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Mine


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Es delicioso la manera en la cual la tersa piel nívea se colorea de un tierno rubor rojizo a causa del calor abrasador del éxtasis que nublaba su mente, siendo incapaz de articular algún pensamiento lógico ajeno al nombre del hombre que ahora lo penetraba, gemidos ahogados y súplicas pateticas de hacerlo sentir aún más placer. El rubio se deleitaba con la manera en la que el cuerpo del polaco se estremecía ante el más mínimo toque, como se retorcía en su lugar, con las manos agarrando fuertemente las telas de las sabanas buscando de alguna manera un soporte inutil, su mejilla contra la almohada, dejando apreciar en gran parte la mirada azulada desenfocada y los labios hinchados y abiertos de besos previos, con saliva resbalando de la comisura mientras su garganta es solo capaz de emitir aquellos sonidos demasiado lascivos.

Su mano, que se encontraba sosteniendo fuertemente su cadera, ahora se mueve en una caricia lenta hacía su espalda, arrastrando la tela de la camiseta amarilla hacía arriba para dejar aún más expuesta la piel debajo. Y eso es, quizá, lo más excitante de la situación. La camiseta del Dortmund con la que Marco se estaba follando a Robert, aquella tela que se apegaba a su esculpido cuerpo debido al sudor que lo recubría, con el número once y, más arriba, el apellido de “Reus” en grandes letras grabadas en un estampado negro. Aquello llenaba al susodicho de una satisfacción extraña que podría atribuirse al enojo que había tenido con el mayor cuando este decidió dejarlo por el Bayern Munich, o mismo por verlo con las prendas de ese club, cuando sabía que la sangre de Robert era dorada como la suya, su corazón le pertenecía al Dortmund, específicamente, le pertenecía a él. Era su marca en la piel del polaco, era el simbolismo de su pasión más adorada pegada a la figura de la persona que más codiciaba, sus dos razones de vivir en una unión para complacer sus fuertes celos por la lejanía que los separa, por todo lo que había significado tener a Robert a su lado en aquel club al que le juro tanta lealtad como al delantero en cada anotación que hacían juntos, en cada declaración de amor que se confesaban luego de cada victoria del equipo, en cada entrenamiento donde sentía que se enamoraba cada vez más cuando Robert le hacía bromas estúpidas o le hablaba de cosas triviales mientras jugaban.

Marco era tanto el capitán del Dortmund como también era el único dueño de cada gemido que era arrancado de la boca de Robert.

De pronto, la bruma en la cual se hallaba sumida su mente se disipó al escuchar un molesto sonido insistente que irrumpía el ambiente de la habitación, deteniendo sus movimientos al instante y recibiendo un quejido de molestia por parte del mayor debajo suyo por la pausa. El rubio lo ignoró, encontrando la fuente del sonido molesto en la mesita de luz al lado de la cama.

— Ma-marco… — Gime su nombre en una súplica, mientras intenta mover sus caderas para volver a sentir el bombeo constante sobre su interior, siendo detenido por el rubio quien sostiene con fuerza sus caderas mientras se estira para alcanzar el aparato.

Es el celular del polaco y, cuando lo tiene en sus manos, su rostro dibuja una mueca molesta al leer el nombre que figuraba en la pantalla. “Tommy” resplandecía como el culpable de aquella llamada, por lo que dedujo rápidamente que se trataba de Thomas Muller, la odiosa estrella del Bayern Munich que tanto parecía disfrutar su tiempo compartido con Robert, aquel hombre por el cual se había sentido remplazado. El solo apodo cariñoso con el que estaba agendado hizo que la sangre le hirviera de celos, no pensando racionalmente cuanto los estaba exponiendo a ambos cuando decidió atender la llamada.

— Hola Thomas, cuanto tiempo — Son las primeras palabras que le dedica el rubio antes de poder escuchar un probable saludo efusivo de su parte.

Silencio fue lo único que pudo escuchar detrás de la línea trás su saludo, y Marco estaba por alejar el celular para cortar con la llamada al suponer que el contrario había entendido el mensaje del momento que estaba interrumpiendo. No se requería mucha inteligencia para llegar a una conclusión relativamente cercana a la escena actual, Marco atendiendo desde el celular de Robert, además de que para ambos equipos no era ajena la cercanía que ambos aún mantenían incluso luego de su separación.

— ¿Qué mierda haces tu con el celular de Robert, Marco? ¿Dónde está él?

La respuesta que obtuvo sorprendió al susodicho, pues no esperaba que fuera tan agresiva y áspera proviniendo del simpático de Thomas Muller, pero sin duda era él quien hablaba, y al parecer lo había identificado tan pronto como le dirigió las palabras iniciales. Sin duda su cuestionamiento lo molesta aún más de lo que ya está, remplazando la sorpresa con una ira que burbujea peligrosamente en su pecho. La mano que seguía manteniendo las caderas de Robert se apretó con más fuerza, acentuando la sombra roja en la piel y sacando un resoplido del polaco, quien se encontraba bastante atontado como para percatarse de la situación que se estaba desarrollando entre sus compañeros.

