
» 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐍𝐄
— ¡ODETTE!
el retumbar del grito del rubio en el reino demoníaco hizo eco en la memoria de la pelirroja, un escalofrío horrible recorrió todo su cuerpo en compañia de un temblor en todas sus extremidades antes de que abriera sus ojos lentamente.
un dolor agonizante en su garganta le hizo cerrar los ojos nuevamente, esta vez con dolor mientras sus labios se apretaban con fuerza y sus ojos ardían, dolía demasiado, más de lo que podría soportar en aquel momento de vulnerabilidad.
después, su mirada volvió al techo, sus ojos turquesa observando la palidez del blanco techo sobre ella, era insípido y aburrido, aunque el el candelabro colgando de el le mostraba la elegancia del lugar. fue ahí que se comenzó a cuestionar:
¿dónde estaba? ¿cuánto tiempo había pasado? ¿estaba en casa y su misión había fallado? no, no podía ser, su casa no era, no reconocía el candelabro. ¿su hermano estaba bien? ¿y Lancelot?, sus amigos, ¿que había pasado con ellos?
todo era borroso, o al menos un poco, su final. seguía viva, pero, ¿cómo?
la respuesta a sus preguntas entró por la puerta del cuarto en el que estaba, a pasos lentos y serenos que parecían relajados, aunque su presencia intimidante la hacían casi temblar.
— ¿oh? veo que por fin despertaste, mi reina. lo he esperado por días. — Arturo Pendragon, rey del nuevo Camelot, había tomado asiento junto a ella.
no es cierto, no podía ser cierto. ¿por qué? de todas las personas del mundo, ¿por qué él?
Odette lo observó con cansancio, sus ojos se llenaron de lágrimas y esto provocó que el rey acariciara la mejilla de la joven, su tacto era frío y claramente falso, buscando consolarla momentáneamente.
— no, sin lágrimas, cariño. — aseveró con voz suave, aunque sostenía un tono muy ligeramente amenazante. acarició su mejilla unos pocos segundos más antes de apartar so mano del rostro de la pelirroja. — y dime, ¿puedes hablar? habla conmigo, mi reina.
odiaba aquel sobrenombre, ella no era su reina, y jamás lo sería.
sin embargo, ella trató de gestionar alguna palabra, lo que fuera, una sílaba al menos, pero no, salió un pequeño chillido que la hizo cerrar los ojos con dolor mientras volvía a apretar los labios.
Arturo tarareó suavemente. — lo imaginaba, tus cuerdas vocales fueron severamente heridas, si tan mala suerte tienes, no volverás a hablar en tu vida. — le comentó con simpleza, como si no fuera la gran cosa, creando un rostro de horror en la princesa de Liones qué le hizo soltar una pequeña risa. — no te aflijas, querida, te puedo ayudar.
la de ojos turquesa lo observó con el ceño fruncido, había algo detrás de esa ayuda que el le ofrecía, pendragon no la iba a ayudar así porque si.
— solo hay una pequeña condición. — lo sabía. pensó la joven, frunciendo el ceño nuevamente. — acepta reinar a mi lado, Odette.
la mencionada giró su cabeza hacia un costado casi al instante, cerrando sus ojos a forma de negación. el rey volvió a tararear, divertido, antes de suspirar.
— bien. no te forzaré. — respetó, no la obligaría, al menos no aún. — ginebra quiere verte, les daré una hora.
Odette lo observó con sorpresa mientras él se ponía de pie a la vez que la puerta se abría con rapidez.
— ¡Oddy! — la familiar voz de la pequeña de cabellos magenta la hizo sentir algo de alivio, un doloroso sollozo escapó de sus labios mientras se sentaba con lentitud.
la niña abrazó a la mayor rápidamente, su rostro escondido en el pecho de la pelirroja mientras sollozaba suavemente.
— una hora, mi reina. — recordó Arturo antes de salir definitivamente de la habitación, alejándose hacía la sala del trono.
Ginebra alzó la cabeza y miró a la de ojos turquesa, lagrimeando mientras que odette acariciaba y borraba las lágrimas de la pequeña cada que estas volvían a caer.
— ¡estaba tan preocupada por ti! ¡lo siento! ¡debí advertirte! — ella se lamento, solo que, la cosa era, que aunque Ginebra sabía que Odette ingresaría a Camelot, ella no había visto como lo harían.
no sabía de la forma tan horrible en la que llegaría, ¿era quizá qué el destino estaba cambiando? porque ese caballero, O'Halloran, nunca lo había visto en sus visiones, y la princesa de sus sueños jamás lo había mencionado.
¿qué estaba pasando?
— no te culpes, Ginny. — le pidió la pelirroja, la menor la observó con sorpresa, pues ella solo sonreía suavemente.
— ¿p-puedes..? — tartamudeó la pequeña. el rostro de Oddy se suavizó.
— no, mi sangre de hada me permite hablar en la mente de los demás y escuchar su corazón. — le explicó, acariciando su cabello mientras permanecía sin mover los labios. — es algo como la telepatía. — supuso.
ambas quedaron en silencio por varios segundos antes de que Ginebra abrazara de nuevo a la pelirroja, escondiendo su rostro en su pecho mientras cerraba sus ojos y hacia un puchero con los labios.
la menor se sentía frustrada, aunque sabía que no era su culpa, y aunque tenía a Oddy con ella y sabía que no debía ser así, no podía evitar sentirse triste por la cruel forma en la que habían traído a su amiga.
por otro lado, la mayor, aunque estaba inquieta, se encontraba más tranquila que la pequeña, en ningún momento se propuso a juzgarla, no tenía culpa de nada, era una niña que llevaba un gran poder sobre sus hombros, uno que le hizo ver hasta su propio final y eso debió de ser bastante difícil para la misma Ginebra.
Odette se dispuso a consolarla, no podía tararear por lo que se dedicó a mecerla suavemente entre sus brazos, acariciando su cabello y dándole ese maternal consuelo que ella necesitaba.
su mami Elizabeth y su papi Meliodas, ¿cómo estarían ellos? ¿estarían sufriendo por su pérdida? ella no quería que estuviesen tristes, pero, al menos tenían a Tristan, ¿no? estarían bien, ¿no es así?
una hora pasó rápidamente, la pequeña de cabellos magenta se quedó en sus brazos profundamente dormida y la de ojos turquesa la examinaba con cautela, notaba las pequeñas ojeras que comenzaban a formarse debajo de sus lindos ojos, además de lo largo que se estaba volviendo su cabello a pesar de no haber pasado tanto tiempo.
también notó qué llevaba el vestido que había conseguido para si misma en Liones y eso la hizo sonreír un poco.
entonces la puerta sonó. el rey Arturo volvió a entrar a la habitación en compañía de dos caballeros, Odette frunció el ceño al ver aquella armadura con una estrella en ella; Jerico tras su armadura se lamentó por el estado de la princesa, a pesar de ser algo como su "rival" amorosa –porque así la veía–, no pudo evitar sentir pena por su condición.
— una hora como prometido, princesa Odette. — el pelinaranja sonrió un poco divertido antes de mirar a la niña en sus brazos, su rostro se volvió curioso, sorprendiendo a la princesa de Liones por su expresión, era una de inocencia y algo de diversión. — ¿en serio se quedó dormida? — soltó una risita. — Star visor, lleva a Ginebra a su cuarto.
la mujer solo asintió y se acercó a las niñas, Odette la miró con algo de odio mientras sostenía más de cerca a la niña.
— vamos, vamos. — el de ojos violeta agitó su mano ligeramente. — solo la llevará a descansar, a ti te tienen que revisar.
dudosa, la pelirroja entró a Ginebra en brazos de Jerico, y su voz resonó en la mente de los tres presentes. — intenta lastimarla y te mato. — advirtió.
la de cabellos celestes sintió un escalofrío y las intenciones asesinas de la más joven y frunció el ceño, sujetó a Ginebra en brazos y lentamente se retiró.
— ¿si hablas? — cuestionó el rey, divertido mientras alzaba una ceja.
— ...no. — la joven miró a otro lado, sus labios seguían sin separarse, lo que puso al rey de Camelot a pensar.
— ¡ah, lo tengo! es tu magia de hada, ¿verdad que si? — el de cabellos anaranjados rió alegremente, sorprendiendo de nuevo a la princesa, ¿de verdad era así de aniñado siempre? — bueno, no importa.
Odette suspiró silenciosamente y miró al hombre al lado de Arturo, logró reconocer su magia y se dió cuenta que fue con quien Lancelot peleó durante su misión en el reino demoníaco.
— ah, lo reconoces, ¿verdad? — Arturo soltó una pequeña risa. — él es Nanashi, fue quien sanó tu garganta, o al menos te salvó de desangrarte y quedarte sin aire.
a la pelirroja le desagradaba la forma tan cruda en que el mayor se expresaba, pero no podía hacer nada contra eso.
— Nanashi continuará revisándote y tratará de sanar tus cuerdas vocales. — la chica alzó una ceja. — oh, si, Nanashi es un exiliado del clan de las diosas.
los ojos de Odette se abrieron con sorpresa antes de mirar al samurai de cabellos negros, este solo cerró los ojos, suspirando de forma silenciosa antes de acercarse a la princesa.
— también estará a tu cargo, Nanashi es muy cuidadoso y perceptivo, así que no intentes escaparte. — bromeó el rey. — bueno, si me lo permiten, me retiro. que te recuperes mi reina. — se despidió con algo de burla antes de salir por las puertas del cuarto.
ambos presentes se quedaron en silencio y la de ojos turquesa comenzó a lagrimear, abrazó sus piernas y escondió su rostro entre ellas, sollozando silenciosa y dolorosamente.
Nanashi no pudo evitar sentir algo de pena por la joven, él seguía a Arturo desde que el mismo rey era joven, y creía que aún, muy dentro de él, permanecía aquel niño amable que solía ser, aunque ahora solo repartirá caos y dolor por el mundo.
y ese caos y dolor rompiera a una joven que alguna vez tuvo su edad, la edad en que él comenzó a seguir al príncipe –o quizá desde más pequeño–.
¿sería que quizá Nanashi ayudara a la joven? ¿sería un soporte para la dulce pelirroja qué ahora estába a su cargo? ninguno estaba seguro, aunque había algo de lo que todos estaban seguros.
Odette estaba sola.
𝐌𝐎𝐊𝐔𝐒𝐇𝐈𝐑𝐎𝐊𝐔 𝐍𝐎 𝐘𝐎𝐍𝐊𝐈𝐒𝐇𝐈
𝑡𝑟𝑎𝑝𝑝𝑒𝑑 𝑖𝑛.. ℎ𝑒𝑎𝑣𝑒𝑛?
chan, chan, CHAN. volví beibis, las extrañé muchísimo, y lo siento por o haber actualizado, de verdad que no se que ocurrió que me dió bajón de escritora, uno feo, y pues traigo un capítulo cortito, espero que esto les consuele un poquito después de casi matar a la nena.
muchas gracias por seguir aquí después de todo, las amo muchísimo😭💗.
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