REVENGE
Relato por: Lonely_M93
Canción: Stockholm Syndrome – One Direction
https://youtu.be/ZcVRX5LKqD0
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Aquella mañana cuando Sunni se encontraba vistiéndose frente al espejo, no imagino lo que le deparaba el destino; como siempre se levantó y ducho, abrió su enorme armario y se detuvo con calma a escoger su atuendo del día, Sunni sabía que la hija de Kim Seojoon no podía ser invisible, además siempre le había gustado sentir las miradas de los demás a su paso, al final se decidió por un vestido blanco translucido que no dejaba gran cosa a la imaginación, se miró de nuevo en el espejo y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, sus pequeños y rosados pezones despertaron en ese instante de su sueño y esto la hizo sonreír, era simplemente perfecta.
La puerta se abrió despacio con un rechinido, escucho los pasos acercarse y comenzó a tratar de gritar pero, la mordaza solo dejaba salir gemidos sofocados, veía como cambiaba de intensidad la luz detrás de la venda que le cegaba, su cuerpo se retorcía para tratar de alejarse de quien la acechaba. Su cadera se contoneaba, parecía una oruga intentado escapar de su capullo, Jimin sintió que su polla quería salir a contemplar la visión y a la vez un miedo terrible lo invadió, jamás había estado a solas con una chica y menos con una como Sunni.
Jihyung quería desde hace tiempo vengar a su hermano Jimin y sabía que la mejor forma de hacerlo era dándole a Seojoon donde más le dolía, su única hija Sunni. Jihyung y Seojoon habían sido rivales desde que tenían memoria;
Seojoon que era cruel y despiadado había capturado al hermano menor de Jihyung y lo había torturado hasta no dar más, quemado con ácido la mitad de su cuerpo, para que así pudiera recordar lo bello que alguna vez había sido. Jimin era ahora mitad ángel y mitad demonio, lo que quedaba intacto de su rostro era una sublime poesía, era la belleza en su más pura expresión, en cambio, el resto era una masa amorfa que pareciera hubiese subido el mismo infierno. Su alma también había cambiado, se había convertido en alguien que ni él mismo conocía, era como si fueran dos hombres en uno.
Sunni continuaba retorciéndose en el suelo y Jimin daba vueltas alrededor de esa bella criatura, tratando de impregnarse de cada pequeña parte de su hermoso cuerpo. Miró su cabellera dorada y rizada, acarició con su mirada su pequeño y frágil cuello, bajo la mirada un poco más y casi se volvió loco al ver el par pezones que subían y bajaban aprisa. Cuando Sunni respiraba agitada, le pareció que pedían a gritos que los devorara, no pudo omitir su ombligo, ese pequeño orificio en medio de su vientre que se marcaba por encima de su vestido. justo al sur sabía que había algo mejor, deslizó su mirada hasta ahí y se detuvo por un rato a imaginar que se escondía debajo de esa suave tela. Mientras Sunni seguía tratando en vano de salir de su prisión, se sentía como una animal acechado por su cazador, el miedo de no saber qué le pasaría.
¿Por qué estaba tan cerca de ella aquella persona? ¿Por qué no decía nada? ¿Por qué comenzaba a sentirse rara? ¿Por qué no se acercaba más? ¿Por qué sentía que esa mirada la desnudaba?
El pensar en eso hizo que un escalofrió la recorriera, no pudo evitar que su sexo se humedeciera, dejo de luchar y se tendió de lado en posición fetal, dejando a la vista su suave y redondo trasero y una pequeña parte de esa tanga que exprimía la savia que comenzaba a emanar de su ser. Al ver tal cuadro, Jimin sintió que su polla casi explotaba dentro de su pantalón, hizo un esfuerzo sobrehumano para no devorar ese capullo rojo que palpitaba entre las piernas de aquel ángel, para no arrancarle la ropa y entrar en su carne, lo único que atino a hacer fue salir aprisa de la habitación dejando a Sunni con la mente turbada y los labios tibios. Cuando Jimin dejó la habitación, Sunni se sintió estúpida por la sensación de excitación que había tenido, pensó que tal vez la misión de aquel hombre era matarla y estaba recabando valor para hacerlo, así que decidió que haría lo que fuera necesario para evitarlo.
Jimin se dejó caer en el suelo frío, sabía que su venganza estaba del otro lado de esa puerta, la venganza que tanto había soñado, que lo había mantenido vivo durante los últimos cinco años. Sin embargo, ahora después de ver a Sunni se sentía frustrado y enojado, no había tenido el valor de hacer lo que por tanto tiempo había planeado:
Arrastrarla por toda la habitación de los cabellos, escupir su rostro cuando lo mirará con horror y súplica, decirle cuánto la odiaba por ser hija de ese ser que arruinó su vida. Arrancarle la ropa de una sola vez y azotarla hasta hacer que sus carnes se enrojecieran, morder sus pezones hasta hacerlos sangrar. Hacerla arrodillarse ante sí y obligarla a que se tragara su polla por completo, verla humillada y derrotada, hacerla beber su semen. Esa semilla de los Park.
Después la tomaría por la fuerza, se enterraría en ella ocupando cada espacio vacío, le haría conocer su miembro en su mayor esplendor. La haría revolcarse de dolor, la poseería a su antojo hasta verla humillada y reducida a nada. Todo esto había fantaseado por tantas noches y ahora que ella estaba ahí, ni siquiera se había atrevido a acercársele, ¿Qué le estaba pasando?
Sunni estuvo sola durante largas horas, no escuchaba ningún sonido y comenzaba a tener hambre y sed, escucho abrirse la puerta y unos pasos se acercaron a ella, una voz le dijo que le iba a quitar la mordaza para darle alimentos y que si gritaba se considerará muerta.
—¡Entendiste maldita perra! —le dijo apretando una navaja contra su pecho, ella asintió con la cabeza exageradamente.
Sabía que no tenía opciones, tuvo suficiente tiempo para pensar en sus posibilidades y en cómo tenía que actuar, por fin sus labios descansaron un poco cuando soltaron la tela, ella los apretó con suavidad. Jimin que estaba contemplándola, pensó que eran los labios más jugosos y apetecibles que hubiese visto, Sunni humedece un poco sus secos labios y entreabrió la boca esperando ser alimentada, él sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Le proporcionó agua y le dio un poco de pan en trozos, Sunni se sintió excitada de pronto por la forma tan suave en que aquel extraño la alimentaba, metiendo un poco sus dedos en su boca y rozando sus labios al sacarlos ya húmedos por su saliva, al punto que cuando le dio el siguiente bocado.
Ella guiada por su instinto, aprisiono sus dedos dentro de su boca y los apretó con sus labios, esto hizo que a Jimin le diera una erección instantánea y lo que atino a hacer fue sacar sus dedos como si algo los hubiera quemado y darle a Sunni una fuerte bofetada, la tomó del cabello con fuerza y la estrujo, se acercó a su oído
—Eres una perra sucia, pero yo te voy a educar, no te atrevas a ensuciarme de nuevo, entiende de una vez quién manda aquí. —le colocó de nuevo la mordaza y la arrojó con fuerza al suelo. Ella chilló de dolor.
Cuando regresó al otro día para alimentar a Sunni. Jimin tenía una excitación enorme, le quitó la mordaza, le dio de nuevo agua y esta vez, llevó algo rico para que ella comiera, la alimentó de nuevo con los dedos como el día anterior, él también había disfrutado haciéndolo. Sunni se sentía extrañamente atraída por aquel hombre que ni siquiera había visto, su deseo se apoderó de ella e hizo de nuevo lo que el día anterior le había sido prohibido, pero esta vez Jimin la bofeteo con tal fuerza que hirió sus labios. Haciendo que de ellos emana sangre mezclada con saliva.
Jimin no pudo resistir ver aquel ángel tendido en el suelo, se acercó a ella, la incorporó tomando su cabeza con ambas manos, ella no puso resistencia, se sentía débil por el golpe y sollozaba en silencio. Sus labios eran casi tan rojos como la sangre que salía de ellos, brillaban con el reflejo de la saliva que se deslizaba suave, al ver tal escena Jimin no pudo resistir y acercó sus labios a los de Sunni. Los apretó suavemente y bebió el néctar que de ellos emanaba, metió despacio la lengua en su boca, como quien no quiere beberse de un solo sorbo el último trago de agua.
