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Capítulo 12: Muerte a Nara I |+18

En silencio observó a aquella rubia cabellera que se mezclaba entre la multitud danzante de aquella discoteca, debía admitir que era poseedora de un cuerpo curvilíneo digno de modelar ropa interior o trajes de baño. Entre la multitud de chicas coreanas, aquella mujer era como una flor exótica y él necesitaba tenerla.

Le dio otro trago a su bebida alcohólica y dejó el vaso vacío sobre la barra, un golpe seco que pasó desapercibido ante la fuerte música que ahora era electrónica. Se abrió paso entre la multitud y llegando hasta el fondo de la discoteca, ocultó una sonrisa.

«Perfecto», pensó de inmediato.

Había estado esperando aquella oportunidad casi toda la noche.

Se acercó sigiloso, escuchando como aquella pareja discutía con furor, entre gritos de insultos y empujones. La situación le divertía porque lograría llevar a cabo su cometido sin mucho esfuerzo, la chica seguramente tenía la cantidad de alcohol suficiente en sangre como para cooperar y si no funcionaba, seguramente su atractivo rostro la conquistaría.

—Disculpa, pero creo haber oído bien cuando dijo que la soltaras —irrumpió en aquella discusión, mientras se posicionaba a escasos pasos de ellos.

El hombre que sostenía a la mujer por los brazos giró su rostro para observarlo, el enojo comenzó a incrementar en él y lo que sus dañados pensamientos imaginaron de inmediato, fue que Tae-hyung, era el culpable de la ruptura de aquella relación.

—Largo, no te metas —respondió sin ganas, mientras volvía a concentrarse en la mujer. Su agarre se volvía más fuerte y comenzaba a lastimarla.

—Suéltala —se limitó a decir él, pero aquel hombre no estaba dispuesto a ceder—. Bien, traté de ser paciente —finalizó.

Acto seguido, inspiró con fuerza y le proporcionó un fuerte y certero golpe en la sien, ocasionando que el testarudo hombre cayera en la inconciencia de inmediato. Sacudió levemente su mano en el aire, no le había dolido del todo, pero un poco de actuación no le venía mal.

Tomó la muñeca de la chica con suavidad y tiró de ella alejándose de la multitud, en dirección a la barra, donde le indicó que tomara asiento en el único lugar disponible. Del pobre hombre se encargaría algún guardia de seguridad, no le preocupaba en absoluto.

—¿Te encuentras bien? —preguntó, mientras se volteaba de lado captando la atención del barman y le pedía una botella de agua.

Ella asintió algo desorientada por lo que acababa de suceder, ya que todo había transcurrido en cuestión de minutos—Muchas gracias… de no ser por ti, no sé… —se mantuvo en silencio mientras aceptaba la botella que él le ofrecía.

—¿Es tu novio? —la miró fijamente, ya sabía la respuesta pero ella no lo sospechaba.

—Lo era, pero es un desgraciado… —murmuró enojada—… es un maldito acosador, no sé cómo sacármelo de encima, ya no lo soporto —soltó de golpe, sintiéndose abrumada por la situación. Tae-hyung sonrió—. Oye, ¿te estás burlando de mí?

—Para nada, es que… me alegra saber que no es tu novio —sonrió coqueto, mientras ella se sonrojaba levemente—… mi nombre es Tae-hyung, por cierto, pero dime Tae.

—Yo soy Nara. Entonces… —murmuró recobrando su confianza. Tomó la mano de él, la que había usado para derribar a su ex y acarició sus nudillos enrojecidos—… ¿te duele? —preguntó en un susurro, ya que él se había aproximado a ella.

Los ojos de ella eran como dos esferas esmeraldas brillando como estrellas en medio de la oscuridad de la discoteca donde la multitud era iluminada por luces de colores, el humo dificultaba la visión clara y era el ambiente perfecto para seducir a un buen hombre. Tenía todo a su favor.

—Me dolería más que rechazaras mi invitación para bailar conmigo esta noche… —murmuró, su voz sonaba grave y seductora ante los oídos de ella.

Un pequeño escalofrío le recorrió la espalda al sentir su cálido aliento sobre la piel de su oreja, simplemente asintió, sintiéndose incapaz de hablar sin soltar un jadeo. Aquel hombre era extremadamente sensual y debías ser ciego como para no notarlo.

En ese momento, cuando él tomó su mano y la llevó a la pista de baile, se sintió como la chica más afortunada del mundo de haber captado la atención de un hombre como él, solo que ella no tenía ni idea de que acababa de firmar su sentencia por voluntad propia.

