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°•.༄⟶ .·DIEZ
20 de diciembre de 1997
Las Vegas, Nevada
La habitación de Camille era un lugar sagrado para ella. Crecer con cuatro hermanos mayores le había enseñado que tenía que protegerse de las personas y había entendido que la privacidad era realmente un privilegio que tenía que aprender a gozar, por eso, siempre que podía estar en su habitación disfrutando de lo que más le gustaba hacer sin ser molestada por algún miembro de su familia, lo haría sin pensarlo dos veces.
Y es que el problema es que sus hermanos mayores no conocían lo que era la privacidad.
En cientos de ocasiones ellos habían entrado sin tocar la puerta, ignorando el hecho de que Camille se encontraba en bata, en rompa interior o muchas veces cantando a todo pulmón frente al espejo e imaginaba ser la sexta integrante de las Spice Girls.
Pero ese día, la residencia Rodríguez se encontraba en un silencio agradable hasta para las mascotas del hogar.
Camille terminó de pintar sus labios de rojo y camino hasta su armario para tomar el vestido que se encuentra dentro de una bolsa de tintorería. Noto que su mano temblaba y la sostuvo con su otra mano.
—Camille, relájate —se ordenó a ella misma—. Solo iras al tonto baile de navidad con Spencer, solo eso —susurró.
Miro su reloj en su muñeca y apretó su quijada.
—Quizá el avión se demoró y por eso no ha llegado —musitó.
El baile iniciaba en cuarenta minutos y su mejor amigo aún no llegaba. Se vistió pensando hasta lo que no debió, pensó en que quizá el avión no había podido despegar, o tal vez había explotado al momento de aterrizar y por eso Spencer no llegaba.
Se sentó en su cama mirándose en el espejo de cuerpo completo que tiene frente a esta y pasó sus manos por el vestido, suspirando algo nerviosa.
Faltaban veinticinco minutos para que el baile iniciará y lo que más le preocupaba es que ella debía de estar a tiempo puesto que era organizadora del baile. Ignoró que el teléfono que se encuentra conectado en su habitación se encontraba timbrando, debían de ser sus compañeros de la secundaría preguntándole donde se encuentra.
—¡Camille! —le llamó su madre desde abajo—. ¡Camille tenemos que irnos ya!
Dejo caer todo su cuerpo en la cama y tuvo que aguantar sus ganas de esconder su rostro entre sus almohadas, puesto que había durado mucho tiempo maquillándose como para arruinarlo.
—¡Ya voy! —exclamó con molestia.
Se coloco sus zapatillas con tacón y tomó su abrigo negro ya que el invierno esta a nada de empezar. Lo puso en su antebrazo y tomo su pequeña bolsa en la cual hay un labial, su celular y dinero. Salió de su habitación dando un fuerte portazo e ignoro a Raúl, quien tiene un sándwich de mantequilla de maní en su boca y luce asombrado viendo a su hermanita.
—¿Qué me ves imbécil? —preguntó con rudeza.
Comenzó a bajar las escaleras y cerro sus ojos algo decepcionada de que en realidad Spencer no se encontraba ahí. Lo que más le molestaba es que el debía haber llegado desde la mañana, puesto que iban a pasar el día juntos y Spencer había prometido estar con ella para decirle que vestido utilizar.
En cambio, fue Joshua quien se encargo de elegir el vestido que Camille utilizaría y no había sido para nada divertido tener que soportar a Alejandro diciéndole que tono de sombras se veían mejor con su vestido.
Se escucho un silbido al llegar al recibidor y miro a su hermano Joshua con una cámara en sus manos.
—Ese vestido esta muy corto muchachita —señalo cruzándose de brazos.
Camille bajo su mirada viendo su vestido y luego vio a su hermano.
—Jennifer Aniston utilizo uno igual en Imagen Perfecta y dijiste que era un vestido hermoso —le reclamó.
—Sí, en Jennifer Aniston es hermoso —aclaró.
—Oh cierra la boca, Joshua —gruño bajando las escaleras.
—¡Camille! Oh Dios, te ves bellísima —aseguró su madre cubriendo su boca al ver a su hija luciendo tan arreglada—. Mírate, el vestido está hermoso —susurró.
—La tía Anne si que hace un gran trabajo —murmuró con una mueca—. Cómo sea, ¿me prestan las llaves del carro? —preguntó con poco humor.
—¡Pero no hemos tomado fotos! —se alarmó su madre.
