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«𝐍𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀» 𝟔

Sana alcanzó a Jeongyeon, se había detenido en un callejón alejado de las personas. Jeongyeon se recostó sobre la pared y cruzo los brazos. Sana no tardo mucho tiempo en llegar, quién no dejaba de mirar a la mayor quién parecía no querer decir una palabra.

—¿Y esa humana? —Preguntó Jeongyeon en un tono hostil de repente—Pensé que te había quedado claro, que no deberías venir por aquí.

Sana sabía que no debía visitar con frecuencia, pero ahora lo visitaba todos los días debido a Dahyun, pero claro no se lo diría a la mayor.

—Es una amiga—Afirmo rápidamente Sana—Solo quería venir de visita para no sentirme sola en esa casa.

Jeongyeon río ante la afirmación de Sana.

—¿Amiga? —Repitió en un tono burlón Jeongyeon—¿Desde cuando tienes una amiga? —No podía evitar dejar de sonreír de manera burlesca—¿De dónde la has sacado?

Sana frunció el ceño al darse cuenta del tono burlón de su voz.

—La encontré, hace una semana muy cerca de aquí—Sana respondió rápidamente en un tono suave, queriendo no sonar molesta—Estaba sola durante la noche y un hombre...—Agacho la cabeza la castaña y rasco su cabeza nerviosa—Tú sabes...

Jeongyeon dejó salir un largo suspiró y negaba con la cabeza.

—Las personas normales, adoptan un cachorro o un gato...—Hizo una pequeña pausa la mayor. —Me sorprende más el hecho de que no te la hayas comido aún.

Sana al escuchar lo último hizo sus manos puños, no le agrado el tono de sus palabras; sabía a lo que se estaba refiriendo. Jeongyeon se dio cuenta de la molestia en el rostro de la castaña y se agacho para quedar a la misma altura que ella, quedando cara a cara.

—¿Quieres decirme algo? No pareces muy feliz—Jeongyeon río cínicamente queriendo hacer más enojar a Sana—¿Te molesto lo último que dije? —Sana no aparto su mirada, la miraba directamente a los ojos y no parpadeaba—Te recuerdo, que tú madre te trajo aquí para que él no te encuentre y te pidió que no vinieras al pueblo. —Levanto ligeramente la cabeza con autoridad y con la mirada firme—Pensé que eras una niña obediente y que no me traerías problemas.

Sana recordaba perfectamente las reglas cuando su madre vivía, no tenía que ir al pueblo, no necesitaba ir, su madre era la que iba todos los días y solamente tenía que portarse bien cuando se quedaba sola en la cabaña.

—Ella estaría muy decepcionada de ti.

Sana agacho la cabeza de vergüenza.

—En este pueblo desaparecen personas todos los días—Jeongyeon se quitó de enfrente de Sana y camino para quedarse a un lado, poner su mano sobre su hombro de la castaña, y darle unas palmadas —No será difícil de deshacerte de esa huérfana.

Sana apretó los dientes y con fuerza agarro la mano de la mayor, quitando su mano de su hombro. Jeongyeon estaba con los ojos abiertos al sentir dicha fuerza en su muñeca.

—No vuelvas a decir eso—Dijo Sana en un tono agresivo casi en un susurro.

—Porque tanto interés por una humana.

—No lo sé—Sana miró hacia la derecha del lado del callejón en dónde vino—Ella no tiene a nadie y yo tampoco—Hizo una pequeña pausa y miró a Jeongyeon directamente a los ojos—Me hace sentir en paz.

Jeongyeon noto la sinceridad y la tranquilidad en sus palabras. Solamente conocía a Sana por lo que su madre le había contado sobre ella y sabía que detrás de esa apariencia linda y amable, existía otro lado muy opuesto en ella. No quería ponerse a discutir más tiempo con Sana. Solamente era una niña al final de cuentas, si quería a la humana, no le diría nada, sabía que no pasaría mas de dos semanas en el que la llamaría para deshacerse de los restos de aquella niña.

—Esta bien, haz lo quieras—Aprobó Jeongyeon con una sonrisa en el rostro—Solo, no hagas otra estupidez igual.

Sana no podía creer que la estuviera aprobado.

—No lo haré—Dijo con una sonrisa mirando a la mayor.

—Bien, si no hay mas de que hablar, me iré—Jeongyeon comenzó a caminar, no había más de que hablar. Antes de que pudiera dar un paso, Sana sujeto su mano rápidamente haciendo que se detenga—¿Qué pasa? ¿Quieres decirme algo?

—Antes de que te vayas—Susurro Sana en un tono tímido—¿Podrías hacer algo por mí?

—¿Qué es lo que quieres?

—Lo que quiero es...

Por otro lado, Dahyun sentía nervios. No sabía cuanto tiempo había estado parada en el mismo lugar, no veía la señal de Sana por ningún lado. Volvía a sentir ese dolor en su pecho, el mismo que sintió cuando su madre nunca volvió al lugar en dónde le pidió que la esperaba. Quería no sentir aquello, confiaba en que Sana pronto volvería porque se lo había prometido y las promesas se cumplen.

Miraba por todos lados, solo veía a personas desconocidas pasar e ignorarla. Su corazón latía a mil por hora, las manos le sudaban y su boca la sentía seca. Miró una vez más por la dirección en la que la castaña se había ido y una sonrisa se formo de nuevo en su rostro, podía ver a Sana venir a lo lejos con una sonrisa en el rostro. Sana le sonrió a lo lejos, comenzó a caminar un poco más rápido. Cuando menos se lo esperaba Dahyun arranco a correr hasta en dónde se encontraba con los brazos abiertos y sin pensarlo, el abrazo tan fuerte haciendo se que detuviera. Era un abrazo como si no se hubieran visto en un largo tiempo.

—¿Por qué tardaste Sana? —Gritó Dahyun triste por haberla esperado tanto tiempo—Pensé que no regresarías.

Sana acarició la cabeza de Dahyun con mucho cuidado, sentía la desesperación en aquel abrazo.

—Te prometí que volvería—Dijo Sana en un tono suave—¿No crees en mis promesas? Eso me hace sentir triste, Dahyun.

Dahyun negó con la cabeza y abrazo más fuerte a Sana.

—No quiero perderte—Dahyun se sumergió en el cuerpo de la castaña abrazándola con fuerza evitando querer separase—No quiero perderme y que no puedas encontrarme, como mamá. —Una pequeña lágrima recorrió su mejilla en unos cristalinos ojos apunto de llorar—No quiero sentir eso de nuevo, no sé qué es, pero mi corazón duele.

Dahyun era una niña que no conocía el amor, su madre nunca tuvo un gesto lindo, todos eran gritos, golpes y noches frías evitando a toda costa escuchar los gritos de su madre con aquellos hombres. Con Sana a pesar de no tener mucha conversación, se sentía segura y protegida; no quería perder aquello. Sana sentía su pecho latir por las palabras de la menor, no sabía que palabras usar para consolarla.

—Aunque estuvieras entre mil personas, podría encontrarte—. Puso su mentón sobre la cabeza de Dahyun y correspondió su brazo con mucha delicadeza.

Dahyun sintió su mentón sobre su cabeza, pudo sentir sus brazos de la castaña y abrió los ojos sorprendida por dicha acción

—Tu olor es único, no hay ninguno que se comparé—Terminó de susurrar Sana—Así que, no te preocupes. Te encontraré en donde quiera que estes. Solo grita mi nombre.

—¿Lo prometes? —Susurro Dahyun.

Sana sonrió y levantó su cabeza y terminó con el abrazo quedando frente a frente a Dahyun mirándola directamente a los ojos.

—Te lo prometo—Sana sonrió con mucha delicadeza.

El corazón de Dahyun se sentía extraño, toco su pecho y agacho la cabeza sin poder entender que estaba sucediéndole, esas emociones que desconocía, pero desde que había conocido a Sana no podía evitar sentirlos. Sus mejillas se encontraban coloradas y su corazón latía con fuerza, pero no era los mismos latidos que antes, estos eran diferentes. Levantó poco a poco su rostro y sus ojos se encontraron con Sana sonriéndole de oreja a oreja.

—Las promesas no se rompen—Afirmo Dahyun.

Sana asintió con una enorme sonrisa y luego corto el contacto visual. Se puso aún lado de Dahyun y tomo su mano con delicadeza. Dahyun volteó a ver a Sana al sentir la mano de la castaña y sonrió con un ligero sonrojo en el rostro.

Iban caminando tomadas de la mano, se adentraron más a los puestos y veían la ropa. Cada vez que a Dahyun le llamaba la atención algo, se detenían para mirar y si le gustaba, Sana no dudaba en comprárselo; así estuvieron un largo tiempo. No solamente le compró ropa, también libros para colorear y libros de dibujos. Dahyun parecía fascinada con todo lo que veía y su corazón latía de manera frenética por la felicidad que sentía, cuando vivía con su madre, nunca la había llevado de compras, tampoco le compraba libros para colorear, era la primera vez que veía uno, por lo que no dudo en pedírselos a Sana. Luego de un largo rato de compras, se sentaron a descansar un momento, sus pies dolían y se sentían cansadas de haber caminado tanto. Sana miraba todas las bolsas que ya llevaban, se sentía satisfecha por las compras y Dahyun también se sentía feliz al ver todas las bolsas llenas de ropa para ella.

—Es la primera vez que alguien me lleva de compras—Dijo Dahyun llamando la atención de Sana, quién volteó a verla enseguida—Cuando vivía con mamá, nunca salía de casa y si me traía ropa, solamente llega con ella. Muchas veces me quedaban grandes.

Sana sentía un dolor en el pecho al ver la triste vida de Dahyun con su madre. Pensaba que todas las madres querían a sus hijos, pero la de la pequeña Dahyun estaba lejos de ser una verdadera madre.

—¿Y tu papá? ¿El también era malo contigo? —Pregunto curiosa la nipona.

—¿Papá? —Repitió Dahyun nostálgica—Nunca lo conocí. Mamá solía gritar que fue mi culpa que nos dejara—Hizo una pequeña pausa y agacho la cabeza—Me pregunté que abre hecho mal, para que papá se fuera.

Sana puso su mano sobre la mano de Dahyun y la acaricio lentamente. Dahyun volteó a ver a Sana sorprendida por su gesto. Llevaban viviendo en la misma casa hace una semana, era la primera vez que hablaban tanto tiempo y la castaña tenía esos comportamientos tan lindos con ella.

—No hiciste nada malo—Susurro Sana en un intento de consuelo—Los adultos pueden ser crueles con sus hijos.

Dahyun sentía las lágrimas en sus ojos, no quería llorar, pero recordar su antiguó hogar le hacía que el corazón doliera.

—De verdad gracias, el tener cosas que son tuyas. Me hace sentir única, atesorare esto por toda mi vida—Dahyun se lanzó para abrazar a Sana, rodeó sus brazos sobre el cuello de la castaña y recostó su mentón sobre su hombro—Eres mi superhéroe.

Sana no sabía que hacer, no solía recibir abrazos que no fueran de su madre. Pero el abrazo era tan cálido, que no dudo en corresponderlo rodeo la cintura de Dahyun.

—Lo siento por abrazarte de la nada—Dahyun se separó despacio de Sana y volteó a ver hacía otro lado apenada—Es solo que no pude evitarlo.

—No te preocupes—Sana rasco su cabeza nerviosa—Deberíamos ir a comer, antes de volver a casa ¿Te gustaría?

Dahyun se puso de pie rápidamente y una enorme sonrisa se formo en su rostro, siempre que escuchaba la palabra ''comida'' no podía evitar sonreír por la felicidad que sentía.

—¡Me encantaría!

Sano agarro algunas bolsas para que Dahyun no tuviera que llevar todas. Caminaban una alado de la otra sin separarse. No sabía que la llevaría a comer, pero lo que si sabía es que quería que probara algo nuevo y no solo vivir de ramen. Luego de tanto buscar, encontraron un pequeño puesto de comida que vendía pollo frito. Dahyun quedo encantada con el olor, que rápidamente fue a sentarse en una de las 2 mesas que tenía el lugar.

—¿Qué es pollo? —Preguntó Dahyun curiosa. Era la primera vez que lo comería, se le hacía agua la boca de solo verlo en la vitrina—Jamás lo había visto, se ve delicioso.

—Debe estarlo, por algo es muy popular entre las personas.

Dahyun no podía de dejar de mirar la vitrina. Ahora que lo pensaba, jamás había comido con Sana, siempre le llevaba la comida y se iba o se quedaba leyendo.

—¿A ti te gusta el pollo frito también, Sana?

—Supongo.

El pollo fritó llego, al tenerlo en la mesa tan de cerca y con su olor, Dahyun no podía esperar más tiempo para probarlo. Rápidamente agarro una pierna y comenzó a comer rápido, como si su vida dependiera de eso. Sana solo la miraba con una sonrisa al ver lo rápido que comía.

—¡ESTO ES DELICIOSO—Dijo Dahyun con la comida en la boca—¡ES LO MÁS RICO QUE HE PROBADO!

Sana veía la inocencia en la mirada de Dahyun. Le parecía gracioso con la rapidez en la que comía. Dahyun alzo la mirada por unos segundos y se encontró con los ojos de la castaña y se detuvo de seguir comiendo.

—¿No vas a comer? Deberías probarlo, el pollo es delicioso.

—No, está bien como tú.

Dahyun negó con la cabeza y le puso un pedazo del pollo en el plato vació de la nipona.

—Ahora que lo pienso, nunca te he visto comer ¿No te gusta comer conmigo? —Dahyun agarro una servilleta y limpio su cara por si tenía alguna mancha—Debe ser desagradable comer con alguien con mis modales.

Sana negó con la cabeza.

—No es eso, no tengo hambre—Sana agarro el pedazo de pollo de su plato y lo dejo en el plato de Dahyun—Come tú, debes tener demasiada hambre luego de las compras—Sonrió.

Dahyun se quedo viendo el pedazo de pollo unos segundos y agarro un pedazo, se paro de la mesa y extendió su mano muy cerca de la boca de Sana.

—Aunque sea come un poco. ¡Di AHHH! —Sonrió para que Sana abriera la boca, pero Sana solo se quedo viendo el pollo entre los dedos de Dahyun—Solo un pedazo, por favor.

Sana trago saliva, abrió la boca con cuidado y Dahyun le dio de comer, sonrió cuando la nipona comenzó a masticar. Se quedo sonriente luego de que le aceptara ese pedazo de pollo.

—Ves, la comida es deliciosa—Dijo Dahyun sonriente y dando un bocado enorme de pollo—Comer con alguien es más divertido—Afirmo.

—Tienes razón, la comida es deliciosa—Mintió la castaña.

Aquel trozo de pollo, no le sabía a nada. Quería negarse, pero al ver la sonrisa y sus ojos brillantes de Dahyun, no pudo decirle que no. De solo verla comer sentía una calidez, llevaba tiempo sin tener compañía, alguien con quién conversar y pasar tiempo. Escuchaba los latidos del corazón de Dahyun, las pequeñas risitas y los sonidos que hacía al masticar; era dulce.

—Muchas gracias—Repetía Dahyun en cada bocado—Desde hoy el pollo es mi comida favorita.

—¿Tanto te gusto el pollo frito?

Dahyun asintió muchas veces.

—Toda la comida es deliciosa, pero el pollo fritó ¡LO ES MUCHO MÁS! —Gritó Dahyun llamando la atención de todas las personas cerca.

—Se nota que te encantó—Reconoció la castaña.

Dahyun siguió comiendo en silencio. Quería terminarse toda la comida y no dejar ni un solo pedazo de pollo. Sana, por el contrario, comenzó a sentirse observaba, miraba disimuladamente por todos lados y justo detrás suyo unos hombres miraban hacía la dirección en dónde se encontraban. No se veían amables, ni mucho menos buenas personas. Si se quedaban más tiempo, el camino sería oscuro y podía asustar a Dahyun. El pueblo de noche podía dar miedo, era peligroso y más para dos niñas sin ningún adulto.

—Tenemos que irnos—Interrumpió Sana poniéndose de pie rápidamente—Se esta haciendo tarde—Mintió para no asustarla.

—¿Tan pronto? —Dijo Dahyun decepcionada, deseaba quedarse más tiempo en el pueblo y comer comida deliciosa—¿No podemos quedarnos más tiempo?

Sana negó con la cabeza y miró de manera fría a Dahyun, dicha mirada asusto a la menor que no quiso decir una sola palabra más. Solo veía como Sana fue rápidamente a pagar, agarró las bolsas y comenzó a caminar rápidamente que le costaba alcanzarla. No quiso preguntar, tenía el ceño fruncido y esa mirada fría en el rostro.

—Camina rápido—Le ordeno Sana.

Sana veía de reojo a Dahyun, le empezaba a seguir el paso y justo detrás, estaban esos hombres que las estaban observando.

—Me duelen los pies, Sana—Se quejó Dahyun—No camines tan rápido—Se detuvo para tomar un poco de aire—¿Qué pasa?

—No te detengas—Sana jaló a Dahyun—¡CAMINA! —Gritó.

Dahyun abrió los ojos, no la había escuchado gritar y eso le asusto.

Unos hombres se pararon enfrente de ellas haciendo que Sana se puso enfrente de Dahyun y la hizo retroceder para que se quedará detrás suyo. Los hombres no parecían buenas personas. Dahyun temblaba, tenía miedo de que algo malo pasara como en aquella noche. Agarro la ropa de Sana y se resguardo tras sus espaldas.

—¿Vienen solas? —Hablo uno de ellos, un hombre alto y robusto—Las niñas no deberían andar solas por acá.

Sana frunció el ceño, veía a los hombres con una mirada fría.

—Nuestros padres nos esperan en la plaza—Mintió Sana—Así que no nos molesten.

El hombre no le creyó y quedó viendo a su amigo con una expresión que Sana no pudo ver del todo bien por voltear a ver de reojo a Dahyun.

—Te podemos llevar con ellos, así no se pierden—Respondió el otro hombre.

—No gracias. No necesitamos ayuda—Respondió a la defensiva Sana en un tono alto y agresivo.

Dahyun tenía miedo de que algo le pasará a Sana.

—Sana, vámonos de aquí—Pidió Dahyun casi en un susurro—Tengo miedo.

Los hombres no tenían intención de irse, sonreían mientras las veían. Sana no sabía que hacer ni como salir de ello, uno de los hombres no dejaba de mirar a Dahyun, comenzaba a sentir un dolor de cabeza.

—Si quieres puedes irte tú y dejarnos a tu hermanita—Sugirió el hombre más alto—No nos interesas tú, de todos modos—Señalo a Sana.

Aquello la enfureció tanto, apretó los puños y miró al hombre de una manera aterradora, como unos ojos tan amables podían volverse fríos en segundos. Intentaba controlarse, pero la sangre le hervía.

—Vete Sana—Pidió Dahyun con una voz temblorosa y caminando hacía delante, Sana tiró las bolsas y la agarro de la mano deteniéndola—Esta bien, si voy con ellos, no te harán nada a ti—Susurro Dahyun—No quiero que te pase nada.

Sana apretó los dientes.

—¿Ya te irás? —Volvió hablar el hombre alto con una sonrisa en el rostro.

Sana agacho la cabeza y miró de reojo a Dahyun quién estaba temblando.

—Dahyun, cierra los ojos—Pidió Sana amablemente.

—No, solo veté—Gritó con temor Dahyun.

—Por favor, ciérralos—Dahyun obedeció, cerró los ojos—Todo estará bien.

Dahyun temblaba, sujetaba fuertemente la mano de Sana, no quería soltarla en ningún momento.Sana regresó la mirada a los hombres y sus ojos cambiaron de color a un rojizo. Los hombres se sorprendieron y retrocedieron un par de pasos, sin pensarlo más, Sana estaba por abalanzarse sobre ellos.

—¡DETENTE SANA!

Sana y Dahyun voltearon a sus espaldas y ahí estaba Jeongyeon mirando con enojo a la nipona.

—¿Y tu quién eres? ¿Eres la madre?

Jeongyeon río ante el comentario y se acercó a las menores quienes no dejaban de mirarla. Más Dahyun que no conocía a la extraña chica de cabello corto que había llegado a su rescate.

—Deberían irse de una maldita vez—Se paró enfrente de las menores encarando a los hombres—Si no, no responderé—Amenazó.

—Vámonos mejor, no perdamos más el tiempo.

Vieron a los hombres alejarse. Sana estaba nerviosa, podía reconocer cuando la chica de cabello corto, se enojaba y ahora se notaba lo furiosa que estaba.

—Justo por eso, te dije que no deberías venir aquí—Hablo Jeongyeon en un tono serio—Estabas apunto de ponerte en evidencia.

Sana agacho la cabeza y Dahyun la miraba extraña.

—¿Quién eres tú? —Pregunto curiosa Dahyun—¿De dónde la conoces Sana?

—Ella es...—Sana iba a responder, pero Jeongyeon le pidió que guardará silencio.

—¡VETE A CASA! —Ordeno en un tono alto Jeongyeon.

Sana asintió, recogió las bolsas que había en el suelo y comenzó a caminar. Dahyun se quedo parada unos segundos y su mirada se encontró con los de la chica de cabello corto.

—Tú también vete.

Jeongyeon le dio la espalda y caminó hacía el lado contrario. Para ser su primer encuentro, a Dahyun no le agradaba nada. Siguió a Sana al mismo paso, estaba preocupada, en todo el caminó la chica de ojos marrones no dijo ni una sola palabra, mantenía su cabeza baja y no decía ni una sola palabra, era como si la estuviera ignorando. Intentó llamar su atención varías veces, pero nada funciono caminaba, pero Sana no estaba ahí.

Llegaron a casa, Sana asentó las bolsas en la cama y salió de la casa, quería estar sola. Caminó hasta el lago, dónde hay un enorme árbol y una roca. Se sentó, abrazo sus rodillas y puso su mentón encima. Dahyun no quería ser entrometida, ni tampoco entendía muchas cosas debido a su edad, pero lo que si podía entender era la tristeza y el dolor, porque era lo que sentía a diario cuando vivía con su madre. Quería consolarla, quería hacerla sentir mejor y solo le quedaba esperar a que volviera a casa y abrazarla.

El sol brillaba con mucha intensidad para no dejar a la luna en la oscuridad.

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