— Eso no es de tu incumbencia — Responde, en un tono de voz amenazante por la manera brusca con la cual lo había atendido, apresurandose a volver en volver a hablar antes de que llegara una réplica. — ¿Acaso me crees capaz de secuestrarlo? Te aseguro que esta muy bien conmigo.

Junto con la afirmación, su mano libre se mueve para golpear uno de los glúteos del polaco, el ruido del impacto es acompañado por un fuerte gemido que espera que haya sido lo suficientemente fuerte para que se escuchará del otro lado. Y parece que así fue, una sonrisa satisfactoria aparece en los labios del rubio ante el chasquido de lengua que llega a sus oídos, pero la llamada todavía no se corta, y lo siguiente que llega a él logra borrar momentáneamente su pequeña victoria.

— Bien, lo entiendo… Dile que no se olvide de devolverme mi buzo mañana en el entrenamiento.

Marco se extraña por su pedido, hasta que recuerda el buzo rojo con el estampado del logo del Bayern Munich que traía puesto Robert cuando tocó la puerta de su departamento, aquella prenda abrigada que supuso que lo vestía por haber salido directamente de los entrenamientos y la quito del cuerpo ajeno tan pronto como se le fue permitido.

— Yyy… Que por la noche lo invité a cenar, trata de cuidarlo bien para mi, ¿Quieres, Marco? Si quieres te paso la dirección, para que me lo traigas y-

— ¿Te crees muy gracioso? — Lo interrumpe en un tono bajo, nuevamente con una amenaza indirecta de que se estaba metiendo en un terreno peligroso.

— Solo siendo un buen compañero, ¿Algún problema con eso? Porque si lo olvidaste, Robert ahora le pertenece al Bayern, conmigo — Recalca la última palabra con un énfasis que enferma completamente al rubio, puede incluso adivinar la sonrisa en los labios del contrario mientras le recalca su posición.

— Tu boca va a hacer que un día te maten, Thomas.

Luego de escupir aquello, la mente del polaco comienza a sentirse despejada por cada segundo que pasa sin recibir la atención necesaria, provocando que pudiera reconocer el nombre que su amante menciona tan sombríamente. Intenta preguntarle a Marco que sucede pero sin real preocupación, pero el rubio silencia su interés con otro golpe que causa que el polaco se retuerza en su lugar en la cama.

— No eres el primero que me lo dice — Responde a su intimidación, divertido por provocar la molestia del jugador dorado. — Tranquilo, eso era todo, espero que no olvides nada de lo que te dije.

Capta al instante que la aclaración se refiere al equipo por el que ahora juega el polaco y quien es su compañía en dicho equipo, un recordatorio que lo tortura cada día donde sabe que no podrá ver a su amante con los colores del Borussia para un entrenamiento a su lado.
Se le permitía olvidar sobre el vacío que había dejado su partida cuando volvía a encontrarse con Robert en pequeñas escapadas como si fueran adolescentes enamorados evitando que sus familias enemistadas los descubrieran. Cuando lo besaba, cuando lo tocaba y lo halagaba, toda la existencia de Robert respondiendo con tanta naturalidad al amor que le entregaba su presencia que le daba la noble ilusión de que nunca se habían separado en absoluto, que sus días seguían siendo al lado del otro, que sus mañanas empezaban en sus brazos y la noche caía sobre ellos enroscados en sus sábanas.

Este era el momento donde Marco olvidaba que Robert ya no le pertenecía, un quiebre en el vínculo de ambos que se produjo por su fichaje al equipo rival que terminó con cada oportunidad de que alguna vez, serían enteramente del otro. Thomas estaba tanteando aguas turbulentas con sus declaraciones, con su recordatorio de que esto solo era una pequeña ilusión que tan pronto como se rompiera, volvería a reconstruirse en la realidad donde Robert vuelve a su rutina con Thomas, y Marco no es ingenuo sobre su conocimiento sobre esto, el castaño lo estaba provocando como un dedo hurgando en una herida que nunca tuvo el tiempo de cicatrizar sanamente. Pero así como Thomas conocía el desconsuelo de Marco, este conocía el deseo de Thomas.

Thomas se aseguró de romper aquel momento de olvido para Marco, uno que era especial. Si no fuera porque se estaban comunicando por una llamada telefónica, probablemente el rubio ya hubiera lanzado su puño para romperle un par de dientes. Entonces, Marco quiere devolverle el sentimiento, negándose a que la conversación arruine su estado de ánimo.

— No lo haré, así como espero que tu no olvides que nunca será tuyo como quieres.