La música seguía manteniendo un ritmo electrizante pero más sensual que antes, los sonidos bajos y algo pausados le erizaban la piel a los deseosos de una noche de pasión. Inmediatamente comenzó a mover sus caderas cuando sintió las manos de él aferrarse a su cintura como asegurándose de no perderla de vista, pegó su espalda a su pecho fornido e inclinó su cabeza hacia un lado, sintiendo el aliento de Tae-hyung chochar contra su cuello.

Algo en su interior se removió sintiéndose extasiada, quería tan solo darle una probada a esos labios que poseía. Giró su cuerpo y llevó sus brazos detrás del cuello de él, podía palpar la lujuria en ese instante y cerró sus ojos dejándose llevar por el encanto de aquel hombre.

Sus labios se movían con suavidad al principio y luego se volvían desesperados, tratando de apaciguar el calor que comenzaba a incrementar dentro de ellos, pero no era suficiente.

—Vamos… —murmuró jadeante, tratando de guiarlo a algún lugar privado, pero él la detuvo. Su cabello largo estaba desordenado y rizado por sobre sus ojos, su pecho se movía rápidamente como el de ella, tratando de recuperar el aire.

—Vine en auto, ven —se limitó a decir.

Para Nara, aquel momento en el que se dejó llevar por él, había dejado en el olvido las preocupaciones que le causaba su ex y pensó que Tae no pudo ser más oportuno y si ambos sentían atracción desde el primer momento, ¿por qué no podía aprovecharlo?

Se dejó guiar hacia el exterior sintiendo como el frio de la noche chocaba de pronto con su piel, el vestido que llevaba en aquella ocasión era algo revelador como para que evitara congelarse, así que se apresuró dando saltos cortos para igualar su paso y suspiró sintiendo la emoción de una nueva aventura a flor de piel.

Su vestido era de color azul brillante, corto hasta un poco más arriba de la mitad de sus muslos, tenía unas finas tiras que lo mantenían en su lugar por sobre sus hombros pero le daban la impresión de que con algo de fuerza, podrían romperse fácilmente. Él en cambio, iba luciendo unos pantalones negros junto con una camisa del mismo color, desabotonada de los primeros dos botones; emanaba un aura de misterio y peligro que resultaba atrayente para cualquier chica, él era la perfecta descripción del deseo hacia lo prohibido.

Tae-hyung le quitó el seguro a su auto que estaba aparcado unas calles más abajo, en la obscuridad de la noche y le abrió la puerta dejando a Nara introducirse primero. Esta ni siquiera lo dudó un segundo y él sonrió para sus adentros, que fácil era manipular a las personas. Sin dudas, la carne era débil.

Le siguió tomando asiento del lado del conductor pero no fue capaz de poner en marcha el motor, ya que tan pronto como cerró la puerta, sintió las manos de Nara posicionarse en sus mejillas para comenzar a besarlo.

Sus largas piernas se movieron hasta posicionar una de cada lado de su cuerpo, Tae-hyung se inclinó levemente hacía adelante presionando la espalda de ella contra el volante y llevó sus manos hacía sus glúteos, los cuales apretó deleitándose.

Jaló la palanquilla de su asiento dejándolos caer hacia atrás mientras a Nara se le escapaba un jadeo de sorpresa debido al repentino movimiento, sin embargo; su sorpresa se vio interrumpida por los labios suaves de Tae-hyung que nuevamente buscaban los suyos con desesperación, sus lenguas comenzaban una furiosa lucha por ver quien dominaba.

A Tae-hyung le agradaba hacer aquello de vez en cuando, podía relacionarse con cualquiera de sus tristes víctimas, les daba placer y luego acaba con sus vidas sepultando su sucio secreto. Él fingía que nada sucedía y Ho-yeon jamás se enteraba.

Lo mejor de todo, era que no debía ser un hombre dulce y delicado; él tomaba lo que quería para satisfacer sus propias necesidades y en el proceso, su acompañante lo disfrutaba. Por donde lo mirara, lo sentía como un ganar-ganar.

Llevó una de sus manos a la nuca de Nara y la tomó con fuerza para profundizar el beso, mientras con su mano libre subía lentamente el vestido de ella, enrollándolo a la altura de su cintura.

Nara se sentía ansiosa y deseosa de al fin tener a un hombre como él, solo para ella. Llevó sus manos al pecho de este desabotonando los últimos botones restantes y en cuanto sus dedos trataron de acariciar su piel, Tae-hyung se la quitó de encima, dejándola debajo de él.

—¿Qué haces? —preguntó ella, mientras trataba de concentrarse en los movimientos de él, pero todo era difícil con las gotas de alcohol que se cargaba.

Tae-hyung sonrió de labios cerrados y continuó enrollando el cinturón que se acababa de sacar, sobre las muñecas de ella; Nara gimió involuntariamente ante el fuerte agarre que sentía sobre su piel y observó sus oscuros ojos lujuriosos, jamás había hecho algo así pero estaba dispuesta a experimentar.

—No me gusta que me toquen demasiado, déjame hacerte disfrutar un poco antes… —murmuró coqueto, sobre la piel de su cuello, mientras comenzaba un camino de besos húmedos.

La piel perfumada y suave de Nara le resultaba tentadora, sus manos acariciaban sus piernas largas hasta llegar al borde de sus bragas y luego volvían a descender juguetonamente, mientras su legua y dientes causaban temblores en la mujer. Desabrochó su pantalón y bajó el cierre, arrastró la prenda lo suficiente como para dejársela por debajo de los glúteos, liberando su miembro palpitante.

Tomó las bragas de Nara deslizándolas hacia abajo y tomando su virilidad con una mano, comenzó a jugar en la entrada de ella, ejerciendo suaves caricias de arriba hacia abajo sintiendo la humedad que comenzaba a crearse en ella.

—Tae… por favor —jadeó ella, mientras sentía un hormigueo en su vientre bajo.

—Te lo advierto, Nara… —comentó con la voz más ronca de lo normal, ella gimió bajo—… no soy un hombre que te hará el amor, no esperes que sea delicado contigo —comentó, mientras comenzaba a hundirse levemente en ella—. Soy egoísta, busco mi propio placer y para lograrlo, debo ser rudo.

Dicho aquello, se introdujo completamente en ella de una estocada fuerte que le arrebató un fuerte gemido de entre sus labios rosados, labios que con gusto probaría más adelante.

—¡Tae-hyung! —gritó ante la sorpresa que rápidamente fue invadida por el placer, callando al dolor que había sentido en un principio.

Las embestidas eran fuertes e insistentes, había comenzado un vaivén lento pero tortuoso y profundo donde ella sentía entumecido cada miembro de su cuerpo, sentía como si en cada penetración su cuerpo fuera a estallar y le encantaba, gozaba de que él la penetrara sin tanto rodeo previo y no supo hasta ese momento, cuanto le gustaba así de directo y rudo.

Tae siguió deslizando el vestido hacia la cabeza de ella hasta que este cayó en los asientos de atrás, tenía razón desde un principio, su cuerpo era esplendido. Inclino su cabeza hacia sus pechos y comenzó a lamerlos y succionarlos, al principio suave, luego no tuvo compasión, los gemidos descontrolados de Nara lo estaban volviendo loco.

Las paredes de su feminidad se abrazaban por completo a su miembro, brindándole calidez y humedad. No le importaba usar protección, después de todo, estaba seguro de que le pondría fin antes de que algo ocurriera.

Gruñó como un animal cuando se sintió en la cumbre del éxtasis, las vibraciones del cuerpo de Nara y el cómo su feminidad palpitaba cada vez más fuerte, estrechándolo supo que pronto le arrancaría un orgasmo digno como el que seguro nunca le habían hecho sentir. Y estuvo en lo cierto, un grito de puro placer llenó sus oídos y tan pronto él le siguió, dejando sus fluidos calientes dentro de ella, podía sentir como la llenaba y como algunas gotas caían  deslizándose por el interior de los muslos de ella.

—Levántate —ordenó y ella obedeció aun sintiendo cada fibra de su ser temblar.

Le indicó como posicionarse en los asientos de atrás, de espaldas a él y con las piernas separadas, mientras esta llevaba sus manos al apoya cabezas y se aferraba a este intentando sostener su cuerpo torturado pasionalmente.

—Tae-hyung, ¿qué vas a...?, ¡ah! —exclamó mientras mordía su labio para guardar silencio, junto en el momento en que un grupo de personas se acercaban caminando.

Él sonrió con sorna a sabiendas lo escandalosa que era y comenzó a penetrarla nuevamente en aquella posición, tomó en puñados su cabello y lo jaló, mientras besaba su espalda y apretaba sus glúteos para luego palmearlos juguetonamente.

Extendió su mano libre mientras aún la envestía con fuerza, el único sonido que se oía en el interior era el de los gemidos ahogados de ella, los jadeos de él y el choque de sus sexos en cada vaivén. Sin poder evitarlo, la tomó del cuello y lo apretó estrangulándola.

Nara ni siquiera pensó en que aquello era un indicio de lo que la esperaba, sino que era puro placer lo que sentía, imaginó inmediatamente la variedad de juegos que podría experimentar con alguien dominante como él lo era. Era ambiciosa, allí lo tenía penetrándola y ya estaba pensando en una próxima vez, en distintas posiciones, con juguetes; jamás le había llamado la atención algo así, pero Tae-hyung lo llevaba todo a otro nivel.

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