𝓸. 𝑝𝑟𝑜𝑙𝑜𝑔𝑢𝑒
El aire helado del metro impregnaba la estación desierta, un eco constante de pasos lejanos resonaba como un recordatorio de su soledad. Seong Ji-yun estaba sentada en un banco, su bolso desgastado colgaba de su hombro. Su rostro reflejaba una mezcla de cansancio y desesperación mientras revisaba por enésima vez su teléfono, buscando una solución a su situación.
Una risa suave interrumpió sus pensamientos. Al alzar la mirada, un hombre elegante con un maletín negro estaba frente a ella. Su sonrisa parecía saber demasiado, como si ya conociera cada detalle de su vida.
—Parece que está teniendo un mal día, señora Seong.
Ji-yun frunció el ceño, apretando su bolso con fuerza.
—¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi nombre?
El hombre ignoró su pregunta y sacó un juego de sobres de su maletín.
—¿Le interesaría jugar un pequeño juego? Puede ganar dinero fácil, algo que sé que necesita desesperadamente.
Ji-yun se levantó de un salto.
—No tengo tiempo para esto.
—¿No tiene tiempo o no tiene opciones?— prespondió el hombre, calmado, mientras sacaba una ficha roja y azul del maletín. La dejó caer al suelo.
—Le explico las reglas. Si gana, le doy 100,000 wones por cada victoria. Si pierde, me debe una pequeña cantidad... una bofetada en su lugar.
La ira y la frustración de Ji-yun se mezclaron. Sabía que era una oferta ridícula, pero el dinero... lo necesitaba más que su orgullo. Finalmente, se sentó de nuevo y asintió con desgana.
El juego comenzó. Una y otra vez, el hombre ganó, y la piel de Ji-yun ardía de los golpes que había recibido. Pero cuando finalmente logró girar la ficha con un golpe certero, la sonrisa del hombre se amplió.
—Impresionante. Aquí tiene su dinero. —Sacó un fajo de billetes y se lo entregó. Ji-yun lo tomó con manos temblorosas.
—Ya no jugaré más.— dijo ella, tratando de levantarse.
—Eso es lo que todos dicen al principio, señora Seong. Pero pronto entenderá que esto no es solo un juego.— el hombre sacó una tarjeta beige con tres símbolos negros grabado en ella.— Cuando esté lista para ganar más, llame al número de aquí.
Ji-yun tomó la tarjeta con escepticismo, sintiendo un nudo en el estómago.
—¿Por qué me está haciendo esto?
El hombre se inclinó hacia ella, con los ojos brillando de una forma inquietante.
—Porque alguien como usted, con tanto que perder y tanto que ganar, es perfecta para el juego.
Antes de que pudiera responder, el hombre desapareció entre la multitud que comenzaba a llenar la estación. Ji-yun miró la tarjeta en su mano, su corazón latiendo con fuerza mientras el peso de su desesperación aumentaba.
Había perdido todo por culpa de su ex-marido, y ahora... podría perder incluso más.
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