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» 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐖𝐎

Todos observaron con sorpresa como Lancelot mantenía su pie en el pecho del rey de Camelot, dejándolo a su complata merced.

— No lo creo... — exclamó Gawain atónita.

— ¡¡Superó al rey Arturo en una pelea!! — exclamó Nasiens mirando al de ojos rojos.

— ¡¡Él le hizo eso a un tipo fuera de mi alcance y el de Tristan!! — le siguió Percival con un torbellino de emociones.

— Es natural, Percival... La habilidad de Lancelot está muy por encima de la mía... — habló Tristan mientras se sentaba con ayuda de su hermana, quien lo sostenía un poco. — Puede que no lo parezca, pero estábamos igualados hace seis años. Para ser honesto, es frustrante.

— Hace seis años... ¿Qué demonios le pasó? — cuestionó el castaño afligido.

— Lancelot desapareció del reino de Benwick hace seis años... — Odette comenzó a relatar, mirando a su pareja a lo lejos. — Pero, hace tres años, regresó sano y salvo como si nada, solo volvió. Sin embargo, obtuvo una nueva y aterradora fuerza y poder mágico, jamás hablaría de lo que pasó, ni siquiera conmigo, pero ahora su fuerza puede igualarse a la de los legendarios Siete Pecados Capitales.  — exclamó con una sonrisa.

— ¿Tienes ganas de usar un poco ese brazo derecho? — cuestionó el príncipe de Benwick al rey de Camelot, el hombre frunció el ceño y con su mano izquierda lo atacó con su espalda, siendo esquivando de un salto hacia atrás.

Después, se puso de pie. — El secreto de tu fuerza es la lectura de la mente, ¿correcto? — comenzó a insinuar el de cabellos naranjas, aunque no recibió respuesta alguna. — Tienes un gran sentido de batalla y velocidad de reacción, pero aún no llegas al nivel de Meliodas. A pesar de esto, fuiste capaz de bloquear mis ataques debido a que leíste mi mente antes de que yo atacara, ¿cierto?

— ¡¡Lancelot!! — Tristan lo llamó con fuerza, provocando qué Odette a su lado se cubriera su oído. — ¡¡Ahora es el momento para derrotar al rey Arturo!!

— Silencio, yo soy el que está peleando. — lo mandó a callar antes de ver la espada del príncipe a sus pies, la pateó e impulso hacia arriba hasta tenerla en sus manos. — Voy a tomar prestada una espada, ¿está bien? — devolvió su mirada a Pendragon, quien se acercaba velozmente hacia el y después apuntó hacia el de ojos violetas con la espada. — Camino iluminado.

— En serio que me encanta ese ataque. — confesó la pelirroja a su hermano mientras el de ojos bicolor la protegía del impulso que expulsó el ataque de Lancelot.

— Arturo...

La espada de su hermano se rompió, tal como en el bosque torcido.

— Tienes un gran talento. — la voz del rey de Camelot se escuchó a espaldas del muchacho de Benwick. — Pero aún te falta la fuerza para derrotarme.

Una mano mágica golpeó y envío a Lancelot hacia el cielo fuertemente, después esa misma mano lo envió devuelta a la tierra.

Odette se impulsó con sus alas para atrapar a su novio y ambos se arrastraron con los pies en el suelo unos metros hacia atrás de Tristan por la fuerza del golpe.

— ¡Tonta! ¡Quedate con Tristan y fuera de peligro! — exclamó el rubio preocupado por su chica, quien lo abrazaba por la espalda y detenía el impulso con sus pies.

— ¡De nada, cariño, es un placer ayudarte! — la chica le mostró la lengua molesta.

El de ojos carmín bufó y sonrió un poco. — Gracias, dulzura. — le dió un rápido beso en los labios antes de dejarla junto a su hermano nuevamente para luego acercarse a Arturo y Meliodas.

— Arturo, ¿no era tú brazo derecho una advertencia por tu propia ingenuidad y debilidad? — le recordó el rubio a su antiguo amigo, quien soltó una pequeña risa.

— ¿No dejarás pasar eso...? — de su brazo derecho se mostraron un montón de horroridades, monstruos y más monstruos en un solo sujeto. — El Caos está aquí para protegerme inconscientemente a mi, su portador. La muerte de su portador significaría perder el lugar al que pertenece, no tiene nada que ver con voluntad, es como una decisión sin voluntad... Por eso, ni siquiera él-- es decir, Lancelot pudo leer sus movimientos. — aclaró el rey.

— Sabía que debí haber separado al Caos de ti, sin importar lo que hubiera pasado. — exclamó el rey de Liones.

— Esto es real? ¡¿O una ilusión?! — cuestionó Percival asombrado y aterrado. — ¡¡¿O estamos soñando?!!

— Esto es tenebroso... — la de ojos turquesa de aferró al brazo de Tristan.

— Un truco interesante. — Lancelot apareció nuevamente cerca de Pendragon. — Así que por fin te estás tomando esto en serio.

— ¡Vaya, vaya! ¡Así que todavía estás vivo..! ¿Entiendes ahora? La diferencia entre nuestras habilidades. — el señor del Caos sonrió divertido.

— Bueno, dejame decirte que... — Lancelot dió unos pequeños saltos en su lugar. — No me entiendes en absoluto. — aseveró el más joven antes de darse media vuelta, quedando del lado contrario al que estaba y aumentando su poder mágico de una manera abominable.

— ¡¡La fuerza de su magia es increíble!! — exclamó Nasiens asombrado.

— ¡¿Lancelot no era zurdo?! — le siguió Percival de la misma forma que el de ojos miel.

— Si alguien puede vencerlo... ¡¡ES ÉL!! — vociferó Tristan.

Pronto, su pudo observar una figura en el cielo, era algún tipo de barco volador en el cual se encontraban los caballeros de Camelot.

— Su majestad... Ya ha jugado más que suficiente. ¡¡Por favor, regrese de inmediato!!

— ¿Has venido desde Camelot solo para sermonearme, sir Ironside? — cuestionó Arturo un poco divertido mientras al caballero.

— Si algo le ocurriera a su majestad, ¿qué sería de los que viven en las fronteras de Camelot? — cuestionó el padre de Percival.

— No es justo decir eso, ¿no aplica lo mismo para ti? Además, pensé que te había encomendado un par de misiones en particular, ¿no es así? — habló Pendragon de vuelta.

— Oh, ¿esas misiones? Si eso le preocupa, una ya está concreta, la otra sigue en pie.

— ¿Por qué no lo habías dicho? De acuerdo, volveré. — acepto el rey del Caos. Pero antes de hacer algo más, la mano de Lancelot atravesó su pecho.

— ¡¡PREPÁRENSE PARA VOLVER SIN DEMORA!!

— Señor Meliodas, nos volveremos a ver pronto. — todos vieron como el cuerpo de Arturo comenzaba a desaparecer. — Querida princesa Odette, pronto la veré en mi castillo... Hoy se obtuvieron mejores resultados a los esperados. Gracias a ti, mi conciencia ha cambiado mucho. — se dirigió a Lancelot. — Cuando supe de ustedes, Cinco Jinetes del Apocalipsis, pensé en ustedes como algo qué añadiria algo de emoción a mis aburridos días, pero aquí mismo y este momento, declaró la guerra... ¡¡Una guerra para dar caza a los Jinetes del Apocalipsis y a sus aliados para erradicarlos!!

Odette caminó por uno de los pasillos externos del castillo, mirando hacia el bosque con una intensa nostalgia el sus ojos.

Durante la tarde, pasó su tiempo curando las heridas de sus camaradas y amigos con ayuda de Hendrickson, quien se tomó la tarea de curarla principalmente a ella. También le pidió que descansará, pero la princesa se rehusó a hacerlo, por lo que compartieron una tarde llena de trabajo y cansancio.

Soltó un suave suspiro y pudo observar a su hermano entrenando en la parte baja del castillo, soltando maldiciones mientras refinaba sus movimientos con ambas espadas.

Desplazó su mirada a un costado y pudo ver a Chion y Jade, los saludó con la mano, sonriendo suavemente y ambos hicieron una reverencia con respeto antes de sonreírle amistosamente, cada uno a su manera, por supuesto.

Después, siguió caminando mientras miraba mantenía su mirada en el bello bosque a la lejanía, deseaba tanto poder conectarse un momento con el árbol sagrado para ver a su padre y conversar un poco con él, aunque las pocas veces que lo intentó, nunca funcionó.

