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━OH, QUERIDO ESCANOR━
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Con mis ojos cerrados tarareaba una canción mientras acariciaba los suaves cabellos plateados de mi pequeño quien se encontraba acostado en mis piernas mirando la luna salir poco a poco dejando que el viento jugara con mi cabello.
Esta sensación de tranquilidad, paz y una inmensa alegría en mi, era algo que hace años me arrebataron de las manos y ahora que por fin regresó a mi, no podía siquiera dejar de abrazarlo.
Escuche las pequeñas risas que Ezio emitía gracias a las suaves lamidas que Sora le daba al verlo de nuevo.
──¡Basta, Sora! Me estas llenando de baba. ─la alejo de él pero ella seguía lamiendo su mejilla. ──Se que extrañabas ver a este perfecto hombre pero creo que ya es suficiente. ─solté una risa ante eso.
──Ella solo esta feliz de verte, Ezio. ─dije jugando con su mechón plateado en la cabeza.
──Pues claramente esta feliz de ver a este hombre. ¿Quién en su sano juicio no lo estaría? ─cerré mis ojos soltando un ligero suspiro.
──Sigue con su orgullo. ─dijo Sora.
──Ni que lo digas. ─susurré. ──Me dirás ahora la razón del porqué estas con vida. ¿Sabes quién te trajo de regresó?
──Alguien revivió a las personas dándoles otra oportunidad pero solo aquellos con un sentimiento de odio. ─entre cerré mis ojos ante eso.
──¿Y cómo explicas que estes aquí? Si no me equivoco tu no sientes odio a nada ni a nadie. ─me cruce de brazos al sentirlo levantarse.
──No cuando lo último que veo y escucho antes de morir es a mi madre llorar cuando me prometí a mi mismo que jamás derramarías ni una sola lágrima, no mientras yo viviera. ─él se cruzo de brazos mirando la hermosa luna. ──Por primera vez sentí odio. Odio a mi mismo por romper la promesa que le hice a la mujer más sagrada de mi vida.
──No fue tu culpa, cariño. ─me levanté abrazando su espalda, era más alta que él haciendo que mi cabeza se recargara en la suya. ──Tu no tuviste nada que ver.
──Aún que lo digas así siento que si fue mi culpa. Eso torpes plebeyos se revelaron en cuanto descubrieron mi presencia y mi enorme poder. ─dijo con su tono tranquilo. ──No los culpo. Si yo mismo me sintiera tuviera un poco de miedo. Pero aún así logré acabar con los que pensaban que podían matarme.
──Si no hubiera sido por mi. Tú estuvieras vivo.
──Ciertamente. ─baje mi cabeza. ──Pero prefiero la muerte antes de que alguien insignificante se atreviera a dañar a mi madre.
──Bueno, dejando ese tema de lado. ¿A dónde te gustaría ir, mi sol? ─pregunté pues solo quería pasar mi tiempo con él y no recordar lo feos tiempos. ──Ya no necesitamos estar encerrados en casa.
──De cierta forma mi garganta esta seca. Hay que ir a una taberna. ─alce una ceja ante eso.
──Ezio, cariño. Aún eres muy pequeño para tomar cerveza. ─dije cruzando mis brazos.
──Tengo más de 3000 años, madre. ─me miro de reojo. ──Y además yo no soy pequeño para tomar, la cerveza es pequeña para mi cuerpo.
Solté un leve suspiro poniendo una sonrisa.
──Esta bien, tú ganas.
──Ni siquiera sabia que esta era una pelea. Y aunque lo fuera ciertamente ganaría sin sorprenderme de eso.
──Andando hijo, que cuando subí la colina creí haber visto una taberna escondida entre una montaña. ─di media vuelta para bajar de la colina hasta que sentí un par de brazos cargarme.
──No creo que la colina sea digna para que yo camine por ella.
──Ezio, suficiente con tu orgullo. ─lo mire con mi mirada especial mientras el volaba.
