𝟬𝟭. 𝓣𝗁𝖾 𝖻𝖺𝗁𝖺𝗆𝖺𝗌.
── ¿Vendrás? ── Chuck estaba al otro lado de la línea mientras yo estaba tomando sol en una de las reposeras que habitaba al lado del hotel. ── Deberías hacerlo. Tengo a cierto perro preguntando por ti todos los días.
── ¡Oye! Deja en paz a mi golden boy de una vez. ── indiqué con cierto tono de regaño. ── Aparte, debes saber que soy inolvidable.
Mi mejor amigo chistó, riéndose como si hubiese dicho un chiste y claro, como siempre, estaba yo regañandolo por su comportamiento grosero hacía mí. Al finalizar la conversación, Chuck se había despedido para seguir con sus "mandados" pendientes, a lo que le llamo yo: mujeres a la acción.
Me removí en la reposera, acomodando mi cuerpo de cierto modo para que estuviera cómoda pero, era imposible cuando Serena, mi hermana, venía hacía mí con una sonrisa.
No la soportaba. ¿Es mi hermana? Sí, pero eso no significaba nada. No la quiero ni mucho menos la amo. Ella piensa que sí... Qué ilusa es. Por eso me hace gracia.
Bueno, les adelanto un poco de mí antes de que venga la perra que se robó al novio de su mejor amiga y al amor de mi vida, pero él no lo sabe... No aún.
Lindsay Van Der Woodsen; hija y hermana mayor de la familia, tengo mi empresa de joyas, por lo tanto, he aprendido a tener una gigantesca cantidad de dinero entre mis manos, así que, no necesito la herencia de mi madre, aunque... Si me quiere dar una parte, no tendría problema. He sido la mejor alumna que los profesores han tenido en sus malditas vidas, soy inteligente, astuta, atractiva y admito que tengo un poco de soberbia pero, que les puedo decir, es algo que destaco en mi personalidad. También quiero admitir que tengo cierto amor platónico por Nate Archibald pero lastimosamente no cayó en mis manos sino en las de la mugrosa de Serena.
Mi vida en Manhattan tiene una importancia muy grande; Chuck Bass. Aparte de ser mi mejor amigo más fiel, es como mi hermano. Él es mi cómplice en planes espantosos que salen más buenos de lo que podemos pensar, acepté que sea parte de mi empresa pero no por mucho tiempo, le hacía descuentos a las hermosas chicas a cambio de una noche y claramente, no podía hacer pasar eso. ¡No quería que mi trabajo se manchara por muchachas con hormonas alteradas!
Blair Waldorf... ¿Qué decir de la reina del drama? Bueno, no somos muy amigas ni tampoco hemos conversado pero debo decir que tiene un muy buen gusto en la moda. ¿Si le hice un descuento de mis joyas a ella? Por supuesto que sí. Necesitaba que una hermosa dama, usará uno de mis hermosos collares para una gala especial con su madre.
Nate Archibald. Qué hombre perfecto, por favor. Tenía unas cuantas banderas rojas en lo que conllevaba de su adolescencia pero, como soy daltónica, las veo verdes.
Si, quiero aclarar que él está por cumplir sus diecisiete y yo estoy en mis veintidós recién cumplidos ¡Podrían llevarme a la cárcel por ilegalidad de esa edad! Pero no quisiera quitar el hecho que hemos tenido nuestros momentos de química imparable juntos aunque, no soy la Van Der Woodsen indicada en éstos momentos; él ya había elegido a mí hermana.
Los dos éramos unos completos desastres cuando se trataba de meternos en problemas solo por diversión o por alguna pequeña broma que queríamos hacerles a nuestros amigos aunque, lo sigamos haciendo.
Sus padres me adoran, dicen que soy la elegida para él y al saber que Nate, pregunta por mí en Nueva York, hace que mis ganas de idealizar estrategias para que ese hombre sea mío, aumentan por completo.
── Tierra llamando a Lily.
