
𝟶𝟸𝟻 ¦𝙹𝚞𝚗𝚐𝚔𝚘𝚘𝚔¦
─ ¿Quieres empezar? ─mi mirada no se movía de la ventana, ver estas cuatro paredes de un color blanco me desesperaba, volva a lo de antes.
─La ausencia de mi madre fue un golpe duro para mí, mi padre se encerró en su burbuja de trabajo y más trabajo, tuve prohibido ver a mi abuela y mi hermana formó su familia lejos de nosotros, así quedándome solo ─las palabras de mi boca salían de forma automática, contar esto todos los días había hecho que me aprenda todo el diálogo.
─ ¿Cómo te sentiste al verte solo Jungkook?
─Enojado, furioso, frustrado, fui joven cuando mamá murió, mi hermana Jeri tenía que estar con mamá en sus últimos días, sin embargo, papá no lo dejó, mis días fueron solitarios, no tuve con quien estar, fue así como llegó Leila.
─ ¿Leila fue buena para tu soledad?
─Creo que sí, ella... Fue la compañía que tuve todo ese tiempo sin tener una familia...
─ ¿Y tus amigos? ¿Taehyung, Yoongi, Jimin y Gigi? ─fijé mi mirada hacia ella, Doménica, esta mujer me ponía incómodo.
─Tenían su vida, sus parejas, yo sería el que toca el violín para ellos, así que no tenía nada que ver ahí ─conteste con voz seca.
─ ¿Tus ataques de ira?
─Saber que no tenía a quién contar lo que sentía, me llevó a que todo quede guardado en mi interior, pensar que mamá no pudo despedirse de su hija mayor me llenaba de ira, todos los malditos días de mi vida, Leila era una arpía que me llevaba al límite de mi enojo... ─mi voz se volvió más gruesa.
─Sabes que hacer Jungkook ─estiró sus manos pudiendo ver sus uñas pintadas de un color rosa pálido, sabía que quería tocar mis manos así que los retiré lentamente.
─Dulce ─susurré, sus manos se tensaron volviendo a coger su bolígrafo─ fue ella que llegó a mi vida, mi ira, mi enojo, todo quedó encapsulado, pero ver que alguien le quiera hacer daño me enfurece...
─ Y si algún día ella decida dejarte, ¿qué harías? ─crucé mis brazos mirándola seriamente, Doménica es bonita, claro, pero no más hermosa que Dulce.
Solté un tremendo suspiro pensando en esa posibilidad, en las anteriores terapias no ha hecho este tipo de preguntas así que me tomó por sorpresa.
─Si me dejara... No haría nada ─Doménica alzó sus cejas y una diminuta sonrisa quiso asomarse por sus labios pintados de un rojo carmesí─ porque haría todo en nuestra relación para que me ame como yo la amo a ella, nuestras hijas serían el punto clave para nosotros, ellas serían nuestra fortaleza para mantenernos juntos, así que ella nunca me dejará ni yo ella, haré todo lo que tenga en mis manos mientras estemos juntos.
Ese amago de sonrisa desapareció. No sé porque papá insiste en que tenga mis terapias con esta mujer.
─ ¿Has tenido algún problema con ella? ¿Qué pasó para tu recaída?
─No tuve ningún problema con mi Dulce, mi recaída no tiene que ver con ella
─ ¿Entonces porque sucedió?
─Me revienta las pelotas que hablen mal de ella, que la traten como una cualquiera, cuando ella nunca hizo nada.
─Pero tú tenías novia cuando Dulce apareció ─mi mandíbula se apretó tanto, hice lo que en estos días me enseñó, conté hasta diez mentalmente y tomé un respiro.
─Dulce nunca se metió en mi relación, siempre se mantuvo al margen
─Por ella terminaste con Leila
Empecé a creer que estas preguntas se iban saliendo de contexto.
─Fui yo quien decidió acabar lo que tenía con Dulce, y lo agradezco, Leila era mi punto de ebullición y ahora Dulce es la calma que necesitaba.
La mirada de Doménica era tensa, me mantuve sereno en pensar en Dulce y en mis niñas, giré mi cabeza viendo el calendario y solté un suspiro, entramos a noviembre y mis niñas están a días de ver la luz, la carta que envié no recibió respuesta.
Deseo tanto estar con ella.
[...]
Las clases se volvieron más intensas por ser las últimas semanas. La tesis me tenía hecho un manojo de estrés y no ver a Dulce me ponía peor. La puerta de mi habitación fue abierta muy despacio.
─Mi niño, ¿Cómo estuvo la sesión de hoy? ─olí el aroma del té de frutos rojos haciendo que recuerde las veces que llevé a Dulce por su antojo. Mi abuela dejó a mi lado la pequeña taza, ella sentándose con lentitud en mi cama que semanas atrás dormía con Dulce.
─Igual que siempre, no entiendo porque papá se empeña en que vaya con Doménica, esa mujer me coquetea con descaro ─dije escandalizado, la abuela río.
─No lo sé cariño, ¿lo vale?
─Si, comencé con el conteo hasta diez, respiración y todas esas cosas, siempre llevo las pastillas, así que vamos bien abuela.
─Estoy feliz que sirva de algo estar con esa mujer descarada
La abuela sacó de su espalda una funda de regalo llamando mi atención
─Lo hice para las niñas ─susurró─ recuerdo haber hecho para ti y Jeri, ahora fue el turno para tus hijas, mis bisnietas.
Me acerqué a ella tomando la bolsa entre mis manos temblorosas, dentro de ella había dos mamelucos color blanco, sonreí melancólico, y unas imágenes de mis hijas con esto me acariciaba el alma, tenía que verla, sentir a mis niñas moverse dentro del vientre de Dulce.
─Gracias abuela ─susurré con mi voz quebrándose.
─Ve a verla, ella está desesperada por verte ─sus manos cálidas acariciaron mi cabello.
─Lo haré abuela, claro que lo haré.
¿Lo haría?
[...]
Mi pecho soltó un suspiro, tal vez sería ya media noche, las luces de su casa estaban apagadas y yo me preguntaba si Dulce soñaría conmigo, si mis niñas le estarían dando tantos dolores al moverse tanto. Recosté mi espalda en el tronco del árbol frente a su casa, la calle me dividía para estar cerca de su ventana, pero preferí mantenerme aquí, en la soledad de la noche pensando en ella, en mi niña.
Cerré mis ojos sintiendo un dolor de cabeza, carajo, todo este estrés me jodía, no sé cuánto tiempo pasé con mis ojos cerrados y con mi mente en blanco, pero los abrí cuando escuché el sonido de una puerta abrirse. Mi corazón se aceleró tanto que podía sentir ese nerviosismo al ver a la persona que quieres, mis labios temblaron por sonreír, y sentí un cosquilleo por mis manos, ladeé mi cabeza a un lado al ver que trataba de hacer, estaba puesta uno de sus mamelucos de tiburón como pijama de color azul, sonreí enternecido viendo su vientre ya muy hinchado.
Me puse de pie despacio cuando me di cuenta que ella estaba huyendo de su casa, sacó con tanta dificultad su maleta de viaje y quise correr cuando se encorvó un poco con su mano en el vientre, cerró la puerta y con un suspiro y esa linda sonrisa en sus labios emprendió camino, el aire frío la estremeció que se puso su capucha haciéndola ver tan jodidamente tierna. La seguí muy despacio desde una distancia discreta, oía unos murmullos salir de su boca, pero no podía entenderlos por el sonido de las ruedas de la maleta.
Me acerque un poco más para así poder escucharla.
─Espero que no me vayan a sacar de ahí, no podía permitir que sus abuelos me sigan separando de su padre, así que creo que esta es la mejor decisión que tomé en todos estos meses...
Una motocicleta pasó por nuestro lado impidiendo que pueda seguir oyendo, no me importó y solo la seguí muy despacio desde atrás. Mi linda Dulce está regresando a casa, es la primera vez que la veo haciendo algo descabellado, pero sentía una calidez profunda al verla.
Solo espero que sus padres no quieran separarnos por lo que está haciendo.
«»
Me apoyé en la pared cuando vi que rebuscaba algo en sus cosas, de seguro es las llaves, y en efecto, cuando lo encontró abrió la puerta y con su tremenda maleta entró con cautela cerrando la puerta tras de sí, luego de unos segundos el interior se iluminó como mi alma al saber la respuesta de la carta que le envié, no recibí una respuesta escrita, pero con lo de ahora lo supe. Sonreí y entré a nuestra casa, a nuestro hogar.
Caminé muy despacio, su maleta estaba en la entrada, todas las luces estaban prendidas y ese olor agradable de su perfume salía de la cocina, solté una risita baja yendo a ese lugar, ahí estaba ella, la razón por la que mi corazón empezó a latir como un loco sin darme cuenta, la alegría que me producía cuando estaba riendo como una niña, el positivismo que veía en todo, la madurez que tuvo que adoptar por nuestras niñas, el efecto de las mariposa en el estómago, fue ella, mi Dulce Meg lo provocó, el sueño de crear una familia me lo incentivó mi pequeña y ahora agradezco poder tenerla conmigo.
Dulce se mantenía pegada al mesón de la cocina acariciando su vientre mientras en una hornilla calentaba agua, caminé muy lentamente hacia ella, tenía sus ojos cerrados y su respiración era acompasada.
─Te ves tan hermosa ─susurré llegando a su lado, abrió sus ojos de golpe sonrojándose.
─Jungkook ─soltó en un murmullo, le sonreí─ ¡Jungkook! ─gritó sonriendo lanzándose encima de mí abrazando mi cuerpo lo poco que le dejaba su vientre.
─Princesa
─Te extrañé tanto ─su voz suave fue como una caricia a mi alma─ te extrañamos mucho ─susurró.
─No sabes lo feliz que me hace saber que me extrañaron, porque yo también lo hice ─acariciaba su lindo cabello, su rostro enterrado en el hueco de mi cuello.
─Las niñas parecía que estaban enojadas conmigo, no se movían tanto como lo hacían contigo ─mi cuello comenzó a sentirse húmedo, odiaba verla llorar, tuve que pestañear para no llorar junto con ella ─ yo no debía irme de aquí, ésta es nuestra casa, no debí irme ─sollozo con más fuerza.
─Cariño, mírame ─negó con la cabeza─ mírame Dulce Meg ─alzó su cabeza mirando hacia un lado, mis dedos limpiaron sus lágrimas y yo solté un suspiro─ Joder, te ves tan hermosa ─susurré─ pero debemos decirles a tus padres cariño, no sabes la alegría que me da verte aquí, tu eres la fuerza de mi vida, igual como nuestras hijas y por ustedes debí retomar mis terapias, no podía seguir así, que tal si un día les lastimaba...
─No, tu nunca harías eso ─con sus ojos cerrados movía su cabeza de un lado a otro, sus manos se empuñaron en mi pecho.
─Podía haberlo hecho mi amor, así que seguiré en mis terapias, esto es para toda mi vida...
─ ¡Ya lo sé Jungkook! Yo lo sé, pero yo estoy muy segura que no nos harías daño ─se alejó de mis brazos poniendo sus manos en sus caderas, su vientre la hacía ver un poco más bajita─ yo acepto todo de ti, tu situación es una parte de ti Jungkook, estoy muy al tanto de que las terapias formarán parte de nuestras vidas y no puedo hacerme la ciega tampoco, pero yo estaré para ti, las niñas estarán para ti, seremos un nosotros Jeon Jungkook. ─sus mejillas sonrojadas me hicieron sonreír.
─Seremos un nosotros Dulce ─la euforia de verla aquí conmigo y tan decidida a luchar por lo que sentimos, tal vez lo tardamos en admitir, pero por fin lo hicimos, así que verla así me dio la valentía de acortar la distancia que nos separaba y unir sus labios con los míos, el jadeo de sorpresa que soltó me enterneció, sus pequeñas manos se cerraron en mi pecho poniéndose de puntillas para así poder tener más cercanía conmigo, mis manos sostuvieron su cintura.
¿Saben cómo se siente besar con tanta pasión a la persona que les gusta?
Se siente como estar en el jodido cielo, después de semanas sin verla, sentirla fue como una alucinación.
─Te quiero mucho ─susurré cuando la vi profundamente dormida en nuestra cama, su frente en cerca de la mía sintiendo su respiración. Dejé mi mano en su vientre sintiendo un pequeño movimiento de mis niñas, una mueca se dibujó en su boca que me hizo preocupar.
Así que a mi mente vino ¿Cómo tendría que actuar cuando dé a luz? ¿Estaba preparado?
Carajo
ᴇᴅɪᴛᴀᴅᴏ | ₀₂₋₀₄₋₂₀₂₂|
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🍃; 「 NOCHU VANGOGH 2022©」
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