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SELLO LIBERADO

• • •

Cerré mis ojos al sentir dos pares de brazos aferrarse a mi en un abrazo donde podía sentir la preocupación de dos de mis pequeños.

──Creí que estarían en otro lugar. ─dije acariciando el cabello del pequeño Gil y Howzer. ──¿Cómo se enteraron que no estaba con los pecados?

──El capitán Meliodas nos dijo que fue secuestrada por un mandamiento. ─me contestó Gil.

──Nos preocupamos tanto por usted. ─sonreí levemente mientras los acariciaba. ──¿No le hicieron nada cierto?   

──No. Estoy bien. ─les aclaré para quitar su preocupación.──¿Y dónde esta Griamore? ─dije al solo contar dos y no tres.

──Él todavía esta en su entrenamiento. ─dijo el pequeño Gil.

──Ya veo. ─cerré mis ojos unos segundos. ──Así que se están entrenando para aumentando su poder mágico. ─sonreí de medio lado. ──Como era de esperarse de mis pequeños. ─los abrace haciendo que sus caras quedaran en mis pechos. ──Me alegro por eso.

──G-g-gracias... L-lady Scarlett... ─ambos se sonrojarón en cuento me separe de ellos.

──Al parecer no te fue mal con los mandamientos. Te veo en una sola pieza, Scarlett. ─mire de reojo a Merlín quien no tenía un cuerpo sólido, solo era una proyección gracias a su tesoro sagrado.

──Me gustaría de decir lo mismo, Merlín. Pero solo mentiría. ─mi vista simplemente paso de los demás para ir directo a Jenna. ──Quiero mis recuerdos. Ahora. ─su mirada sería chocaba con la mía vacía.

──Esa es la única razón por la cual dejaste que Meliodas te llevara lejos de él. ─sonrió mientras jugaba con su bastón. ──Bien, acompáñame.

La mire caminar unos pasos. Termine por soltar un suspiro siguiéndole el pasó. Llegamos al fondo de una cueva donde yacía una pequeña cascada.

──Tengo que confesar que el sello fue difícil de romper. ─la mire de reojo. ──Pero era de esperarse. No es fácil deshacer el sello que uno de los Cuatro Arcángeles te coloco.

──Ha pesar de que pasado más de 3000 años el sello no se debilitó mucho. Tuvieron que pasar pocos años más para que pudieras romperlo. ─dije miranfo la hermosa cascada, su agua era cristalina y brillaba de un color albino muy lindo. ──Lo que significa que el Arcángel que me sello tenía un gran odio hacia mi persona pero un gran amor hacia alguien que posiblemente me amaba para que no me matará.

──Una vez que recueperes tus recuerdos sabrás la razón. ─la mire. ──Pero tengo que advertirte que no llegarán en un instante. Una vez que te los de en unos días iras recordando de poco a poco en pequeños fragmentos.

──Te aseguró que esperar días no se compara con los años que he pasado por ellos. ─ella soltó una risa.

──En ese caso. Deshazte de tu ropa y entra por completó al agua. ─mi vista fue a parar ahora a la cascada. ──Y otra cosa más. ─la mire sobre mi hombro. ──Te va a doler y tienes que ser lo suficientemente fuerte para soportarlo de lo contrario los recuerdos te consumirán y quedarás en un eterno sueño. Te aconsejó que trates de recordar los escenarios donde tus sentimientos son muy fuertes, y tienen que ser felices de lo contrario tu alma se perderá.

──Mi pecado es la tristeza. ¿Crees que tengo momentos felices? ─alce una ceja ante ello.

──Creo que lo único que te mantendrá cuerda será tu y Ezio. Esos bellos recuerdos de los dos te salvará. ─cerré mis ojos como afirmación.

Y sin perder tiempo me comencé a deshacerme de mi ropa por completó. Me metí de poco a poco a el agua sintiendo lo fría que se encontraba tal y como mi me gustaba. Me acoste por completó sintiendo mi cuerpo caer como peso muerto hasta el fondo, hacia tiempo que no me sentía tan bien como me siento ahora.

──Bien, comencemos.

La escuche decir una palabras que no alcanzaba a oír bien. Mientras seguía hablando una gran niebla color escarlata escondió lo oscuro de la cueva nublando por completo mi vista. Lo último que logre ver fue la misma niebla rodearme para sentir un inmenso dolor en mi cabeza que sin poder evitarlo me hizo gritar.

Nunca había experimentado este dolor, eran tan fuerte y profundo que ocasiono que el agua comenzará a teñirse de carmesí. Esto solo sucede cuando siento un inmenso dolor, el agua a mi alrededor se torna color carmesí.

