, mirándolo con seriedad en sus facciones.
Jason ladeó la cabeza, y sonrió de lado, pretendiendo entender algo que antes no captaba— Acaso... ¿Tienes algo con Logan? ¿Es eso?
—¡Claro que no!
—¿Entonces? ¿Acaso dejaste de amarme, y ahora solo buscas matarme?
—Eso no te incumbe, Jason.
Jason se acercó, tomando su mano con delicadeza y presionando sus labios contra los nudillos ajenos.
—Claro que lo hace. Yo si te amo, y te amaré por siempre. Será así y no cambiará. —quiso darle un beso, pero Rachel volvió a rechazarlo y quedó en su mejilla.
—¿Por que? ¿Por que nos separamos entoces? —susurró Rachel, bajito.
—Por que... Destruirias tu vida por mi, por que estabas dispuesta a ser infeliz conmigo. —Rachel colocó su mano en la mejilla del castaño e hizo una mueca— Y tenía miedo de lo que pasaría si no me hubiera ido.
Rachel negó, algo en su pecho dolió y volvió a romperse como hace tres años.
—Contigo estuve de acuerdo incluso en la desgracia, Jason. ¡Pero no lo viste!
—Rachel...
La mirada dolida de Jason la hizo soltar un sollozo, mientras negaba y dejaba caer su cabeza en su hombro.
—Tú me... Me dejaste. Fue una tortura no sabes algo de ti en todos estos años.
—Rachel, entiende. —Jason acarició su cabello morado y mordió su labio— Todo mi ser es una infección, no quería que experimentaras ese dolor que aún tengo. No sería justo, para ninguno de los dos.
—¿Pero que pasa con el dolor que estoy experimentando ahora? Me arrancaste el corazón.
Después de eso Jason no contestó nada, dejándola reposar con libertad en su hombro mientras la abrazaba con fuerza. Nada más se escuchaba, y por un momento Rachel creyó que eso era el final de su discusión al ver que los débiles rayos de sol se empezaban a adentrar por la ventana aún abierta.
Jason le dio un suave beso en la coronilla y dejó reposar sus labios ahí un segundo, para después decir con voz suave.
—Rachel, te amo tanto qué para no herirte decidí perderte.
Y ella rompió a llorar, aprentando sus hombros con fuerza.
—Eres un imbécil.
¿Y él? Él solo sonrió amargamente, abrazandola con todo el cariño que pudiera transmitirle.
©LUBEISKASALAS 2022
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