—En mi graduación podrás hacerlo —aseguró—. Es solo un tonto y estúpido baile —susurró dejando caer su abrigo.
—Hace unos días dijiste que sería el mejor y más espectacular baile que la secundaría alguna vez realice —habló alguien a su espalda—. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
Camille se giro sobre sus talones y sus ojos se abrieron con emoción al ver a Spencer vistiendo un traje y un moño algo chueco. Soltó un grito realmente agudo que provoco que sus padres cubrieran sus oídos y Joshua fue capaz de tomar foto del momento en el que Camille se lanzaba a los brazos de Spencer.
—¡ESTÁS AQUÍ! —grito abrazándolo con fuerza, mientras Spencer suelta un par de risas divertidas—. ¡ESTÁS AQUÍ! ¡ESTÁS AQUÍ! —repitió una y otra vez—. ¡Se va arruinar mi maquillaje!
Se separo de él limpiando las lágrimas que aún no salen de sus ojos y Spencer comenzó a reír con algo de timidez.
—Lo siento, lo siento —repitió varias veces Spencer—. La nieve en Boston retraso todos los vuelos, pero estoy aquí, a tiempo para ese estúpido baile —dijo imitando el mismo tono de voz que Camille había usado.
Se volvieron a abrazar y Spencer escondió su cabeza en el cuello de Camille, cerrando sus ojos al sentirse tan seguro junto con su mejor amiga.
Noé tomo la cintura de su esposa, Margaret, quien con una sonrisa apoyo su mano en el pecho del hombre, para recargar su cabeza en su hombro.
Se escuchó un sollozó y la mirada de todos se desvió para ver a Raúl, quien se encuentra sentado al pie de las escaleras, limpiando sus lágrimas con su emparedado. Spencer y Camille se separaron para ver quien era la persona que lloraba.
—Adoro los reencuentros —confesó Raúl, para después darle una mordida a su sándwich.
—Oh, dios, eres desagradable —murmuró Joshua con asco.
—Bien, ahora, ¿podemos tomar las fotos por favor? —suplicó Margaret.
—Sí, pero rápido que se hace tarde para el estúpido baile —dijo Camille con emoción.
Spencer pasó su mano por la cintura de Camille y la joven recargo su cabeza en el hombro de Spencer, mostrando una gran sonrisa. Joshua les hizo reír al imitar las posiciones que toma un fotógrafo (siendo realmente exagerado) y una vez listos, Noé mostró las llaves del carro.
Camille estiro su mano emocionada, sin embargo, estas fueron a dar a Spencer, quien miro a su amiga con diversión.
—Pero...
—Spencer entiende lo que una luz roja significa, tu no —le dijo su padre tomándola de sus hombros—. Te ves bellísima, diviértanse —beso su frente provocando que Camille cerrará sus ojos y sonriera.
—No llegaremos tarde —aseguró Spencer.
—Llegaremos a la hora del desayuno —anunció Camille tomando del brazo de Spencer y saliendo con prisa de la casa.
Al salir de la casa, Camille se giro sobre sus talones para ver a Spencer. Se escuchó el silbido del aire anunciando una ventisca de aire frío y ambos sonrieron al mismo tiempo.
—Creí que no vendrías —confesó Camille algo apenada.
—Prometí que lo haría —le recordó Spencer—. No voy a romper mis promesas —aseguró sonriendo.
—Más te vale —le advirtió Camille tomando su mano, caminaron juntos al carro aparcado en la calle—. Romperé tu brazo si alguna vez rompes una promesa —dijo de manera divertida.
—Bien, pero si tú rompes una promesa yo te cortaré el cabello —dijo de la misma manera.
—¡Me parece bien!
Spencer abrió la puerta Camille, quien le agradeció con una gran sonrisa y se apresuró para subir al carro.
—¿No estas nervioso? —preguntó Camille a Spencer.
—¿De estar en un salón rodeado de personas? ¡Pff! Para nada —mintió con voz aguda, provocando que Camille comenzará a reír.
—Hey, no me separaré de ti nunca —dijo tomando su mano.
—¿Y si quiero ir al baño?
—¡Oh Spencer!
Ambos comenzaron a reír y tras prender el carro, manejo a la secundaria pública donde algún tiempo atrás, Spencer se graduó.
...
Camille observo con una sonrisa el gimnasio que ella y sus compañeros habían arreglado. Los alumnos de la secundaria parecían estar encantados y todos estaban dispuestos a pasar una buena noche.
—¿En la Universidad hay eso? —preguntó con una sonrisa Camille.
