✧ 015
015. El dolor y el apoyo
🦋
AUNQUE FIORELLA SABÍA QUE EL HABLAR con Draco era algo necesario, se sentía bastante agotada emocionalmente como para hacerlo de manera inmediata, por lo que eligió pasar la noche en la habitación de Luka en un intento de que el castaño no hiciera nada en contra del rubio y de que ella pudiera encontrar la calma en medio de todo el caos que era su vida en ese momento.
Su cabeza daba vueltas intentando encontrarle una explicación a las acciones de su mejor amigo. Sin embargo, por más que lo pensaba, las respuestas parecían no llegar a su cabeza y eso la frustraba. Ella conocía a Draco y sabía que era una buena persona... ¿Cierto?
¿Entonces que lo estaba haciendo actuar como un patán en los últimos días?
¿Por qué de un momento a otro el rubio dejó de actuar como la persona que ella conocía?
Quería entenderlo, pero se sentía demasiado molesta en esos momentos como para encontrar la solución, por lo que se terminó rindiendo y acurrucandose en la cama de Luka mientras esperaba a que el chico saliera del sanitario.
Cerró los ojos esperando encontrar paz.
Una paz que fue interrumpida por el sonido de alguien tocando la puerta.
La rubia se levantó de mala gana mientras se colocaba sus pantuflas.
Grande fue su sorpresa al encontrarse del otro lado de la puerta al causante de su mal humor
— ¿Qué haces aquí?— preguntó Draco sorprendido de verla
— No te importa— respondió Fiorella,
En ese instante el sonido de la puerta del baño hizo que ambos voltearan. Luka había salido.
— ¿Lo dejo entrar?— le preguntó Fiorella a Luka antes de decir cualquier otra cosa
— No, quiero hablar contigo, Malfoy— se escuchó decir a Luka
— Por favor... los necesito— suplicó el rubio
— He dicho que no. No me importa lo que quieras, solo me importa mi hermana y la manera en la que la vi llorando hace unas horas— respondió Luke de manera hostil— Iré por algo de agua. Espero que al volver, no te encuentre aquí
Luke abandonó la habitación en silencio, no sin antes brindarle una mirada severa al rubio que aún miraba se manera suplicante a su mejor amiga.
Fiorella suspiró apunto de cerrar la puerta en el rostro del primogenito de los Malfoy. Ciertamente ella tampoco deseaba estar cerca de él, por lo que cerrar la puerta sin decir nada le parecía la mejor de las opciones.
— Vamos a hablar— pidió Draco antes de que la puerta se cerrara por completo y sujetando los brazos de su amiga
— Tienes tres segundos para soltarme antes de que te rompa la nariz— replicó Fiorella. Él sabía que no mentía; su mejor amiga no se contendría.
— Tres...— comenzó a contar la joven, sintiendo el pulso acelerado de su corazón. Draco, reconociendo su determinación, la soltó—. Ahora, si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer, como por ejemplo, dormir
— Fiorella, por favor...— la voz de Draco era un susurro, cargada de desespero.
— Por favor, nada— lo interrumpió, su mirada fría y decidida— Hace horas te comportaste como un idiota conmigo y con Mellea, ¿y ahora vienes a pedirme que te escuche? Estás mal. Potter, Granger y Weasley ya me explicaron lo que pasó. Tienes suerte de que no le dije nada a Luka sobre cómo trataste a su hermana.
El silencio se extendió entre ellos y Draco sintió el peso de sus palabras. En ese momento, se dio cuenta de que estaba al borde del abismo, su mundo desmoronándose a su alrededor.
— Te necesito— confesó Draco, su voz temblorosa—. Por favor, Fiorella, me siento tan perdido, y eres la única persona en la que puedo confiar.
El dolor en los ojos de Draco fue un recordatorio de la historia compartida que los unía, de promesas hechas en la infancia. Fiorella sintió su corazón ablandarse al ver a su amigo en tal estado de vulnerabilidad.
— Habla rápido, que si Luka vuelve y sigues aquí, no lo voy a detener de la golpiza que seguramente mereces— dijo Fiorella cruzandose de brazos
Draco no deseaba que nadie fuera de Fiorella escuchara lo que estaba por contar, por lo que con una mirada suplicante le pidió a su mejor amiga la oportunidad de hablar dentro de la habitación.
Fiorella no estaba segura de hacerlo, después de todo esa no era su habitación y no podía disponer sobre quienes entraban, eso era elección de Luka, quien específicamente había ordenado que Draco no entrara.
— Te quedan dos minutos antes de que Luka vuelva— contestó Fiorella sin ceder a las miradas tristes de Draco
El rubio sabía que ya no podía seguir perdiendo mas tiempo, por lo que se rindió y comenzó a hablar.
