
» 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐈𝐅𝐇𝐓𝐄𝐄𝐍
Gracias a la magia de Gawain, los príncipes de Liones y el chiquillo de God's Finger lograron llegar de vuelta a Liones, donde se percibía un terrible magia demoníaca.
— ¿Y éstos idiotas quienes son? — preguntó el gran demonio de casco rojo, sorprendiendo a la princesa. — ¿Hm? El aroma de la magia que emana de esta niña me recuerda al león del orgullo de los Siete Pecados Capitales, Escanor. — mencionó mientras enfocaba su vista a Gawain, después miró a la pelirroja. — La apariencia de esa niña, es idéntica a Gloxinia...
— Pero, ¿qué? — la mujer a su lado frunció el ceño. — Tiene la misma magia que esa maldita diosa, Hela. — apretó los dientes antes de enfocarse en Tristan. — Esa magia también la conozco, la mezcla entre la luz y la oscuridad; es como Meliodas, el Dragón dela Ira, y Elizabeth, hermana de Hela y ambas hijas de la Deidad Suprema, ¡es imposible!
— ¿Va-vamos a pelear contra ese monstruo feo? — cuestionó Percival, sintiéndose nervioso.
— ¡Si! Y es perfecto para descargar la ira que traigo. — la de cabello azul sonrió decidida.
Después, unas pisadas se hicieron presentes. — ¿Quiénes se creen para hacer eso?
Los cuatro que estaban ahí dirigieron su mirada a ellos, era Lancelot, quien se acercaba con las manos en sus bolsillos.
— viene una más... La magia de Ban, el zorro de la avaricia y la hija de las hadas. — exclamó algo desesperada.
— ¡Hablen! ¿Quién mierda son, niños? — reclamó Galand, furioso mientras los miraba a los cinco.
Lancelot caminó y se puso frente al grupo. — Los Cinco Jinetes del Apocalipsis. — sonrió con burla. — Si conocen la profecía, saben que ya están muertos.
Sobre ellos, a una altura considerable, una pequeña criatura de un ojo con alas de murciélago miraba la situación con atención.
— ¡Majestad Arturo, señor! Galand y Melascula van a pelear. — informó atento.
— ¿Pelearán contra Meliodas? — preguntó el de cabellos naranjos con desinterés.
— Ohh... Pues no, señor. Van a pelear contra cinco niños. Bueno, tres y dos niñas. — se corrigió la criaturita parlante.
Esto capturó la atención del rey. — ¿Cómo que tres niños y dos niñas? — cuestionó el de ojos violetas con sorpresa. — Los Cinco Jinetes del Apocalipsis... Finalmente se reunieron esas bestias. — pensó con sorpresa.
— Señor, ¿están seguros de que esos niños y las dos niñas son los jinetes de la profecía qué conocemos? — cuestionó confuso la criatura mientras enfocaba más su vista ye sorprendía por lo que miraba. — ¡Ah! ¡AY NO! ¡¡Son la señorita Gawain y su majestad Odette!! ¡¿Por qué su sobrina está con ellos?! De la princesa lo entiendo, ¡¿Pero por qué está con ellos?! — exclamaba con horror.
Arturo cubrió su rostro con una mano y se inclinó hacia adelante, temblando un poco.
— Mis más sinceras condolencias, majestad. — mencionó el caballero a su lado, pero pronto quedó sorprendido cuando su rey estalló en carcajadas.
— Ay, ¿era esa potra zaina? ¿En serio? — soltó otra risa. — Bueno, admito que tenia mis dudas de que eso pudiera ser cierto, ¿quien diría que ella es uno de los cinco de la profecía? ¡Ah, ay! Me duele la panza. — se quejó entre risas, aunque después, recobró la compostura. — Ya que nuestro enemigo tiene su poder de visión, es inevitable que estén un paso adelante respecto a información precisa y lugares, pero, eso está a punto de terminar.
— Majestad, ¿a donde va? — cuestionó el caballero a su lado cuando el de ojos violetas se levantó del trono.
— A ver que tan fuertes son.
— ¡¿Entonces los Cinco Jinetes si nos van a matar?! — exclamó Galand con burla.
— ¡Ya quisieran! Lo único que morirá son cinco niños estúpidos que no supieron cuándo callarse. — se burló la mujer con una sonrisa autoritaria, provocando una risa en su compañero.
— ¡Melascula, tu si sabes que decir! — exclamó el demonio, dando pequeños saltos antes lanzarse a atacar a los jinetes de la profecía. — Creo que pude alcanzar a dos. Pero, ¿donde quedaron los otros?
— ¡Percival, señorita Gawain!
— Si yo fuera ustedes, me preocuparía por mi mismo, dulzura. — una voz se hizo presente tras el príncipe de Liones, quien pronto se dió la vuelta. — ¡Jaula de oscuridad!
— ¡Tristan! — Odette se acercó pero justo antes la jaula se cerró.
— Cuando el campo de oscuridad se combina con el poder del caos, es capaz de consumir cuerpos y almas sin discriminar.
— ¡Maldita perra! ¡Libera a mi hermano!
— ¡No creas que me olvide de ti, asquerosa diosa! — con su materia oscura, Melascula comenzó a crear estacas y objetos puntiagudos qué dirigió hacia la pelirroja para atacarla.
Con su magia divina, la princesa comenzó a destruir esos fragmentos de materia, también los esquivaba.
— ¡Arca! — exclamó, dirigiendo su ataque hacia la mujer, quien logró esquivarlo a duras penas, recibiendo un corte grande en su hombro y clavícula qué rápidamente sanó por la magia del caos.
La demonio miró con furia a la hija de Gloxinia y ambas estaban a punto de aproximarse a la otra cuando una luz salió por la jaula de oscuridad de Melascula.
— ¡¿Qué?!
— ¡Encantamiento, relámpago celestial! — Tristan se libró del conjuro de la demonio y la miró con molestia. — No importa cuanto lo intenten, no podrán derrotarnos. Porque a nosotros nos eligieron, nuestra misión es acabar con la oscuridad qué envuelve a Britania. ¡Somos esperanza!
✩
Una explosión se hizo presente bajo los pies de los príncipes de Liones, Odette pudo notar la magia de Percival explotando luego de enviar a un Percivalito dentro de Galand.
— Ay, que chiquillo tan ingenioso. — dijo Odette con una pequeña sonrisa antes de dirigir su atención a Melascula nuevamente.
Ambos hermanos volvieron a atacar a la demonio mientras esta se defendía con su magia demoníaca.
En el cielo se veían luces brillando y destellos de espadas, los tres se movían con rapidez y comenzaba a ser algo complicado para Melascula luchar contra ambos hermanos.
— ¡Si yo fuera tu, me rendiría de una vez! — exclamó Tristan, volando hacia la mujer, quien rió entre dientes.
— ¡Comandante de la putrefaccion! —un pequeño escudo de magia y el ataque con el que Tristan atacó a Melascula desapareció.
— Te damos gracias por esa magia deliciosa. — mencionó la pelinegra con burla.
— ¡Arca! — ambos hermanos atacaron a la criatura que había absorvido el primer ataque del príncipe, pero volvió a pasar lo mismo.
— La magia sagrada no funciona... — Odette frunció el ceño preocupada.
— Lo que pasa es que este niño es una fusión de las almas de la raza demoníaca y la raza de las diosas. Tiene tolerancia a la luz y la oscuridad, ¿no es fascinante? — explicó la mujer, cruzando sus brazos. — Y que coincidencia, te pareces mucho a ella, principito. — se burló. — Tu apariencia y tu magia son como las de la princesa Elizabeth. Da igual; la fuerza de tu magia no puede compararse con la fuerza de la sanguinaria.
Tristan la observó seriamente antes de que una sonrisa apareciera en su rostro. — ¡Obviamente no!
— ¿Qué dijiste? — sonrió molesta.
— Obvio tienes toda la razón, porque mami-- digo, mi mamá es realmente poderosa. — exclamó Tristan alegremente. — Comparado con ella yo no soy nada, ¡incluso mi hermana es más parecida a ella! Puedo sanar heridas, pero no puedo eliminar las maldiciones. — se lamentó el príncipe. — ¿Sabes qué? Te acabo de conocer y ya me estas comparando con ella, significa que si nos parecemos.
La pelirroja soltó un suspiro mientras su hermano hablaba sin parar.
— De hecho, este pendiente en mi oreja derecha me lo dió mi tía Margaret. Con él, ella dice que si me parezco mucho a mi mamá. — continuó hablando, después se acercó a Melascula, asustándola un poco. — ¡Oye! Cuéntame algo, ¿si? ¿Sabes como como es que mi mamá se ganó el sobrenombre de Ellie Sangrienta? Es que no me quiere decir, no le gusta hablar mucho de su pasado.
— ¡Quítate, quítate ya! ¡Me asustas! — la pelinegra se alejó del príncipe, frunciendo el ceño. — ¡¿Eres orate o que?!
Después, la criatura que había consumido sus ataques volvió a aparecer, tratando de comerse a Tristan, de no ser por Oddy que mandó al piso a la criatura con sus pies.
— ¡Lo siento, señorita Gawain! — se disculpó apenada mientras la de cabello azul quemaba a la criatura esa.
— ¡Oye, no estoy jugando contigo! Estoy hablando muy en serio. — declaró el príncipe, algo molesto.
— Si no es juego, ¿para qué tanta payasada?! Para mi no te pareces en nada a tu padre.
— ¡¡Verdad que no!! ¡¿En serio crees todo eso?!
— ¡Es estúpido! — se lamentó Melascula. — ¿Por qué te emocionas tanto por estupideces? ¡Estamos peleando! De verdad tienes una habilidad única para incomodar a todos a ti alrededor. — exclamó molesta y Odette soltó una risa.
— ¡Oye, no te rías! ¡Tú y yo vamos a arreglar unas cuantas cosas! — la pelinegra señaló a la de cabellos rojizos. — ¡Tú madre me hizo muchas cosas que vas a lamentar! — amenazó.
— ¿De verás? Pero si mi mamá era un angelito. — respondió burlesca la menor, sonriendo divertida.
— ¡Tú, maldita--
— Ah, perdón, lamento mucho haberlos interrumpido de esta manera, pero, ¿podría quitarles un par de minutos? — una pequeña hada de cabello rubio se ubicó entre ellos.
— ¿Oh? — la de ojos turquesa lo miró curiosa.
— ¿Qué quieres hada? — refuñó la demonio.
— Es muy peligroso, hadita, ¿por qué estas aquí? — cuestionó Tristan preocupado.
— Es que tengo asuntos que resolver con esta señorita demoníaca. — el hadita señaló a la de cabello oscuro.
— ¿Demoníaca? — se sintió ofendida antes de que sintiera un dolor punzante de cabeza. — ¡Eres una maldita hada grosera!
— Se que viniste a este reino con alguien más, y quiero hacerte una pregunta muy franca. ¿Sabes en donde está? — cuestionó con calma, alterando a la contraria.
— ¿Cómo sabes que vine acompañada? — preguntó con seriedad, frunciendo el ceño. — Espero que Star Visor no haya cometido ninguna estupidez, solo dijo que el sótano del castillo estaba asegurado. — Odette abrió sus ojos con sorpresa mientras cubría levemente te sus labios con su mano. — No se de que hablas, ¡lárgate!
Melascula acabó con el hada y sonrió con suficiencia, pero grande fue su sorpresa al escuchar al hada nuevamente. — Así que Star Visor, ¿eh? Y se fue al sótano del castillo.
— ¡¿Cómo supiste?!
Los hermanos Liones se miraron con una sonrisa.
— Creo que es muy obvio quien es. — Oddy se cruzó de brazos.
— Bajaste la guardia por la forma que tomé y dejaste que tu pensamiento llegará hasta mi. — respondió el hada antes de bajar al suelo, una pequeña nube de humo se hizo presente y después se observó al príncipe de Benwick. — Oye, mujer demoníaca, es un problema que juzgues a los demás solo por su apariencia, te recomiendo no hacerlo más.
— Te dije. — la pelirroja le susurró al de ojos bicolor.
Melascula volvió a sentir punzadas en su cabeza, un dolor martillante qué aumentaba. — ¡Dime quien eres! ¿Por qué dices eso? ¿Cómo que raza demoníaca? ¡Eso es mentira! — se sujetó la cabeza con dolor.