Ella respondió moviendo también su lengua, rozando los dientes con ella, él lamió despacio las heridas en sus labios, los bebió de nuevo y metió su lengua despacio otra vez, su falo despertó y en ella se humedece el capullo que estaba en su entrepierna. De pronto ella sintió que los labios de él eran raros, que la mitad era suave y el resto duro y rugoso, entonces se alejó bruscamente de él. Jimin se sintió enardecido de coraje, la tomó de nuevo pero esta vez no dulcemente, la mordió y la lastimó, la lamió de la forma más asquerosa que le fue posible. Después la amordazó de nuevo y la lanzó al suelo duramente. Ella quedó tendida en el piso, se sentía excitada y confundida, en cuanto "Él", cruzó la puerta ella estaba deseando que regresara.
Los días pasaron lentos para Sunni, no era tanto el estar prisionera, sino que "Él", no la había tocado de nuevo. Le habían quitado por fin las telas que la tenían prisionera, los días anteriores Jimin solo entraba a dejarle agua y comida, ella tenía instrucciones de voltearse cuando escuchara que alguien entraba en la habitación. Pero tenia la curiosidad de mirar el rostro de aquel hombre que alteraba su cuerpo con su sola presencia, que hacia palpitar su sexo con el peso de su mirada, no sabia porque no se le acercaba, sin embargo, cada vez que sentía su cuerpo cerca. Su piel se erizaba con sus roces, quizás se había vuelto loca, pero le comenzaba a gustar el juego en que estaba metida y le excitaba aún más el no poder ver su rostro.
Estaba oscureciendo afuera y había luna llena, Sunni escuchó el cerrojo de la puerta y se lanzó hacia la esquina de rodillas y con su cuerpo encorvado hacia delante. Jimin la miró y sintió un deseo enorme de tocarla, deseaba su cuerpo de sobremanera, pero se odiaba por los "otros", sentimientos que ella estaba despertando en él. Sunni sintió la mirada desnudante y sonrió para sí, cuando sintió que se alejaba se atrevió a hablar:
—¡Por favor no te vayas! ¡Te imploro que me permitas darme un baño! Han pasado varios días y bueno... —gritó ella tras un suspiro.
Obtuvo por respuesta el golpe de la puerta, le dolió su indiferencia más que su silencio, se incorporó a comer, la comida había mejorado y la disfrutaba, estaba por terminar su plato cuando escucho de nuevo el cerrojo, se volteó de inmediato.
—Estas son las condiciones, aquí tienes ropa y jabón, camina hacia atrás de la cabaña y sigue el camino, ahí está el lago, tienes diez minutos, y nada de trucos o ¡te mueres perra! —oyó gritar de repente a su espalda— Te estaré observando de cerca.
Le excitó la forma en que la llamó perra, podía sentir el deseo en su voz. Cuando cruzó la puerta se sintió excitada, sabía que él la observaba desde algún lugar y la hacía temblar el no saber desde donde, descendió el camino sin prisa y llegó al lago, el lugar era hermoso y la luna se reflejaba majestuosa en las temblorosas aguas. Ella sentía su mirada, no tan cerca como otras veces pero podía sentirlo, su cuerpo se estremeció al pensar que estaría desnuda ante él, miraba por debajo de su hombro buscándolo.
Se inclinó hacia delante y colocó sus manos en sus muslos, las deslizó despacio hacia arriba, acariciándose suavemente, subiendo su falda junto con ellas. Metió sus pulgares entre su cadera y la tanga y comenzó el camino hacia abajo, la prenda cayó en sus tobillos. Se incorporó de nuevo, bajó suavemente el cierre de su vestido, su espalda desnuda apareció, la tela se deslizó por sus hombros, bajó los brazos y el vestido quedó tendido en la hierba. Sus pezones despertaron en ese instante y todo su cuerpo se erizó. Jimin sintió un golpe en todo el cuerpo cuando vió aquella imágen. La perfección se duplica en el agua, sus pechos redondos, sus nalgas suaves, su cintura pronunciada y su frágil espalda, ella levantó con sus brazos su cabello y ladeo su cabeza dejando ver su pequeño cuello por unos segundos y después caprichosa lo escondió de nuevo.
Su polla había despertado y él lo acariciaba pensando que era ella quien lo hacía, trataba de saciar la bestia que Sunni acababa de despertar, jadeaba con fuerza mientras seguía yendo y viniendo con su mano temblorosa por toda su enorme verga. Se recostó en el árbol y cerró los ojos dejándose hundir en su propio placer, los abrió un poco para verla de nuevo y no estaba ahí, sintió terror, de pronto su cuerpo surgió de entre las aguas. Su piel mojada resplandecía con la luz de la luna, ella sonreía y exprimía su cabello de lado, mientras caminaba hacia afuera del agua, Igor la seguía de cerca. El agua comenzó a bajar de su cintura y dejó ir apareciendo un pequeño mechón de cabellos rojizos en su entrepierna que le cortó la respiración.
Sunni estaba disfrutando mucho el evento, sin importarle el tiempo impuesto por su captor, se dejó caer sobre la hierba, esperaba que él saliera a su encuentro y se recostara sobre su cuerpo. Sabía que él estaba deseándola tanto como ella, cerró los ojos y comenzó a imaginar que él se acercaba y la miraba desde arriba. Sunni abría sus ojos y se encontraba con los de "El", llenos de lujuria, deseándola encarecidamente, imaginaba que colocaba su cuerpo desnudo sobre el de ella y la besaba llenando sus labios con su saliva dulce, sintió como su vagina despertaba suavemente y se llenaba de savia.
No pudo resistir más y comenzó a acariciar despacio, sin prisa, imaginando que era el falo de Jimin quien se deslizaba por los labios de su vagina, que eran ellos dos quienes se encontraban por fin y se besaban. Que iban y venían en una danza enervante que llegaría a su clímax cuando su verga entrara por fin en sus carnes, cegándolo todo. Invadiéndola por fin, saciando su sed, seguía acariciándose, retorciendo su cintura lentamente y apretando sus dedos entre sus piernas. Imaginando. gemía en silencio, sentía como cada vez sus dedos se mojaban más, sentía algo inexplicable, y apretaba más sus ojos.
Deseando que al abrirlos todo se volviera realidad. Jimin la seguía de cerca apresando también su falo con su mano, lleno de lujuria y placer. Agitando su verga con fervor, cuando la ninfa que yacía en la hierba arqueo su espalda y dejo salir un grito ahogado, Jimin sintió como su cuerpo se electrizaba y su semen corría inundando su mano, se dejó caer al mismo tiempo que ella lo hizo, estaban tan lejos y habían estado más juntos que nunca.
Ella abrió los ojos y no lo encontró, se incorporó despacio y se sintió estúpida, se había dispuesto a ese maldito infeliz que ni siquiera se había dignado en dar el rostro, seguramente se estaría burlando de su acto de debilidad, fue hacia donde había dejado sus ropas. Las tomó y corrió hasta la cabaña. Jimin se sentía extasiado, pleno y feliz. Hace mucho no se sentía de esa manera, quiso correr hacia ella y tomarla de verdad, pero la idea de mostrarse ante ella. Él sabía que lo rechazaría, la vió correr y la dejó, sabía que no iría a ningún otro lugar, se tendió mirando hacia el cielo, odiando su propia existencia.
Sunni entró en la cabaña, con los ojos llenos de lágrimas y sus ropas apretadas entre las manos, no adivinó lo que ahí le esperaba, cuando cruzó la puerta un hombre la cerró detrás de ella. Había otros cuatro, ella se quedó helada en medio de la habitación, uno de ellos se paró frente a ella y la tomó por el cabello, haciéndola chillar, era Jihyung.
—Vaya, vaya, así que mi hermano por fin se hizo vengar. —sonrió de costado— Por fin, muestras tu verdadero ser. Eres una puta cualquiera. ¡Este es un gran día muchachos! —abre sus brazos en el aire—
Destapen las botellas. —lanzó a Sunni hacia el suelo, sin piedad— Ahora sí perra, vas a gozar como nunca.