──No puedo evitarlo madre, no es orgullo es simplemente la verdad. ─suspiré como décima vez en este rato.
A los segundos él me bajo justamente en la montaña que estaba relativamente cerca de nosotros.
──Bien, veamos esto. ─camine siguiendo las antorchas hasta ver una puerta. ──"Mi dulce Gula". ─solté una leve risa.
──Que nombre tan vulgar, si me lo preguntan prefería "Mi amada tristeza". ─lo mire de reojo.
──Es bueno saber que pondrías mi pecado como nombre de tu taberna. ─él solo sonrió arrogante con sus brazos cruzados.
──Mientras se trate de ti, madre.
Abrí la puerta dejando ver el lugar, era lindo y lo que me encantaba era que estaba solo. O bueno con excepción del barman y posiblemente dueño.
──C-clientes... ─escuche su leve voz. ──S-saludos... bienvenidos a mi... ─lo interrumpi.
──Como lo sospeche desde hace tiempo. ─hable al ver a quien me esperaba. ──Mi querido Escanor por fin te encuentro. ─lo mire y mi vista cayó en su bigote, siendo honesta me gusta más como se ve ahora.
──L-lady S-scarlett... ¿en verdad es usted? ─se limpio sus lentes mirándome para ver si era yo en verdad.
──¿Acaso conoces a otra Scarlett, querido? Mejor ven y dame un abrazo, debilucho.
──S-sí... ─tembló unos segundos pero llego a hasta a mi dándome un abrazo con miedo de romperme.
──Un humano insignificante abrazando a mi madre como su igual es algo inaceptable.
──Ezio. ─lo mire seriamente él solo miro a otro lado callado con sus brazos cruzados. ──Perdona a mi hijo, Escanor. Se que tu no lo pondrías en su lugar como él.
──¿Ponerme en mi lugar? Me gustaría verlo. ─lo mejor era ignorarlo en ocasiones.
──N-no se preocupe por eso, Lady Scarlett. ─se separó de mi acomodando sus lentes. ──¡Espere! Dijo, ¡¿su hijo?! ─me reí al verlo mirar a Ezio de pies a cabeza sorprendido. ──Lady Scarlett, yo no sabía que tenía un hijo.
──Nadie lo sabia, Escanor. Solo el capitán y Merlín. ─en cuanto la mencione soltó un hermoso suspiro de enamorado.
──La señorita Merlín. ─dijo pensando seguramente en ella. ──Dígame algo, Lady, ¿usted ha visto a los pecados?
──No has sabido nada de nada, ¿cierto? ─pregunté sentandome en la barra mientras que Ezio tomaba asiento en una silla a un lado mío.
──P-pues... siendo honesto no. No he sabido nada, después de todo estamos siendo buscados por lo que paso hace diez años. ─solté un leve suspiro, realmente él si que es bueno en desaparecer y no enterarse de nada.
──Hay demasiadas cosas que contar, mi querido Escanor. ─cruce mis piernas al igual que mis brazos y logre mirar un pequeño sonrojo en sus mejillas. ──Pero quiero tomar tu mejor cerveza, ¿si no te importa?
──N-no. ¡Claro que no! En seguida les traigo algo. ─lo miré sacar unas botellas y unos tarros.
──¿Desde cuando te llevas bien con los patéticos humanos, madre? Si tu memoria no falla ellos te dañaron mucho en el pasado y talvez no lo recuerdes pero las heridas en tu cola de pez son clave evidencia.
──Sabrás cariño, que aprendí que no todos los humanos son tan crueles y despiadados. ─él solo cerró sus ojos.
──Aquí están. ─nos entrego la cerveza. ──La mejor cerveza es la de Bernia.
──Muchas gracias, pequeño Escanor. ─sin perder mucho bebí aquel delicioso liquido. ──La cerveza cambia mucho en estos años. ─dije al recordar la cerveza de los años anteriores. ──¿Qué dices, cariño? ¿La cerveza fue digna de pasar por tu garganta?
──Es pasable. ─negué con mi cabeza.
──Lo que Ezio quiso decir en idioma común es que le gusta la cerveza. ─dije mirando a él hombre al frente mío. ──Y por si no lo has notado, mi hijo es un poco orgulloso.
──L-lo noté, Lady Scarlett.
──Me gustaría que lo conociera, posiblemente él pueda bajarle ese orgullo.
──¡Lady Scarlett! ¿Segura de eso? No creo que dos personas con orgullo sea buena idea para que se conozcan. ─solté una leve risa ante su nerviosismo.
──No creo que pase nada. Solo que medio mundo se destruirá pero nada grave. ─él palideceo.
Sentí tres presencias acercarse lentamente a la taberna, Ezio también lo sintió pero le dio relativamente igual. Ahora que me daba cuenta podía sentir lejos de nosotros el poder de Galand y Melascula. Posiblemente ellos están escapando de dos de los mandamientos. Y conocía perfectamente una de ellas y siendo honesta se lo merece por irse sin despedirse de mi.
En eso se escucho la puerta ser abierta.
──S-saludos. Bienvenidos a Mi dulce Gula, señorita. ─dijo Escsnor al mirar a Pericho mal herida con el zorro traidor y abandonador junto a una hada y teniendo en mi mente la idea de que es la hermana de King.
──¿Una taberna? ─preguntó dando leves pasos, estaba herida y casi no podía con su alma.──¿Esto es una taberna?
──Aunque tengo que decir que el lugar siempre esta desierto. ─aclaró el hombre delgado. ──Perdone.
──Mejor para mi. ─susurré mirando a los tres.
──Lo siento. No somos clientes, ellos dos están heridos. Le molesta si nos refugiamos... ─antes de caer Ezio logro tomarla en brazos, la chica lo miro admirando su belleza.
──¡Señorita! ─Escanor fue haber lo que estaba pasando, yo por mi parte me quede bebiendo mi cerveza mirando a Ezio ayudar a la humana.
Esto si que es poco inusual. Ezio ayudando a una humana. ¿Qué te traes en mente, Ezio? ¿Tú ayudando a una humana? No me hagas reír. ─lo mire con una ceja en alto, sin entender porque lo hizo. ──¿Lastima? Lo dudo.
──Esas heridas son graves. ─dijo el pequeño hombre al mirar a los otros dos en el suelo.
──Estoy bien, en serio. ─hablo la chica. ──Pero señor, ayudelos a ellos.
──Estas más muerta que viva y te preocupas por un humano y su novia la hada. ─Ezio soltó una risa. ──Es tan patético. ─sonrió lascivo dejando a Pericho o como se llame a un lado de los otros dos.
──Oye, ¿me pareces familiar? ─dijo Escanor mirando a el zorro. ──¿Esa cicatriz en tu mejilla? Ese semblante tan diabólico. ─solté una risa ante eso último, casi siempre nos describen así. ──¿Podrías ser...?
──Como me encanta verte tan patéticamente, zorro traidor. ─dije bebiendo más cerveza. ──Pero en cierta forma te lo mereces por irte sin decir nada.
Ban abrió sus ojos sorprendido de escuchar las voces que menos espero oír el dia de hoy.
──Ustedes son... ─no termino de hablar porque Jeriko lo interrumpido.
──Es el Zorro de los Siete Pecados Capitales. ─le aclaró levantándose de donde Ezio la dejo recostada. ──Él es Ban.
──¿Entonces tú eres el caballero sacro de Liones que lo capturo? ¡No, por favor! ¡No quiero que me arrestes! ¡Perdóname la vida! ─me reí al verlo retroceder hasta llegar a mi lado abrazando mi cintura.
──¿Usted es culpable de algo, señor? ─preguntó volviendo a levantar a los otros dos. ──Los pecados ya fueron absueltos de sus crímenes.
──¿Eh? ─me miro y yo por mi parte solo bebí mi cerveza. ──S-significa que los pecados capitales ya no tienen que esconderse.
──Sí. Ahora se les reconoce como héroes. ─él se aferro a mi cintura llorando, por otro lado mi cabello ocultaba mi marca y tatuaje junto a mi cicatriz impidiendo que ella me reconozca. ──¿Qué me pasa, señor?
──¡Que maravilla! ─expresó.
La chica estaba por caer de nuevo pero Ezio la tomo en brazos con una mano mientras que cargaba en su hombro a el zorro y a la hada como si fueran plumas.
──Nunca entenderé a los humanos. ─dijo en un suspiro mirando con su típica sonrisa que enamora a cualquiera.
──Sr. Ban. ─para cuando nos dimos cuenta Escanor se acerco a el zorro. ──¿La Srta. Merlín esta a salvo? ¿Esta bien? Dígamelo.
──Sí, Merlín esta con el capitán. ─dijo mirándolo.
──Ex capitán, si no mal recuerdo habías dejado los pecados, zorro. ─él me miro.
──Maldito pescado, estas aquí. ─me reí en cuento Ezio lo golpeo. ──¿A ti que te sucede, imbécil?
──No me rebajo a el nivel de hablar con un humano de igual a igual. ─solté una risa.
──Entonces, esta bien. ─se dijo a si mismo Escanor.
──Mirate, desde cuando usas ese bigote tan ridículo.
──Es que bueno. Creí que me daría algo de estilo, ¿que le parece?
──No lo se tú, pero a mi me gusta como se te ve. ─comenté con una sonrisa. ──Y no quiero ni imaginar como es que se te mira en el dia. ─le guiñe un ojo haciendolo sonrojar.
──¿Ustedes tres ya se conocían? ─preguntó Jericho. ──Bueno da igual. Nos están persiguiendo, señores.
──¿¿Los persiguen?! ─me encantan la forma de ser de él. ──¿Quién se atreve? ─dijo con firmeza
──No hay tiempo de explicarlo, señor. Por favor, ayuda.
──Ya, ya entendí. ─dijo Escanor para abrir su bodega donde guarda su almacén. ──Es la bodega, pasen por favor.
Ezio se tomo la molestia de dejar caer a el zorro y dejar a Pericho en un lugar sentada, mientras Ban lo mataba con su mirada fea. Posiblemente él y Ezio no se llevarán bien y todo por decirme "maldito pescado".
──Les debemos una. ─dijo la chica.
──Uy, preciosa. Tú ya me debes la vida entera por esto. ─me reí al verla sonrojarse aún sabiendo que Ezio lo decía de juego.
Escanor cerró la bodega y en ese preciso instante el lugar se partió en dos dejando ver a Mesacula y a Galand.
──Los encontré. ─dijo Galand mirando a nuestra dirección.
Escanor soltó un gritó.
──¿Y eso? ─preguntó Melascula en cuento miro bien.
──¿Eh? No están aquí.
──Es muy extraño. Estoy segura de que esta es su ubicación.
──Talvez y su tiempo en el sello les afecto más de lo que imaginan. ─les dije disfrutando de mi cerveza.
──Ah, eres tú Scarlett. ─Melascula sonrió en cuanto miro a Ezio. ──Y él... siento un increíble poder provenir de él y uno parecido a el de Estarossa.
──Así que ese es tu hijo. ─Ezio los ignoraba relativamente ni siquiera le importaba el hecho de que mencionaran el nombre de quien es su padre. ──Pues si se parece, solo tiene tus ojos.
──Es muy apuesto. ─dijo la demonio. ──Aunque no debo de sorprenderme. Después de todo es la evidencia de que Estarlett si existió. ─alce una ceja ante eso.