— No te miento, eres uno de los Diez Mandamientos; eres Melascula de la Fe. — comentó Lancelot.
— ¿Mandamientos? ¿La Fé?
La pelirroja miró a su pareja con el ceño un poco fruncido, pasando sus manos tras su espalda. — Como te gusta corromper a tu oponente. — se quejó un poco.
— Por supuesto, cielo, solo tú te salvas. — respondió burlón, le guiñó el ojo y ella puso los ojos en blanco, algo divertida.
— ¿De qué me pierdo? — Tristan frunció el ceño al ver como su mejor amigo le coqueteaba a su hermana pequeña. — ¿Qué le hiciste? ¿Qué fue lo que le hiciste, Lancelot?
— Nada más la provoqué, calmate. — dijo el rubio tranquilamente. — Pero veo que ellos dos están bajo un hechizo feo de adoctrinamiento. — explicó. — Los controlan. Cuando intentan recordar quienes son, sus pensamientos terminan atormentándolos. Ella equivale a una hechicera, cuando su me te está desordenada, pierde control sobre su magia, no puede mantener su forma. Eso debería facilitar su pelea contra ella.
— ¿Y tú como sabes eso?
— Se que ustedes pueden. — animó el de ojos rojizos. — Tengo que ir al castillo.
— ¡Oye, no! ¿Por qué te vas? — exclamó Tristan, pero su hermana puso su mano en su hombro.
— Déjalo ser, tiene asuntos que arreglar. — le dijo.
Él asintió, no muy convencido por las palabras de su hermana, pero no tuvo tiempo de pensar en eso cuando Melascula comenzó a gritar del dolor.
Pronto, la mujer comenzó a mutar, dejando esa apariencia de una mujer joven y linda a ser una horrible serpiente gigante.
— ¡Es una serpiente! — se asustó la pelirroja, desde siempre le había tenido miedo a las víboras.
— Su verdadera forma siempre fue una serpiente. — Tristan frunció el ceño.
Melascula comenzó a agitarse horrorizada, estaba confundida y no entendía nada sobre la forma que había adaptado.
Entre su confusión y furia, la serpiente enfocó su atención en la hija de Gloxinia quien miraba preocupada a su hermano al sentir una magia extraña en él y de un movimiento rápido, con la punta de su cola, logró lastimarla en el rostro.
— ¿Qué-?
— ¡Odette! — exclamó Percival al verla caer, pues por el impulso del ataque salió volando lejos de donde estaba.
Tristan, ya furioso por la situación, atacó a Melascula, atravesando varios puntos vitales en su cuerpo antes de alcanzar a su hermana antes de que esta cayera al suelo mientras sangraba.
— Tris, Tris, cálmate. — pidió preocupada la pelirroja mientras miraba a los ojos ahora oscuros de su hermano que demostraba su magia demoníaca.
— El poder que tiene, es poderoso y maligno.. Ese niño es un monstruo horrendo, es... Igual que su padre. — y con eso, cayó al suelo antes de desvanecerse y convertirse en un báculo del caos.
Tristan suspiró con fuerza un par de veces, cerró sus ojos y al abrirlos volvieron a ser los mismos ojos de dos colores de siempre, lo que alivió a la de ojos turquesa.
— Odio cuando las personas dicen eso, por eso no me gusta usar ese maldito poder. — se quejó antes de sentir a su hermana removiéndose en sus brazos. — Ah, Oddy...
— Estoy bien, Tris. Tranquilo. — ella sonrió y usó su magia sanadora para curarse. — ¿Me corto el cabello?
— Un poco, pero se ve bien. — trató de consolarla.
— ¡Eres el mejor de todos, Tristan! — Percival se acercó emocionado. — ¡Dime, dime! ¿Qué fue lo que hiciste?
— No es nada, tampoco es para tanto...
— ¡Fue espectacular!
𝐌𝐎𝐊𝐔𝐒𝐇𝐈𝐑𝐎𝐊𝐔 𝐍𝐎 𝐘𝐎𝐍𝐊𝐈𝐒𝐇𝐈
𝐹𝑎𝑟 𝐹𝑟𝑜𝑚 𝐻𝑜𝑚𝑒
¡El dibujito es completamente mio! Muak, las amooo✨‼️
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