Princesa. — Odette se detuvo y miró hacia atrás suyo, no vió a nada o nadie que pudiera llamarla por lo que solo se encogió de hombros y miró al frente, encontrándose con la figura del rey Arturo, que la hizo saltar del susto y soltar un pequeño grito.

— ¡¿Odette?! — ella miró nuevamente hacia atrás y vió qué su hermano y los dos hombres de su pelotón se asomaban desde abajo para mirarla.

La de ojos turquesa miró de nuevo al frente, no había nadie, por lo que sacudió la cabeza un poco. — ¡Estoy bien! — respondió a su hermano para no preocuparlo.

Pero Tristan notó el temblor en la voz de su pequeña hermana, por lo que no dudó en extender sus alas de diosa para volar hacia donde ella estaba.

— ¿Qué ocurre? — preguntó de pronto, poniendo su mano en el hombro de la menor, quien se exaltó de nuevo y lo miró asustada.

— A-ah... No es.. Nada. — la de cabellos rojos suspiró. — Estoy bien, Tris, solo... — ella movió sus manos un poco, como si tratara de explicar algo que no podía con palabras, pero se rindió y suspiró nuevamente. — Solo necesito descansar, ¿está bien? — ambos se miraron y ambos pudieron observar la mirada cansada del otro.

— Te acompaño. — exclamó el príncipe, a lo que la muchacha negó con la cabeza. — Oddy...

— Por favor, Tris... Necesito espacio. — le pidió.

El nephilim miró a la hija del primer rey hada antes de suspirar. Odette sintió que pudo dañar los sentimientos de su hermano, por lo que no dudó en abrazarlo, siendo correspondida casi al instante.

— Estoy preocupado, Oddy.

— Lo se, Tris, pero estoy bien. — ella le aseguró, después besó la mejilla de su hermano mayor y ambos se miraron con una pequeña sonrisa, los dos estaban preocupados por el otro, pero no podían hacer nada por el momento.

Tristan tomó las manos de su hermana y dejó un beso en sus nudillos antes de volver a su práctica de espadas.

La de ojos turquesa frunció los labios y decidió entrar al castillo, yendo directamente a su habitación para evitar relacionarse con otra persona por el momento.

Se sentó frente a su tocador y se miró al espejo por un par de segundos, temía ver algo que no debía, pero alejó esas ideas de su mente para enfocarse en su apariencia, específicamente observando su cabello y acariciando unos mechones del mismo.

Frunció el ceño suavemente, se podía observar su descontento con su cabello al estar todo desalineado, pero probablemente le pediría a Thetis que la ayudara a la mañana siguiente.

Después, unos toques en la puerta interrumpieron sus pensamientos. — ¡Pase! — respondió ella y después vió a Lancelot asomar la cabeza. — Oh, Lance.

— No suenas muy animada, princesa. — comentó un poco burlón, cerrando la puerta tras de sí mientras observaba a la pelirroja con una sonrisa.

La muchacha soltó una pequeña risa y negó con la cabeza mientras devolvía su vista al espejo, de nuevo, a su cabello. — No es nada.

El rubio la miró fijamente un par de segundos antes de suspirar silenciosamente y sonreír suavemente.

— Me gusta tu cabello.

Los ojos de Odette se abrieron son sorpresa mientras se enderezaba un poco, ella lo miró a través del espejo y sonrió dulcemente.

— Gracias... — Murmuró mientras bajaba un poco la cabeza.

— Oddy, te quiero preguntar... — la princesa lo miró con curiosidad mientras el muchacho buscaba las palabras correctas. — ¿Qué es eso de que tu serás la futura esposa del rey de Camelot?



✩



La joven sintió su corazón detenerse por unos segundos ante la pregunta de su amado, después desvió su mirada hacia la ventana y sintió sus ojos llenarse de lágrimas.

— Odette, por favor responde mi pregunta. — le suplicó el príncipe de Benwick. — Si hay, algo, yo que se, que pueda cambiar por ti, lo haría con todo el placer del mundo solo por ti. — el de ojos rojos caminó hasta llegar a donde la princesa estaba sentada, se arrodilló frente a ella y tomo sus manos con desesperación. — Dime que tengo que hacer para ser tuyo en ésta y todos nuestras vidas.

