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✧ 001. La fiesta con los Salvatore

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LAS FIESTAS EN LA GRAN CASA SALVATORE eran algo bastante común durante las vacaciones, todo gracias a que a Beatrice Salvatore le encantaba mostrar a la sociedad todas las cosas que su familia poseía. Desde la bonita mansión ubicada en una de las zonas mas hermosas de Londres, hasta a sus hijos, a quienes no dudaba en mostrar como si de un premio se tratasen.

Mellea y Luka Salvatore. Los mellizos y herederos de toda la fortuna Salvatore.

Luka era el mayor de los hermanos por tan solo cinco minutos. Un Slytherin con grandes convicciones, de carácter fuerte y un gran atractivo, la clase de chico con el que todas las madres sangre pura deseaban casar a sus hijas. Algo extrovertido, pero bastante serio cuando las situaciones lo ameritaban.

El chico algunas veces parecía ser el consentido de su madre, aunque si a él se lo preguntaban, Beatrice no tenía la capacidad de querer a alguien que no fuese ella misma.

Y por otro lado estaba la joven y hermosa Mellea. La única Ravenclaw de la familia Salvatore. Una adorable chica de cabellos negros que a comparación de su hermano, era bastante tímida.

Contaba con algunas amistades, pero siempre trataba de mantenerse callada o de no captar la atención... o al menos siempre que estuviera bajo la mirada de su madre.

Y es que al ser la única hija del matrimonio de los Salvatore, Betrice tenía grandes espectativas para ella, grandes planes que según ella, no podían verse opacados por cosas sin importancia como lo eran las amistades.

Beatrice deseaba que su hija fuera perfecta en cada aspecto posible y eso algunas veces resultaba bastante problemático para la castaña...

La tarde de la fiesta, Mellea se encontraba frente al espejo y se miraba sin decir ni una sola palabra.

El vestido blanco que usaba resaltaba sus atributos a la perfección, pero algo no la terminaba de convencer.

Tal vez eran sus piernas que al parecer de la chica lucían demasiado gordas o podía ser su abdomen, el cual a sus ojos no era lo suficientemente plano. Podría ser incluso su trasero, ya que ella sentía que no era grande y eso la acomplejaba. Aunque también podrían ser sus pechos, los cuales tampoco parecían ser del tamaño correcto...

Y es que en esos momentos, cientos de pensamientos daban vueltas por su cabeza. Cientos de inseguridades aparecían cada vez que se miraba al espejo.

Ella debía ser perfecta. Calificaciones perfectas, modales perfectos, figura perfecta, amigos perfectos, novio perfecto, todo debía ser perfecto en la vida de Mellea, así lo había dicho la madre de la joven,

"Mellea, tienes que poner en alto el apellido de esta familia, no puedes cometer ningún error". Esas fueron las palabras que recibió por su madre a los 11 años cuando su carta a Hogwarts llegó.

— Mell, mamá quiere que bajes ahora— informó su hermano mellizo Luka del otro lado de la puerta— ¿Está todo bien? Habías dicho que ya estabas lista hace una hora. Los invitados están por llegar y sabes como se pone madre con la impuntualidad

Mellea no contestó, sabía que debía bajar en ese momento, de lo contrarió su madre le empezaría a dar sermones sobre la puntualidad. Tomó la tiara que reposaba sobre su mueble y se la colocó. Tiara que había sido un regalo por parte de su novio, Draco Malfoy.

— Mell, ¿Por qué no contestas?— empezó a preguntar Luka mientras seguía tocando la puerta con mas intensidad— ¿Está todo en orden?

— Todo en orden— respondió Mellea abriendo la puerta y fingiendo una sonrisa— Me estaba terminando de colocar la tiara, lo siento

Luka asintió no muy convencido, notaba algo raro en su hermana, pero no lograba identificar que era. Quería preguntar lo que ocurría, pero sabía que sería inútil, en casa Mellea nunca habla sobre lo que siente, si quería saber que tenía debía esperar a que estuvieran en Hogwarts, donde la chica podía ser quien realmente era libremente, sin ser juzgada.

O al menos eso le gustaba creer.

Los mellizos Salvatore llegaron juntos al salón principal donde su madre, Beatrice Salvatore los esperaba. Esta regañó a su hija por tardar tanto.

— Te dije que usarás el vestido color verde que la elfina dejó en tu cama— dijo Beatrice al ver a su hija vestida

— Es que vi el blanco y creí que luciría mejor— dijo Mellea bajando la cabeza

— Deja de creer cosas erróneas— regañó la mujer— Luces fatal, pero ya no tenemos tiempo para que te vayas a cambiar, perdiste demasiado tiempo, como siempre, los invitados no tardan en llegar, los vas a recibir con la mejor de las sonrisas

— Si madre— asintió Mellea triste

Ese no era el primer comentario que Mellea escuchaba sobre su apariencia,  pero aún con eso, no podía evitar sentirse terrible cada que su madre la menospreciaba por su apariencia.

Las palabras dolían, sin embargo no había nada que ella pudiera hacer, solo guardar silencio y aceptar todo lo que Beatrice decía.

— Madre, no es necesario que le digas esas cosas— dijo Luka defendiendo a su hermana— Yo creo que luce muy bonita

— Como digas— rio Beatrice— Mellea, ve a recibir a los invitados, rápido

Mellea asintió decaída y se soltó de su hermano para ir a la entrada donde su elfina domestica Griza, abría la puerta dando acceso a las familias.

Los Malfoy, los Nott, los Lewis, las mujeres Jones, los Parkinson, los Greengrass, etc. Varias de las grandes familias del mundo mágico entraban y saludaban cortésmente a quien los recibía.

La chica sonrió amablemente y les dio la bienvenida a todas las familias que llegaban.

— Mi familia y yo agradecemos mucho su presencia esta noche— sonrió Mellea lo mejor que pudo—Si son tan amables de seguirme, los guiaré hasta el gran salón donde estaremos esta noche

Terminadas sus palabras dejó de sonreír para voltear en dirección a su madre, la cual solo negaba con la cabeza. Mellea no entendía que había hecho mal para obtener esa reacción de su parte, pero no comentó nada, limitandose a llevar a los invitados hasta el salón donde estaban Luka y su madre, quien al ver a todos los invitados sonrió dándoles la bienvenida.

— Me disculpo por la bienvenida por parte de mi hija— dijo Beatrice— Pero olvidemos eso y mejor pasen, las bebidas las pueden pedir a nuestra elfina quien se las traerá de inmediato, espero disfruten su estancia

Mellea volvió a agachar el rostro con tristeza. No comprendía que había hecho mal, había repetido a la perfección las palabras que su madre le había indicado semanas atrás, pero parecía que esto no era suficiente.

En pocos segundos, los invitados se comenzaron a dispersar por el salón para ir en busca de bebidas o solo para conversar. Mellea aprovechó esto para caminar en dirección a Draco, el cual al verla depositó un beso en su mano.

La chica sonrió en respuesta y deseó con todas sus fuerzas poder corresponder aquella acción con un beso, sin embargo sabía que tendría que limitarse a besos discretos en la mano o en la mejilla.

Todo esto debido a que Beatrice estaba totalmente en contra de que la pareja se besara en publico. Según ella porque era una falta a la moral muy grande y podría prestarse a malas interpretaciones.

— Luces bellísima— dijo Draco con una sonrisa— Y por favor ignora lo que dijo tu madre, la bienvenida estuvo perfecta

— Gracias— agradeció con una sonrisa forzada— Tu luces muy bien

— Me arreglé solo para ti— respondió el rubio mientras caminaban para sentarse en una de las sillas del lujoso salón

La relación de Mellea Salvatore y Draco Malfoy había iniciado un año atrás. Esto fue una gran noticia para Beatrice Salvatore, ya que Draco era un mago proveniente de una familia de sangre pura de gran estatus, justo lo que ella deseaba para su hija.

La pareja se había conocido gracias al hermano de la chica, ya que Luka pertenecía a Slytherin al igual que Draco.

Ambos quedaron cautivados el uno por el otro desde el día que se conocieron en el cuarto año.

Al principio se mantuvieron como conocidos, hablando solo en ocasiones especiales. El siguiente paso fue volverse amigos, hablando durante las pocas clases que compartían y los días que llegaban a encontrarse cuando sus familias se visitaban.

Para ese momento, Draco y Mellea se encontraban completamente encantados el uno por el otro y eso era algo que todos podían notar. Fue por eso que a inicios del quinto año el rubio le pidió ser su novia, a lo cual la respuesta fue un rotundo si.

Mellea nunca había sido tan feliz en su vida como el día que Draco le pidió estar junto a él. Eso era todo lo que ella necesitaba para ser feliz y para resistir todo lo que vivía en casa.

— ¡Mell, te extrañé mucho!— dijo Eleanor, la mejor amiga de la chica mientras la abrazaba— No respondiste ninguna de mis cartas

— Lo lamento mucho Eleanor— se disculpó la chica correspondiendo el abrazo— Pero estuve estudiando, mamá no me dejó contestar ninguna carta

— ¿Para que estudias tanto?— preguntó Eleanor— Estoy segura que no solo eres la mejor estudiante de Ravenclaw, lo eres de toda la escuela

— Nunca se es lo suficientemente bueno en la vida, siempre debemos mejorar— respondió Mellea mientras recordaba las palabras de su madre— Pero me alegra verte

— Eso suena a tu madre— dijo con desconfianza la castaña— ¿Estás bien?

— Si— asintió la chica con velocidad— ¿Por qué no tendría que estarlo?

— Concuerdo con Eleanor, luces algo extraña— dijo Draco— ¿Acaso tu madre volvió a decirte algo? Digo, además de lo que escuchamos hace un rato

— Estoy bien— mintió— Solo estoy un poco cansada, anoche no dormí bien por terminar un libro, no tienen de que preocuparse

Pese a esas palabras, Draco y Eleanor sabían que algo andaba mal, pero no era el momento adecuado para hacer un interrogatorio.

— Fingiré que te creo solo porque no es el momento para hablar— dijo Eleanor suspirando— Mejor vamos por algo de comer y me cuentas que otra cosa estuviste haciendo en las vacaciones además de estudiar

— En realidad... no tengo hambre— negó Mellea tomando la mano de su novio para no moverse de lugar— Griza me preparó algo en la mañana y sigo algo llena

— Pero Mellea, son casi las nueve de la noche— dijo nuevamente la castaña

— No la molestes Lewis. Ya sabes como es, si no tiene hambre, no existe poder alguno que la haga probar bocado— intervino Draco

— Estás demasiado delgada... más de lo que estabas la última vez que te vi— mencionó Eleanor— ¿Si estás comiendo bien, verdad?

— En realidad...

— Mellea está bien tal y como está. Incluso ahora se ve mucho mas hermosa, así que deja de hacer esa clase de comentarios— regañó Draco con molestia e interrumpiendo a su novia— No le hagas caso, corazón. Por supuesto que noté que adelgazaste, pero eso es bueno. Estás mucho más hermosa que nunca. Sigue así

Mellea fingió nuevamente una sonrisa y asintió.

Por supuesto que tenía hambre, pero sabía que su madre la miraría bastante mal si manchaba su vestido o si llegaba a verla comer de más.

“Tienes que estar delgada. Nadie te va a querer si subes de peso”

Esas habían sido las palabras que Mellea llevaba escuchando desde que tenía 12 años y vaya que se encargaba de recordarlas todos los días.

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