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«𝐔𝐍𝐀 𝐒𝐄𝐌𝐀𝐍𝐀 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐔𝐄́𝐒» 𝟓

Una semana paso en un abrir y cerrar de ojos, durante dicha semana las cosas no cambiaron mucho en casa. Seguían manteniendo la misma rutina al dormir, Dahyun en la cama y Sana recostada aún lado de la cama con una manta cubriendo su cuerpo. Las conversaciones eran nulas, realmente no hablaban mucho, solo se dirigían la palabra para pequeñas cosas, como cuando Sana le traía las comidas o le pidiera que se bañara, fuera de esas pequeñas conversaciones no había más palabras. Dahyun se sentía decepcionad, pensó que después de que la invitará a vivir y disfrutaran dicho día, todo sería diferente, que hablarían más o jugarían; pero eso nunca sucedió.

Por la mañana, como era una costumbre Sana despertó muy temprano y sin hacer ruido fue al baño a cambiarse la pijama para ponerse algo más casual. Dahyun normalmente no despertaba muy temprano, pero últimamente lo hacía porque había descubierto días atrás que la castaña siempre salía a la misma hora por la mañana, sin hacer ningún ruido se quedaba en silencio observando a Sana cambiarse, sentía curiosidad por saber a dónde iba tan temprano. Apenas terminaba de cambiarse Sana, salía por la puerta con una bolsa que llevaba todos los días consigo y antes de cerrar la puerta volteaba a ver hacía la cama para asegurarse de que Dahyun estuviera durmiendo y se encontrara bien. Dahyun abrió los ojos apenas escuchó la puerta cerrarse y se quedo mirando al techo, era muy temprano por lo que sus parpados los sentía pesados y deseaban cerrarse poco a poco. Cerró sus pequeños ojos, no pudo vencer el sueño y sin darse cuenta antes de dormir sonrió, podía sentirse tranquila y protegida, aunque no estuviera más Sana junto a ella. Se sumergió de nuevo en sus pensamientos hasta quedarse dormida de nuevo.

Sana, regreso a casa casi a la misma hora de siempre, paso por el mercado para traerle un poco de comida a Dahyun para que al despertar tuviera algo que comer la menor. Lo primero que hacía luego de regresar a casa, era ver a la dirección de la cama y ver a Dahyun para asegurarse de que estuviera bien. Dejó la bolsa de comida sobre la mesa y sonrió al ver la pequeña sonrisa en el rostro de Dahyun, era como ver a su hermanita menor sonreír y ella no tenía ninguna hermanita.

—Ahora que me doy cuenta, su piel es muy blanca—Susurro Sana mirando con curiosidad a Dahyun—Es como si su piel fuera de porcelana.

Se quedo observando a Dahyun solo por unos segundos más. Sonrió antes de darse la vuelta y mirar el reloj de la pared, aún eran las 8:27 de la mañana. Sin hacer ningún ruido, tomo la canasta de ropa sucia y fue al lago en dónde lavaba la ropa cada mañana.

Dahyun no tardo en despertarse, sus pequeños ojos se abrieron y lo primero que vio fue el techo, se froto los ojos con cuidado y levantó su cuerpo para poder estirarse. Lo segundo que hizo fue mirar a la mesa, ahí estaba la bolsa de comida como cada mañana, por lo que sabía que Sana había regresado. Se levantó de la cama y caminó hasta la mesa, le había traído frutas, chocolate a temperatura ambiente y kimbap. Iba a dar su primer bocado del kimbap, pero una voz angelical la hizo detenerse de comer, venía de afuera y era la primera vez que lo escuchaba, por lo que decidió ir a averiguar de dónde provenía aquel canto. En silenció caminó sin hacer ruido, casi andando de puntillas, se acercó a la puerta, estaba a punto de agarrar la perilla, pero no fue necesario, la puerta no estaba cerrada. Con cuidado iba abriendo la puerta y asomándose lo más discreta que pudo, y ahí estaba Sana lavando la ropa en el lago cantando con esa voz angelical que le pertenecía al ángel que la había salvado. Era la primera vez que la escuchaba cantar, quedo hipnotizada con su voz y deseaba escucharla más de cerca, parecía demasiado concentrada en su canto y en la ropa que no deseaba interrumpirla. Sus pies comenzaron a caminar cuidadosamente, abrió la puerta con mucho cuidado y quería esconderse en el árbol que estaba cerca de Sana.

—Su voz es tan bonita—Susurro Dahyun sin pensarlo, logrando llamar la atención de la castaña quién dejo de cantar al darse cuenta de que estaba siendo espiada—Eh, lo siento—Se disculpo rápidamente queriendo retroceder para regresar a dentro de la casa.

Sana se puso de pie, se quedo mirando a Dahyun quién se encontraba parada mirando el suelo. Dahyun no quería hacer contacto visual con la castaña, empezaba a retroceder poco a poco deseando llegar a la puerta y correr hasta la cama. Trago saliva cuando vio a Sana comenzar a caminar hasta su dirección, sus pies se detuvieron. Sana caminaba hacía Dahyun sin perderla de vista, se detuvo cuando quedo frente a frente de la niña de piel pálida y no dijo ninguna palabra. Dahyun no deseaba levantar la mirada, podía ver perfectamente los pies de Sana enfrente suyo.

—¿Necesitas algo? —Preguntó Sana rompiendo con aquel silencio incomodo—¿La comida no te gusto?

Dahyun negó rápidamente.

—No, la comida es deliciosa—Mintió Dahyun, realmente no había probado nada de lo que le había llevado—Es solo que escuché un canto y quise ver a quién le pertenecía.

Sana se quedo en silenció, sus mejillas se tornaron de un color carmesí.

—Lo siento si te desperté—Se disculpo Sana con el rostro sonrojado por la pena—Debí ser cuidadosa. A veces olvido que ya no vivo sola.

Sana normalmente no cantaba, lo hacía pocas veces cuando se sentía feliz. No lo hacía enfrente de nadie, no le gustaba que las personas la escucharan cantar.

—No te disculpes. No me despertaste—Dijo apenada Dahyun—Cantas muy bonito, es como si hubiera escuchado a un ángel cantar.

Dahyun se rasco la cabeza y torpemente dio un paso hacia atrás para huir, pero sin darse cuenta su talón tropezó con una rama que la hizo perder el equilibrio y estar a punto de caerse. Sana reacciono rápido, tomó a Dahyun rápidamente del brazo y la atrajo hacía ella para evitar que cayera al suelo. Sus cuerpos chocaron y estaban demasiado cerca, Dahyun alzó con mucho cuidado su cabeza, su corazón latía con fuerza, estaban frente a frente y podía ver los ojos marrones tan de cerca de Sana, pero a diferencia de Dahyun, la castaña no parecía estar nerviosa.

—Ten cuidado—Dijo asustada Sana sujetando aun con fuerza el brazo de Dahyun—¡Pudiste haberte lastimado!

Sana la miraba con preocupación, Dahyun por el contrario quedo muda, no podía decir una sola palabra, las manos de Sana eran tan cálidas y sus ojos eran mucho más brillantes de cerca. Aquel calor la hizo soltar una pequeña lágrima.

—¿Por qué lloras? —Pregunto Sana asustada por ver aquella lágrima caer sobre las mejillas de Dahyun—¿Te sujete muy fuerte? —Soltó su brazo rápidamente y retrocedió unos pasos sin quitarle la mirada a la menor—No quise lastimarte.

Dahyun se había sorprendido por la reacción inmediata de Sana y agacho la cabeza, y puso su mano en el mismo lugar que había sujetado sana su brazo.

—No me lastimaste...—Susurro Dahyun con cabeza baja—Es solo que nunca nadie me había mirado como tú, de cerca pudo ver que te preocupaste por mi... Mi mamá nunca me miró de esa forma.

Sana no sabía que responder ante tal confesión, podía escuchar en su voz lo mucho que le dolía.

—No te haré perder más el tiempo...—Dahyun levantó la cabeza y le sonrió a Sana—Iré a desayunar.

Dahyun se dio la media vuelta para dirigirse a dónde se encontraba su desayuno. Sana miró detrás suyo y vio la ropa en el tendedero y luego volvió a mirar a Dahyun quién iba a entrar a la casa.

—Espera...—Gritó con gentiliza Sana y Dahyun rápidamente volteo a verla—Luego de desayunar ¿No quieres venir conmigo al pueblo?

—¿Ir al pueblo de nuevo? —Gritó Dahyun con emoción y sus pequeños ojos brillaron de felicidad—¿De verdad?

Sana asintió.

—¡ME ENCANTARÍA IR CONTIGO, SANA!

Dahyun no disimulaba lo mucho que deseaba ir de nuevo al pueblo. A pesar del primer recuerdo del paseo con su madre, pero había sido consumido por la salida que Sana le había dado, ese era ahora era su mayor recuerdo. Comió lo más rápido que pudo, terminando limpió todo y acomodo la basura afuera. Sana aún no terminaba los deberes por lo que tuvo que sentarse a esperarla hasta que terminará. Entre más pasaba el tiempo más ansioso se sentía, sentada en la cama moviendo sus piecitos por no poder contener su emoción y la sonrisa en su rostro la terminaban por delatar; Sana pudo darse cuenta.

—¿Estas lista? —Preguntó Sana apenas terminando de cambiarse el suéter.

—Sí—Respondió casi de inmediato y poniéndose de pie—Estoy lista—Confirmo con una enorme sonrisa.

El pueblo no se encontraba muy lejos, pero tampoco lo suficientemente cerca como para encontrarse con aquella cabaña escondida entre los árboles alado del lago. Iban caminando la una alado de la otra en total silencio, ninguna parecía tener interés en iniciar una conversación para hacer del caminó menos incómodo. Dahyun se mantenía mirando los alrededores, todo eran árboles, pájaros volando y el ruido de algunos insectos. Sin darse cuenta se fue quedando unos centímetros atrás y cuando su mirada regreso al frente del caminó, sus ojos se encontraron la silueta de Sana, de cerca si podía darse cuenta de que era más alta que ella, pero al verla de espaldas caminando y ver como su cabello era acariciado por la fuerte brisa, se quedó con la boca abierta. Deseaba ser igual de bonita que la chica que la había rescatado. Sana pudo sentir la mirada de Dahyun sobre ella, no le tomó tanta importancia, solo la miró de reojo por unos segundos y regreso su mirada al caminó.

A lo lejos se podía ver el pueblo cada vez más cerca, Dahyun se quería detener y regresar a casa, por más ilusión que le hacía visitar el pueblo, de golpe vino el recuerdo de su madre a su mente. Entre más se iban acercando más ansiosa empezaba a ponerse, entre más despacio caminaba más lejos se encontraba Sana y sin darse cuenta sus pies se detuvieron. Sana pudo darse cuenta que Dahyun se había detenido, volteó a verla y se la quedo mirando, pudo ver la expresión de tristeza en su rostro y sus manos temblorosa.

—¿Por qué te detienes? —Preguntó Sana en voz alta acercándose a Dahyun—¿Paso algo?

Dahyun negó con la cabeza baja.

—Estoy bien, es solo que...—Dahyun sintió un nudo en la garganta y no pudo terminar de hablar.

Sana no quiso seguir preguntando y solo se dio la media vuelta para retomar el camino. Dahyun levantó rápido la cabeza viendo a Sana retomar el paso, no quería estar tan lejos, corrió hasta Sana y sin preguntar, tomó su mano con fuerza para que no pudiera soltarla. Sana se detuvo al sentir la mano de Dahyun sujetarla con fuerza, podía sentir el sudor en aquella mano que la sujetaba y a pesar de que no le gustaba el contacto, no soltó su mano.

—¿Podríamos caminar de la mano? —Pregunto Dahyun en un susurro muy apenada con Sana—No quiero perderme de nuevo.

Dichas palabras hicieron sentir a Sana un pequeño golpecito en su pecho.

—No te soltaré—Sana agarró con más fuerza la mano de Dahyun evitando lastimarla—Y si te pierdes, te buscaré.

Dahyun pudo sentir tranquilidad y los latidos de su corazón se tranquilizaron. Retomaron el camino caminando una alado de la otra, no pudo divisar muy bien la expresión de la castaña, pero aquellas palabras que le había dicho, hicieron latir su corazón como si deseara salir volando de su pecho.

Sana miró por todos lados al entrar al pueblo, no sabía por dónde empezar, antes era su madre la que le solía comprar la ropa. Durante 2 minutos se quedó mirando por todos lados y observando por dónde podrían comenzar. A lo lejos vio salir a una señora con unas cuantas prendas de ropa, casi arrastrando a Dahyun fue hasta dónde había salido la señora con las prendas y para su buena suerte era justo el lugar que estaba buscando. Dahyun se quedo observando todo en silenció, no sabía a que habían ido al pueblo y tampoco se molesto en preguntar, solo quería disfrutar de pasar tiempo con la castaña.

—Hemos llegado—Informo Sana volteando a ver a Dahyun con una sonrisa.

—¿A que hemos venido? —Preguntó Dahyun confundida con la castaña al verla tan feliz por dicho lugar.

Sana miró de nuevo al callejón del mercado y luego regreso su mirada a Dahyun quién seguía mirándola tan atenta.

—No puedes seguir usando mi ropa—Señalo Sana—Pensé que necesitarías tu propia ropa, que sean de tu talla y que sean de tu gusto.

Dahyun miró a Sana sorprendida. Nunca antes había ido de compras, nunca su madre la llevó a comprar ropa, toda la ropa que tenía era porque las traía y muchas no eran de su talla. Nunca le tomo importancia por eso, no le importaba si su ropa le quedaba grande o era fea, siempre y cuando la cubrieran del frío.

—No es necesario que gastes en mi—Murmuro Dahyun—Con usar la mía con la que me encontraste está bien, puedo lavarla todos los días.

Sana soltó la mano de Dahyun e inmediatamente se puso enfrente de ella.

—No, te compraremos ropa y toda la que te guste—Sana el tomo de ambas manos—Tú también mereces tener cosas que sean solo tuyas.

—¿Cosas mías? —Preguntó Dahyun.

Sana asintió.

—¿Por qué haces todo esto por mí? —Dahyun no lograba entender de dónde venía tanta amabilidad, su madre siempre repetía que no existían personas buenas, que si te daban algo siempre querría algo a cambio y Sana ya le había dado muchas cosas—Me rescataste, me diste un hogar, comida y me regalaste ese peluche de perrito ¿Qué es lo que quieres de mí realmente? —Dahyun retrocedió unos pasos alejándose de Sana—No necesito más, con que me des comida y un lugar en dónde vivir me conformo, no necesito ser tan ambiciosa y querer más.

Los pequeños ojos de Dahyun comenzaron a cristalizarse, no podía evitar querer llorar. Poco a poco sus lágrimas caían por sus mejillas, no sabía cómo sentirse con tantas atenciones que antes nunca había tenido. Sana se acercó con mucho cuidado a la pequeña niña de tez blanca y la acogió entre sus brazos para consolarla en un pequeño y tierno abrazo. Solo podía sentir el calor de Dahyun y sus brazos rodear su cintura, cerro los ojos un instante y recordó las palabras que su madre una vez le dijo ''Busca tu corazón y encontraras el sol brillar para ti', tal vez, solo tal vez, había encontrado el sol que tanto buscaba. Se quedaron unos segundos más abrazadas, para Dahyun era la primera vez que sentía ese calor, ese sentimiento y no gritos por estar llorando; se sentía protegida y querida. Sana quería seguir abrazada a Dahyun pero por unos segundos abrió los ojos, sentía que la estaban mirando y no se equivocaba, justo al frente a varios pasos vio a Jeongyeon parada con la ceja alzada y brazos cruzados. Le hizo una señal para que la siguiera y Sana entendió el gesto, se separó de Dahyun bruscamente, dicho acto sorprendió a la niña de tez blanca quién tenía aún sus ojos cristalinos y solo se quedó viendo a Sana quién tenía una expresión de miedo en su rostro, como si viera visto un fantasma.

—¿Sana? —Dijo en voz baja Dahyun.

Sana regreso su mirada a Dahyun quién parecía estarla mirando confundida.

—Dahyun...—Sana llamó a la menor—Tengo que ir hacer algo rápido, no te muevas de aquí—Sana miró a la dirección de Jeongyeon quién seguía mirándola y vio que comenzó a caminar—No tardaré.

Sana no dejo que respondiera Dahyun y comenzó a caminar, Dahyun rápidamente tiro de la ropa de Sana confundida.

—¿Sana? —Volvió a repetir la menor en voz baja sin lograr comprender el cambio tan repentino de su actitud de la castaña.

—Te prometo que regresaré, no te abandonaré—Dijo Sana en voz baja volteando a ver por unos segundos a Dahyun—¡Lo prometo! —Repitió.

Dahyun soltó la ropa de Sana y volteó a ver hacía otro lado. Sana rápidamente se puso en marcha, no miró hacía atrás, pero sentía que, aunque sus palabras eran para calmar un poco a Dahyun, sabía que no del todo le creía. Sin embargo, no podía simplemente ignorar a Jeongyeon, parecía molesta y confundida por haberla visto con Dahyun en el pueblo en dónde se supone que no debía visitar con frecuencia.

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