¡Ah, claro! Me olvidé completamente de Serena. Giré mi cabeza para verla con su estúpida sonrisa de felicidad y su rostro maquillado con tonos que no hacen resaltar su belleza... Sin ofender pero, tendría que hacerle unos retoques a esa paleta de colores. Traía puesto casi el mismo bikini que yo pero el mío tenía perlas blancas en la cintura, simulando ser como un cinturón y era de color azul. Mi favorito.
── ¿Vas a dejarme descansar? ── pregunté.
── Si pero antes, quisiera preguntar algo. ── no, por favor... Otra vez no, Serena, no me preguntes devuelta la misma... ── ¿Por qué viniste aquí conmigo? Digo, tú no has hecho nada, en cambio yo, cometí varios problemas.
¿Por qué será, Serena Van Der Woodsen? Revoleó los ojos para arriba, recostando mi cuerpo y llamando a uno de los barman, pidiendo una copa de jugo que había tomado en la noche anterior, contenía unas uvas deliciosas que me dejaron embriagada y de lo peor, debo admitir.
── ¿Lindsay? ¿Me estás escuchando?
¡Otra vez me olvidé de la existencia de mi hermana! Qué coincidencia ¿No creen? Me volteé hacía ella, de nuevo, suspirando para que sepa mi cansancio pero lo ignoró de manera obvia. Dios, llévame contigo, por favor.
── Si, Serena ── hice ojitos, sufriendo por dentro y matando a mis nervios de querer arrancarle la lengua para que no hablara más. ── ¿Ya terminaste? ¡Perfecto! Déjame descansar.
── ¡Pero no respondiste! ── exclamó.
── Quise mis merecidas vacaciones, maldita sea ¿Qué tanto te importa mi presencia contigo? Ni que fueras lo más importante de mi vida, por favor. ── murmuré aquellas últimas palabras, agarrando el cóctel de jugo con las mismas uvas de anoche. Sonreí a gusto y comí una, sintiendo la frescura y el sabor mientras me sentaba como una nena.
Pero, trágicamente, mis uvas fueron sucumbidas por el golpe de Serena, quién las tiró a la arena mientras observaba la situación con indignación. Mis ojos se desviaron hacia ella, como si estuviesen prendidos fuego.
── Te lo mereces. ── declaró, de brazos cruzados, dándome una mirada de suficiencia. ¿Pensaba que era una actitud de orgullo lo que había hecho? Dios, soy una pecadora, voy a derramar sangre enfrente de tus propios ojos en éste momento.
── ¿¡Sabes lo que cuesta éste trago!? ── pregunté, exaltada. Claramente me iba a preocupar por la bebida y no por su actitud. ── ¡Cuarenta malditos dólares! Ayer me tomé como siete y he gastado ¡Doscientos ochenta!
── ¿Y es mi culpa? ── preguntó, incrédula.
── Si ¡Por supuesto que lo es! ── mentí.
No era su culpa pero, me encantaba ver arder el mundo con mis gigantescos dramas. Qué decirte, soy de Leo, el mejor signo de la historia mundial de los signos zodiacales.
"Por algo tienes mucho ego." mi conciencia habló para sus adentros y afirmé esa conclusión. Ella se limitó a ponerme un muro invisible entre nosotras, diciéndome que me callara de una vez y dejemos de discutir.
Oh, no... Claramente no lo va hacer.
Me levanto y tiro el jugo de mi vaso hacía ella, salpicando su traje de baño mientras ella se estremece ante la frescura del trago. Sus ojos furiosos me observan como si quisieran matarme y sonrío como ella, con aires de suficiencia.
── Creo que tu muro invisible no logró tapar mucho. ── hice una mueca mientras sonreía.
Marchándome de ahí, chistando por lo bajo y tarareando una canción de Britney, analizo el radar y comienzo a ver la presencia de mi madre en mi campo de visión. Tragué en seco y me dispuse a acomodar mi bikini mientras sonreía, pero por su cara de disgusto supe que, Las Bahamas, se iba a poner divertido... Y no hablo de algo bueno.
Realmente iba arder Troya en éste hotel.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro