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1. hurricane agatha.

1. ༅
Huracán Agatha

—Agh, Maise, mis padres aún no me dejan salir de casa. —Estaba recostada en la cama con el estómago para abajo y mi mejilla apoyada en la muñeca para sostenerme, mientras sostenía el teléfono con la otra mano.

—¿Aún no? Cielos, Amber… Deberías pedirle que te den permiso. —Habló Maisie al otro lado del teléfono.

—¡Es imposible! —Susurré mientras me acercaba un poco. —Sabes como son.

—Uhm, sí. —Asintió. —Pero deberías. —Ladeó la cabeza y se sentó en su escritorio.

Suspiré. —Tal vez no estoy destinada a salir de mi casa por unos largos años. —Reí entre dientes mientras me levantaba de la cama y encendía la televisión.

El huracán Agatha se sigue acercando a la Isla Kildare, en los Bancos Externos de Carolina del Norte. —Habló la reportera mientras reflejaban una imagen del clima y el huracán acercándose.

—Mierda… —Miré a Maisie a través del teléfono. —¿Oíste? El huracán se está acercando.

—¿Amb- es- tas- hí? —La videollamada se pixeló y se cortó, perdiendo la conexión.

Lancé mi teléfono descuidadamente sobre la cama antes de abandonar mi habitación y dirigirme a la sala de estar, donde me encontré con la presencia de mis padres.

—Hija… —Mi madre me miró. —¿Estás viendo las noticias? —Se levantó con inquietud y se apresuró hacia las ventanas, cerrándolas con temor antes de empezar a sacar objetos con prisa.

—¿Qué haces, mamá? —La observé con perplejidad y luego dirigí la mirada hacia mi padre, quien me ignoraba por completo.

—Hay que procurar que no suceda nada… Nunca se sabe cómo puede afectar este tipo de huracanes. —Explicó nerviosa y colocaba un rollo debajo de la puerta, presumiblemente para evitar que la lluvia se filtrara por debajo.

Nuestra casa era desmesuradamente grande para tres personas, siendo honestos. Este tipo de situaciones ocurría con frecuencia, y resultaba difícil mantener la casa en orden si nadie ayudaba y una sola persona se encargaba de todo el trabajo.

—Mamá, pásame algunas cosas. Te ayudo. —Ofrecí mi ayuda.

Subí las escaleras para tapar las ventanas de mi dormitorio, seguido por las ventanas de otras habitaciones.

De repente, toda la luz que iluminaba nuestra amplia casa se apagó, sumiéndonos en la oscuridad junto con el resto del vecindario.

La alerta de desastres naturales comenzó a sonar, lo que provocó miradas nerviosas entre mi mamá y yo.

—¿Tanner? ¿Podrías ayudar? —Mi mamá se giró a ver a mi papá con notoria molestia. —Trae las luces de emergencia.

Asintió y se apresuró a buscar la luz de emergencia. Cuando regresó con ella, mi madre la encendió.

La brisa del viento del huracán comenzó a traspasar los rollos, y lo único en lo que podía pensar era que todo esto tenía que funcionar.

La oscuridad siempre ha sido algo que me aterroriza.

Desde que era pequeña, he sentido un miedo profundo hacia ella. Es como si estuviera llena de secretos oscuros y peligrosos que no puedo ver.

La oscuridad me ha atormentado durante mucho tiempo, pero quizás haya algo más detrás de ese miedo que todavía no entiendo.

Subí a mi habitación y encendí unas velas decorativas que tenía. Inmediatamente, la suave luz de las velas llenó el espacio con una atmósfera cálida y acogedora, disipando la oscuridad que tanto me atemorizaba.

Me sentí reconfortada por la luz danzante de las llamas, como si me protegieran de las sombras que acechaban en cada rincón oscuro.

A pesar de la tormenta que azotaba afuera, dormir con el sonido de la lluvia era reconfortante.

El repiqueteo constante de las gotas creaba una atmósfera tranquila y acogedora que me envolvía en un abrazo cálido, a pesar del frío que se colaba por las ventanas.

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El día finalmente pasó, los rayos del sol se filtraban por los agujeros de la persiana. Todo parecía estar en orden.

O al menos era lo que yo había pensado antes de salir afuera.

Dormí tan profundamente que no me percaté de que algunas cosas habían sido arrastradas por el viento en nuestro porche, patio y techo.

Salí afuera, frotándome los ojos, y observé la destrucción causada por el huracán.

