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023. good luck with that

CHAPTER TWENTY-THREE
❝suerte con eso❞
cobra kai season 4 | act. three









TODOS CONVERSABAN ANTES de la clase, estirando. Miguel estaba preocupado sobre la copa de vino en la cena el día anterior y le pedía consejos al resto, pero Luca estaba demasiado sumido en sus pensamientos.

Lo habían llamado esa mañana desde la estación de policía en Nueva York para decirle que iban a cancelar la investigación por falta de pistas.

Para el, lo único que significaba es que se habían rendido. Su madre no volvería a casa y tendría que aguantar a Molly hasta que pudiera largarse lo más lejos que pueda para no volver a verle la cara a nadie más.

Notó como Ethan se acercaba con expresión pensativa y algo triste. Se paro derecho, viéndolo levemente preocupado.
—¿Estás bien?

—Me uní a Colmillo de Aguila para no estar con mi papá pero supongo que prefiero esto a que peleen —murmuró, casi decaído.

Luca dudaba que esa fuera la razón de su notable decaimiento pero no pudo preguntar nada más porque Mitch sonrió con superioridad.
—Luego de entrenar con el sensei Lawrence, lo de hoy serán vacaciones.

—No estés tan seguro —murmuró Ethan cruzándose de brazos.

—¿Quién se va de vacaciones? —preguntó Daniel apareciendo de la nada.

—Nadie —contestó Miguel negando—. ¿Qué haremos, señor LaRusso?

—Vengan —dijo haciendo un gesto con la cabeza—. Sé que les enseñaron a golpear primero. ¿Qué hacen cuando su oponente es más rápido?

Daniel los guió hasta el estanque, donde habían un par de peces naranja brillante nadando tranquilamente. Luca paso su mano por su pelo, desordenándolo mientras Mitch preguntaba.
—¿Son reales?

—Por supuesto —asintió Daniel—. La lección es simple. Atrapen un pez. Pero como sé que les gusta la competencia, lo haremos interesante. El primero que lo logre tendrá el honor de liderar la clase toda la semana. Y de elegir el sabor de la Gatorade.

—¡Eso es! —celebró Mitch y Luca rio en voz baja—. Espero que les guste la de color azul.

—¿Dónde están las cañas? —preguntó Miguel confundido.

—En mi garaje —dijo el adulto sonriendo—. Solo usarán sus manos, es todo lo que necesitan. En sus marcas... listos... ¡Ahora!

Todos comenzaron a rodear el estanque, pero Luca no se movió, pensando distraídamente en como hacerlo. Salió de sus pensamientos cuando Miguel cayó al agua y se largó a reír, cubriendo su boca.

—Parece que te mojaste un poco —sonrió Daniel, con un leve tono burlesco—. Bueno, vamos a secarte.

Luego de casi una hora donde Luca apenas intentó agarrar los malditos peces, Daniel terminó la clase. Tomaron sus cosas, colgando las mochilas y los bolsos en sus hombros y salieron todos al mismo tiempo, como grupo mientras Mitch se quejaba y se quejaba.
—Casi atrapo uno, definitivamente toqué una escama.

—Cállate —dijo Luca con tono burlón—, hasta yo estuve más cerca que tu y apenas metí las manos en el agua.

—Conozco un restaurante con una gran pecera —dijo Halcón sonriendo levemente—. Podemos ir a practicar. ¿Vienes?

Miguel negó, notablemente decaído.
—No, mi mamá viene a buscarme.

—De acuerdo —asintió Halcón, dándole un apretón en el hombro—, mantente seco, amigo.

Miguel se quedó atrás mientras el grupo avanzaba y cuando salieron del lugar, Halcón volteó a ver a Luca.
—¿Tu vienes?

—No —negó también, haciendo un corto saludo con el—. Tengo... cosas que hacer.

Halcón alzó una ceja.
—¿Siguen siendo novios?

—A ti que —dijo, levemente avergonzado.

—Oh amigo —negó, dejando una mano en si hombro—. Suerte con eso.

El de cresta roja se fue antes de que Luca pudiera procesar junto al resto. Cuando ya estaban un par de metros más allá, frunció el ceño.
—¿Qué se supone que significa eso?

Pero Halcón ya estaba demasiado lejos como para escucharlo y Luca suspiró resignado antes de sacar el skate de debajo de un árbol donde lo había escondido durante el entrenamiento y ponerlo en el suelo.

Fue en la patineta hasta el parque donde se sentó debajo de la sombra de un árbol y sacó la botella de su mochila para tomar el agua que le quedaba de corrido. Robby no se veía por ninguna parte por lo que tomó su celular. Eran las cinco por lo que no le tomó importancia.

donde estas?

Espero pacientemente una respuesta, viendo al resto de personas hacer trucos o simplemente andar dando giros de vez en cuando.

Su teléfono vibró y el nombre de Robby iluminó su pantalla. Lo estaba llamando.

Hey, lo siento —se escuchó su voz, cansada y entrecortada como si estuviera corriendo—. Voy en camino, lo lamento, me olvidé.

Luca sonrió confundido.
—¿Estás bien?

Sí... sí —contestó, respirando agitado—. Dame diez minutos... Estaré ahi en diez minutos.

—Bueno —murmuró, jugando distraídamente con una hoja caída—. No tienes que correr, Robby, no me molesta esperar.

Estoy muy lejos para caminar —contestó, el viento distorsionando un poco su voz—. No te preocupes, estaré ahí.

—Que no te atropellen —bromeó, apenas.

Hare lo posible —bromeó de vuelta antes de murmurar—. Te amo, adiós.

Antes de que Luca pudiera contestar, Robby cortó y no tuvo más opción que suspirar, prender nuevamente el teléfono y jugar un juego mientras esperaba.

Luego de unos largos y aburridos veinte minutos, Robby llegó corriendo frente a el, casi cayendo de cara al tratar de frenar. Luca lo observó con las cejas alzadas y Robby se apoyó en sus rodillas, jadeando por aire. Levanto una mano como si quisiera hablar el primero pero no lo logró y terminó sentándose frente a el, dejándose caer miserablemente de espaldas.

—Odio... —empezó, gotas de sudor en su frente—, el cardio...

Luca rio aún preocupado.
—¿Estás bien?

—Agua —suplicó, mirando el cielo como si fuera a ir ahí en breve—. Por favor.

Luca tomó su botella ahora llena otra vez y se la extendió. Robby la tomó y se mojo la cara antes de comenzar a tomar tanta agua como pudo. Cuando finalmente logró respirar como una persona normal y no como un pug con asma, se sentó otra vez, desordenando su cabello —asquerosamente mojado, cabe agregar— de manera que le caía sobre la frente. Luca le sonrió, esperando a que el hable primero.

—Se me pasó la hora —se explicó Robby sonriendo levemente—. Estábamos entrenando y llegó un chico nuevo, que resultó ser hermano de uno de mis amigos en la correccional...

—¿Entrenando? —preguntó Luca, frunciendo un poco el ceño.

Robby cerró los ojos con fuerza, bajando la cabeza mientras cruzaba las piernas. Luca se dio una idea de lo que significaba y suspiró.
—¿Es oficial entonces? ¿Eres un Cobra ahora?

—Lu...

Los dos se ahogan en el silencio incómodo. No iba a exigirle explicaciones, ni excusas, pero no podía evitar pensar en lo que significaba. ¿A esto se refería Halcón?

—¿Como es que siempre terminamos en dojos rivales? —murmura, tratando de bromear a lo que Robby se relaja.

Ahora, sus hombros tensos estaban relajados y su respiración se calmó. Robby sube la mirada hacia su novio y le sonríe inocentemente.
—¿No te molesta?

—No tengo derecho a que me moleste, la verdad —dijo el de lunares, rascando su cuello nervioso—. Tu nunca me dijiste nada en su momento... Además, soy tu pareja, no tu padre. Tomas tus propias decisiones, yo no tengo nada que ver.

Robby sonríe, asintiendo y Luca también sonríe. Verde y café, mirándose con más cariño del que les gusta admitir. El silencio incómodo se volvió uno tranquilo y cómodo.

—No soy un matón y no lo voy a ser —dijo Robby, jugando nervioso con las manos del contrario—. Solo quiero entrenar y estar en el All Valley.

—Está bien —asegura Luca con una sonrisa amable—. Mientras no te pongas como Halcón hace un par de meses...

Robby ríe, negando.
—Dios, no.

—Perfecto —dijo el contrario, alzando los hombros—. No tenemos problema entonces.

Los dos se observan por un segundo, cada uno fijando su mirada en cada centímetro del rostro del contrario, impregnando la imagen en sus cerebros. Luca no puede evitar pensar en lo atractivo que se ve Robby con el pelo desordenado en vez de perfectamente peinado hacia atrás pero no dice nada.

Se limita a inclinarse hacia adelante y juntar sus labios con los de el con su mano subiendo hasta su cuello. Robby inclina la cabeza hacia el lado, aceptando el beso y acercándose aún más hacia el. Los dos se olvidan que están en público por un segundo cuando sus bocas se abren y las lenguas aparecen, probando el sabor de cada uno como lo han hecho mil veces antes.

Se separan asustados cuando un perro ladra a su lado y los dos se miran con los ojos bien abiertos antes de largarse a reír carcajadas. Robby apoya la frente en el hombro de Luca, aún riendo.
—Dios.

—Enséñame un truco antes de que se haga de noche —dice Luca apenas Robby se aleja—. El más fácil, no quiero morir aún.

Robby se pone de pie nuevamente y le extiende la mano a su novio. Luca la toma y se levanta, tomando su patineta y los dos caminan hacia la pista más vacía.
—¿Sabes lo que es un Ollie?

—¿Ollie Bearman? —dice Luca con una sonrisa.

—No, idiota —ríe Robby y le quita la patineta—. Mira.

Robby lanza el skateboard al suelo y se sube, dando vuelo con su pierna izquierda antes de subirse completamente y en algún punto, salta y cae sobre la tabla otra vez. Luca alza una ceja y lo mira incrédulo mientras el ojiverde vuelve a su lado.
—¿Pretendes que haga eso y no me parta la cara?

—No es tan difícil —dice Robby extendiéndole su patineta—. Vamos, yo te ayudo.

Luca suspira resignado y los dos se pasan el resto de la tarde intentándolo. El neoyorquino ni siquiera pensó en su madre y en la policía por el resto del día y por primera vez en un par de semanas, logro dormirse sin estar horas dando vueltas en su cama.
























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