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ESTO ES UNA MIERDA

• • •

Miraba desde el balcón de la habitación los juegos artificiales que alumbraba la oscura y fresca noche. Nunca entendí porque los humanos lanzaban esas luces que explotaban de difetentes colores, más a parte hacían demasiado ruido para mi gusto.

Para mi esas cosas me daban menor importancia, solo eran luces que explotan, ¿qué le veían de especial los humanos? En mi clan cuando se celebraba algo, se llevaba acabo algo que nosotros llamamos "Cascada arcoíris" donde las sirenas y tritones se tiraban de la inmensa cascada donde nuestro reino se escondía. En esa celebración todos podíamos estar como somos naturalmente, las mujeres lucían con orgullo y arrogancia su hermosa cola de pez. Saltaban de la cascada a la ves, coloreando de arcoíris el agua con los diferentes tonos, tamaños y formas de las colas.

Era algo hermoso de ver y más cuando la luz de la luna iluminaba el agua. Yo jamás pude hacer eso. ¿La razón? Es fácil, mi cola ya no es digna de ser presumida. Solo dire que a los humanos les causaba gracias cortar el orgullo de los diferentes clanes. En mi caso lo era mi cola de pez.

Unos golpes proveniente de la puerta me hizo salir de mis pensamientos, sin quitar mi vista de las lucecitas que explotaban hable para que la persona pudiera entrar a la puerta.

Sabia perfectamente quien era y que es lo que quería, no había necesidad de palabras de parte suya para que yo lo perdonara. Odiaba perder mi tiempo con algo que simplemente me da igual. Ban no me conoce en cambio yo se que él ha perdido a toda persona a la que le a tenido cariño.

Escuche un suspiro de su parte, no tenía ni idea de que decir. 

──Te hice comida y no quería que se enfriará así que vine a decírtelo. ─para él pedir disculpa es hacer comidas, sabe que si hay comida hay amor de mi parte y no enojo.

──No necesito tu comida. Al igual que no necesito que trates de pedir disculpas. ─hable sin mirarlo. ──No estoy enojada, ni contigo, ni con nadie. Solo me puse nostálgica cuando Hawk murió. Y las lagrimas de Elizabeth y de los demás me quemaba y no me ayudaban... ─baje mi cabeza. ──, no me ayudaban a no llorar. ─lo mire. ──No puedo llorar, si lo hago sufriré de la peor manera que lo hace una madre.

──Aunque digas eso yo me ciento como un idiota. ─soltó mirando otro lado. ──Estaba enojado por la pelea de tuvimos cuando te pedí, no, cuando te exigí que revivieras a Elaine... sin saber la razón del porque existe ese manantial. ─me miro esperando a que dijera algo sobre eso.

──El manantial se creo cuando llore la muerte de mi hijo por siete días y siete noches. ─confesé mirando los fuegos artificiales, debía de liberar el nudo de mi garganta y el zorro es mi única opción ahora. ──Mate a todos mientras dormían, incluso pelee con la mayoría. Mi madre antes de morir me lanzo una maldición. El manantial es capaz de revivir y sanar a cualquier ser desde un humano hasta el demonio más débil pero solo una persona no sanara...

──Tu hijo. ─moví mi cabeza afirmando lo dicho.

──Nunca he usado el manantial porque no entendía porque mi hijo no podía volver de la muerte cuando otras personas si. Pero cuando vi a Hawk muerto me acorde el dia que mi pequeño me pidió un cerdo que hablara. ─sonreí recordando ese dia. ──Pero no pude conseguir uno. Así que lo revivir pensando en Ezio.  

──Así que su nombre era Ezio. ─lo mire, él tenía su sonrisa. ──Suena a que era muy atractivo y orgulloso.

──No te metire era muy atractivo y él mismo lo sabia de antemano. Confiaba tanto en su fuerza que su orgullo salía a flote. ─expresé con una sonrisa. ──Pero casi siempre se mostraba relajado y con mucha tranquilidad, no le importaba nada a su alrededor.

──Me hubiera gustado conocerlo. ─sonreí de medio lado volviendo mi vista a los juegos artificiales. ──¿Y quien es el padre? Porque tendría mis respetos por soportar lo glotón y tan antipática que eres.

Me quede en silencio sin saber que responder, a decir verdad esa pregunta me tortura de mil formas. La puerta de la taberna se escucho abrirse y a los segundos las voces de personas rompió el silencio tenso que había reinado en la habitación. 

──Es mejor ir a comer antes de que la comida se enfríe. ─dije saliendo de la habitación dando a entender que no iba a contestar esa pregunta.

Sin más me senté en la barra una vez que baje de las escaleras. Sin prestar atención a mi alrededor, comence a comer los platos de comida que el zorro me había preparado. Quise despejar y olvidar todo lo que hay en mi mente, solo me concentre en disfrutar de la comida y la deliciosa cerveza.

──¿Lady Scarlett? ─escuche una ligera voz hablarme a mi espalda.

──¿Sucede algo pequeño Gil? ─pregunte al ver sus ojos afligido, por así decirlo.

──¿Puedo sentarme? ─miro el lugar vacío a mi lado izquierdo.

──Adelante. No me interesa en absoluto. ─dije bebiendo de mi cerveza. ──Me dirás qué es lo que te pasa. ─lo mire de reojo.

──Me iré de la capital. ─confesó sin despegar su mirada de la cerveza.

──Normalmente diría qué es inútil que me digan algo que no me importa. Pero tu eres el pequeño Gil. ¿Se puede saber por qué motivo? ─me cruce de brazos mirándolo.

──Quería desenmascarar a Hendrickson y sus intenciones. Pero lastime a muchas personas inocentes.

──Meliodas me comentó todas las cosas que hiciste. ─me miro bajando más su cabeza. ──Pero sabia que el verdadero Gil que entrene y eduque seria incapaz de cometer todo eso sin saber que se esperaría una paliza de mi parte. ─lo mire sonreí de medio lado. ──Ten en cuenta que no eras tu, Gilthunder y nadie te culpa.

──Aún así, no puedo perdonarme por eso. Abandonaré la capital y visitaré cada región para enmendar mi daño. ─solté un pequeño suspiro bebiendo más de mi cerveza. ──No descansaré hasta hacerlo.

──Sí es lo que tú decidiste, lo que diga no te cambiara de idea. ─me miro. ──Y eso esta bien, me has demostrado que ya te convertirse en un gran hombre. ─tome su rostro entre mi mano haciendo que mire mis ojos. ──Solo no olvides que una hermosa y gran mujer debe de saber todo lo que sientes, y claro decirle de tu partida.

──Gracias por todo, Lady Scarlett. ─golpe ligeramente su frente con mis dedos.

──Solo no hagas algo que termine por matarte. De lo contrario te reviviré y yo misma te mataré.

──En ese caso. Procurare no correr el riesgo. ─dijo con una sonrisa nerviosa.

──Eso espero pequeño Gil. ─lo abrace y lograr ver un sonrojo en su rostro, posiblemente porque mi pecho quedo en su rostro.

Un fuerte golpe provoco que mi cerveza se derramará en mi haciendo que soltara de inmediato a el pequeño Gil. Mire a los lados, pero no había nadie cerca para haberme derramado mi cerveza. Pero que no mire a nadie no significa que no sienta el agua que el cuerpo humano lleva en su cuerpo.

──¿Qué habrá pasado? No nadie cerca para que la cerveza le cayera encima. ─yo solo me limite a mirarlo.

──Seguramente fue el viento. ─le reste importancia. ──No es nada de que preocuparte, pequeño. ──le di una media sonrisa. 

「• • •」

Dormía plácidamente encima de la barra, escucha las quejas de los demás que estaban con una gran resaca. A diferencia de ellos a mi jamás me ha dado resaca, se necesita algo más fuerte que simple cerveza de humanos para que explote mi cabeza.

Lo que me alivia era que no trabajaba de mesera, así el problema de limpieza no es de mi preocupación. Estaba tan sumida en mi sueño ignorando los gritos de asco y posiblemente sea porque el capitán volvió a cocinar y se los dio a el pequeño Gil y Howzer.

──¡Scarlett! ¡Te hice el desayuno! ¡Despierta linda dormilona! ─escuche la voz del capitán.

──No fastidies enano feo. ─dije acomodandome mejor en la barra.  

──Pero lo hice pensando en ti. ─abrí mis ojos harta de que no se callara para dejarme dormir.

──¿Si me levanto y me como tu porquería me dejas en paz? ─pregunte con mi mirada asesina.

──¡Por supuesto! ─me tendió un plato donde había un cerdo en miniatura. ──Adelante pruébalo. ─solté un leve suspiro.

──¡Lady Scarlett! ─gritarón Gilthunder y Howzer junto a la princesa al ver que me lo comí de un solo bocado.

No voy a mentir diciendo que era lo mejor que podía comer. Pero la comida no se desperdicia aunque no tenga el mejor sabor del mundo, es alimento después de todo.

¡A quien engaño! Esto es asqueroso y posiblemente sea todo menos comestible.

──¿Qué tal? Sabe feo, ¿cierto? ─preguntó el capitán, levante mi dedo dando a entender que necesito un segundo para ingerir la comida que estaba todavía masticando.

Tome la tarra de cerveza que Elizabeth me tendía, me bebí todo el liquido en cuestión de segundos quitando el horrible sabor de mi boca. Cerré mis ojos soltando un leve suspiro.

──Es horrible. ─dije inexpresiva. ──Le falta sabor.

──Gracias, Scarlett. Eso me ayudara en mis próximas comidas. ─dijo con una sonrisa, se quedo pensando un segundo hasta que miro a Hawk. ──Supongo que no sabrá bien hasta que use puerco de verdad.

──¡Ay no! ¡Nada de puerco! ─un escalofrío recorrió su pequeño cuerpo para después saltar de la cabeza de la princesa hasta perderse por la puerta de la taberna.

──¡Hawk, espera! ¡Es muy peligroso afuera! ─le gritó la albina pero él no escucho. 

──Tranquila, seguro regresara pronto. ─dijo el capitán. 

Yo me volví a dormir solo que esta vez en el cojín de King. Diane se acomodo entre mis piernas y el enano entre mis pechos, y sin perder tiempo alguno que quede dormida en un profundo y dulce sueño.    

Pero no fue por mucho.

──¡Levántense holgazanes! ¡Vamos a buscar a el puerco! ¡Es una orden de su capitán! ─escuche el odioso gritó de Meliodas.

──Cállate y ve tú. ─dije somnolienta acurrucadome mejor en Chastiefol.

──¿Qué no deberías ser tú quien lo busque capitán? ─escuche balbucear a King.

──Tengo mucho sueño. ─murmuró Diane abrazando mi ahora cintura escondiendo su rostro en ella.

──¡Increíble! ¡Scarlett y Diane se durmieron en Chastiefol junto a mi! ─lo abrace para que durmiera en lugar de hablar.

──¡Entonces les propongo algo! ¡Él primero que encuentre a Hawk podrá decirme que hacer durante todo un día!

──Capitán, ¡yo lo haré! ─exclamó Diane despierta.   

──¿Qué? ¡Yo también iré! ─escuche a King.

──Yo me quedaré. ─dije levantandome caminado a mi habitación. ──No me interesa eso.

──¡Vamos, Sacarlett! ¡Será divertido! ─animo Diane.

──Además, ¿no quieres darle ordenes al capitán? ─ante la pregunta de King gire mi cabeza mirándolo. ──Podías pedirle lo que tú quisieras.

──No necesito encontrar a un cerdo para pedirle hacer algo por mi. ─dije subiendo las escaleras. ──¿O me equivoco, Meliodas? ─lo mire de reojo.

──Sate sate sate. ─se rasco su cabeza. ──No puedo decir que estas equivocada. 

Sin nada más que decir y escuchar me perdí entre las escaleras entrando a la primera habitación que encontré. Creo que era la del capitán porque había unas cuerdas tiradas, las mismas que el cerdito usaba para amarrarlo y no toqueteara a Elizabeth. 

「• • •」

──Repiteme una vez más, ¿por qué carajos estoy yo aquí? ─pregunte sentada en un trono hecho de agua mirando a la multitud ansiosos de la pelea entre el capitán y el zorro quien todavía no llegaba. 

──Eres un pecado capital y conoces las reglas. Sabes perfectamente porque estas aquí. ─contesto Merlín a un lado mío con su típico tono de voz.

──Cuando esto termine quiero que me regreses mi recuerdos. ─la mire seriamente. ──No entiendo porque me los robaste, ¿paso algo que no quieres que me entere? 

──Creí que no te darías cuenta. ─mire a otro lado. ──Pero si deseas tus recuerdos tendremos que ir a el lugar donde se encuentran los otros.

──Istar. ─termine lo que diría. ──Dijeron que el sello que el arcángel me puso trataría quince años para que ella pudieran liberarlo.

──En unos días se cumple los quince años. ─sentí su mirada. ──Podrás recuperar todos tus recuerdos si así lo deseas.

Ni dije nada, era más que claro que el silencio en mi era la confirmación de obtener mis memorias que fueron robados por un arcángel. No sabia porque razón un arcángel me sello mi memoria, mis padres como siempre nunca hablaron sobre ello solamente se limitaron a desterrarme de mi propio clan.

Salí de mi nido de pensamientos al mirar la cabellera de cierto zorro asomarse por la montaña. El enano rubio y él se miraban fijamente.

──Capitán. ─este solo soltó una risita. ──No esperaba verte...

──¡Oye, Ban! ─este se quedo sorprendido de escuchar a el cerdito hablar. ──Eres el único que llego tarde a la fiesta.

──¿Eh? ─una gota bajo por su cien mirando la multitud.

──Solo te esperábamos a ti. ─dijo King sentado en su Chastiefol.

──¡Festival! ¡Festival! ─gritaba Diane eufórica aunque claro esta que esto, es todo menos un festival. Podía ver la determinación de Ban cuando pelea en serio y no como en un festival.

──¡Carajo, capitán! ¿Quieres decirme qué pasa aquí? ¿Por qué hay tanto espectador? ¡Maldita sea! ─gritó desesperado y enojado.

──No tengo la menor idea. ─confesó. ──Cuando llegue todo el pueblo estaba reunido aquí. No me hables feo.

──¿Pero a quien se le ocurriría... ¡humh!? ¡Oye, maestro! ─el cerdito lo miro. ──¿Tú hiciste esto? Ayer escuchaste mi conversación con el capitán, ¿no?

Rodé mis ojos ante la explicación del cerdito y de Elizabeth diciendo lo preocupada que el puerco se sentía si algo le llegase a pasar a Meliodas o incluso a el zorro.

──Oye, Zorro de la Avaricia. ¿Ya lo olvidaste? ─este puso su mirada en Merlín quien camino unos pasos al frente. ──El mandamiento seis de los Ocho Pecados Capitales. Dicta "Cualquier batalla que se desarrolle entre dos pecados debe ser detenida por el resto del grupo por consentimiento general"   

Mis compañeros colocaron su cara de seriedad mientras hacían algo que lo hiciera ver intimidante frente a todos, en cambio yo me cruce de piernas sentada en mi trono de agua.

──Si tu y el capitán planean pelear sin cesar hasta la muerte... ─se quedo en silencio unos segundos. ──Nosotros cinco usaremos nuestros poderes para eliminarlos.

──No me digas~... ─susurro el zorro tronando sus nudillos. ──¡Oye, Merlín! ¡Te reto a que lo repitas!

──Oh~ el zorrito no escucho. ─hable llamando su atención. ──No te preocupes puedo decirlo más claro que el agua. ─entrecerre mis ojos poniendo una media sonrisa. ──¡Los eliminaremos!

──¡Interesante~! ─dijo colocando una enorme sonrisa. ──Pero, en este momento, solo quiero enfrentar a el capitán. Así que no tienen de que preocuparse. Porque no planeo pelear hasta la muerte, así que cálmense. ─la princesa soltó un suspiro de alivio. ──Que dicta el mandamiento cinco de los Ocho Pecados Capitales, Merlín.

Diane y King soltaron un alivio ante eso, ellos si temían intervenir para aniquilar a los dos.

──"Cualquier disparidad entre dos pecados deberá ser resulta mediante una batalla". ─dictó.

──Ya veo, entonces mi presencia aquí no hace falta. ─me levante deshaciendo el trono de agua. ──Sinceramente me parece una estúpidez lo que hacen. Solo pierden el tiempo, ¿de que sirve pelear si no morirá nadie?

──Adivinaré, no trajiste comida y por eso no te quedaras. ─escuche decir a el zorro mientras pasaba por los lados de ambos yendome del lugar.

──No desayune porque Merlín me teletransporto sin decir nada. Así que estaré comiendo en la taberna. ─levante mi mano en forma de despido. ──Buena suerte, supongo.

A decir verdad no me interesa que se maten el uno con el otro, al fin de cuentas ninguno de los dos puede morir. De cierto modo me siento rara últimamente, mi hambre no era la misma. Siento como si algo importante se avecina y la cosa es que no la siento buena.

