Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

001. blue-haired girl

CHAPTER ONE
❝chica de cabello azul❞
arcane alternative universe | act. one






EL RUBIO SINTIÓ un golpe en la cabeza y gruñó adormilado antes de sentir otro golpe.

La risa de Isha y el movimiento del colchón lo terminaron de despertar y antes de recibir un tercer golpe, Atlas levantó la mano y le quitó la almohada de las manos. La pequeña castaña rió divertida antes la mueca de fastidio de su hermano y antes de que pudiera regañarla, apuntó al pequeño reloj en la mesa de noche.

Atlas se frotó los ojos con los nudillos mientras bostezaba antes de voltear hacia el reloj.

8:36.

El entraba al trabajo a las nueve en punto y tenía mil y un cosas que hacer antes. Ahogó una maldición y se levantó apresurado.
—¡Rayos, rayos! ¡Isha, a la ducha!

La pequeña frunció el ceño y Atlas negó, sabiendo que cada mañana era lo mismo.
—Vamos pequeña, voy tarde, por favor.

Isha bufó dejándose caer a la cama sentada y luego bajándose, caminando hacia el baño y cerrando la puerta detrás de ella. Atlas suspiró y corrió a la cocina.
—¡Gracias!

Escuchó el agua prenderse y rápidamente se puso a trabajar. Puso dos tostadas en el tostador, saco una taza y la llenó de leche antes de ponerle dos cucharadas de chocolate en polvo y mezclarlo mientras el pan se calentaba. Se hizo su propia de café y tomó un sorbo y escuchó el pan saltar, por lo que lanzó las tostadas en un plato antes de ponerle mantequilla, queso y jamón a una mientras que a la otra le puso crema de maní.

Isha salió del baño, con ropa nueva, el pelo húmedo y revuelto y fue a sentarse en el mesón que separaba la cocina y el comedor. Atlas le extendió el plato con comida y la taza de leche con chocolate.
—Ire a darme una ducha, ¿sí? Come todo.

La castaña asintió, haciendo señas para decirle que no se caiga en la ducha y Atlas rodó los ojos.
—Fue una vez.

Ella alzó una ceja con una sonrisa divertida y el mayor bufó, caminando hacia el baño.
—Dos, tres... ¿Quién lleva la cuenta? Tú come.

Isha sacó la lengua, burlándose por un segundo antes de darle un mordisco a su pan, con una expresión complacida. Atlas no duró más de diez minutos en el baño antes de salir, con el pelo aún goteando. Isha ya había terminado su comida y terminaba de beber la leche. Se había puesto sus orejas de conejito. Atlas se bebió el resto de su café lo más rápido que pudo y vio la hora.

8:56.

—¡Ay, me lleva Dios! —murmuró antes de correr, echarse la mochila sobre el hombro y lanzarle la pequeña mochila a la niña que la atrapó en el aire.

Atlas abrió la puerta del departamento, dejando a Isha salir primero y luego dar un paso afuera antes de darse media vuelta y entrar otra vez.
—¡Zapatos, zapatos, zapatos!

Isha rió, apoyada en la puerta viendo a su hermano tropezar y correr por toda la casa intentando ponerse los zapatos sin tener que desabrocharlos primero. Una vez lo logró, agarró las llaves y salió detrás de Isha, cerrando la puerta detrás de si.

Los dos corrieron escaleras abajo y por las calles de Piltover. Isha iba adelante, con la vista de Atlas pegada en la nuca mientras esquivaba gente y el mayor pedía disculpas repetidas veces.

Hasta que, cuando ya podía ver la puerta de la cafetería, chocó de frente con una chica que sostenía una caja. Los dos se tambalearon hacia atrás y la caja cayó al suelo, el montón de piezas en su interior rodando por la calle.

—¡Lo siento! —se disculpó el, agachándose y volviendo a dejar todas las cosas dentro de la caja con rapidez—. ¡Mi culpa, mi culpa! ¡Perdón!

—Yo tampoco te vi, lo siento —dijo la voz suave de la chica logrando que Atlas elevara la mirada por primera vez.

Tenia la piel clara, el cabello azul con un solo mechón teñido de rosado. Tenía un flequillo grueso y dos moños en la parte superior de la cabeza, tenía un collar con un dije en el cuello, sus uñas estaban pintadas de azul claro y llevaba un maquillaje apenas notable, sus ojos eran azul claro y su sonrisa... Diablos.