La llamada no se detiene, una acción que esperaría luego de confirmar explícitamente algo por lo cual el castaño se estaba esforzando. En cambio, lo vuelve a recibir un silencio que no puede identificar qué sentimientos transmite, pero eso no lo detiene de volcar su atención al hermoso cuerpo que había descuidado estos minutos. La mirada de Marco recorre la espalda y los hombros anchos tapados por la camiseta amarilla con su nombre impreso, su mano libre relajando el agarre contra su cadera hasta que libera esa zona para moverse debajo de las telas, por el recorrido que forma su columna vertebral, un toque tan lento e íntimo como una pluma que provoca un escalofrío visible en el polaco.

— Porque si lo olvidaste, Robert siempre va a venir primero a mí.

Tira el celular a un lado del rostro del polaco, quien busca levantar la cabeza de la almohada para verificar el contacto de la llamada, pero una mano se lo impide tomando un puñado de sus cortos mechones negros para hundirlo de nuevo hacía abajo. Robert gime en protesta al sentirse ahogado con la almohada húmeda por su propia saliva y pequeñas lágrimas rebeldes, pero pronto reprime un grito sobre las telas cuando la sensación  dolorosa pero placentera de una fuerte embestida lo toma por sorpresa, golpeando el punto dulce que lo hace delirar de lujuria.

Marco tira de los mechones de Robert para levantar su cabeza de la almohada, con el objetivo de que sus  gemidos y jadeos puedan ser audibles para quien aún no había cedido a terminar con la llamada, por las razones que sea que haya decidido no hacerlo aún, no era de relevancia para el rubio.

— ¡A-aah! /Mi-mierda…/ — Maldice en polaco, completamente aturdido por el placer que deshacía su aparente capacidad para hablar alemán.

— Dí mi nombre — Exige Marco tras escucharlo, acercándose lo suficiente para murmurar su pedido en su oído. — Hazle saber a nuestro amigo aquí a quien le perteneces.

— ¿A… A quién-? ¡Aaww! — Ahoga un gemido por un golpe particularmente fuerte en su interior, buscando descansar su cabeza en la almohada pero siendo impedido por la mano que tira de sus mechones insistentemente para que se mantenga audible, algo que poco a poco le estaba causando dolor en el cuello.

— Di mi nombre, Robert — Exige de nuevo eligiendo no responder a su pregunta, tirando aún más fuerte de su cabello, provocando un quejido de dolor en el polaco que no tarda en acatar la orden.

— ¡Marco! ¡M-marco! ¡nng!

— Buen chico — Sonríe contra su oído, desplazando su rostro para poder colocar sus labios gentilmente sobre su espalda, contrario a la ferocidad con la cual lo estaba penetrando contra la cama.

Terminó cediendo a la sensación adictiva que le provocaba el éxtasis de ambos cuerpos uniéndose de manera tan obscena, el ruido que producía el choque de su pelvis contra su culo al hundirse tan profundamente se mezclaba dulcemente con la melodía que le regalaban los gritos y gemidos de Robert, perdidos por completo en algo externo al acto pecaminoso que estaban cometiendo. Perdió la noción de sus alrededores, olvidando por completo el mensaje que pretendía dar al haber puesto el celular con la llamada puesta y la boca de Robert abierta para dejar escapar libremente su gusto en sonidos lujuriosos, no cayó en cuenta de aquello, no hasta que pudo derramarse dentro del polaco minutos después, con la respiración agitada y dando besos cariñosos por su espalda vestida, intentando calmar el espasmo y la agitación de ambos cuerpos por el fuerte orgasmo. Solo cuando su mente abandonó el pensamiento de follar con Robert, de marcarlo y hacerlo suyo, fue capaz de formar pensamientos coherentes como para preocuparse por como había reaccionado, a sabiendas de que la estrella del Bayern podría usar aquello para hundirlos si no fuera porque también tenía un cariño especial para con el nueve.

Suelta un quejido cuando se separa, Robert se desploma en la cama y el cansancio de un día ajetreado comienza a surgir efecto. Marco aprovecha que sus párpados se cierran pidiendo un descanso para tomar el celular, observando que la llamada aparecía como finalizada hace unos minutos que, sinceramente, no puede ubicar cuales fueron. 

Robert no pregunta, porque todo fue tan fugaz que su mente no lo proceso correctamente y únicamente busca dormir. Mientras, Marco se levanta de la cama para caminar hasta el baño, no dejaría que ambos durmieran sucios, y mientras va a buscar una toalla, piensa que al menos el próximo partido entre el Borussia Dortmund y el Bayern Munich será, probablemente, el más agresivo de la temporada. Le causa diversión más que frustración, está ansiando encontrarse a Muller en la cancha.

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N/A: No es lo que esperaba pero al menos me quitó las ganas de escribir algo de ellos tres, ufff.

— IS.

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