—Uh... no, pero siempre hay fiestas con mucho alcohol a las cuales obviamente no voy —le recordó con media sonrisa.
—Estoy seguro de que lo qué pasa en esas fiestas es como en una de las comunes fiestas que hacen los Rodríguez —bromeó Camille con una sonrisa.
—No tengo pruebas, pero estoy seguro que sí —afirmó Spencer.
—¡Camille! —le llamaron.
Ladeo su rostro con una mueca al ver a un chico caminar en su dirección. Spencer se aferro a la mano de Camille al reconocerlo y la chica sostuvo firmemente su mano con la de su amigo.
—Adam —lo nombro con frialdad.
Quizá Camille no tenía memoria eidética como Spencer, pero no la necesitaba para recordar a Adam, aquel niño que solía molestar a Spencer cuando estaban en el kínder juntos. Claro que Adam había crecido dejando de ser aquel niño que quitaba sándwiches y se había convertido en el chico inteligente del salón, sin embargo, Camille aun sabía que su pasatiempo favorito era molestar a aquellos que no podían ser llamados populares.
Y aunque Camille odiara que etiquetaran a las personas como si de productos en un supermercado se tratasen, ella misma tenía la etiqueta de ser realmente popular, puesto que nadie podía con ella y defendía aquellos que no podían hacerlos por si solo. Era algo así como un antihéroe, o al menos, es como le dice Spencer.
—¿Spencer? Oh por dios, ¿qué haces aquí? —preguntó con fingida sonrisa.
—Es mi cita —respondió Camille fulminándolo con la mirada—. ¿Se te ofrece algo?
—En realidad, quería bailar contigo —confesó enderezándose—. Te ves guapísima, y... woo, en serio te ves bellísima —repitió mirándola de arriba abajo.
—Camille no tiene que utilizar un vestido corto para que te des cuenta que es bellísima —hablo por primera vez Spencer, luciendo molesto ante la actitud de Adam—. Ahora si nos permites, tenemos que bailar, ella y yo —aclaró.
Era poco decir que Camille se encontraba sorprendida. Usualmente (la mayor parte del tiempo) se trataba de Camille defendiendo a Spencer y el permaneciendo en silencio, y en realidad, estaba bien, ambos funcionaban así; sin embargo, no había que mentir con el hecho de que Camille se encontraba orgullosa por la manera en la que Spencer le había hablado a Adam.
—No puedo creer que le hayas dicho eso —admitió Camille llegando al centro de la pista.
Tomados de la mano, intentaron bailar de la misma forma que el resto de los estudiantes.
—¿Estuvo bien? —preguntó algo tímido.
—¡Estuvo increíble! —admitió Camille—. Lo que le dijiste...
—Es solo que me desespera realmente demasiado que la mayoría de los hombres vean a las mujeres como si del último pedazo de carne en la tierra se tratará —confesó rodando los ojos—. Y... la actitud de Adam es odiosa —musitó.
—Fundemos un club de odiamos a Adam —propuso Camille algo divertida.
El sonido de la música se elevó, ambos fruncieron el ceño al ver que no podían hablar y en un grito, la mayoría de los estudiantes se levanto de sus sillas y se fue a la pista de baile. Camille y Spencer miraron a su alrededor y al mismo tiempo, sujetaron sus manos para salir de ahí y dirigieres a una mesa.
—Entonces... ¿qué se hace en un baile? —murmuró Spencer achinando sus ojos—. Aparte de bailar como gusano...
Camille soltó una carcajada ante el comentario que soltó su mejor amigo, negó con su cabeza sin saber exactamente que responder y apoyo su codo en la mesa.
—Tengo una mejor idea —confesó Camille, ganándose la mirada de Spencer—. El McDonald's que se encuentra en el centro esta abierto las 24 horas, ¿qué opinas?
...
Spencer aparcó el carro a la entrada del desierto. Camille estiro su brazo para descubrir el techo corredizo del carro y subió por ahí hasta estar en el techo. Spencer le paso las bolsas con la comida de McDonald's y subió tras tener todo arriba.
Ambos se abrigaron un poco y dejaron que sus piernas colgaran al interior del vehículo por el corredizo.
—Es mejor que el baile, debo admitir —murmuró Spencer sacando su hamburguesa—. ¿Sabias que las hamburguesas de McDonald's...?
—No —le interrumpió Camille—. Spencer, por tu culpa ya no como tocino, si sigues así seré vegana y si me hago vegana entonces no podré comer tamales —dijo haciendo un puchero.
—Solo te iba a decir que las hamburguesas de McDonald's no son tan buenas como las de Carl's Jr —murmuró con el ceño fruncido, provocando que Camille comenzará a reír.
—Bueno, en eso tienes razón —afirmó con una sonrisa—. Brindemos —propuso tomando su refresco—. Por más escapadas al desierto —ambos chocaron sus vasos mientras compartían una mirada.
—Por más escapadas al desierto —dijo Spencer sonriendo.
—¿Me vas a decir cómo te va en la Universidad? —preguntó con una sonrisa.
—Bien, en realidad... estoy por iniciar un doctorado en ingeniería —confesó frunciendo un poco el ceño y ladeando una mueca.
—¿¡QUÉ?!
Spencer mordió su hamburguesa de manera inocente.
—¿Cuándo planeabas decírmelo? —le cuestionó cruzándose de brazos.
—Cuando te viera —dijo con obviedad—. Te lo quería decir hoy en cuanto llegará, pero... ya sabes, este día no salió como lo planeábamos —murmuró.
—Dios, Spencer, estoy realmente orgullosa de ti —susurró Camille dejando de lado su hamburguesa y tomando la mano de Spencer, a quien las mejillas se le pusieron algo coloradas—. Tienes 18 años y estar por iniciar tu tercer doctorado. ¡Tercer doctorado!
—No es la gran cosa, solo... iniciaré mi tercer doctorado.
—¡Es la gran cosa! Spencer, he leído que el gobierno siempre quiere a los niños genios y recuérdalo, nosotros odiamos al gobierno —murmuró frunciendo el ceño.
—No entiendo tu odio al gobierno —confesó Spencer.
—Todas las instituciones de gobiernos se rigen bajo un sistema patriarcal, y abajo el patriarcado, duh —rodó los ojos haciendo que Spencer sonriera.
—Tiene sentido ahora —musitó sonriendo—. Hace unas semanas agentes del FBI fueron a dar una conferencia a la universidad.
Camille cubrió sus orejas provocando que Spencer comenzará a reír.
—¡Camille!
Descubrió sus orejas y sonrió un poco—. Perdón, perdón —se disculpó—. Cuéntamelo todo —pidió apoyando sus codos en sus rodillas y mirándolo con una gran sonrisa.
—Define todo, por que recuerdo todo lo que nos dijeron.
Camille ladeo una mueca—. Bien, dime los temas que trataron y los subtemas —aclaró—. No necesito que me cites nada ni a nadie —agregó.
—Bueno, nos hablaron del FBI; que hace, para que funciona, sus diversos departamentos y, en realidad, el que más me pareció interesante fue la Unidad de Análisis de Conducta —admitió.
—Eh escuchado hablar de ellos...
—Claro que has escuchado de ellos, son los que investigan a los criminales. Ellos proporcionan información sobre el comportamiento del individuo basado en investigación y/o apoyo operacional, mediante la aplicación de la experiencia, la investigación y la formación a la complejidad.
—Suena interesante —confesó Camille.
—Suena muy interesante —aclaró Spencer apoyando su mano en el techo del carro para girarse un poco y ver de frente a frente a Camille—. El Análisis de investigación criminal es un proceso de revisión de los crímenes, tanto desde el comportamiento y perspectivas de investigación. Se trata de evaluar, y revisar todos los actos y hechos que ha cometido el criminal, es... interpretar su comportamiento y la forma en la que interactuó con las victimas.
—Woo, Spence, realmente te atrae eso, ¿no? —asintió con su cabeza y parpadeó varias veces.
—Pensé en aplicar para la escuela del FBI en Quántico en cuanto termine mi doctorado...
—¡Hazlo! ¡Hazlo! —le animó picoteándole las costillas—. ¡Hazlo! Serás el mejor Agente del FBI, lo sé, yo lo sé —aseguró abriendo mucho sus ojos y provocando que Spencer comenzará a reír.
—Pero... eso implicaría menos tiempo para podernos ver y, tendremos poco tiempo juntos —murmuró.
Camille ladeo una mueca y alzó su mirada viendo el cielo estrellado—. Mientras exista un cielo que ver, tú y yo siempre estaremos juntos, Spencer —susurró.
Una sonrisa tierna se formó en los labios de Spencer, que asintió lentamente con su cabeza—. Siempre estaremos juntos, Camille.
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Actualidad.
Casa de Camille Rodríguez.
La noche había caído en la ciudad de Las Vegas y aunque todo seguía funcionando como si en verdad no hubiese un criminal asesinando mujeres, para Spencer esa noche era realmente significante.