—Podría haber sido peor… —Caminé por los restos de cosas que había en el césped.

Los árboles gigantes y las ramas destrozadas yacían esparcidas por todas partes. Nuestros empleados ayudaban a mi padre a limpiar los escombros que habían volado hacia la piscina y otros lugares.

Le di un vistazo a mi teléfono y vi las palabras "Sin señal" parpadeando en la pantalla.

—Genial, lo que me faltaba. —Suspiré mientras lo guardaba en mi bolsillo.

—¡Amber! ¡Tienes visitas! —Desde el interior de la casa, mi madre elevó el tono de voz para avisarme.

—Uhm. —Entrecerré los ojos, sintiéndome algo desconcertada.

¿Quiénes vendrían a visitarme después de un gran huracán?

Pero luego caí en la cuenta y sólo podrían ser dos personas. Maisie y Sarah.

Ambas estaban esperándome en la puerta, luciendo sonrisas que se extendían de oreja a oreja.

—Oh, Amb… Me alegro que estés bien. —Sarah dejó escapar un suspiro de alivio y me abrazó con fuerza, como si no quisiera soltarme nunca.

Maisie interrumpió el abrazo con una pequeña sonrisa y, con gestos animados, alentó a Sarah a decirme algo.

—¡Ah, si! —Asintió comprendiendo. —A unos metros de aquí organizaron una fiesta en la playa. ¿Quieres ir con nosotras? —Sarah entrelazó sus dedos y, con un brillo en sus ojos, me preguntó con entusiasmo si quería unirme a ellas. Sus gestos rogaban con ternura, como si deseara que compartiéramos juntas algo emocionante y especial.

Reí levemente al ver sus gestos. —Chicas… Mis padres… —Suspiré y mi sonrisa se desvaneció al bajar la cabeza.

—A la mierda tus padres, ahora estás a mi cargo, yo soy la mayor. —Con un tono autoritario, Maisie aclaró su postura y me miró fijamente. —Mira, escucha. Les diré que ustedes dos vendrán a mi casa, como una ayuda para que ellos puedan arreglar sus casas. ¿De acuerdo? —Nos reunió a Sarah y a mí en una pequeña ronda, creando un ambiente íntimo y confidencial.

Asentí con seguridad y permití que Maisie se encargara de preguntarle a mi madre, quien observaba atentamente cómo trabajaban los demás.

Se acercó. —Am… Señora Betty… ¿Puedo preguntarle algo? —Se llevó a mi mamá lejos de nosotras, buscando crear un ambiente más privado y seguro para hablar.

A medida que pasaban los minutos, Sarah y yo nos sentíamos cada vez más ansiosas, con la incertidumbre creciendo en nuestros corazones.

—¿Qué crees que le está diciendo? —Sarah preguntó y me miró, mordiéndose las uñas.

Suspiré frustrada. —Probablemente le esté dando una serenata, solo para llegar al "no". —Rodé los ojos.

—Pff… Probable. Pero no seas así, ¡ten un poco más de esperanza! —Aseguró.

—Imposible tener esperanza con este tipo de padres.

Finalmente, Maisie volvió, pero su rostro no ofrecía buenas perspectivas.

—¿Y? ¿Qué te dijo? —Sarah se acercó a Maisie, quien saltaba en el lugar con ansiedad.

Ella solo negaba con la cabeza, pero sin embargo, su expresión cambió de manera notable a una felicidad palpable que solo nosotras íbamos a comprender, y comenzó a saltar de emoción.

—¿Me dejó? ¡Me dejó! —Mis ojos se iluminaron y se abrieron como platos. No podía creerlo.

—Y todo esto gracias a mí, tampoco tuve la necesidad de mentir. —Asintió explicando. —Le dije la verdad, y te dejó ir a la fiesta. —Me tomó por ambos hombros y esbozó una sonrisa radiante, llena de felicidad.

—Wow… Pero, oye… ¿No te dió ninguna serenata? —Arqueé una ceja, dudando.

—Bueno, sí… Preguntó que cómo se nos ocurría ir a una fiesta con todo lo que sucedió… bla, bla bla. Pero Ignoremos esa parte, mis palabras mágicas siempre tienen efecto. —Nos guiñó el ojo.

Me reí a carcajadas mientras me cubría la boca con la mano. Luego, con una emoción desbordante, di un salto de alegría y corrí escaleras arriba para ponerme una ropa decente. No podía permitirme ir a la fiesta en pijama.

Las chicas subieron conmigo, emocionadas por ayudarme a elegir el atuendo perfecto.

Al llegar a mi vestidor, me encontré con un mar de opciones. Cada vez que seleccionaba una prenda, las mostraba a ellas, ansiosa por recibir sus opiniones y consejos.

—¿Y? ¿Qué tal? —Saliendo del vestidor, adopté una pose graciosa y divertida mientras les mostraba el atuendo. Con una sonrisa juguetona, hice una pequeña pasarela improvisada para mostrarles cómo lucía.

—Uhm… Está lindo, solo que me arreglaría el cabello. —Sarah aconsejó y luego rió levemente. 

—Ah, sí… Eso lo iba a dejar para el final. —Aclaré mi garganta y finalmente salí del vestidor.

Sin perder tiempo, me dirigí directamente al baño para comenzar a maquillarme y peinarme.

—¿Ustedes se meterán al mar? —Maisie preguntó mientras examinaba mis pertenencias en la habitación.

—Ah… No lo creo, no quiero mojar mi cabello. —Sarah respondió.

—No lo sé… No por nada me estoy maquillando… —Respondí a Maisie mientras me arqueaba las pestañas con cuidado, asegurándome de no arrancar ninguna.

La conversación con Maisie me distrajo un poco del proceso, pero me esforcé por mantener la concentración.

Unos minutos después de prepararme, finalicé mi look y me sentí lista para ir a la fiesta con las chicas. Con una sonrisa en el rostro y una actitud segura, salí de la habitación lista para disfrutar de un día fascinante con mis amigas.

El auto de Maisie estaba aparcado arriba del cordón de mi casa.

—¡Pido ir adelante! —Sarah dio pequeños trotes mientras levantaba la mano para reclamar su lugar.

Nos subimos al auto y, a pesar del corto trayecto, decidimos poner música y conversar de manera casual durante el viaje. El ambiente relajado y la emoción por lo que nos esperaba en la playa nos mantenía animadas y listas para disfrutar al máximo.

—Oye, Sarah… —Me asomé por un costado de su asiento. —Te conozco… ¿Irás con Topper? —Pregunté con una sonrisa cómplice, mirándola de lado.

—Eh… Ah… Supongo. —Se giró para mirarme y, al encontrarse con mi mirada, soltó una risa nerviosa. Sus ojos reflejaban una mezcla de emoción y ansiedad.

—"Supongo" es una palabra que no acepto. Dí que sí y se acabó el juego, Sarah. —Maisie soltó una risita burlona mientras mantenía sus ojos fijos en la carretera. Su actitud relajada añadía un toque de diversión al viaje.

En cuestión de minutos, llegamos a la playa y nos encontramos con una gran variedad de personas. Había desde los más 'relajados y despreocupados' como los Pogues y los Kooks, hasta turistas que disfrutaban del sol y la arena. El ambiente vibrante y diverso nos dio la bienvenida a un día emocionante en la playa.

No tardó en aparecer Topper, el novio de Sarah, quien la tomó de la mano y se la llevó con él. En un abrir y cerrar de ojos, solo quedábamos Maisie y yo, observando la escena con curiosidad y una pizca de sorpresa.

—Ajá… Y ella suponía que se iba a ir con Topper. —Suspiró y luego rió. —Bien, ¿quieres cerveza?

La miré con sorpresa, abriendo la boca en un gesto de asombro. —¿Estás loca? ¿Acaso quieres que mis padres vean lo que tomé?

—¡Vamos Amber! Solo será una vez de… muchas. Solo un poco… Rogó y formó un puchero con sus labios, expresando su súplica de una manera tierna y emotiva.

Sus ojos reflejaban una mezcla de anhelo y esperanza, mientras sus labios adoptaban la forma de un gesto adorable que buscaba conmover a quien la observara.

—Agh. Tú ganas… Pero si no quiero más te lo daré a tí.

Maisie dio pequeños aplausos y se dirigió al chico que estaba a cargo del barril de cerveza.

—Hey, ¡John B! Dos cervezas, por favor. —Le pidió de forma amistosa a este chico y él cedió.

—Dos cervezas para estas dos lindas chicas. —Nos halagó y nos pasó la cerveza a cada una con una sonrisa coqueta y amistosa.

Maisie expresa su gratitud con una sonrisa al recibir la bebida, a lo que nos alejamos disfrutando de la música.

—Se ve que es un buen tipo. —Di un sorbo a la cerveza y dirigí mi mirada hacia Maisie en busca de su respuesta.

—Lo es… Eso dicen. —Respondió. —Lamento tanto que su padre haya muerto… —Suspiró frustrada.

—Uhm… Sí.

—¿Tú crees que desapareció por cuenta propia? —Me preguntó con una ceja arqueada, luego se sentó en la arena y giró para contemplar el romper de las olas, generando un ambiente de intriga y expectación a mi alrededor.

—Ah, no lo creo. No creo que haya abandonado a su hijo así porque sí. —Respondí mientras dejaba el vaso de plástico a un costado.

—Creo que es uno de los casos más misteriosos en todo Outer Banks. —Asintió con la cabeza en afirmación, mientras que yo la observaba en silencio.

—¿Él tiene amigos? —Pregunté con curiosidad mientras enderezaba mi espalda, mostrando un claro interés en la respuesta que estaba por venir.

—Seguramente. A la única que conozco es a Kiara. —Explicó. —Era mencionada por Sarah, fueron mejores amigas.

—Ah, sí. Me acuerdo de ella… ¿Pero qué pasó? —Fruncí el ceño, confundida por la forma en que Maisie habló en pasado, mostrando claramente mi desconcierto ante sus palabras.

—Sarah no habla del tema.

—Oh… —Incliné la cabeza en señal afirmativa, demostrando mi comprensión.

—Wow, wow… ¡Miren lo que puedo hacer! —Un joven de cabello rubio familiar y de espaldas captó mi atención al exhortar a la gente para que lo observara.

Este, hacía malabares con tres vasos en el aire, equilibrandose en una sola pierna. Incluso sostenía una cerveza, pero no derramó ni una gota.

Cuando se dio la vuelta, un destello de recuerdos inundó mi mente. ¿Acaso era…?

—¡Por Dios! ¡Maisie! —Exclamé en un susurro mientras le agarraba el hombro con ansiedad. —¡Es él! ¡Es el chico de las competencias!

—¿Ese? ¿Él que está haciendo malabares en una sola pierna? —Maisie soltó una risa burlona mientras adoptaba un tono sarcástico.

—¡Te lo juro! ¡Es él!

Ella solamente reía. —Pues ve y háblale. No tienes nada que perder.

—Es que… ¿Y si sale mal? No quiero quedar en ridículo frente a él. —Tragué en seco con frustración.

—No saldrá mal, confía en mí y en tí.

Las resonancias de las voces en mi mente persistían, formando un contrapunto inquietante con la atención que prestaba al joven ejecutante y sus habilidosos malabarismos con los vasos.

En aquel momento, una incertidumbre latente me embargaba, y la noción de aventurarme en lo desconocido se abría paso en mi mente. Quizás era el momento de asumir el riesgo y dejar que los acontecimientos siguieran su curso inevitable.

Cuando reuní el valor para dirigirme a él, experimenté la sensación de su atención al girarse y encontrarse con mi mirada. Descendió con gracia del barril de cerveza y emprendió el camino hacia donde yo me encontraba.

Las miradas de toda la playa, incluyendo la de los turistas, estaban fijas en nosotros. Sentí un cosquilleo en el estómago y unas risitas nerviosas se apoderaron de mí.

Él se acercó con los vasos. —Me presento, soy JJ Maybank, pero JJ para tí. —Con una sonrisa encantadora, me ofreció uno de los vasos de cerveza. —Creo que ya nos hemos visto antes, ¿cierto?

El ritmo de la música se intensificó, las miradas ajenas desaparecieron y en ese momento éramos solo él y yo.

Asentí con ligereza. —Un gusto. Soy Amber. Amber Hale. —Con calidez, me presenté y noté que mis nervios se desvanecían por completo.

Su mirada se posó en mí con una sonrisa traviesa, como si no hubiera necesidad de que le dijera mi nombre.

—El gusto es mío, por supuesto. Y dime, preciosa… ¿Qué te trae por esta fiesta? —Él me hizo un gesto con la cabeza, indicándome que lo siguiera. Comenzamos a caminar lentamente y a conversar sobre nosotros.

Me encogí de hombros. —Mis amigas, Sarah y Maisie me dijeron de venir. —Expliqué.

Él frunció el ceño. —¿Sarah? ¿Sarah Cameron? ¿La princesa Kook? —Aumentó el volumen de su voz debido a la confusión.

—Ella misma. —Asentí y señalé con la mano, reconociendo que tenía razón.