— Mi madre...— comenzó Draco, y las palabras parecieron atorarse en su garganta.
En ese instante, cualquier barrera que pudiera haber puesto Fiorella se desvaneció. Ella sabía cuánto significaba Narcissa para Draco.
Sabía que estaba mal por ceder, ¿pero qué podía hacer?, ella le tenía demasiado aprecio a Narcissa, por lo que sin que nadie viera, hizo entrar de manera temporal al rubio.
— ¿Qué le pasa a tu madre?— preguntó, el miedo aflorando en su voz y cerrando la puerta detrás de si.
— Está en San Mungo— soltó Draco de repente, cayendo de rodillas, el dolor tangible en su expresión—. Recibí una carta de mi padre que decía que estaba ahí.
— ¿Cómo es que...?— la voz de Fiorella se ahogó, su corazón latiendo con fuerza ante la noticia.
— No lo sé— siguió llorando Draco, su vulnerabilidad a la vista—. Me asusta pensar que mi padre pudo haberla llevado allí. Ellos discutían mucho antes de volver a clases. Intenté intervenir, pero solo lo enojó más.
Las lágrimas de Draco caían al suelo como si cada una de ellas llevara consigo el peso de una historia de sufrimiento. Fiorella lo abrazó, deseando poder absorber su dolor, ofreciendo consuelo en un momento en el que las palabras parecían insuficientes.
— Debiste decírmelo. Yo podría haberte acompañado— dijo Fiorella con ternura
Draco asintió, sintiendo cómo su corazón se rompía al recordar los días de soledad y sufrimiento. La sombra de Lucius Malfoy se cernía sobre él, y el miedo a ser perfecto para su padre lo había llevado al límite. Sabía que tenía que cambiar, pero no sabía cómo.
— ¿Ya fuiste a ver a tu madre?— preguntó Fiorella, y Draco negó con la cabeza, el miedo visible en su rostro.
— Hablaremos con el profesor Dumbledore para que nos dé un permiso para ir este fin de semana— sugirió Fiorella, tomando la decisión de que no podía dejarlo solo.
— No creo que nos dejen ir solos y mi padre no me permitirá salir— su voz era una mezcla de desesperanza y resignación.
— Le escribiré a mi madre. Ella estará encantada de llevarnos— interrumpió Fiorella, decidida. En su corazón sabía que Draco necesitaba este viaje más que nunca—. Tú irás a ver a tu madre. Sé que eso te ayudará.
— Gracias...— murmuro Draco, el alivio asomándose a su voz.
— No tienes nada que agradecer— respondió ella, su tono cálido y reconfortante.
— Claro que sí— insistió Draco—. Fui un idiota contigo, y aun así, estás aquí para mí.
— Bueno, siempre eres un idiota— sonrió de lado Fiorella, tratando de aliviar la tensión en el aire—. Pero entiendo por qué eres así. Quiero mostrarte que hay belleza en el mundo, además, si no fuera por mí, ¿quién te recordaría lo idiota que eres a veces?
Hubo unas ligeras risas entre ellos.
— Te quiero, Fiorella— confesó Draco, su voz suave pero llena de significado.
— Y yo a ti, hurón— sonrió la chica, sabiendo que siempre estarían ahí el uno para el otro.
— Sobre Mellea...— Draco comenzó, pero Fiorella lo interrumpió.
— Sabes que no me meto en tu relación, pero tienes que hablar con ella— le dijo, su tono serio. No era el momento para eludir el tema, sabían que las palabras eran necesarias—. No ahora, pero cuando veas a tu madre y logres calmar tus emociones, necesitas un espacio. Luego, búscala y trata de explicarle todo lo que sucedió. Pídele disculpas.
— La cagué— negó Draco, la culpa pesando sobre él.
— Sin duda alguna. Si yo fuera ella, ya te habría golpeado— admitió Fiorella, su sinceridad abrumadora—. Pero ella merece que le ofrezcas una disculpa. Ya estará en ella si decide perdonarte o no, pero si no lo hace, no te pongas como lo hiciste antes. Ella tiene derecho a sentir lo que siente.
— No quiero perderla— murmuró Draco, la angustia recorriendo su voz.
— Lo sé, pero eso te pasa por ser tan idiota e impulsivo— le recordó Fiorella, consciente de la carga que Draco llevaba en su corazón—. Debes enfrentar las consecuencias de tus actos. Tal vez esto te ayude a seguir mejorando como persona.
El silencio se volvió pesado, pero en su interior, Draco sabía que su amiga tenía razón. Ahora todo dependía de Mellea y de la decisión que ella tomara. La esperanza y el miedo se entrelazaban, pero en ese momento, la conexión entre ellos les daba un rayo de esperanza en medio de la tormenta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro