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━REY DEMONIO━
• • •
Sentí sus brazos abrazarme fuertemente ante la tremenda ventisca de aire que venia en dirección de Camelot. Eso fue causado por un inmenso poder demoniaco incluso casi al nivel del rey demonio, no era Meliodas de eso estaba segura.
──¿De dónde salió ese inmenso poder? ─pregunté inconscientemente.
Era como si fuera una fusión entre los poderes de Chandler y Cusack.
Cerré mis ojos olvidando esos pensamientos. Los abrí al sentir a Mael separarse de mi mientras recitaba un encanto con su mano encima de los tres cuerpo que yacían sin vida, estos los segundos desaparecieron.
──¿Q-qué pasó? ─pregunte al ver el cuerpo de Ezio desaparecer. ──¿Cual es esa... habilidad?
──"Invitación a la resurrección" ─tomo mi mano entrelazando nuestros dedos. ──Esta habilidad permite que un alma reecarne en una nueva vida solo una vez con sus recuerdos pasados intactos. ─sonreí y sin poder evitarlo abrace al saber que podía volver a tener a mi pequeño en el futuro.
──Gracias, Mael. ─él deposito un beso en mi frente.
──Si hay algún castigo por reencarnarlos... con gusto lo aceptaré. ─levanté mi cabeza mirando sus ojos.
──Lo aceptaremos. ─corregí.
──Mael. ─escuchamos la voz de Gowther. ──Acompáñanos a Camelot.
Sentí como apretaba su puño.
──¿Ahora dirás que debería de derrotar al clan demoniaco porqué soy un miembro del clan de las diosas? ¿Quién quería eso? Mi hermano mayor... Scarlett... lo que le hice a ellos. Maté a Sariel y Tarmiel y si fuera poco también a mi hijo con mis propias manos juntos a muchos de mis hermanos. ¡¡Ninguno de ellos se merecía algo como eso!!
──Yo lo deseo. ─tomé su mano deshaciendo su puño.
──Scarlett. ─me miro a los ojos.
──Además... no es para que ninguno de los clanes salgan victoriosos. Es para darle fin a la guerra santa. ─acaricie su mejilla y cuando menos se lo espero le di una cachetada dejando mi mano marcada. ──Quita esa cara de sufrir por todo lo que has hecho. Se que sufres por todo y te tengo noticias... ¡¡Yo también lo hago!! Mataste a muchos de los tuyos pero no eras consiente de ello. Deja de lamentarte ahora, cuando todo esto acabe lo podrás hacer. Ahora hay que ir a detener la guerra santa. ─di media vuelta dándole mi espalda. ──Si tú no quieres ir no te obligaré hacerlo, pero yo, como miembro de los ocho pecados capitales ayudaré. Talvez así pueda remendar el pecado de habar sucumbido a mi tristeza y aniquilar a mi clan. ─lo mire de reojo. ──No me hagas caer de nuevo en ella... ─regrese mi vista al frente. ──Después de todo, cometí ese pecado por presenciar la muerte de mi hijo.
Solté un suspiro comenzando a caminar lejos de ellos dos hasta que sentí un par de brazos tomarme de más abajo de mi cintura elevandome del suelo.
──¿Hmp? ─mire el perfil de él. ──Entonces, ¿iras?
──Iremos. ─corrigió. ──Lamento mi comportamiento. Tus palabras me hicieron ver que no era el momento de lamentarme porqué después de todo no estoy solo.
──¿Fueron mi palabras o mi cachetada? ─pregunté al ver su mejilla al rojo vivo con mi mano marcada.
──Ambas. ─solté una pequeña risa.
──No me arrepiento de nada. ─recargue mi cabeza en su pecho. ──Ahora que me doy cuenta. Tú forma de tomarme no es diferente a la de Estarossa.
──¿Eh? ─miro su mano y al ver en donde se encontraba su cara se tiño de carmesí. ──Y-yo... lo siento. ─subió esta tomando ahora mi cintura. ──N-no fue con intención.
──Tranquilo, a mi no me molesta. ─él aun seguía con su sonrojo mirando a otro lado con pena. ──Se me olvidaba que eres demasiado tierno... ─sonreí con picardía. ──Solo provocas que quiera comerte.
──¡¡S-s-carlett!! ─me reí al ver su cara al rojo vivo. ──No digas eso.
──Esta bien. Por ahora solo me voy a concentrar en la situación. ─regrese a mi expresión seria de antes. ──Pero cuando todo termine te voy a castigar. ─ante mi sonrisa maliciosa miro a otro lado nervioso pasando saliva.
「• • •」
Después de unos minutos llegamos con los demás para dirigirnos con dirección a Camelot. King usaba su lanza para ayudar a los demás que peleaban con el grupo de asalto.
Estaba preocupada por Escanor y era notable en mi rostro.
──Será mejor que acabe con esto rápido. ─murmuró King usando la forma de girasol. ──¡¡No escaparas!! ─a lo lejos pude ver una luz que era por su ataque. ──¡¿Qué...?! ─habló sin creerlo. ──Mi ataque... ¿fue contrarrestado
──Pude sentir el poder de Doris. Así que presiento que tienes un oponente difícil de vencer, King. ─comenté al sentir el poder del enano.
──¿Doris? ─preguntó Mael confundió.
──Me refiero a Zeldris. Le digo Doris de cariño. ─aclaré ante su cara de disgusto. ──No me mires así. ─para mi sorpresa tomo mi rostro depositando un beso en mis labios. ──¿Qué...? ─parpadeé ante mi sorpresa de lo repentino que fue eso.
──Ahora me siento más confiado. ─sonrió mirando al frente.
No dije nada solo mire al frente con un sonrojo. Él estaba celoso y tomo mi rostro para besarme dejando en claro que solo él podía hacer eso. Eso definitivamente era algo nuevo... pero me gusta.
Deje de lado mis pensamientos y me concentre en mirar al frete, King seguía peleando con Zel hasta que comenzamos a sentir un gran poder detrás nuestro yendo a Camelot.
──¡No puede ser...! ─murmuró Mael.
──Me lo temía. ─solté un suspiro al saber que eran los mandamientos.
──¿Qué pasa, Mael? ─preguntó Gowther.
──Zeldris debió saber desde el principio que esto sucedería. ─hablé recordando como miraba con desconfianza a Estarossa al ver como estaba tan interesado en los decretos.
──¿A qué te refieres, Scarlett? ─preguntó King.
──A que yo... o mejor dicho Estarossa. ─aclaró Mael. ──Quien estaba en la profunda locura, de alguna forma los juntaría, los traería para luego no poder manejarlos y llegar al borde de destruirme a mi mismo.
──Ese maldito enano. ─solté con notable odio.
──¡¡Entonces el foco detrás de esta energía son...!!
──Los cuatro mandamientos que salieron de Mael. ─comenté sorprendido a todos. ──No creo que tenga otro destino más que ir a Camelot donde esta Meliodas con los otro cincos.
──¿Hay alguna forma de detenerlos! ─preguntó Elizabeth.
──No. ─contesté seca. ──Una vez que todos los mandamientos se reúnan. Meliodas se convertirá en el rey demonio.
──¡Pero no hay un problema! ─comentó Diane. ──Porqué Merlín tiene el mandamiento de Melascula, ¿no?
──Eso es cierto. ─dijo Elizabeth un poco aliviada.
Tanto Mael como yo sabíamos que eso no lo iba a retener por mucho tiempo.
──Diane. ¿Por qué crees que los mandamientos se dirigen a Camelot? ─pregunté ante su ingenuidad.
──Porqué... no lo sé.
──Porqué son atraídos por los cinco mandamientos. Cuando el mandamiento de Melascula sienta el poder de los otros cuatro no tardará en moverse por su cuenta al igual que ellos. ─ante mis palabras todos palidecieron.
Y más cuando los mandamientos pasaron a nuestro lado yendo directo a el capullo donde se encontraba Meliodas.
──¡¡No lo lograremos a tiempo!! ─expresó King.
Al parecer, según lo que el hada nos ha dicho, Merlín usara un arte prohibido "ataúd de chronos" para retener el tiempo. Para eso necesitará tiempo y estará con la guardia baja rodeaba de enemigos, por suerte tanto Escanor como King la protegen.
──¡¡Esto es malo!! ─expresó King mirándome de reojo.
──¿Qué pasa? ─y entonces sentí un poder venir a nuestra dirección. ──Ese es... ¡¡Escanor!!
Mael aumento su velocidad logrando tomar uno de sus brazos mientras yo sostenía el otro.
Solté un suspiro alivio al ver que seguía vivo.
──Escanor... y pensar que te volvería a encontrar en esta forma. ─esté alzo su cabeza mirando a Mael para después mírarme a mi.
──Quizás esto también sea obra del "sol". ─dije con una pequeña sonrisa al recordar su antigua pelea como Estarossa. ──Y pensar que te reunirías con el que alguna vez fue tu enemigo.
──Eres... Estarossa de los diez mandamientos. Espera... no. ─yo solo cerré mis ojos dando una sonrisa afirmando lo que estaba por decir. ──Mael de los cuatro arcángeles, ¿en verdad eres tú?
Y me enamore de su sonrisa orgullosa mientras miraba a Escanor.
──¡Escanor, estas hecho un desastre! ─expresó Diane.
──Ha recibido una gran paliza. ─dijo Gowther.
──Eres el menos indicado para decir eso. ─le riño Hawk.
──¡Chicos! P-por favor, soy una deshonra, estoy tan avergonzado de mi mismo. ─bajo su cabeza. ──No merezco mirarla a los ojos, Lady Scarlett. Tampoco merezco que me haya salvado.
──¡Pero qué estupideces dices, Escanor! ─él miro mi sonrisa cosa que lo sorprendió. ──Tu Lady nunca te dejará morir. ─sus mejillas se tornaron de un color carmesí.
──Q-que pena... ─murmuró mirando a otro lado. Una cantidad de agua lo envolvió curando sus heridas por completo. ──Oh... gracias, Lady Scarlett. D-debo decir que volaste en el momento justo para encontrarme y atraparme aun teniendo a Lady Scarlett contigo.
──Es porqué mi esposa me mataría si lo hacía. ─solté una leve risa al ver su mirada con recelo mientras remarcaba el "mi esposa" . ──Y también porqué el rey hada ha estado viendo todo este tiempo.
──¡¿Qué?! ─preguntó asombrado a eso y más al verlo. ──Oh, es cierto. Lady Scarlett es su esposa. ─susurró.
──Me alegra que estes bien, Escanor. ─comentó King mirando a el nombrado. ──Si te hubiéramos perdido, Camelot definitivamente estaría en problemas.
Lo dijo, sin embargo, nadie sabe que el poder de Escanor es originalmente la gracia de Mael.
──¡Oh, no! ─balbuceo Escanor. ──¡Mael-san! Tu hermano me contó muchas cosas.
Ambos nos miramos con interrogación antes esas palabras. Ni siquiera sabía que Ludociel había hablado con él.
──Ahora se porqué mi poder "Sunshine" protegía a Lady Scarlett. Es porqué era originalmente tu gracia, ¿no es así? ─me sorprendí al ver como ya sabia eso.
Los presentes no pudieron ocultar su asombro antes esas palabras.
──¡Mael, por favor ayúdanos! ─pidió. ──¡Sí lo haces, estaré encantado de devolverte a Sunshine!
──¡¿La magia de Escanor... es la gracia de Mael?! ─preguntó sin creerlo la gigantona.
──¡Mael-san...!
──Por supuesto que te ayudaré. Pero no puedo aceptar ese poder de ti.
──¡¿P-por qué no?!
──Mi gracia me abandono cuando entre a la oscuridad. Le tomó varios años en encontrar un nuevo maestro. ─explicó. ──Ya no soy el adecuado.
──Por favor... ya no me queda mucho tiempo de vida para poder cargar el peso de "Sunshine". Pero... ¡¡sin su poder no podemos derrotar a los demonios!! ─habló Escanor intentando hacer que Mael tomara de nuevo su poder. ──No hay tiempo. Si no lo hacemos rápido... no nos podremos recuperar.
──Pero... ─él seguía negándose.
──Si insiste en no tomarlo. ¡Entonces te lo prestaré! ─Mael miro sorprendido de aquellas palabras.
──Puede ser un enano con bigoté pero si que sabe hablar. ─escuche a Hawk.
──¡Salva aquellos que atesoro! ─ante sus palabras la mirada del platinado cayó en mi.
──Te esperó allá. ─Mael me miro sin entender.
──¡¡Scarlett/Lady Scarlett!! ─gritaron al verme soltar su agarré y caer al suelo.
Tome mi tesoro sagrado liberando su segunda forma sosteniendo en mi mano mi tridente. Y a los segundo una gran ola de agua se formo de la nada bajo mío donde quede de pie dirigiendome a Camelot.
──Bien, me encargo de ese estorbo. ─comenté al ver a quien creo que es el demonio original, la fusión de Chandler y Cusack.
Lleve mi tridente encima de mi cabeza girando este entre mis manos terminando para golpear la ola.
Un gran temblor sacudió toda Britania sobresaltando a todos quienes se pusieron pálidos al ver el suelo ser abierto dejando ver unas inmensa olas salir de la superficie dirigiéndose a ellos. Golpeé la ola con mi tridente, las inmensa olas detrás mío se convirtieron en pilares que pasaron a mis lados girando entre ellos para ir formando una lanza que dio directo en el demonio original alejándolo de Merlín y Ludociel, que estaban por recibir un ataque.
Volvió a golpear el suelo cerrando la tierra abierta mientras termina por llegar antes que los demás.
──Scarlett. ─mire a Merlín. ──Llegas justo a tiempo.
──¿Dónde esta Mael? ─miré a Ludociel.
──Tranquilo, él esta bien. ─sonreí aliviando su preocupación. ──Tan solo mira.
Y de pronto una luz se abrió por toda la oscuridad dejando ver a este en medio haciendo desaparecer la oscuridad artificial.
──Veo que al fin regresaste, Estarossa. O debería decir... ¡Mael! ─escuche a Zeldris hablar mientras miraba a el platinado con un pequeño sol entre sus manos.
──¡Mael! ¡Estás vivo! ─habló Ludociel feliz de verlo. ──Oh... espera un momento. ─este me miro. ──Scarlett, tú tenias un hijo con Estarossa, ¿verdad? ─me tomo de mis hombros. ──Significa... ¡Qué es mi sobrino!
──Exactamente, Ludociel. ─él sonrió como nunca. ──Y... es por esa misma razón que mi madre sentenció su muerte. ─baje mis ojos mirando a otro lado. ──Ezio no solo poseía la oscuridad... también la luz. Con el tiempo logro esconder la luz para que nadie sospechara... aun así se supo la verdad. Mi madre junto a mi clan temieron la gran fuerza que mi hijo tenía.
──Debió ser difícil vivir con el peso de su muerte. ─aflojó su agarre. ──Aun así estoy feliz de haber tenido un sobrino.
──¡Y yo de ser madre! ─sonreí para volver a ver a los demás.
Mi vista se enfoco en el azabache estar a unos metros de Mael.
──¿Por qué viniste aquí? Debiste regresar al cielo junto a Scarlett en el momento que despertaste. ─le comentó el demonio.
──Soy en parte responsable por el comienzo de la guerra santa. Pero no estoy aquí para pelear. ─aclaró.
──¿No lo harás...? ─preguntó con duda.
──Si nos ignoras y dejas que detengamos la trasformación de Meliodas en el rey demonio. Y prometes retirar tu ejercito de demonios de Britania... prometo no interferir.
──¡¡No te metas ahora!! ─gritó el demonio original intentando ir contra Mael.
Golpeé el suelo con el tridente haciendo que una ola de agua consumiera el sol que Mael tenía en sus manos, el agua era tan caliente que quemaba como el sol, en forma de lanza fue directo a este sacándolo del juego.
──¿Así que ambas magias combinadas pueden ser así de poderosas? ─logre escuchar a Escanor preguntar sorprendido.
──¿Estas tratando de amenazarme? ─preguntó Zel llegando ignorando como derrotamos a el demonio original. ──Confío en que no hayas olvidado que ni la magia más poderosa puede funcionar contra mí.
──Sí, por supuesto.
──¡Entonces esta es mi respuesta! ─lanzo una gran masa de materia oscura a nosotros.
Solo basto dos golpes con mi tridente para que el agua ahora de color carmesí, detuviera su oscuridad. Los pecados al igual que Elizabeth se colocaron alrededor de nosotros.
──¡Esta es nuestra voluntad y propósito! ─expresó la diosa.
──Oi, mocosa. ─mire de reojo a Merlín. ──¿Cuanto falta para que el encantamiento termine?
──Cinco minutos, madrina. ─contesto. ──¡En cinco minutos más seré capaz de congelar el tiempo del capullo!
──¡Tú...! ─Zeldris miro hacia nosotros distrayendose de Mael que logro tomarlo lanzandolo a la tierra pero este cayo de pie con una sonrisa.
Y de repente mi cuerpo como el de todos comenzó a ser atraído hacia Zeldris. Enterré mi tridente en la tierra creando una mano de agua que sujeto a todos para no ser atraídos por él.
Lo malo de esto era que Mael estaba fuera de mi rango siendo el único en ir directo a Zeldris sin poder evitarlo.
──¡Mael! ─gritamos a la vez, mi cuñado y yo.
Solté un suspiro de alivio al ver como la espada de Zeldris se derritió cuando Mael llego al frente suyo.
──¡¿La espada de Zeldris... se derritió? ─preguntó Diane.
──¡Por supuesto! ─afirmó Escanor. ──El poder explosivo de "Sunshine" no solo cubre la superficie de su cuerpo. ¡Fluye dentro de él también! ¡E-entonces el "rey demonio" y "ominous nebulous" no pueden detener sus ataques!
──Sí puedo distraerte por cinco minutos ganaré. ─le dijo al azabache. ──Igualmente. Si me vences en los siguientes cinco minutos, tú ganaras.
Y con eso ambos comenzaron a pelear ganando tres minutos de nuestra parte. Algo que enojaba Zeldris que había cambiado su manera fría y pasiva de pelear por una llena de desesperación.
Algo más que note era que Mael no quería herir a Zeldris, intentaba convencerlo de que esto era inútil y lo mejor seria conversarlo. Aunque solo hayan sido recuerdos falsos, Mael se encariño con Zel hasta el punto de verlo casi como su hermano menor peto no lo admitiría.
──¡¡Mael!! ─grité al ver como Zeldris logro hacerle un profundo corte en su pecho.
Ahora Zeldris enfoco sus ataques a nosotros pero King uso su capullo protegiéndonos o mejor dicho protegiendo a los demás ya que corrí lejos de ellos.
──¡¡¡DEMONIOS!!! ─exclamó el azabache.
──Cállate. ─dije tirándole un golpe que sin duda lo dejo sin poder moverse en el suelo. ──No se que fue lo que te dijo Meliodas para convencerte a que lo ayudarás. Pero no me quedaré de brazos cruzados viendo como lastimas a mi esposo. Ya rindeté, Zeldris. No tienes oportunidad de ganar.
Cerré mis ojos cansada al verlo levantarse. Simplemente levanté mi mano a su dirección dejando salir una ráfaga de agua cortando su pecho pero él hacia todo para mantenerse de pie.
──¡Todos, les debo mi gratitud. Pudieron ganarme suficiente tiempo! ─se escucho la voz de la mocosa. ──"Ataúd de Chrono" activado.
──¿En serio se detuvo el tiempo del capullo?
──¡¡Mira, Hawk! El pájaro... se congelo.
──Gelda... ─logre escuchar a Zeldris balbucear mientras caía al suelo.
──Aunque pareció una eternidad, termino en un instante. ─murmuró King al verlo en el suelo.
──¡¡¡Se termino la guerra santa!!! ─gritó Hawk feliz.
Me acerqué a Mael que estaba frente a Ludociel.
──Hermano...
──Por el momento no digas nada. ─lo interrumpió tomando su hombro.
Solté un suspiro.
──Tengo hambre. ─dije deshaciendo mi tridente para guardar mis dagas detrás de mi espalda. ──¿Dónde esta ese zorro rabioso? ─mire a los lados sin verlo.
──Creo que fue con Elaine. ─mire a Elizabeth. ──Ella estaba a su limite.
Baje mi cabeza al recordar algo pero negué con mi cabeza olvidando eso.
──Tengo tantas ganas de tomar un largo baño. ─murmuré escondiendo mi rostro en el pecho de Mael sintiendo sus manos en mi cintura.
──¿Largo? ¡Si duras dos horas cada vez que te bañas! ─gritó Hawk sobrevolando el capullo.
──Esos son mis baños cortos. ─aclaré sintiendo un casto beso en mi frente. ──Pero necesito uno largo... contigo. ─en respuesta deposito un beso en mi nariz.
──Como en los viejos tiempos. ─sonreí afirmando su susurro.
──El capullo esta vacío.
Los presentes temblamos al escuchar esas palabras salir del hocico de Hawk y más al sentir ese inmenso poder.
──¿Meliodas... eres tú? ─preguntó Elizabeth ante la presencia.
──Será mejor que cumplas tú promesa... ─escuchamos a Zeldris hablar. ──Rey Demonio.
Aleje mi rostro del pecho de Mael mirando a Meliodas. Ahora era alto y sus cabellos eran largos... no... ese no es Meliodas.
Estaba segura que era otra persona.
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