「• • •」

Pasaron las horas y yo me encontraba encima de la taberna mirando el atardecer y con ello a las personas que bajaban de la montaña, los últimos eran Ban cargando a el capitán. En cuanto llegaron la mayoría entro a la taberna a tomar una cerveza, en cambio yo seguía mirando el sol esconderse mientras la luna salía.

No tarde en sentir a King sentarse a un lado mío, en ocasiones cuando no hay nadie con nosotros a él le gusta platicar lo que ha hecho en algunos días. Como en este caso que estaba hablando feliz de lo que paso con Diane la otra vez.

──Entonces, cuando Diane y yo fuimos a comprar suministros porque te los acabaste todos, ¿que crees que dijo el viejo que nos atendía?

──No lo sé, iluminame, King. ─dije mirándolo de reojo.

──"¡Un descuento para los casados!" ─infló su estómago y hizo su voz ronca simulando a la de un anciano. ──¡Ah, ¿tú crees?! ─dijo golpeando mi espalda para después volar al frente mío.

──Golpearme no era necesario, ¿lo sabes, cierto? ─este me ignoro.

──¡Y luego cuando le dije a Diane: "Esto es muy incomodo", ella dijo: "No, es divertido"! ─en un segundo tomo mi rostro entre sus manos acercando su rostro suyo a el mío observando mis ojos. ──¿Tu crees que sienta algo especial por mi? ─cerró sus ojos acercando más su rostro casi a punto de rozar sus labios con los mis, por suerte a los segundos aparto su rostro. Solté un suspiro de alivio. ──¡Ay, qué estúpido! ¡Claro que no tengo oportunidad!  ─me golpeo despacio mi estómago para después abrazarme ocultando su rostro en mi pecho.

──Date más crédito, King. ─dije. ──Así con ese entusiasmo no conseguirás robar el corazón de la pequeña gigante. ─le acaricie su cabello.

──Diane esta enamorada del capitán. Pero ella me pidió a mi acompañarla a el festival el otro dia. ─hablo entre mis pechos hundiendo más su cabeza.

──No crees que lo mejor es decirle lo que sientes. Demuéstrale tu cariño y veras que ella se enamorara de ti. ─sus ojos salieron de entre mis pechos mirando los míos. ──Tienes que ser valiente y expresar lo que tu corazón siente. A veces la mejor manera de demostrar lo importante que vale una persona puede ser por medio de palabras. Dile lo que sientes, no ahora pero cuando lo estes dicelo sin miedo y con una gran determinación. A las mujeres les encanta que los hombres le digan lo mucho que les importa.

──Aun así, Lett. No sé si pueda hacerlo. ─dijo. ──No creo que ella se fije en mi.

──Solo dale tiempo al tiempo y cuando menos lo esperes, el amor y tus alas llegaran a la vez. ─él me miro haciendo un mohin. ──De mi te acordarás cuando eso pase.

──Sí, sí... lo que digas. ─cerré mis ojos brindando una pequeña sonrisa mientras le acaricia sus cabellos.

「• • •」

──¿Quieres sangre de sirena? Para esto me llamaste. ─pregunté sentada en una mesa observando a Merlín.

──Te he notado un poco extraña en estos días, ¿se puede saber a que se debe? ─pregunto inyectando sin consultar la aguja.

──Sinceramente ni siquiera yo lo sé. ─confesé mirando mi sangre salir por la aguja. ──Siento que algo se avecina.

──¿Bueno o malo? ─saco la jeringa alejándose de mi tomando uno de los tubos de ensañó que tenía un liquido azul.

──Malo, pero a la vez es bueno. ─ni siquiera yo me entendía. ──Posiblemente ambas.   

──Interesante.

Se escucho la puerta ser abierta dejando ver a el capitán quien tomo una cosa roja jugando con ella.

──¿Y esta cosa que hace? Tú y tus inventos raros. ─dijo jugando con ello.

──Bueno. ¿Dime que necesitas? ─le preguntó Merlín mirándolo mientras colocaba mi sangre en el tubo.

──¡Quiero proponerles que ustedes sean las nuevas meseras del Boar Hat! ─nos señalo con una enorme sonrisa, Merlín y yo lo miramos indiferentes mientras que del tubo salía un humo color morado como el liquido. ──Elizabeth, Diane. Y si ustedes ingresan, tendré la mejor portada de chicas para mi taberna. ¡Los clientes vendrán en manada! ¡No tengo la menor duda!

──¿Nos pides que sirvamos la comida y atendamos a clientes en una taberna con ese atuendo? ─preguntó Merlín.

──Primero me comeré la comida antes de servirla. ─dije inexpresiva.

──No quieren, ¿verdad? ─se rasco su mejilla.

──Capitán. ─se escucho la voz de Gowther a un lado suyo.

──¡Hola, Gowther! No te había visto... ¿ah? ─dejo de hablar al verlo con el uniforme que usaba las meseras en su taberna.

──¿Por qué no quieres que yo sea parte también de las chicas de las portadas? ─me limité a cruzar mis brazos observando la escena. ──¿Por qué no? Dime.

──Olvídalo y no vuelvas a usar el uniforme del Boar Hat. ─con su dedo en su frente lo alejo él.

──Sí, es mi favorito. ─hablo acomodando sus lentes mientras que el capitán soltaba un pesado suspiro.

──Oye, Gowther. Yo... ─no logro terminar de hablar gracias a Merlín que lo interrumpió.

──Bien lo haremos. ─alce una ceja ante las palabras de la mujer a mi lado.

──No me metas en tus asuntos, ¿quieres Merlín? ─hable atrayendo su atención. ──No tengo la más mínima intención de trabajar de mesera.

──Vamos, Scarlett. No será nada de otro mundo. ─dijo mientras me miraba. ──Si lo haces te deberé una. ─sostuve su mirada durante unos segundos, eso puede llegar a ser una ventaja si llego a necesitar algo de ella.

──No tengo nada que perder. ─murmuré cerrando mis ojos.    

──Bien. ─su mirada fue a parar a la del rubio cambiandolo a uno serio. ──Pero solo después de que me hayas echo un favor.

──¿De que favor se trata?

──Necesito que sigan a Gilthunder. ─alze una ceja ante eso, pues últimamente he sentido a alguien acosandolo.

──¿Quieres que sigamos a el pequeño Gil? ─preguntó desconcentrado.

──Para ser más especifica, quiero que sigan a Gilthunder sin que los detecte y que capturen a quien sea que lo acosa dia y noche. ─aclaró Merlín.

──¿Alguien más sigue al pequeño Gil? ─preguntó el capitán. ──Pues no había mencionado nada al respecto a eso.

──La persona es magistral en ese arte. Ni siquiera Gilthunder podría darse cuenta. ─comentó. ──Si logra escapar, esta persona se volvería una carga por lo que volverá difícil capturarla.

「• • •」

Solté un suspiro pesado al mirar a los tres pequeños guerreros que me "cuidaban" de pequeños. No me molestaba en lo absoluto verlos, lo que si me irritaba era que tenía que espiarlos.

──Blanco identificado, señor. ─hablo Gowther.

──¡Sí, muy bien!

──No entiendo porque estoy aquí. ─dije sentada cruzada de brazos. ──Me repites el motivo de mi presencia.

──Te dije que si me acompañas no trabajarás en la taberna, solo usaras el uniforme. ─rodé mis ojos ante eso. ──Esta es una tarea extraña, pero ya que. Vamos.

Seguí a los dos hombres adelante de mi observando y escuchando lo que los tres pequeños decían. En un momento Howzer se rio de Gil y una teja le cayo en la cabeza, Griamore se rio y comento que Gil y Margaret hacían una linda pareja. Al decir eso un pedazo de yeso cayo en su nariz. Pero lo que llamo mi atención fue la magia que sentí, solo fueron unos segundos pero la sentí. 

──¿Sintieron eso? ─preguntó el capitán.

──Sí. Fue por un instante, pero percibí magia activándose, capitán. ─contestó el pelirosa.

──La acosadora no le gusta que molesten a el pequeño Gil. ─comenté. ──Ni que me acerque a él.

──¿Cómo sabes eso, Scarlett? ─preguntó el rubio.

──Digamos que cuando estoy hablando con Gil, cosas extrañas suceden. En algunas ocasiones mi cerveza se derrama en mi o cosas caen en mi cabeza. ─dije mirando a los tres caminar.  

──¿Y qué hacia el pequeño Gil contigo? ─preguntó con un semblante serio y receloso.

──Cosas que no te interesan. ─dije mirándolo a los ojos.

──Todo lo que tenga que ver contigo me interesa. ─despegue mi vista de él.

──Solo olvídalo y avancemos.

Al caminar escondidos escuchamos a Howzer quejarse para despues patear una piedra que justamente golpeo algo que no era pared. En un momento a otro un letrero de hierro cayo directo a Howzer pero Gil se puso arriba de él para que el impacto lo recibiera el pelirrosa. La cosa es que no sucedió ya que esa cosa voló y cayo a otro lado.

──Vaya, vaya. Justo lo que había imaginado. ─dijo el capitán.

──¿Ya sabes quien esta detrás de estos hechizos, capitán? ─preguntó Gowther, yo por mi parte ya tenía una idea desde hace tiempo.

──Más o menos, pero tenemos que encontrarlo con las manos en la masa. ─informo mientras que me tomaba de la mano comenzando a caminar. ──Bien. No hay que perderle el rastro al pequeño Gil.

──No es necesario que me tomes de la mano. ─intente soltarme de su agarré pero hacia más presión. ──Odio que me tomen de la mano.

──Te puedes acostumbrar. ─dijo mientras me miraba con una sonrisa.

──Meliodas. No te entiendo, ¿sabes? ─confesé. ──¿Crees que no noto tus intenciones desde que nos conocimos? ─él se detuvo. ──Eres sobreprotector conmigo al igual que los demás pero tu forma de protegerme es más intensa. Las miradas que les das a los hombres que se acercan a mi no son precisamente bonitas. Y creerme que eso me da igual porque no me interesa formar una relación con ningún hombre y tu estas dentro de eso. Y no entiendo porque no me dejas simplemente de lado sabiendo que tienes a Elizabeth a tu lado.

──No te dejaré de lado nunca. ─su tono de voz se volvió sería y determinante. ──Talvez nunca lo entiendas, lo que siento por ti es...

──Es una obsesión. ─siempre lo note. ──Y debes dejarla, porque de lo contrario harás sentir mal a Elizabeth y ella es una buena chica. Entiende que yo no te pertenezco y jamás lo haré. Quiero que entiendas que yo tuve un hombre quien fue el padre de mi hijo y aunque no lo recuerde se que lo ame como él a mi.

──Eso fue por un descuido mío. ─me miro. ──Me aleje de todos y de ti pensando "No importa dejarla sola unos días, volveré por ella". Pero cuando eso paso... tú ya estabas casada. ─expresó fríamente. ──Los celos y el enojo se apoderaron de mi he hizo que hiciera algo terrible. ─me tense cuando sentí su mano acariciar mi cicatriz. ──Pero me dije a mi mismo "No esta mal, no debo de sentirme mal. Ella se lo merecía por no ser mia". ─de un manotazo hice aue alejara su mano de mi rostro. ──Pero de algo estoy seguro y eso es que tu no fuiste feliz con el hombre que según dices que amaste. Al contrarío, él mato lo que más amabas.

──¡Callate! Fue suficiente. Estas loco... ─dije una vez que logre zafarme de su agarre. ──No entiendo como es que Elizabeth ha estado contigo.

──Ella no tiene nada que ver en esto. ─lo mire de reojo. ──Y espero por tu bien que no se entere de esto.

──Y espero por tu bien que sea la ultima vez que me miras como algo más que tu amiga. ─pasé por su lado. ──Porque no te he dado motivos para eso.

Y sin esperar palabra alguna de él, camine alejandome olvidando por completo esta estúpida "misión" no tenía ganas de verlo pero de una cosa estoy segura y esa era que él fue posiblemente el que me hizo la cicatriz. Lleve mi mano inconscientemente a mi cicatriz, solo era cuestión de días para que el sello se rompiera y mis recuerdos volvieran y solamente así sabre quien fui en mi vida pasada y todo lo que hice.

Y sabre quien es el padre de mi hijo. Aunque mi mente ahora este revuelta por las palabras que Meliodas me dijo.

"Al contrario, él mato lo que más amabas

¿Qué significará eso?

Talvez y solo sea nada, Meliodas diría cualquier cosa para que dejara de pensar en algún hombre.

Pero, ¿y si dice la verdad?

¿Por qué motivo me casé con él? ─mire las nubes ser movidas por el leve viento. ──Talvez... no fue un compromiso de amor. Si no uno arreglado. ─pensé.

──Conociendo a mi madre. ─hable para mi misma mientras caminaba entre el pasto. ──No dudaría en lo absoluto en deshacerse de su hija. O como siempre lo decía ella... de su estorbo.

Cerré mis ojos sintiendo el viento despeinar mi cabello ocultando mi cicatriz entre los mechones rojos.

Esto es una mierda. ─pensé mirando las nubes.

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