Taehyung también había crecido durante estos cinco largos años. Era más alto, más alto incluso del que una vez fue su fiel amigo. Sus facciones maduraron, el potencial atractivo se delató.

Él jamás dejó su espíritu bondadoso, incluso si era conocido por la demás gente como un gruñón o antipático.

Su familia y amigos sabían que Taehyung se desenvolvía cuando tenía confianza, tenía problemas al socializar con personas nuevas.

Por simple suerte es que los padres aún no caían del pedestal en el cual su adorado primogénito Taehyung los mantenía.

Cuando Jeon Jungkook fue apartado sin dejar ni un rastro, un pedazo de Taehyung se fue con el cálido muchacho de ojitos tristes. Rogaba y rogaba horas con tal de que al menos lo dejaran verlo por última vez, que lo dejaran despedirse. Preguntaba si lo alimentaban bien, si tenía su manta con él, si advirtieron que era sensible a los olores, sus alergias.

Sus padres se negaban a mencionar algo e incluso lo repudiaban frecuentemente por preocuparse por él, Jeon Jungkook era un demonio, un asesino para todos. Mencionarlo era un castigo para Taehyung, el nombre se había vuelto prohibido.

—Ese muchacho es un asesino, un loco que ahora mismo está encerrado por seguridad de otros. ¿Cuándo vas a entenderlo, Taehyung?

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Las cosas no mejoraron para Taehyung, fue obligado a asistir al psicólogo ante su negativa sobre desistir sobre su apreciado amigo Jungkook.

Pero no era un psicólogo cualquiera, era uno con métodos muy extraños y sobre todo, apartado de la cuidad.

Parecía un lugar clandestino.

El extraño psicólogo en cada sesión mencionaba sin falta que aquel chico Jungkook fue un producto de su imaginación, que sólo era su mente retraída haciéndole una mala jugada debido a su poca interacción con las personas.

Que había provocado un compañero imaginario dentro de su mente sólo para no sentirse solo.

A los Kim no les molestó ni un poco los métodos extremos del según profesional psicólogo, querían a toda costa que su hijo siguiera una vida normal y lo conseguirían con el mejor psicólogo de Seúl, ningún precio sería demasiado alto con tal de que Jeon Jungkook desapareciera de sus vidas.

—Taehyung, todo lo que me cuentas fue el producto de un mal sueño. Jungkook no existe, es sólo un escudo que desarolló tu mente para no sentirse abandonado.

—¡Es mentira! ¡Kook existe! Es mi amigo, somos amigos. —Taehyung exclama mientras lo mira con un elevado enojo, el doctor le mira inexpresivo mientras intenta convencerlo.

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Bastaron algunas semanas para que las píldoras se volvieran parte de la vida de Taehyung, sus padres tampoco mostraron negativa con ello.

Aún cuando había una advertencia sobre la dependencia que desarollaría en un futuro.

No les importó, no era nada que los alertara.

—¿Y bien, Taehyung? ¿Cómo te sientes? ¿Las pesadillas se han ido?

—Son menos que antes, puedo dormir mucho mejor ahora. —Murmura relajado y sonriente por el avance que tiene, se ha esforzado mucho para asimilar el hecho de que estuvo un largo tiempo atrapado en las creaciones de su mente. — Creo que finalmente estoy dejando mi problema.

Y entonces después de dos largos años sucedió, el joven castaño había olvidado completamente la existencia de Jeon Jungkook y de lo que una vez significó en su vida. Cuando cumplió los diecisiete dejó de ir al psicólogo para seguir con su vida normal, regresó a la escuela, regresó a su casa, regresó con sus amigos.

El tiempo pasó tan rápido como hojas cayendo de un árbol, inevitablemente y en el mejor momento.

Ahora tenía veintitrés años cumplidos, tenía grandiosos amigos, seguía en la universidad. Pronto estudiaría una increíble carrera y se graduaría, su vida era cómodamente tranquila.

Claro, era tranquila hasta que Jeon Jungkook escapó del sanatorio mental causando un gran alboroto en toda la cuidad de Seúl.