No se cuanto paso. Si segundos, minutos o hasta horas pero yo sentía como si fueran años los que pasaban. Mi cabeza estaba en negro mientras múltiples voces, gritos, susurros se escuchaban a la vez, incluso por unos instantes observaba imágenes borrosas que me aturdian. Me tomaba fuertemente mi cabeza mientras gritaba de dolor intentando con fracaso que esto parara de una vez por completo, nunca imagine que recordar fuera tan doloroso.

Pero tenía que ser fuerte y pensar en los momentos que pase con mi hijo. En los momentos más hermosos que pase con él. Esos bellos recuerdos me invadiero por completo sacando una sonrisa que hacia calmar mis gritos.

Pero solo son pocos.

¿Por qué?

Oh, es cierto.

Es porque él esta muerto.

Murió.

No.

Lo asesinaron.

「• • •」

Un enorme alivio lleno a los presentes que se encontraban en la cueva al ser atraídos por los enormes gritos que la pelirroja emitía por tanto dolor que sentía. 

──Se esta calmando. ─dijo un rubio con mucho alivio al ver el agua cristalina de nuevo.

──Por un momento y estaba por lanzarme a el agua. ─comentó uno de los pequeños de la escarlata o como ella lo llamaba, pequeño Gil

──Ahora solo hay que espe...

Antes de que la Druida continuara hablando un gran terremoto sacudió toda la cueva. El agua que se había vuelto cristalina tomo un color negro desbordando de las orillas mientras gran parte se levantaba hacía arriba y enormes gritos comenzaban a escucharse.

──No puede ser... 

──¡¡Scarlett/Lady Scarlett!! ─los gritos preocupados de todos no tardaron en escucharse.

──¡Jenna detén esto! ¡Haz que pare! ─le pidió el capitán de los pecados.

──¡No puedo hacerlo! ─le gritó. ──Es imposible. Solo ella tiene el control para detenerlo, tiene que pensar en sus recuerdos más felices.

──¡¿Hablas en serio?! ─habló con un gran enojo, no le gustaba escuchar a la pelirroja gritar mientras él no hacia nada. ──¿Cómo se les ocurre hacer eso?

──Es la única manera de recuperar sus recuerdos. Tiene que ser fuerte. ─miro el agua que era oscura. ──Por un momento todo iba bien lo que significaba que estaba recordando sus bellos momentos... pero ahora...

──Esta recordando lo que sucedió después de ellos. ─apretó su mano con ira. ──¿Qué le dijiste que recordara?

──Sus recuerdos con Ezio. ─la mirada del rubio palidecio. ──Esos son sus recuerdos más fuertes de felicidad.

──¡Maldita sea, Jenna! ─su gritó atrajo la atención de todos. ──¡Sabes que esos recuerdos también son los más devastadores para ella! ¡Sabes mejor que nada cuantos años de dolor y sufrimiento paso al derramar una sola lagrima!

──¡No había otra manera para que logrará su cometido! ─le devolvió el gritó. ──Ahora tenemos que tener fe en que logre derrotar su dolor de lo contrario... se perderá y con ella su alma.

El rubio cerró sus ojos frustrado al escuchar esos enormes gritos. Eran tan parecidos a los que daba cuando lloraba y sus ojos miraban la muerte de su hijo mientras su cuerpo lo sentía. Después de eso se prometio a si mismo no más verla llorar y sufrir como lo hace.

──¡Scarlett! ¡¿Me escuchas?! ¡Se que lo haces! Por favor, no te dejes vencer. Eres más fuerte que esto, has superado más dolor. Eres la mujer a la que más admiro por su fortaleza y su gran fuerza para no derrumbarse aún cuando lo has perdido todo. No te derrumbes... no lo hagas. Te he visto perder a tu hermano, a el amor de tu vida y a tu hijo... pero jamás te he visto perder ante le dolor. ¡No te dejes vencer!

Antes las sorpresivas palabras del capitán los gritos fueron cesando a la vez que el agua se calmaba y regresaba a su hermoso color albino.

Toda la cueva se lleno de silencio en el momento en que una cabellera escarlata salía poco a poco del agua dejando ver la figura desnuda de la mujer, por suerte su cabello largo lograba tapar más de lo que enseñaba.

──Scarlett... ─la voz del rubio hizo que la mujer lo mirarse.

──Meliodas. ─lo miro. ──Gracias... ricitos de oro. ─dijo antes de caer desmayada en sus brazos al estar cerca suya.

──Estarás bien, fosforito. ─una sonrisa salió de sus labios al verla dormida relajada en sus piernas. ──Ya pasó lo peor.

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