Camille llevaba tres días desaparecida.
Observo una vez más la fotografía donde ambos se encontraban arreglados para ir al baile de invierno y cerro sus ojos recordando todo de aquella noche. Pego el marco a su pecho y se abrazo de aquel recuerdo, viviendo en su memoria una y otra vez, todas las risas y miradas que habían compartido.
El baile había sido un asco, pero la noche había sido espectacular.
Aun recordaba como habían llegado a las cinco de la mañana a la casa de los Rodríguez, dónde Noé y Margaret les esperaban dormidos en el sillón de la sala. Habían tenido que subir los escalones a puntitas y se habían metido debajo de las sábanas para fingir estar dormidos cuando solo estaban riendo.
Esa noche, Camille le había confesado a Spencer su sueño de convertirse en maquillista. Le había hablado de como planeaba tener su propio salón de belleza y como esperaba poder graduarse con la especialidad de dermatología para poder tener su propia línea de belleza que sea buena para la piel y para el medio ambiente.
Camille, había nombrado ese día como La Noche de los Sueños, por que ambos habían compartido lo que más anhelaban en su vida, y aunque tenían metas muy diferentes, ambos compartían el mismo pensamiento: cualquier camino que tomarán, querían estar juntos.
—¿Tío Spence?
Spencer limpió sus lágrimas y se giro sobre sus talones para ver a un niño no mayor a cuatro años. Su piel es trigueña, tiene grandes ojos olivo y sus mejillas tienen un ligero color rosa.
—Hey, Noah, ¿qué haces aquí amigo? —preguntó inclinándose.
Noah, corrió hacía Spencer quien lo cargo dándole un fuerte abrazo.
—Mami y papi vienen aquí —señaló a la puerta.
Alzó su mirada para ver como Joshua entraba acompañado de una mujer de piel blanca, cabello castaño y ojos olivo.
Spencer podía asegurar que conocía a Joshua de casi toda su vida y nunca antes lo había visto lucir así.
Su mirada luce cansada, sus ojos se ven hinchados, tiene grandes ojeras que indican que no ha dormido y aunque parece que se encuentra aliviado de ver a Spencer, no puede formular alguna sonrisa en su rostro.
—Hey Spencie —le saludó.
Se acercó a él para darle un corto abrazo y despeinó su cabello.
—Hola Josh, hola Gina —saludó a la mujer, quien ondeo su mano en señal de saludó.
—Hey, ¿por qué no vamos a buscar al gato botas? —preguntó Gina a su hijo, para que Spencer y Joshua pudiesen hablar a solas.
—Bueno —el niño alzó los hombros viendo a Spencer, quien lo bajo al suelo—. Tío Spencie, ¿tía Millie no está contigo? —preguntó algo confundido.
—Uh... no —negó con su cabeza y ladeo una mueca—. Ella vendrá más tarde —aseguró.
—¿Cuándo es más tarde? —preguntó una vez más.
—Me temo que no lo sé, Noah —confesó Spencer.
—Hum... bien —dijo sin estar conforme con la respuesta. Tomó la mano de su mamá, y ambos salieron de la sala para dirigirse al jardín.
—¿Saben algo? —preguntó Josh.
—No aún —respondió tomando asiento.
—¿Tienes una idea de quien pudo hacerlo? —interrogó una vez más Joshua, luciendo desesperado—. Por favor, por favor Spencer, dime que encontraran a mi hermanita —pidió, mientras sus ojos comenzaban a cristalizarse—. Por favor, dime que... dime que —tomó aire un par de veces y limpió sus lágrimas que recorrían sus mejillas—. Solo dime que la encontraran.
—Lo haremos —respondió en un suspiró—. Lo haremos, Joshua, no me importa si es lo último que haga, encontraremos a Camille —aseguró—. Daré con ese hijo de perra y si tengo que matarlo yo mismo lo haré, pero Camille regresará con nosotros.
Y aunque en realidad Spencer no podía tener ni las mínima idea de quien había sido que tenía a Camille, lo único que podía hacer era aferrarse a la idea que la encontrarían, así sea lo último que él tenga que hacer.
Nota de autora:
¡Capítulo largo siksi!
¿Se dan cuenta que cuando son tipo flashback el cap suele ser "largo"? No me juzguen, escribir de old Camille y Spencer es algo que me gustan <3
Espero les haya gustado, nos leemos pronto beibis.
Lots of love, Cici x
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