— Cuando la espada divina se eleve, los perdidos se encuentren a sí mismos y la vida se tope de frente con la muerte, una estaca se llevará la ilusión de ganar la guerra para atormenta los corazones del reino. — repitió aquella nueva profecía que su abuelo había previsto. Después miró a Lancelot y sonrió dulcemente, ladeando su cabeza de forma gentil. — Pellegarde me advirtió tener cuidado cuando salgamos del reino, me buscan de Camelot a petición del rey para ser su esposa y reinar junto a él, pero honestamente creo que es por mera apariencia.

Explicó de forma complicada mientras Lance la escuchaba atentamente, sin entender sus palabras por completo, tal como ella la primera vez.

— Lancelot, el rey Arturo no me ama, pero tu sí. Eres tú con quien haré mi vida, por que así lo elijo yo. — ahora ella sujetaba sus manos y les daba un suave apretón mientras el de ojos carmín la observaba fijamente, sintiendo sus mejillas enrojecer. Ante esto, Oddy soltó una risita. — Tus mejillas están rojas.

— No me cambies el tema, princesa. — él la jaló suavemente para tenerla cerca, la pelirroja se sonrojó y frunció un poco el ceño. — Elígeme a mi en esta y todas nuestras vidas juntos.

Odette limpió el labial que había dejado en los labios del rubio y ambos se sonrieron con dulzura y compartieron una pequeña risa.

La chica lo abrazó y se aferró al cuerpo del mayor, ocultando su cabeza en su torso mientras el muchacho la abrazaba por la cintura, acariciando su cabello suavemente.

— Debo irme. — Murmuró el de ojos carmín mientras la princesa hacia un mohín con sus mejillas.

— Saluda a Percival y los demás por mi. — pidió y ambos se miraron antes de compartir un dulce beso.

Al separarse, Lance apoyó su frente en la de la pelirroja y sonrieron. — Buenas noches.

— Hasta mañana. — se despidió y el príncipe de Benwick abandonó la habitación de la princesa.

Es horrible ver a tu prometida con su amante. — Odette se asustó por la repentina voz en su cabeza y se apoyó abruptamente en la puerta, llamando la atención de Lancelot, que llevaba pocos pasos lejos de la puerta. — ¿Oh? Te asuste, disculpame, querida.

— Cállate, tú... Esto no es real... — ella puso sus manos en su cabeza antes de caminar hacia el tocador para mirarse, soltó un suspiro y tomó su cepillo para desenredar su cabello, solía hacerlo para tranquilizarse.

Oh, mi reina... Es más real de lo que crees. — le aseguró el rey de Camelot.

La hija de Gloxinia miró su reflejo y frente a ella pudo observar a Arturo a su lado. Se puso pálida y miró a su alrededor, pero no había rastros del de cabellos anaranjados.

Estás tan cerca pero a la vez tan lejos... No puedo esperar al día en que tu reines a mi lado. — el hombre soltó una risa que se convirtió en una pequeña carcajada que aumentaba.

— ¡¡Ya déjame tranquila!! — con toda su fuerza lanzó su cepillo hacia el espejo del tocador, rompiendo los vidrios e incluso la madera de atrás que cayó en su dirección pero ella logró retroceder.

Sin embargo, tropezó con una cobija y cayó al piso de espaldas, incrustandose vidrios en las piernas accidentalmente, haciéndola quejar antes de sentir un ardor en su pecho, justo bajo su clavícula, era alguna especie de marca del Caos.

Nos veremos pronto, princesa.

La puerta se abrió de golpe y por ella entraron Lancelot y Meliodas.

— ¡¿Qué sucedió aquí?! — cuestionó el rubio de ojos verdes con preocupación mientras observaba al hijo de su mejor amigo socorrer a su hija.

— Es él... — sollozó Odette, aferrandose a su pareja. — Es Arturo...

𝐌𝐎𝐊𝐔𝐒𝐇𝐈𝐑𝐎𝐊𝐔 𝐍𝐎 𝐘𝐎𝐍𝐊𝐈𝐒𝐇𝐈
𝑤𝑎𝑦 𝑡𝑜 𝑡ℎ𝑒 𝑛𝑒𝑤 𝑘𝑖𝑛𝑔𝑑𝑜𝑚

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