—Ujum… Mira, Amber… Necesito que me hagas un favor… —Con delicadeza, él rodeó mis hombros con su brazo, y nuestras mejillas estaban a punto de rozarse a centímetros de distancia. —Sé que aún no somos los "mejores amigos" pero, sabes… Mi amigo está interesado en amiga. —Él confesó.

—¿Acaso sabes guardar un secreto? —Dejé escapar una suave risa mientras giraba el rostro para mirarlo. —Pero, mala suerte, ella está con Topper.

—Ajá, ajá, ya sabemos. Estamos al tanto. —Su respuesta denotaba indiferencia, como si no le importara. —John B, está perdidamente enamorado de esa chica, y, no lo niego, es linda. —Él admitió, levantando las cejas mientras me miraba. —Pero, ese no es el caso… Te necesitamos, Amber.

—¿Estás confiando en una desconocida para que tú mejor amigo se gane a mi amiga? —Cuando lo miré, una amplia sonrisa se formó en mi rostro y pronto se convirtió en una risa.

—Bueno, a ver… Esto podría transformarse en más que una simple ayuda. —Cuando me miró, pude notar que de vez en cuando desviaba la mirada hacia mis labios de manera coqueta. —Peeero… Lo dejaré en tus pensamientos, tú sabrás.

Despidiéndose, me dio una palmadita en el hombro con un guiño travieso que dejó una promesa silenciosa en el aire.

Rodé los ojos con complicidad mientras una pequeña sonrisa se formaba en mis labios, observando cómo se alejaba con sus amigos. En ese momento, Maisie se acercó con emoción.

—¡Viva el amor! —Exclamó y levantó sus manos en forma de celebración. —Yo también tengo algo que contarte. —Se sentó a mi lado. —De acuerdo, espero que digieras bien la bebida.

—¡Ya dilo! ¡No me hagas esperar!

Ella suspiró profundamente y se dispuso a hablar con seriedad. —Estoy saliendo con Rafe Cameron. —Confesó rápidamente, visiblemente nerviosa por mi posible reacción.

Me quedé en estado de shock al escuchar lo que decía. ¿Acaso estaba saliendo con Rafe Cameron? ¿El hijo de Ward Cameron? ¿El hermano de Sarah? Era demasiado impactante para procesarlo en ese momento.

—¿¡Qué mierda, Maisie Gray!? —Exclamé mientras me tapaba la boca del asombro.

—Sí… bueno… Surgió muy de la nada…

Finalmente, Maisie me contó todos los detalles sobre su reciente relación con Rafe, y la tarde pasó volando entre nuestras conversaciones.

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La noche había caído sobre la playa, envolviéndola en un suave manto de oscuridad. El frío se intensificó, pero la luz plateada de la luna iluminaba el paisaje con una belleza etérea. Las olas rompían con suavidad en la orilla, creando una melodía hipnótica que llenaba el aire.

Sarah y Topper se unieron a Maisie y a mí. Nos sentamos juntos en la arena, compartiendo el calor de una fogata improvisada. Las chispas danzaban en el aire, iluminando nuestros rostros mientras conversábamos sobre cosas cotidianas. El sonido del mar proporcionaba un telón de fondo relajante para nuestras voces, creando un ambiente de serenidad y camaradería.

Sarah se puso de pie junto a Topper, y nosotras la seguimos. A lo lejos, divisamos a JJ y John B.

—Hola… —Sarah saludó a unos amigos que estaban cerca.

—Oh, espera. —JJ sostenía los vasos de plástico. —¡Hey! ¡Sarah! —JJ llamó. A su lado estaba John B. —Sarah… ¿Te interesa probar un poco de esta bebida? —Este acercó el vaso, mientras Topper lo miraba con notoria molestia.

—No… Gracias. —Rechazó con amabilidad y una sonrisa leve en su rostro.

—Vamos…¿No es lujosa? —El rubio insistió y bromeó.

—No… Ya nos íbamos.

—Hey, hey… ¿Sabes que? ¿Sabes? Yo la probaré. —Topper interrumpió. —¿Sí? Gracias amigo.

Topper interrumpió la conversación de manera repentina, tomando el lugar que ocupaba Sarah. Esta acción provocó claramente la molestia de JJ.

—Hey, gracias por la sugerencia, Topper. Pero no te pregunté a tí. —Aclaró JJ. —Tal vez si dices "por favor" , pero no. —Respondió de una forma vacilona.

—Oh… ¿Por favor? ¿Por favor? —Topper levantó sus cejas con una expresión burlona en su rostro, mientras respondía de manera sarcástica.