──No sabia que habían combinado nuestros nombres. ─dije bebiendo más cerveza.
Al mirar de reojo a Ezio lo mire jugar con una de mis dagas mientras miraba a el techo recargado en la silla con su semblante serio. Ignorando todo a su alrededor.
──¿Qué es ese olor tan delicioso? ─preguntó Galand olfateando alrededor.
Moví mi mano para que una mano de agua se formara y le entregará a Galand un barril de cerveza. En cuanto lo probó quedo fascinado por su sabor.
──¡Esto es delicioso! ¿Quién diría que el alcohol haya progresado tanto en 3000 años?
──Galand. ─le llamo la chica. ──Nuestra meta es conquistar britania, ¿lo recuerdas? ─le preguntó Melascula.
──No seas aguafiestas. ─le sirvió una tarra de cerveza. ──¡Bebe!
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──¡Ah que delicia! ¡¿Quien diría que el alcohol progresaría así en 3000 años?! ─yo solo los mire de reojo. ──¡Que maravilla!
──Es justo lo que yo dije. ─ambos ya estaban sonrojados por la cerveza que bebieron.
──¡Este alcohol me encanta!
──Es cerveza de Bernia. Conocida por ser dulce y con más cuerpo que otras, es muy popular entre las damas por su aroma manzana, señorita. ─le explicó Escanor.
──¡Wow! Tú si que sabes de alcohol.
──Pues puede ser posible porque soy dueño de una taberna.
──¡El dueño! ─exclamó volando por el techo. ──¡Cuando acabe con la humanidad, te perdonaré la vida!
──Se lo agradezco mucho... ¡¿Qué?! ¿A acabar con la humanidad? ¿Por qué? ─preguntó el león del orgullo completamente sorprendido y asustado.
──Muy pronto, Britania será completamente conquistada por la raza demoníaca. ─dijo Galand, tanto Ezio como yo permanecimos sin mostrar emociones ante eso.
──¿La raza demoniaca? ¿La raza legendaria que fue sellada hace 3000 años? ─preguntó Escanor.
──Y nosotros somos miembros de las fuerzas elites de la raza demoniaca... ¡los Diez Mandamientos!
Talvez beber de más hace hablar de más. ─pensé mirando a Galand hablar descuidadamente con el hombre que es considerado el más fuerte de todos.
Salí de mis pensamientos en el momento que escuche la risa de Galand.
──Y ya que ese mocoso destruyó nuestro honor y nuestros corazones... debemos matarlo pase lo que pase. ─alce una ceja ante eso.
──Junto con esa hada y la chica humana que interrumpieron mi cena. ─le siguió Melascula con una voz seria.
──Lo sabemos, cantinero. Que se esconden detrás de la puerta que esta justo ahí. ─sentí sus miradas en mi. ──Estoy en lo correcto, ¿cierto, Scarlett?
──Pues si te digo que no mentiría, pero si te digo que no lo sé también lo haría a la vez que si te digo que probablemente no vi nada. ─dije de una manera rápida para que no me comprendiera y por suerte no me convirtiera en piedra.
──¿Juegas conmigo, maldita? ─acerco su arma a mi cuello. ──Si quisiera podría matarte justo ahora.
──Galand, no cometas una estupidez. ─le dijo Melascula.
──Que seas la esposa de él, no significa que no puedas morir de un "accidente". ─ladie mi cabeza sin darle mucha importancia a su amenaza.
──Si me matas terminarás muriendo tu y no yo. Porque no creo que salgas libre si me llegas a tocar un solo cabello, ¿o me equivoco, Galand? ─sonreí al verlo retirar su arma. ──Eso pensé.
──¡Pero eso no me detendrá!
Cerré mis ojos en el momento que sentí la brisa que un gran estruendo causo. Ese estruendo no era nada más y nada menos que Galand chocando contra la montaña del otro lado. Él muy idiota intento cortar mi cabeza, pero su lanza fue detenida por tres espadas para a los segundos verlo salir expulsado por un gran golpe que lo estrello contra la enorme roca.
──Cuidado con lo que haces y dices, demonio endeble. ─sus ojos dejaron de ser azules para ser oscuros. ──Que tienes suerte de tener más de dos corazones. ─sonrió para que en un segundo se mirara salir de su pecho una espada siendo disparada a uno de los corazones de Galand.
──Es suficiente, Ezio. ─su mirada sin expresión más que de tranquilidad cambio a una suave en cuanto escucho mi voz.
──Sorprendente. En un segundo pudo acabar con Galand pero no lo hizo. ─susurró Melascula inspeccionando a Ezio. ──Si que es fuerte.
──M-maldito... ─balbuceo Galand.
Sin embargo, Ezio volvió a su antigua postura relajándose mientras jugaba con una daga mirando a el techo con sus ojos azules de nuevo.
──Tú te lo buscaste, Galand. ─le habló Melascula. ──Y mejor olvidemos ese tema y concentrémonos en lo que estábamos haciendo. ─pude escuchar un gruñidos del demonio. ──Sabemos que los tres están dentro de esa bodega. ─dijo mirando a Escanor que solo temblaba ante lo que pasó.
──Pero tienes suerte de que los tres de ahí dentro estén cercanos a la muerte. Y por esa razón serán fácil acabarlos. ─comentó Galand una vez que se reincorporó y bebió más cerveza que cambio su humor. ──Además, después de probar este delicioso alcohol... ¡estoy de muy buen humor de nuevo! Así que ahora... ¡Galand jugará!
Él y Melascula chocaron los puños olvidando por completo el que casi Ezio lo mata y eso era posiblemente por el alcohol.
──¿J-j-jugar...? ─preguntó tembloroso.
──¡Así es! ¡Sí tú ganas este juego, dejaré que tú y los que están ahí atrás escapen! ─le dijo mirándolo.
──¿Lo harás de verdad?
──¡Soy Galand de la Verdad! ¡No miento! ─rodé mis ojos al escuchar decir lo mismo de siempre.
Me reí al ver a Escanor acomodar sus lentes con confiazan ante eso.
──No tengo esperanzas cuando son peleas, pero soy bastante bueno con los juegos. ¡Puedo jugar cartas y dados también! ─me dio mucha ternura eso.
──Las reglas son simples: pelea a muerte uno a uno, después determinar quien empieza, tomamos turnos para golpear al otro. El primero que muera, pierde.
El pequeñó Escanor soltó un gritó al saber que eso no es lo que esperaba.
──Hoy es tu dia de suerte, dejaré que tú empieces.
──P-por cierto, ¿qué pasa si decido no jugar? ─preguntó sudando.
──Entonces te mató de inmediato. ─me reí de la cara que puso. ──Así que decide. ¿Juegas o mueres?
Escanor tembló pero se decidió.
──S-s-sí juego...
──¡Bien por ti! ─le dio un fuerte golpe en su hombro haciendo que se estrelle contra el suelo haciendo una grieta.
──¡Escanor! ─me levanté para ir ayudarlo.
──¡Una cosa más! Cuando juras participar, tienes prohibido retractarte o escapar. Sino cumples te convertirás en roca por la maldición de mi mandamiento. Sobra decir que lo mismo aplica para mí.
Mire mal a Galand mientras acostaba a el pobre Escanor inconsciente en mis piernas. Talvez de dia es una cosa pero de noche es un amor.
──Galand... no esta escuchando. ─le dijo Melascula.
──¿Por qué? Creí que solo le había dado una palmada en la espalda.
──Estúpido. ─dije con enojo. ──Veamos si te gusta que te den una palmada. ─mire a Ezio quien lo entendió de inmediato y en un segundo Galand cayó al suelo por la "palmada" que le dio. ──Te lo mereces.
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Por si no la vieron bien :3
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