Todos rieron, llenos de burla. Estaban ansiosos por que les llegará el turno de fornicar con Sunni, nunca habían visto mujer como esa. Jihyung se levantó, le dio un trago largo a la botella, la alzó contra una pared cercana, haciéndola añicos.
—Por la venganza de los Park. —se dirigió a uno de sus hombres, se detuvo sus palabras y sonrió antes de añadir— Es toda suya, cuando terminen de darle una golpiza y se la mandas a Seojoon. —escupió con odio— Me voy, dile a Jimin que lo espero en casa mañana.
Amagó irse cuando recibió un asentimiento de parte de sus hombres.
—¡No por favor, no me hagan daño! —gritó Sunni, más que asustada.
A todos les pareció más excitante que ella se resistiera, estaba en una esquina hecha nada, apretando sus ropas, intentando cubrir su cuerpo, se lanzaron sobre ella. Por otro lado Jihyung la miró por última vez muy divertido, cómo si de una película de comedia se tratase. Y se fue. Los hombres le quitaron de las manos la ropa y su perfecto cuerpo quedó al descubierto, trataba de cubrirse en vano, los tipos la jalaban de los brazos y las piernas, la llevaron hasta la mesa y la recostaron ahí. Sunni trataba de zafarse lanzando mordidas y retorcía todo su cuerpo intentando escapar, dos de ellos le sostenían los brazos mientras los otros intentaban abrir sus piernas para ver sus labios.
—Esto es por rango, así que voy primero. —confiesa apretando los dientes, uno de ellos. Todos sonrieron, se acercó a sus pezones y los olio despacio, como queriéndose llenar de ellos— Hueles delicioso, muñeca. ¿Tu papi sabe que andas de puta?
Los comenzó a lamer, después los metió entre sus dientes y los mordió. Sunni sintió un asco enorme y un terror indescriptible, siempre había pensado que su primera vez sería con alguien a quien ella amara. Lanzó un grito desgarrador, del otro lado, en el lago Jimin alcanzó a escuchar algo y se encaminó hacia la cabaña, mientras los tipos lamían su cuerpo, apretaban sus tetas y mordían sus pezones. El líder intentaba entrar con su lengua en su vagina, ella seguía retorciéndose para zafarse, de pronto sintió algo tibio y húmedo acechando en su entrada, que a pesar de su terror se había humedecido con el toqueteo.
Luego sintió como aquella lengua comenzaba a jugar con sus labios vaginales, subía y bajaba saboreando sus jugos, rodeaba su clítoris duro y lo apretaba con sus labios, colocó toda su boca sobre su vagina mientras forcejeaba para abrirle más las piernas, la bebió y su verga que ya no aguantaba más el entrar en ella. Salió de su pantalón ayudada por su mano, se levantó de prisa y contempló con deleite el cuerpo que estaba por penetrar, colocó su verga dura en la entrada de Sunni, estaba por embestirla cuando la puerta se abrió de golpe.
—¿Qué demonios hacen?¿Quién les permitió usar mi juguete, imbéciles? —preguntó él, los hombres se quedaron con la garganta tan seca que no son capaces de articular ni una sola palabra— ¡Váyanse! ¡Ahora malditos idiotas!
Uno de los hombres, se incorporó desafiante.
—Mira monstruo, Jihyung dijo que era nuestro turno, ya que el tuyo había pasado, así que te largas o te quedas a mirar, igual la vamos a coger todos. ¿Estamos?
Los demás rieron alegres. Sunni se había quedado sin respiración cuando miró por fin el rostro de aquel hombre, una parte de sus labios eran rojos y jugosos, la mitad de su rostro era terso y hermoso. Pero la otra, era un monstruo, lo miró horrorizada, sus ojos y sus labios temblaban. El tipo se volvió hacia ella sin importarle lo que Jimin le había advertido, se colocó en posición de nuevo, Sunni sintió que su sangre se helaba. Sus ojos se llenaron de lágrimas, miró de nuevo al monstruo, sin embargo, esta vez miró en sus ojos. Eran hermosos y profundos como un océano, reconoció en ellos la mirada perturbadora que la hacía estremecer.
Sintió un golpe en el corazón, Jimin le devolvió la mirada, sintió su temor y se llenó de rabia, se lanzó sobre el tipo. Lo arrojó al suelo, se colocó sobre él y lo comenzó a golpear, sin compasión. Su ira lo cegó, la sangre saltaba por doquier, los demás se fueron sobre de él, liberando a Sunni. Claramente no perdió la oportunidad y corrió hacia el cuartucho en donde había estado, encerrándose en él. Siguió escuchando golpes y gritos, estaba aterrada, de pronto se oyó un disparo, su cuerpo saltó.
—¡Lo mataste idiota! ¡Vámonos! ¡Jihyung nos va a liquidar si nos encuentra!
Escuchó el golpe de la puerta y los autos alejándose, temía salir, su cuerpo no dejaba de temblar y lloraba. Abrió despacio la puerta y lo vio, había sangre sobre su pecho pero no veía de donde salía, no sabía porqué pero su pecho estaba oprimido, sentía horror con solo pensar que estuviera muerto. Se acercó hasta él, le rasgó la camisa, palpo su pecho en busca del orificio. Lo encontró cerca de su hombro, se incorporó y buscó algo para contener la sangre, se lo puso encima de la herida y lo amarró con fuerza. Miró su cuerpo quemado por la mitad, sintió repulsión al pensar que su padre había sido el culpable de aquello. Lo llamó despacio:
—Jimin, despierta por favor, ¿Jimin? —se acostó a un lado de él, lo tomó de la mano y lloró hasta que se quedó dormida.
Jimin abrió los ojos, estaba desorientado, miró a Sunni en la cocineta, intentó incorporarse y el mareo lo obligó a recostarse de nuevo, ella volteó.
—No te levantes, perdiste mucha sangre, creí que estabas muerto. —se acercó a él, Jimin temblaba, puso un beso en su mejilla deforme junto con un «gracias»
Despertó y ella lo miraba, distinguió lástima en sus ojos y se llenó de rabia, era todo lo que podía despertar en ella. Se incorporó y ella se acercó a él tocándole el hombro, él se volvió y la abofeteó.
—¡Te dije que no te estaba permitido mirar perra! ¡Eres una estúpida! —la tomó por el cabello y la arrastró hasta el cuartucho— ¿Qué haces? ¿Por qué me tratas así? —dice, Sunni en un mar de lágrimas— Me ayudaste y te ayudé.
—Eres una idiota, no te ayudé, solo cuido lo que es mío. Y lo que es mío no se toca. Eres mía y sólo yo te voy a usar. —habló enfurecido— ¿Entendiste?
Cerró la puerta. Estaba anocheciendo y el dolor era cada vez más insoportable, tenía fiebre, sabía que no le quedaba mucho tiempo sin atención médica. Se arrastró hasta la puerta del cuartucho y la abrió, Sunni estaba al fondo mirando hacia la pared.
—Te necesito... —es lo único que alcanzó a balbucear, fue más casi un susurro inaudible.
Ella se giró y lo miró, todo su cuerpo temblaba y estaba encendido por la fiebre, sonrió levemente. Fue hasta él y le ayudó a incorporarse, lo llevó a la habitación contigua, era grande y lujosa. Lo puso en la cama, entró en el baño donde había una tina y la llenó de agua tibia, regresó al lado de Jimin, sin perder tiempo y lo llevó hasta la tina.
—Esto te va a ayudar, entra ahí. —le ofreció, Sunni.
La débil luz de un pétalo de luna es la única testigo, de la mirada llena de compasión de Sunni.
—No te vayas por favor, quédate aquí, no quiero morir solo. —respondió Jimin, de forma velada.
Jimin se recostó en la tina y cerró los ojos, estaba temblando, Sunni entró en el agua y puso su cuerpo sobre el de él para darle un poco de calor. Jimin no podía creer lo que estaba pasando, abrió sus ojos de orbes negros y se encontró con los de ella, Sunni acerco sus labios temerosa. Los abrió un poco y los acercó a los de él, no se explicaba porque ese hombre extraño la excitaba tanto, jamás se había sentido así. Jimin la tomó del cabello suavemente y la apretó contra sus labios, exprimiendolos uno contra el otro, bajó sus manos por su espalda y se detuvo en su cintura.
La abrazó con fuerza mientras sus lenguas iban y venían por sus bocas, ella sintió como su vagina se despertaba, como su clítoris florecía, sus labios estaban tibios y su entrada dispuesta. Jimin estaba extasiado, nunca soñó siquiera con que una mujer lo mirará aunque sea, mucho menos que lo deseara como lo estaba sintiendo. Sunni se levantó su vestido por encima de su cabeza y su cabello cayó sobre su espalda desnuda.
—Eres perfecta. —le susurra al oído— Te deseo, tanto.
—Pues, aquí me tienes. —admitió ella― Te advierto que soy un poco virgen.
Jimin no supo de donde cobró fuerzas pero se incorporó sentándose con ella entre sus piernas, sus bocas vuelven a enzarzarse. Los labios de Jimin pasan por detrás de la oreja de Sunni y de ahí bajan por el cuello arrasando sus defensas. Jimin va venerando con su boca cada pedacito que conquista. Sin obstáculos, Jimin se arroja sobre aquel nuevo campo de batalla. Le acaricia el pecho y besa delicadamente un pezón que, a esas alturas, está totalmente sólido. Pasa al otro seno, encontrando un indicador de pasión idéntico. Entonces se desliza hacia abajo más lentamente, hacia su vientre liso, más allá de mi ombligo. Sin embargo, pronto retrocede sobre sus pasos y vuelve a meterse uno de sus pezones en su boca. Sunni casi se muere de gusto.
Jimin bajó sus manos hasta sus caderas, las colocó en sus nalgas aterciopeladas. Fue y vino por ellas a su antojo, las apretó mientras seguía bebiendo de sus pechos. Ella sintió como había crecido la entrepierna de Jimin, estaba temblando por el deseo, quería tenerlo dentro de ella, deslizó sus manos hacia ahí, lo liberó y lo contempló por un segundo. Con los ojos llenos de lujuria, Jimin no pudo más con esa imagen, se despojó por completo de sus ropas. Entonces Jimin hace algo alucinante. Se levanta en volandas tomándola totalmente por sorpresa. Instintivamente rodeó su cintura con sus piernas. La apresó contra la pared.
―Mírame.
En cuanto sus ojos se unen a los suyos, le noto maniobrar debajo de su cuerpo. Al mismo tiempo que la sostiene, Sunni noto con claridad cómo apoya el extremo de su mástil en la pringosa entrada de su vagina. Cuando Jimin empieza por fin a dejarle caer, Sunni intentó relajarse para facilitar que la delicada musculatura de su intimidad se distendiera. Puede que su miembro sea grande, pero la avidez de su deseo es aún mayor. Ella Jadea consternada. Mientras Jimin forcejeaba con su polla la entrada de Sunni que estaba empapada de lujuria, por fin sus cuerpos se encontraron sincronizados, su verga besó sus labios mojados, el sentir la humedad de ella. Lo hizo enloquecer.
―Ya está, ya está. —repite el muy embustero.
Pero no está, Sunni todavía no nota su pubis contra su sexo. Entonces vuelve a gemir y, «Ahora sí», se dijo con alivio. La embistió con fuerza y sintió una descarga con cada milímetro que clavó en su cuerpo. Jimin se queda inmóvil, sabiéndole exhausta. Sin embargo, esa deferencia hacia ella no dura demasiado. No tarda en levantarse de nuevo y volver a clavarle su enorme polla como si la quisiera rematar. Ella gimió con fuerza, clavó sus pies en la espalda de él y apretó con sus brazos su cabeza.
Mordiendo su hombro, no sintió dolor, se dejó llevar por el placer que invadía todo su cuerpo, las descargas los invadía una y otra vez, él la penetraba con vigor, pensó que nunca sería suficiente de aquello. Ella lo besó con violencia, sentía que su cuerpo ardía y flotaba entre espuma, se dejó caer en el mar de placer, su alma se desprendió de su cuerpo por un instante y su vagina cobró vida propia, dejando salir un torrente de éxtasis que corrió por las piernas de Igor, el sintió cada espasmo del cuerpo de ella y cuando por fin sintió que de ella salía un mar. Jimin tiene el control, lleva el ritmo. Ella sólo se abrazó con fuerza a su cuello, envuelve su cintura mientras él la eleva a los cielos y la deja caer al abismo después, rápido y decidido, una y otra vez.
Sus brazos se contraen sin esfuerzo. Silencioso y todavía fresco, Jimin la levanta y luego la baja de nuevo, sin perder tiempo, dejándole sentir su maravilloso miembro dentro de ella. Una vez, dos, tres. De nuevo arriba, siguiendo sin que ella se lo pida. Cuatro, cinco, seis... Es todo un caballero, de modo que sabe cómo ha de follar a una señorita. Jimin gruñe con ahínco. Aguanta todo lo que puede, pero Sunni empezó a notar como sus brazos se iba abarrotando. Sus muecas comienzan a ser surrealistas. Arruga la nariz al subirme otra vez y luego, cuando la vuelve a ensartar, hace detonar un devastador orgasmo dentro de ella. Cerró los ojos con fuerza y se hundió en su propio placer, sintió las descargas acercándose a su clímax, se apretó contra ella y liberó su semilla dentro de su tibia y aún palpitante vagina.
Gritó, chorreó, convulsionó, noto como su desquiciada vagina estruja su verga. Sin embargo, aquel animal, aquel salvaje, no está dispuesto a firmar la paz. Dejándola en el suelo, la da la vuelta y hace que apoye las manos en uno de los asientos de piedra. Jimin le da una nalgada y, desde atrás, la penetra sin contemplaciones, hasta el fondo. Jadeó una vez más. Aunque su febril coñito se estremece ante el ardor y la brusquedad de su entrada, su falo no tarda en volver a hacerme sollozar de placer. Le ruborizó al oír el indecente golpeteo de su pelvis contra mis nalgas, el chapotear de su falo en su anegada intimidad.
Sujetándole de los hombros, Jimin parece decidido a hacer arder su vagina. Es tan corpulento que tiene que esforzarse para aguantar los empellones. Una vez más me acuerdo de mi madre, de cómo Jimin la montó igual que a una yegua, igual que hace ahora con ella. Mientras se estremezco entre jadeos y empujones. Diestro en el amor, Jimin comienza a frotar su clítoris con intención de prolongar aquel éxtasis sublime. Quiere hacerme perder la cabeza, mete y saca su falo de su sexo a su antojo mientras ella se corro una y otra vez, completamente desquiciada. Siente que el placer le colma, que sus fluidos se derraman por el interior de sus muslos y, entonces, por segunda vez, Jimin la manipula despiadadamente a su antojo.
―¡Me toca! ―exclama.
Jimin sale de ella, la zarandea hasta postrarse de rodillas y, en tono severo, le advierte que como derrame una sola gota de semen lo limpiará con su lengua. No tenía posibilidad de protestar, pues él le llenaba fulminantemente la boca con su polla. De todos modos sabía que sería fácil, ya que está a punto de acabar. Se concentró pues en chupar y relamer el glande lo mejor que pueda.
―¡Eso es! ¡Qué maravilla! ―le jalea― ¡Así! ¡Así!
De repente Sunni percibe el característico sabor del líquido preseminal, ése que te avisa de que un chico va eyacular en tu boca. Entonces él le sujeta la cabeza con ambas manos y emprende un vaivén desesperado, si bien es a ella a quien se le saltan las lágrimas.
―¡Mírame! —le exige.
Jimin observa su sobresalto y posterior arcada al recibir el primer chorro de esperma. Sunni ve la satisfacción en sus ojos. Sabe cuán abundante ha sido y sospecha que se ha colado directamente en su garganta. No se equivoca, es la primera dosis del tratamiento que habré de tomar. Cuando tiene la seguridad de que ya ha terminado de eyacular, lo deja salir entre sus labios. Jimin le mira con severidad, quiere que abra la boca para ver que está vacía, un deseó fácil de complacer.
―Oye, ¿qué querías decir con eso de que eres un poco virgen? —pregunta con curiosidad de regreso.
Ella sonrió mientras buscaba las palabras adecuadas.
―Digamos que hay una cosita que reservo para alguien especial.
Jimin no dice nada, pero esboza de inmediato una sonrisa maliciosa.
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