—Sí, entonces, vamos Sarah… Ya seguro que te encantará. —Insistió nuevamente, inclinando el vaso para dárselo.

—Oh, no, no, no. ¡No quiere nada de tí!

Topper extendió su mano para empujar el vaso hacia JJ, lo que provocó que este se derramara sobre él. Este desató una pelea. JJ reaccionó de manera agresiva y agarró fuertemente a Topper de la camiseta, empujándolo con brusquedad.

En ese momento, mi mente estaba completamente concentrada en la escena que se desarrollaba ante mis ojos. A pesar de que no estaba involucrada, sentía como si estuviera en el centro de la pelea.

John B trató de disuadir a su amigo para intervenir en la pelea, pero su argumento no fue efectivo. En cuanto Topper exclamó "¡Sucios Pogues!" JB también se involucró y empujó a la persona que le había insultado. El gesto fue brusco e impulsivo.

—¡Hey, John B! No tenemos que llamar la atención, ¿recuerdas? —Uno de los amigos de estos quiso parar el cometido.

En poco tiempo, Topper se aproximó a John, quien reaccionó con violencia al golpearlo en el rostro con gran agresividad.

—Oh por dios… —Susurré mientras me acercaba a a Sarah.

—¡Chicos, chicos! ¡Ya basta! —Sarah exclamaba con temor.

John B no iba a ser menos que su amigo. También dio golpe tras golpe al chico de camisa cuadriculada. Los golpes volaban de un lado a otro, pero finalmente, Topper salió victorioso y comenzó a hundirlo bajo el agua.

En ese momento, me sentí asustada e impotente, deseando que todo terminara.

Sin embargo, lo único que podía hacer era mirar con horror mientras la pelea continuaba.

Notaba en los ojos de JJ una mezcla de enojo y odio cada vez que lo miraba.

Sin embargo, de repente, me sorprendí cuando él mismo se acercó por detrás de Topper y le apuntó con un arma a la cabeza, como si la cosa se estuviera volviendo mortal.

—¡Topper! —Maisie veía la horrorosa escena con Topper ahogando al chico. —¡Para, Topper! —le suplicó

—¡JJ! —Me acerqué lentamente a JJ, tratando de frenarlo y evitar que terminara de lastimar a su oponente.

Mi corazón late con fuerza mientras me quedo allí, paralizada y mirando la escena que se está desarrollando frente a mí. Los amigos de JJ, entre ellos, Maisie, Sarah, y yo estamos de pie junto al agua, observando con horror cómo todos a nuestro alrededor gritan.

—¡Baja el arma! —supliqué elevando la voz.

—¿Dijiste algo princesa? —Él hablaba con un tono vacilón, aún apuntando a Topper.

—¡Kie! ¡Detén al psicópata de tu amigo! —Prosiguió Sarah con una mezcla de inquietud y pánico en su voz.

—¡Okey! ¡Escuchemme bien! —JJ se aleja de Topper y, en un arrebato de ira, empieza a gritar a todo pulmón. —¡Váyanse de nuestro sector de la isla! —Elevó la pistola, disparando hacia arriba.

En este punto, la gente comienza a gritar y correr otra vez por la playa, desesperada y agitada por los disparos que se presentaban ahora.

Me siento aturdida y con una sensación de pavor que me recorre todo el cuerpo. Ahora escuchaba voces contenidas que me exclamaban en el oído.

—¡Hey, Amber! Vámonos… —Maisie se impacientó y me dio un pequeño golpe en la mejilla con la palma de su mano.

Le temblaban las manos y el rostro pálido aún seguía bañado en sudor, revelando lo mucho que había temido.

Pero no había tiempo para pensar en eso, más adelante estaba el auto, y Sarah estaba abriendo la puerta del copiloto para ayudarme a subir.

Me senté en el asiento mientras Maisie se subía al volante y empezaba a conducir el auto.

Definitivamente, esto era el comienzo de muchas cosas.









HEEYYY, me reporto acá. Les puedo asegurar que jamás había escrito un capítulo tan largo como este, se los aseguro.

Finalmente pasó lo que todos esperaban (incluyéndome, por supuesto.) JJ le tiró MUCHAS indirectas a Amber, pero la boluda no se dió cuenta (sería yo)

Pero bueno, muchas cosas pasarán, pero falta muuucho. Espero que les haya gustado el capítulo! Los quiero! 🤍

Mar

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palabras: 3935.

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