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°•.༄⟶ .·SIETE
20 de agosto de 1994
Las Vegas, Nevada.
Cuando Spencer había sido aceptado por el Instituto Tecnológico de Massachussets una parte de él se había alegrado muchísimo. ¡Tenía trece años y estaba por ingresar a una de las mejores universidades en el mundo! Era algo irreal, un sueño hecho realidad.
Estaba seguro, que si seguía así, para la edad de veinticinco años podría encontrar la cura para la esquizofrenia.
Pero, lo que realmente le preocupaba, era no verla. No ver a Camille sería algo realmente difícil por que ella era su única y mejor amiga.
La vio con una pequeña sonrisa y pudo ver como movía su pie izquierdo dando círculos en el piso. La vio como si fuera la última vez que la vería aunque sabía que estaba exagerando, por que el hecho de que se fuera a la universidad no impediría que siguieran siendo amigos.
Sonrió un poco al verla tan linda con su vestido de tirantes color amarillo que tiene flores de diversos colores y dio un paso al frente, quedando un poco más cerca de ella. El olor a chocolate se hizo presente y sus ojos se cristalizaron al ver como comenzaba a soltar pequeñas lágrimas.
—Millie —susurró.
El ruido que había en el interior del aeropuerto y los anuncios de las llegadas, se vieron silenciados para Spencer cuando Camille se colgó al cuello de Spencer aferrándose a él, mientras suelta pequeños sollozos sobre su cuello.
Todos sabían que Spencer no era una persona que mostraba muchos afectos cariñosos. En realidad, no le gustaba la cercanía de otras personas y muy rara vez permitía que le estrecharon la mano o le dieran un abrazo.
Pero cuando se trataba de Camille, nada de eso importaba por que ella era la única persona capaz de tomar su mano, abrazarlo y besarle la mejilla, todo al mismo tiempo, sin incomodarse.
—Te voy a extrañar, Spencie —susurró aun abrazada de él.
—Yo también te extrañare, Millie —aseguró pestañeando varias veces, sintiendo sus ojos soltar pequeñas lágrimas.
Pudo ver frente a él, a los padres de Camille acompañados de su madre, mirar enternecidos aquella escena.
Al separarse, Spencer limpio las lágrimas de Camille con sus pulgares y le dedicó una pequeña sonrisa ladeada.
—¿Prometes que hablaremos antes de dormir? —preguntó en voz baja.
Spencer asintió—. Lo prometo —aseguró.
—Y, y, ¿prometes que nunca te olvidaras de mi?
Spencer frunció esta vez el ceño—. Camille, tengo memoria eidética, ni aunque quisiera olvidarme de ti podría hacerlo —la niña soltó una pequeña risita.
—Bien, por que aunque yo sea una simple mortal, nunca me olvidaré de ti —aseguró tomando su mano—. Y, para prometer que aunque estemos a... ¿a cuantas millas de distancia estaremos? —preguntó en un susurró.
—Dos mil setecientas doce millas —dijo por ella.
—Ajá, aunque estemos a dos mil setecientas doce millas, siempre, siempre, siempre —recalco abriendo sus brazos—, serás mi mejor amigo.
Camille sacó del bolsillo de su vestido un anillo de plata y lo tendió a Spencer apretando sus labios.
—Ahora cerraremos el trato con anillos.
Sacó otro de su bolsillo y Camille se giró para ver a los adultos.
—¿Nos pueden dar privacidad? Vamos a contraer matrimonio —pidió haciendo ademanes de mano que resultaron bastante divertidos para los adultos.
—Uy, lo siento cariño —dijo su padre girándose sobre sus talones.
Una vez que obtuvieron privacidad, Spencer observó el anillo que tenía en sus manos. Su nombre se encuentra tallado en fina letra cursiva.
—Este anillo dice mi nombre —mostró a Camille—, sin embargo, quiero que tu lo tengas y así prometeremos que aunque estemos realmente lejos, seremos fiel a nuestra amistad.
Spencer sonrió y tomó la mano derecha de Camille—. Prometo ser siempre fiel a nuestra amistad, sin importar la distancia o zona horaria —dijo colocando su anillo en el dedo anular de Camille.
Esta vez, Camille tomó la mano de derecha de Spencer—. Prometo ser siempre fiel a nuestra amistad, sin importar la distancia o zona horaria —susurró con pequeñas lágrimas en su ojos.
Se abrazaron una vez más y Camille beso su mejilla con ternura.
Desde que tenían cinco años siempre habían sido ellos dos. En todo momento, en cada lugar, solo Spencer y Camille, y ahora, ocho años después, Camille estaba sintiendo que le estaban quitando a su otra mitad.
—Spencer, el avión sale exactamente en una hora —le informó su madre.
—Bien —murmuró separándose de Camille—, es solo un hasta pronto —aseguró.
—Sí, un hasta pronto —repitió con una sonrisa—. Spencer, tienes prohibido tener novia —le advirtió, provocando que los adultos comenzaron a reír.
—¡Hey! ¡Pequeño Spencie!
Se avistó una pequeña sonrisa en los labios de Spencer al ver a tres grandes chicos de piel morena clara correr hacia él. Realmente ellos parecían el tipo de personas que le molestaban en la secundaria, sin embargo, los hermanos Rodríguez habían sido quienes se aseguraban de hacer sufrir a los que molestaban a Spencer y de protegerlo cuando Camille no estaba presente.
Los tres lo abrazaron y lo levantaron del piso dándole besos por el rostro, provocando que soltara pequeñas risas tímidas.
—¡Nos veremos pronto, amigo! —aseguró el mayor de los tres.
—Así será, Alejandro —respondió con una pequeña sonrisa.
—Si ves a una chica linda, no dudes en darle mi numero —agregó el de cabello negro oscuro y ojos verdes.
—¡Raúl! —le reprimió su hermano.
—Y no entres a las fraternidades, puro idiota está en esas cosas —concluyó el menor de los tres—. Mira a Alejandro, gran idiota que es...
—Muy gracioso, Josh, muy gracioso —masculló Alejandro, provocando que Spencer y Camille soltarán risitas.
—Bueno, nos vemos pronto —aseguró mostrando una tímida sonrisa.
—Ve con cuidado, Spencie —le dijo Raúl tomando los hombros de su hermanita.
Spencer se despidió de Margaret y Noé Rodríguez con un fugaz abrazo. Muchas veces, habían sido ellos los que habían ayudado del pequeño cuando su madre no podía hacerlo debido a su enfermedad que cada vez avanzaba más rápido y Spencer sabía que ellos dos eran familia. Tomó su equipaje de mano y comenzó a caminar en direcciones a las escaleras eléctricas.
Se giró para poder ver a la familia Rodríguez y sus ojos se cristalizaron al ver como Camille se abrazaba de Raúl mientras soltaba pequeñas lágrimas.
De igual forma, Spencer sabía que pasarían la fiestas navideñas juntos y estaba consciente en que no se alejaría de los Rodríguez, por que como Alejandro lo había dicho, él era un matriculado más de la MIT y sabía que Camille derramará mil lágrimas con tal de que la dejaran visitar a Spencer.
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Actualidad,
Jet Privado del equipo de la UAC.
"La ausencia de quien amamos es peor que la muerte y frustra la esperanza de forma más severa que la desesperanza."
—William Cowper.
No era normal ver al doctor Spencer Reid en silencio. Las pocas veces que se había permanecido sin compartir palabra alguna con el resto del equipo habían sido cuando tenía su problema de drogas, o se sentía realmente mal, y aún así, Spencer fingía que no tenía nada para no preocuparles.
Pero esta vez, no podía fingirlo. No cuando la persona que más ama se encuentra desaparecida.
La mirada de Rossi se posó en las manos de Spencer, viendo el anillo que da vueltas sobre su dedo anular de la mano derecha. Desde que Rossi lo conocía, había notado como Spencer siempre acariciaba ese anillo al momento de pensar. Como si fuese alguna fuente de inteligencia; sin embargo, solo Penelope comprendía que en realidad, ese anillo había sido un regalo por parte de Camille cuando tan solo tenía trece años.
Hace tan solo un día había hablado con ella y sentía que habían pasado años.
—Reid —le llamarón, sin embargo, no fue capaz de escucharlo—. Reid —volvió a hablar Hotch—. Spencer —dijo esta vez con un tono de voz más fuerte.
Los ojos avellana de Spencer dejaron de ver el nombre de Camille marcado en el anillo y miró a Hotch ligeramente perdido.
—Perdón —susurró.
—Hijo, ¿estás seguro de querer hacer esto? —preguntó David inclinándose un poco sobre el asiento.
La mirada de todos se posó en Spencer, quien permanecía realmente serio.
—No puedo —susurró formando un pequeño puchero e inclinando su cabeza—. Quiero pensar, pero realmente no puedo —confesó—. Soy una de las personas más inteligentes pero mi cerebro no puede pensar por más de cuatro segundos, lo que me hace la persona más tonta en este momento —musito, sin poder mirar a ninguno de sus compañeros—. Por favor ayúdenme —suplico.
Sus ojos se cristalizaron y apretó sus labios para impedir un sollozo.
—Ayúdenme a salvarla.
—Lo haremos —respondió Emily tomando la mano de Spencer—. La salvaremos Spencer, te lo prometo.
—Estarás presente en todo momento con nosotros —le dijo Hotch—. Pero así mismo, también necesitamos que estés con los Rodriguez —el asintió con su cabeza y Hotch se inclinó un poco—. Se que es difícil Spence —susurró, como si quisiera que solo el lo escuchara—. Pero también se que eres fuerte para ayudarnos a trabajar en esto y poder dar con Camille.
—Penélope —hablo Hotch sin dejar de mirar a Spencer, que acomodo un poco su camisa para ver a la computadora.
—Ah, sí... les decía —comentó sin hacer algún comentario fuera de lugar—. Estos han sido los siguientes puntos donde el UnSub ha dejado el cuerpo de las víctimas —un mapa apareció en la pantalla con cuatro puntos marcados—. Primero en Fort Stockton, Texas; seguido de Lordsburg, en Nuevo México; hizo una parada en Eloy, Arizona y el cuarto cuerpo fue encontrado en Goodsprings, Nevada —concluyó carraspeando.
—Hay algo que no entiendo —dijo JJ mirando su tablet—. La primera víctima fue secuestrada en San Antonio, la segunda en El Paso, la tercera en Tucson y la cuarta en Phoenix; sin embargo, no se deshacía de las mujeres hasta llegar al otro destino y tener ya a una chica secuestrada —señaló—. La última víctima, Vanessa, era de Phoenix —leyó con el ceño fruncido—, siguiendo su victimología debió dejarla antes de llegar a Las Vegas; sin embargo, primero dejó a Vanessa en Goodsprings, y fue entonces cuando regreso a Las Vegas —susurró.
Spencer comenzó a hiperventilar de tan solo imaginar el momento en el cual Camille había sido secuestrada.
JJ dejó de hablar al ver como Spencer apoyaba sus codos en la mesa del jet, mientras su pecho subía y bajaba con rapidez. Se escuchó un sollozo doloso salir de sus labios y Emily comenzó a intentar que Spencer recuperará su respiración.
—Spencer, escucha mi voz —pidió con tranquilidad.
Negó con su cabeza y sollozó con más fuerza. Aferrando sus manos a la mesa.
—¡No entiendo! —exclamó dando un fuerte golpe a la mesa.
Subió sus piernas al asiento para abrazarse de sus rodillas y escondió su rostro sintiendo miedo.
Penélope se silencio debido a que se encontraba derramando pequeñas lágrimas y Derek inclinó su cabeza apretando su mandíbula.
—Spencer —habló Hotch con voz queda—, te prometo que encontraremos a Camille —aseguró cruzándose de brazos.
Emily acarició su brazo y ladeo una mueca entendiendo el motivo del sufrimiento de Spencer.
—No lo entienden —susurró—. Debía estar ahí —señaló el mapa—. ¡Debía estar con ella en Las Vegas! Le prometí que iría y... s-si yo... si yo hubiese estado ahí —murmuró.
—Spencer, esto no es tu culpa —le hizo saber Rossi—. El UnSub cambió su victimología —señaló—. El ni siquiera debió haber secuestrado a Camille y sin embargo, lo hizo, ella no era su objetivo —murmuró, deseando tener razón en eso.
—¿Y por que la tiene entonces? ¡¿Por qué!? —exclamó con desesperación.
—Eso es lo que tenemos que averiguar —señaló Derek—. Hermano, tu lo has dicho, nadie aquí conoce mejor a Camille de lo que tu lo haces —susurró sin poder decirlo.
—El UnSub vio algo en Camille que no tenían las otras cuatro chicas —reconoció JJ.
Spencer frotó sus ojos jadeando adolorido.
Si tan solo ellos vieran a Camille de la forma en la que él la veía entenderían que Camille tenía muchas cosas que las demás personas no. Ella podía ser tan tierna, adorable y sensible; y sin embargo, podía ser tan fuerte, desagradable y peligrosa.
Ella era... impredecible. Ni siquiera Spencer, que la conocía desde hace veintiséis años podía saber cuál sería el siguiente movimiento de Camille, por qué simplemente locas ideas llegaban a su mente en los momentos menos esperados.
—Lo siento —se disculpó cubriendo su rostro con sus manos.
—Esta bien, Spencer —aseguró Hotch—, se como te sientes y es frustrante —comentó con tranquilidad—. Pero debes saber, que si aún no tenemos pistas eventualmente las encontraremos y te necesitamos.
Spencer asintió con su cabeza lentamente y bajo sus piernas del asiento para ver por la computadora.
—Penélope, puedes mandarme el mapa, por favor —pidió con algo de nervios.
—Claro, cariño —respondió casi sin aliento—. Listo, Spencer —susurró.
Spencer amplió el mapa en su tablet y llevó una mano a sus labios viendo la línea roja y los cuatro puntos donde habían sido encontrados los cuerpos de las mujeres. Estaba intentando hacer un gran esfuerzo por concentrarse, pero lo único en lo que era capaz de pensar, era en Camille.
—Bien, llegando a Las Vegas quiero que Rossi y JJ vayan con el forense. Emily y Derek irán a la escena y...
—No —susurró Spencer alzando su mirada—. Iré yo —murmuró—. Conozco cada movimiento de Camille, se incluso como saca las llaves de su bolsa —reconoció—. Por favor, sé cómo piensa Camille.
Hotch pareció pensarlo, hasta que acepto—: De acuerdo, Derek y Spencer irán a la escena donde Camille fue ultima vez vista. Emily y yo iremos a la estación de policías, nos reuniremos ahí.
Sin más que agregar, Spencer se paró de su asiento sin decir palabra alguna y caminó hasta el baño del jet, donde cerró con seguro y apoyó sus manos en el pequeño lavabo. Observo su mirada en el espejo y vio sus labios temblar.
Un pequeño puchero se formó en su rostro y cerró sus ojos con fuerza, permitiendo que las lágrimas que había retenido recorrieran sus mejillas.
Nota de autora:
RazaAA holAAA, yo lloró por spencer...
Que mamalona nota e
Terrific write tho
Y tomen awua <3
POR FAVOR <3
Lots of love, Cici x
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