Atlas suspiró, ayudándola a levantar la caja.
—L-Lo siento, creo que recuperé todo.

La chica le sonrió cálidamente, quitándole importancia con una mano mientras sostenía la caja con la otra.
—No te preocupes, solo son baratijas.

Isha corrió hacia el, escondiéndose detrás de su pierna y viendo a la chica con timidez. Atlas le revolvió el cabello, sin dejar de ver a la chica como si estuviera hipnotizado.

—Hola —saludó la peliazul a la pequeña con una sonrisa amable.

Isha se escondió aún más y Atlas salió de su ensoñación.
—¿Estas bien? —le preguntó y la chica lo observo confundida—. Y-Yo... chocamos un poco fuerte, ¿te golpee?

—Oh, no —negó, sin dejar de sonreír—. Estoy bien, gracias. ¿Tú?

—¿Yo? —preguntó y negó—. Bien, todo bien.

Isha tiró de su pantalón levemente, logrando que Atlas finalmente quitara su mirada de la peliazul y la bajara hacia ella. Apuntó a la puerta de la cafetería, donde el jefe del rubio, un hombre llamado Henry lo miraba de brazos cruzados. El mayor pareció recordar que tenía trabajo y sacudió la cabeza.
—Tengo... tengo que irme.

—Sí, yo igual —rió ella, despidiéndose con la mano de Isha y luego sonriéndole a el—. Adiós.

Atlas tomó la mano de Isha y los dos se encaminaron de vuelta hacia la cafetería. Dieron dos pasos antes de que Atlas recordara de que nunca le preguntó su nombre.

Se dio la vuelta pero la peliazul ya había desaparecido entre la multitud de la calle principal. Suspiró desanimado y volvió a caminar.

—No te dire nada porque vienes tarde solo porque es la primera vez que pasa —dijo Henry divertido—. ¿Quién era la chica?

Isha y el hicieron un pequeño saludo antes de que entraran al local y la pequeña desapareciera en la habitación de atrás. Atlas lo observo mientras rascaba su nuca con un sonrojo de vergüenza.
—No sé.

—¿No se conocen? —preguntó con el ceño fruncido.

—Chocamos —explicó el rubio mientras tomaba el delantal y lo amarraba a su cintura—. Bueno, yo choqué con ella.

—Para variar —se burló, contando unos billetes de la caja registradora—. ¿No le preguntaste su nombre?

Atlas se sonrojó aún más y Henry negó, tomando el puente de su nariz entre sus dedos.

—Si ya sabes que soy tonto —murmuró, tratando de no verse tan avergonzado.

—A este paso no conseguirás novia nunca —dijo Henry sonriendo burlón.

—Ay, cállate.

—Ollie, es la chica más bonita que he visto en toda mi vida —dijo Atlas recostado de lado en el sillón para uno, con las piernas colgando de un lado y la cabeza colgando del otro mientras miraba el techo—. Y soy tan idiota que me olvide de preguntarle su nombre.

—A veces me dan ganas de lanzarte un ladrillo a la cara —dijo Oliver, su mejor amigo mientras suspiraba—. Seguro te quedaste parado mirándola como idiota.

—No —reclamó, cruzándose de brazos—. Le pregunté si estaba bien.

Oliver frunció el ceño, confundido y Atlas bufó.
—Chocamos fuerte, ¿sí? Quizá le dolió.

—Lo único que le podría haber dolido es tu falta de habilidades sociales —dijo el castaño extendiéndole la mano—. Vamos, bar, quiero tomar hasta quedar inconsciente.

—Pero, Isha...

—Isha esta con Candace —dijo Oliver obligándolo a pararse—. Ambos creemos que necesitas un descanso.

Candace y Oliver eran mellizos. Atlas los conocía desde que tenía trece, cuando sus padres habían muerto. Su familia lo había ayudado mucho a establecerse y poder cuidar de Isha, lo que para Atlas significa que les debía la vida.

Los dos siempre le decían que no necesitaban nada a cambio pero Atlas estaba dispuesto a pagarles por cada centavo que gastaron en el y su hermana.

—No necesito un descanso —se quejó, poniéndose la chaqueta sobre los hombros—. Me gusta estar con Isha.

—Lo sé —dijo Oliver, poniéndole las manos sobre los hombros—. Pero tienes diecinueve años, trabajas medio tiempo desde los quince y luego cuidas a tu hermana de siete años por el resto del día. Te convertiste en su padre a los trece y no disfrutaste tu adolescencia así que tenemos que emborracharnos de vez en cuando. Tienes que vivir un poco. Eres como un señor de cuarenta atrapado en un cuerpo de diecinueve.

—¿Es un insulto o un cumplido? —preguntó confundido.

Oliver puso una mueca y le dio palmadas en el hombro.
—Me dices cuando lo descubras.

Antes de que pudiera preguntar otra vez, Oliver lo arrastró fuera de la casa y ambos caminaron por la calle. Atlas no solía beber mucho por lo que siguió a Oliver entre las calles de Zaun hasta llegar frente a un bar con unas grandes letras brillantes.

La última gota.

—Este, mi amigo —dijo Oliver rodeando sus hombros con su brazo—, es el mejor bar de la ciudad. Te lo aseguro, lo mejor de lo mejor.

Oliver lo llevó hacia adentro, empujando las puertas para que entrara primero. Decir que estaba repleto era subestimarlo. Cada mesa tenía por lo menos dos personas ocupándolas y las conversaciones se mezclaban con la música en vivo de una chica que tocaba la guitarra. Habían dos señores sirviendo bebidas por doquier mientras conversaban con los clientes de manera distraída y todos se veían felices de estar ahí.

Ninguna persona se veía lo suficientemente borracha como para molestarse con otra persona y era un ambiente armonioso a pesar de lo que Atlas pensaba. No le gustaba ir a bares por eso, siempre terminaba en alguna pelea y lo odiaba.

Oliver apuntó a la barra y los dos se sentaron ahí. Un enorme señor castaño con ojos grises y barba se les acercó con una sonrisa amable.
—¿Que les sirvo?

—Una margarita para mí —se adelantó Oliver y luego apuntó a Atlas—. Un mojito para el. Gracias.

El señor asintió y se puso manos a la obra. Atlas sonrió divertido ante la mirada de su amigo y cuando el bartender le extendió su vaso, le dio un trago por la bombilla y puso una mueca. Estaba dulce pero el sabor a ron seguía muy presente, al menos para el. Oliver rió a carcajadas ante la cara antes de tomar un sorbo de su propia bebida y hacer un sonido de satisfacción.
—Gracias, Vander. Haces magia con las manos.

Atlas no tardó más de dos segundos en largarse a reír y Oliver lo observó confundido por unos segundos antes de abrir lo ojos exageradamente.
—¡No así, baboso!

—¡No dije nada! —se excusó el rubio subiendo las manos inocentemente.

—Lo veo en tu mirada —dijo el chico rodando los ojos—. Cochino.

Atlas tomó su vaso entre las manos y se giró aún riendo. Apoyó la espalda en el mesón y se dedicó a mirar a las personas que reían y bebían entretenidas. Volvió a tomar la bombilla entre sus labios y cuando estaba por tragar, la vio.

Cabello azul en dos moños, flequillo, el collar, las uñas azules y el maquillaje liviano.

Escupió la bebida, tosiendo desesperado y Oliver se alarmó.
—¡¿Qué?! ¿¡Que pasa?!

Aún tosiendo, se dio la vuelta, dándole la espalda a la chica hasta que se calmó y se volteó hacia su amigo.
—Es ella.

—¿Ella? ¿Que ella? —preguntó confundido. Oliver sacó su mirada de su amigo para analizar a todos en el bar y cuando la vio, sonrió burlón—. Ah, ella.

Atlas se arregló el cabello desesperado, dejando el vaso sobre el mesón y tragó saliva, sonrojado.
—¿Que hago?

—Háblale —dijo Oliver como si fuera obvio.

—¿Cómo? —dijo Atlas frustrado—. Me voy a trabar. Va a pensar que soy idiota.

Oliver miró detrás de el y sonrió divertido antes de negar.
—Supongo que tendrás que averiguarlo.

—¿Que significa es...?

Un toque en su hombro hizo que se congelara y Oliver tapó su propia boca con la mano, aguantando la risa. El rubio se giró lentamente en el asiento, inclinando la cabeza hacia atrás un poco para verle la cara a la chica que lo miraba con una sonrisa.
—Hola.

Atlas se quedó mirándola, hipnotizado por la manera en la que las luces del bar danzaban sobre la piel clara de la peliazul. No supo cuando tiempo estuvo así pero recibió una patada de Oliver en la pierna logrando que reaccione por fin.

—¡Hola! —dijo sonriendo—. ¿C-Como estas?

—Bien —dijo ella divertida—. No tengo heridas y mis baratijas están todas en su lugar.

—Me alegro —dijo el asintiendo.

Abrió la boca para decir otra cosa pero ella se le adelantó, apuntando al asiento vacío a su lado.
—¿Esta ocupado?

—No —negó, sin despegar la vista de ella—. Vacío. Esta... no hay nadie.

Ella se deslizó en la silla, apoyando el codo sobre el mesón y apoyando la barbilla en su mano para verlo. Oliver le golpeó el brazo y lo miro incrédulo. Atlas frunció el ceño confundido antes de abrir la boca sorprendido y girarse de nuevo hacia ella.
—¿Cómo te llamas?

—Powder —dijo con una pequeña risa.

Powder.

Su cabeza lo repitió una y otra vez hasta que recordó que ella tampoco sabía su nombre por lo que sacudió la cabeza y sonrió sonrojado.
—Yo soy Atlas.

Escuchó a Oliver suspirar aliviado y le dio un codazo disimulado mientras le sonreía a Powder.

—¿Cómo esta tu hermana? —preguntó—. Es tu hermana, ¿verdad?

—Sí, se llama Isha —dijo el asintiendo—. Bien, solo es tímida.

—Lo noté —asintió—. Es muy tierna.

—Lo es —sonrió Atlas—. Por favor no pienses que no te saludó por maleducada.

Powder sonrió con ternura y negó.
—No, no. No te preocupes.

—¿Este es el chico de la mañana? —preguntó Vander apoyando los codos sobre el mesón.

Powder se sonrojó y rodó los ojos.
—Papá...

—Oh, vamos —dijo el adulto y Atlas los observó confundido—. Tengo que conocerlo.

—¿El chico lindo que chocó contigo? —preguntó el otro bartender—. ¿Es él?

—Oh por Dios —dijo la peliazul escondiendo la cara entre las manos.

Oliver ahogó una risa y le dio un apretón en el hombro antes de largarse con su margarita en la mano. Atlas se sonrojó, otra vez, y paso la mirada entre los tres. El señor con el ojo deteriorado sonrió burlón hacia el.
—¿Como te llamas, niño?

—Atlas... —contestó, rascándose la nuca—, Calloway. Atlas Calloway.

—¿Cuantos años tienes? —preguntó Vander, siendo asesinado con la mirada por Powder.

—Diecinueve, señor.

—¿Expedientes criminales? —preguntó su compañero.

Antes de que pudiera responder, Powder tomó su muñeca y se lo llevó. Atlas sonrió divertido, alcanzando a agarrar su vaso antes de seguir a Powder hacia una esquina del bar que estaba vacía. Los dos se sentaron en una mesa y Powder sonrió avergonzada.
—Perdón por eso.

—Esta bien —dijo, desordenando su propio cabello—. Es tierno que se preocupen. Para que conste... no tengo antecedentes penales.

Powder rió, bajando la cabeza.
—Bueno saberlo.

Atlas empezó a reír también, dándole un corto sorbo al mojito.
—¿Vander es tu padre?

–Sí... —Powder acomodó su flequillo con los dedos—. El otro señor es Silco, es como mi tio. ¿Ves a esos dos de allá?

Apuntó a un chico que le sacaba por lo menos una cabeza a Atlas y a otro con un bigote que conversaban en una mesa llena de inventos que el rubio no se molesto en intentar entender.
—Sí.

—El más alto es Claggor y el otro es Mylo —dijo Powder—. Son mis hermanos.

—Oh —dijo el, asintiendo—. Wow, tienes mucha familia.

Ella asintió, sonriendo.
—Si tu lo dices.

—Yo solo tengo a Isha —dijo Atlas sonriendo—. El chico que estaba conmigo es Oliver que lo considero mi hermano pero solo es mi mejor amigo.

—¿El que esta besándose con la chica pelirroja? —preguntó Powder riendo.

Atlas volteó a ver, viendo a Oliver con una chica sentada en su regazo y besándose como si se fueran a morir mañana. Hizo una mueca y rió, bajando la mirada.
—Sí...

—¿Trabajas en Abraxas? —preguntó robándole un trago de mojito antes de devolverle el vaso—. Te vi entrar ahí.

—Sí —asintió sin molestarse—, lunes a sábado de nueve am hasta las dos de la tarde.

—Cool —sonrió—. Ya se donde encontrarte entonces.

Atlas sonrió.
—¿Tú trabajas?

—Ayudo aquí —contestó ella asintiendo—. Aunque papá no quiere que trabaje con el.

El rubio inclinó la cabeza con confusión y Powder no pudo evitar pensar que se veía como un perrito. Sonrió con ternura antes de explicar.
—Me gusta crear cosas. Desde pequeña hago inventos... bueno, intento. Papá dice que soy muy inteligente para desperdiciar mi vida trabajando en un bar. Podría... podría mostrarte algunos si quieres.

—Claro —respondió con una sonrisa—. Me encantaría. Aunque te advierto, soy muy ignorante con todo eso. Nunca me acostumbre a toda esta nueva tecnología.

Powder rió.
—Si necesitas que te explique, lo haré. No te preocupes por eso.

—Me parece —asintió sonriendo.

Los dos se quedaron en silencio por un segundo, simplemente admirando al otro. Atlas salió de la ensoñación primero.
—Uhm... ¿tienes...? ¿Estas ocupada mañana?

—Mmm —Powder fingió pensar, con una sonrisa divertida—. No lo sé... ¿Por qué?

Atlas rió levemente antes de rascarse la nuca, como siempre hacia que estaba nervioso.
—Bueno... Oliver y su hermana llevaran a Isha de paseo a la playa. Los dos quieren que pase tiempo con gente que no sea yo por lo que tengo la tarde libre y pensé que... si quieres podríamos... ¿salir?

Powder fingió pensar otra vez y Atlas se sonrojó, pensando que le iba a decir que no. Finalmente se volteó a verlo, jugando con el dije de su collar entre los dedos.
—Claro.

—¿En serio? —preguntó incrédulo y Powder rió—. ¡Genial! Bien, cool.

Asintió, sonriendo entusiasmado y Powder bajo la mirada, con una sonrisa nerviosa.

—¿Te gusta el arcade? —preguntó el luego de un segundo.

La peliazul asintió y Atlas suspiró aliviado.
—Perfecto. ¿Te parece bien ir a eso y luego cenar juntos?

—Me parece —dijo ella sin dejar de sonreír—. Entonces... ¿es una cita?

—Uhm... —el chico se sonrojó, riendo un poco—. ¿Quieres... quieres que lo sea?

Powder alzó los hombros, la sonrisa burlona volviendo a aparecer.
—No lo sé. ¿Tú?

Atlas la observó por unos segundos mientras se armaba de valor y asentía. Powder copió su acción y se levantó.
—Entonces sí. Recógeme aquí mismo mañana a las 4, ¿hecho?

—Trato —dijo el mordiendo el interior de su labio.

Ella se despidió con la mano antes de alejarse en dirección a la barra y Atlas soltó todo el aire en sus pulmones, su mirada siguiendo a la chica hasta que desapareció entre la gente. Apretó el puño e hizo el gesto de golpear el aire, sonriendo antes de voltear a ver a Oliver, que se tambaleaba en dirección a el.

—¡Viejo! —gritó, arrastrando las palabras—. ¿Lo lograste?

—Estas borracho —dijo Atlas levantándose y ayudándolo a mantenerse de pie—. Vámonos a casa.

—Aburrido —se quejó pero se dejo arrastrar, con un brazo alrededor de los hombros del rubio—. ¿Si lo lograste o no?

—Sí —murmuró y Oliver gritó, a lo que Atlas le tapó la boca con la palma—. Cállate, desubicado. Estamos en la calle.

—Vas a tener novia por fin —lloriqueo, apoyando la cabeza en el hombro del contrario—. Estoy tan orgulloso de ti.

—Oh por Dios.































author's note:

WOLII, me olvide pero el face claim de Oliver es Hiccup yyyy nada mas avisar que este fanfic es puro amor y brillitos porque necesito felicidades okei, se aguantan😞

QUE LES PARECIO??? AMAMOS??? ODIAMOS???

tengan lindo dia los amo montones muak🫶

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro