❝𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎❞
-Muchos de los niños que veía en el pueblo eran felices con sus familias, se emocionaban mucho cuando recibían algún regalo de parte de sus padres por mas pequeño o simple que pareciese ya sea algún juguete o ropa nueva ellos facilmente podian decir "¡gracias papá, gracias mamá, los amo!", podían ir hacia ellos y darles un abrazo sin tener que dar explicaciones o pedir permiso, si se equivocaban, cometían algún error eran corregidos y en algunas ocasiones eran estrictos con ellos pero para ellos existía la reconciliación y el perdón, tenían una libertad de decir un te amo increíble. Siempre tuve envidia de eso, siempre era así, solo podía ver a ese tipo de familia y siempre acababa comparándola con la mia -se decía a si misma, el fuerte sentimiento de comparación parecía algo ya natural desde su punto de vista.
-He anhelado desde que tengo memoria una familia al que de verdad pudiera sentirla así como las demás pero eso solo se quedaba en eso, un simple deseo de alguien que le faltaba mucho por conocer-.
-El amor para mi llegue a conocerlo gracias a la mujer que me dio la vida, a mi amada madre, quien parecía mucho más que solo eso, a ella podía recurrir en cualquier situación, cada día estaba a mi lado dándome su amor maternal; ella era quien me daba cariños y abrazos y no golpes o insultos, aquella que consolaba mis lágrimas y no quien las provocaba, podía ser yo misma y no fingir ser otra persona sometiendome a sus reglas para poder tener un poco de su aceptación y amor del cual nunca se me fue dado, solo quería eso por parte del hombre al que le llamaba padre incluso a pesar de todo lo que tuve que pasar por su causa en el fondo yo... lo quería, aveces lo perdonaba por algunas cosas pero no siempre era así y todo porque solo quería tener ese amor paternal aunque sea un día quería una familia normal, solo un miserable minuto me bastaba con tal de poder alcanzarlo ¿era tanto pedir?¿era demasiado egoísta? -se decía así misma custionandose incontables veces si de verdad era alguien que lo merecía.
-¿Papá, alguna vez en tu vida me pudiste reflejar en tus ojos cariño hacia mi? ¿Alguna vez me consideraste tu hija? -el sufrimiento se había apoyado en ella desde su infancia.
[...]
-¡Lucy...! -exclamó una mujer que se encontraba a las afueras de su hogar junto a una carretilla que se hallaba atado a unos caballos.
-¡Enseguida voy...! -respondió a su llamado la voz de una niña pequeña de tal vez uno 5 años que se asomaba por la ventana de su habitación; aquella criatura tenía unos hermosos cabellos color del sol muy sedosos y lisos, sus ojos eran bañados de un color chocolate, su piel era blanca como la nieve y delicada como la de un bebe, era como una encantadora muñeca viviente.
-Ay, ¿dónde habré puesto mi sombrero? -se preguntaba mientras rebuscaba entre sus cosas.
-¡Ah! aquí estaba, je je, tengo que ser un poco más cuidadosa -exclamó dándose prisa en bajar las escaleras hasta llegar donde se encontraba aquella mujer.
-Lucy... vamos pequeña que se nos hace tarde-.
-Lo siento mamá pero... es que no encontraba ... mi sombrero -contestó con una voz timida dando pasos cortos en su direccion hasta quedar frente a frente con su madre.
La dama al ver su sinceridad en su respuesta se limito a soltar un suspiro -Bueno ya no importa -lentamente fue acercando su rostro hacia el de la menor logrando que sus frentes se encuentren.
-Entonces... ¿ya estás lista para irnos, niña traviesa? -dijo a la vez tocando su pequeña nariz con su dedo índice provocando de que cierta persona reaccionara con una expresión de sorprendida , se quedó así por un momento para luego responder con un si lleno de emoción junto a una tierna sonrisa.
-Eh... Layla... no quisiera interrumpir pero se nos hace tarde-.
-¡Ah! Es cierto, discúlpame Jack-.
Fue cuando Lucy se percató de la presencia del joven Jack e inmediatamente se dirigió a él con un cortés saludo.
-Muy buenos días señor Jack -dijo realizando una reverencia con su vestido color blanco adornado con detalles plateados por la falda, acompañado de una cinta color rosa pastel que terminaba por atrás en forma de un lazo.
-Buen día querida Lucy -dijo correspondiendo a su saludo alzando su sombrero.
-¿No vas a cambiar no linda?, ya te dije que no es necesario que seas tan formal conmigo; pero es bueno que no pierdas esos modelos, eres toda una señorita -exclamo el hombre mostrando una sonrisa leve pero sincera.
Sin embargo la respuesta de esta no era lo que uno esperaría, en su interior no mostró una buena reacción, su sonrisa al parecer no era honesta consigo misma, sino una que se sentía agridulce, con buenas intenciones no queria preocupar al joven por su comentario pero era algo que no cualquier niño a su edad podria, logrando con exito pasar desapercibido sus emociones; y todo porque no quería preocupar a los demas ¿porque alguien así tendría que pasar estos momentos a su edad?
En eso la rubia se dio cuenta de que había alguien más que estaba siendo tapado por uno de los caballos, rodeó al animal por delante para solo llevarse una gran sorpresa.
-¡Celest! -no pudo evitar soltar una risa y termino lanzándose sobre el animal quien dejo caer su cabeza para que lo pueda acariciar; era un hermoso y pequeño potrillo (cría del caballo).
-Sabía que te iba alegrar ver a Celest, Lucy -dijo Jack.
-Ja ja, muchas gracias señor Jack -de pronto sintió que unas manos se apoyaron en su cintura siendo alzada por los aires, dio vuelta su cabeza para ver quien era y efectivamente era su mamá quien le estaba recordando que ya era momento de partir; prosiguió a colocarla en la parte de atrás de la carretilla junto a la mercancía que estaban transportando.
-Bien ahora si podemos irnos Jack -dijo Layla.
-¿Segura...? -dijo arqueando una de sus ceja con tono ligero de burla.
Le mando una sonrisa -sí~ -le respondió con total confianza.
Fue suficiente para que el tomara las riendas de los caballos y empezaran a moverse, dando por inicio a su viaje hacia la capital del reino de Fiore, Magnolia.
Durante el recorrido hubo mucho movimiento a causa de dos amigos que estaban divirtiéndose mucho y no eran concientes de lo que estaban ocasionando; eran Lucy y Celest pues como no se habían visto desde hace meses querían recuperar ese tiempo perdido aunque no se daban cuenta de lo que estaban provocando y por culpa de ello casi pierden una de las cajas que estaban transportando. Al ver esto su madre se molesto un poco con ella y le dio sermón no fuerte pero lo suficiente como para que de tomaran las cosas con más calma que antes, continuaron su recorrido pero por mas que quisieran no conseguirian que la niña despistara ni por un segundo la mirada de ese hermoso potrillo, limitandose a alzar su mano para acariciar su suave lomo y Celest correspondía a todos sus afectos.
[...]
Ya habían pasado unas horas y el sol ya se podía divisar en su punto mas alto del cielo indicando que ya era mediodía
-¡Lucy! -exclamo la mujer.
-Si... mama... -respondio media dormida, a lo largo del transcurso del viaje habia apoyado su cabeza en su brazo sobre una de las tablas del transporte contemplando a Celest y sin poder percatarse le comenzo a surgir el sueño provocando a su paso que empieze a pegar sus ojos hasta que no pudo con el peso de estos, quedándose atrapada en una siesta.
-Sabía que en algún momento ya no ibas a poder reprimir el sueño Lucy -comentó su madre.
Ella solo latino a hacer un puchero, aunque no lo quisiera aceptar era conciente de que tarde o temprano iba a caer rendida ante el cansancio que ya la venia arrastrando, se había acostado tarde la noche anterior ya que estaba fanteseando mucho de cómo sería la capital, no pudo pegar los ojos en casi toda la noche, estaba demasiado alegre ya que sería la primera vez que iría.
-Vamos Lucy, dame una sonrisa quieres~ -este se detuvo sin previo aviso tirando de las riendas causando que los caballos se detengan para posteriormente soltarlas, levanto uni de sus brazos y con este acerco su mano al rostro de la pequeña posando su mano en uno de sus suaves cachetes apretandolo levemente, la niña se sorprendió un poco pero al cruzar sus ojos con los de el y ver su sonrisa calida se olvidó por un momento de lo que le dijo su madre -Si -le respondió el acto con una gran sonrisa para después acercarse al joven y ofrecerle un abrazo que fue correspondido; la regreso a su sitio y la acomodo con cuidado para no arruinar su vestido.
-Bueno, bueno, ya que la señorita está de vuelta con nosotros podemos entrar ya a la ciudad -Lucy simplemente no entendía a que se estaba refiriendo, se paró por un momento para poder ver lo que estaba pasando con mucho cuidado por la carretilla en movimiento y cuando finalmente pudo agarrar el equilibrio simplemente sus ojos brillaron quedandose estancados mirando firmemente el castillo que se hacia notorio a pesar de la distancia siendo adornado por todo un pueblo acompañado por una musica que se escuchaba debil, no pronuncio nada, se convirtio en una estatua por un instante.
-¡¡¡Ah.....!!! ¡es increible!, ¡es increíble mamá! -decía la niña con una alegría inefable, se podía notar a simple vista con solo ver la gran sonrisa dibujada en su rostro y sus resaltados hoyuelos a la vez abriendo cada vez más los ojos divisando todos los alrededores como si tratara de memorizarlos enfocando más su vista en aquella ciudad que aún era desconocida.
-¡Celest!mira, mira, vez eso Celest --dijo con entusiasmo dirigiéndose al potrillo señalando los edificios.
-¿Sabes que Celest? -se acerco suavemente a uno de los oídos del animal procurando que no la escucharan -Todo sera nuevo para nosotros, y... quien sabe...-.
-Quisas descubramos cosas nuevas aquí....-.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro