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05. 𝗣𝗿𝗼𝘁𝗲𝗰𝘁𝗼𝗿 (𝗉𝖾𝗍𝖾𝗋 𝗍𝗋𝖾𝗌)

𝗧𝗶̄𝘁𝘂𝗹𝗼: Protector.

𝗣𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝗷𝗲: Fem! Oc

𝗡𝗼𝘁𝗮: No es un peter×fem!Oc.
Es simplemente un Peter siendo una especie de hermano mayor o padre, véanlo de alguna de esas dos formas.

Post "The Amazing Spiderman 2"

Cuando Peter decidió que ya era el tiempo adecuado y perfecto para "confrontar" el duelo y retomar su papel como el trepamuros de Queens tras la muerte de su amada Gwen Stacy, no sé imaginó el sinfín de consecuencias y problemas de reacción en cadena domino que traería consigo aquella decisión.

Él estaba adaptado a los villanos y las batallas difíciles que imponían según su nivel de peligro, estaba impuesto a terminar con múltiples heridas en su cuerpo gracias a la tenacidad del enemigo, así como de algún modo u otro se estaba acostumbrando a descargar su dolor emocional con sus némesis al darles golpes más bruscos e intensos de los que alguna vez realizó, pero el ver cómo en un sitio geográfico y recóndito —del que la policía y gobierno "no tenía ni la más mínima idea de su existencia"— yacía una persona asustada que sólo quería ser libre, sin duda fue para él una de las mayores sorpresas y dolores que ha experimentado en su vida.

Y no es como si esa fuera la primera vez en la historia de la humanidad en que alguien creaba una "cueva" donde podía esconder sus acciones abominables de la sociedad, era más bien la diminuta e indefensa peculiaridad que ocultaban del resto del mundo en ese sitio de obscuridad que se había encargado de arrebatarle valiosos años de alegría a una pequeña niña que se convirtió en algo diferente a cualquier ser humano.

Peter, o más bien el Hombre Araña, se encuentra balanceándose por las nocturnas y frías calles de Queens mientras divisa un túmulo de vehículos policiales dirigirse a la zona donde había encontrado un sinfín de perturbaciones que quería borrar lo más pronto posible de su cabeza. Pero no está solo, pues lo acompaña una pequeña niña de complexión delgada, estatura baja, piel pálida y cabellos casi inexistentes que parece disfrutar y temer el momento de adrenalina en el balanceo.

Al llegar a una casa bastante elegante y enorme, según la perspectiva de la pequeña niña, Peter se aseguró de no tener ojos alrededor observando en su dirección. Al ver que no había rastro alguno de un alma por las calles y cercanía —con mucha cautela y precaucion— se movió por la pared externa del hogar donde había vivido la mayor parte de su vida junto a su tía May, deslizó con fuerza en sus manos una de las ventanas de su habitación y ayudó a la menor a ingresar antes de hacerlo él también.

Un profundo suspiro pesado, que no sabía que estaba reteniendo, escapó de los labios del adulto antes de desprender la máscara que ocultaba su rostro del mundo—Pero que día. ¿Te encuentras bien?—Preguntó con interés a la menor que se encuentra dándole la espalda.

La niña ni se inmuta, contrario a lo que se hubiera esperado en la normalidad cotidiana, ella simplemente da unos cuantos pasos cortos por la habitación mientras observa la diversidad de artefactos que se encuentran allí. Ve algunos libros, ropas de diferentes estilos, envolturas de alimentos chatarra, fotografías enmarcadas, una cama, un escritorio, algunos muebles, pero la ventana a su izquierda dejando entrar los rayos lunares atraen por completo su atención.

Peter observó en silencio como la pequeña infante de... ¿Ocho, diez años?... —Bueno, no tiene ni la menor idea así que añade eso a sus labores por investigar— se movió hasta la ventana al ser atraída por el enorme satélite a kilómetros de distancia. En su lugar, el arácnido dio un pequeño brinco al ver cómo la menor se giró a verlo repentinamente mientras señalaba con su dedo índice la enorme esfera blanca en la distancia.

Esperando una pregunta que jamás llegó, Peter pudo deducir a base de las facciones curiosas en el rostro de la menor cuál era su inquietud en ese momento.

—Se llama Luna—Respondió tranquilo el adulto la incógnita de la fémina—Es un satélite a millones de kilómetros lejos de nosotros, se encuentra en el espacio y tiene una conexión importante con la Tierra debido a la influencia que ejerce sobre las mareas—Agregó a su respuesta.

La menor formuló una expresión de asombro observando de reojo, y por última vez en ese día, el satélite que captó su atención. Después, su pequeño cuerpo dio un giro de ciento ochenta grados y sus ojos observaron las vestimentas hospitalarias que la obligaban a usar en aquel sitio de cautiverio y torturas. Su suspiro melancólico fue audible en el silencio sepulcral de la habitación, y Peter no tardó mucho tiempo en intuir la causa de ello.

Así que, dando media vuelta apresuradamente y tropezando con una pila de libros sobre el suelo en el proceso, el mayor rebuscó entre sus cosas una nueva vestimenta que pudiera ofrecerle a la menor.

Una nueva nota mental llegó a su mente: Buscar ropa adecuada para la menor.

—¿Ésto está bien?—Preguntó él mostrándole a la menor una larga camisa amarilla que tenía pintada una hamburguesa con ingredientes deformes y una bandera en la cima de la torre que dichos productos formaban—Lamento no poder darte algo adecuado para tu tamaño, pero la verdad que ni en un millón de años me imaginé que me encontraría con una niña en aquel sitio—Sinceró el adulto con cierta incomodidad y vergüenza cuando la pequeña se acercó y tomó la prenda de sus manos.

—Gracias—Habló ella muy por lo bajo observando la prenda en sus diminutas manos, y de no ser por la cercanía que ahora compartían, Peter no habría escuchado aquellas palabras.

Con el corazón del adulto latiendo a mil, Peter formuló una sonrisa de emoción en su rostro por el logro obtenido y la ternura que le generó la menor.

—¿Ya lo entendiste?—Preguntó el hombre agachando su cabeza para poder divisar a la infante.

Ambos se encontraban en la habitación del baño, puesto que el arácnido pensó que sería bueno para la niña darse una ducha relajante que eliminara todo rastro de humo y polvo de su cuerpo y rostro. Así que, como la persona medianamente responsable que era, Peter le dio instrucciones a la pequeña sobre cómo debía usarse cada perilla en la regadera para evitar algún accidente.

A su pregunta, la menor solo asintió con su cabeza como respuesta.

Sin duda alguna para Peter era toda una ventaja que May no se encontrara en aquel hogar compartido en esos momentos, pues debido a su trabajo como enfermera y la lejanía que había del hospital hasta su hogar, su figura materna decidió y consiguió un apartamento bastante cercano a aquel edificio hospitalario, donde iba a conciliar el sueño sin tener que atravesar casi toda la ciudad para hacerlo.

Así que por lo pronto aún podría esconder a la infante y su doble vida de la persona que lo cuidó desde muy pequeño... Y ahora que lo pensaba un poco, sentía una emoción negativa invadir su cuerpo al ocultarle algo tan importante como lo era eso a la persona que lo ayudó en sus peores momentos.

Pero era lo mejor. Ya nadie más tendría que sufrir o morir por su culpa.

Cerrando sus ojos para abrirlos nuevamente de golpe, una preocupación se formó en la conciencia del joven de veinte años: ¿Qué haría con la niña? ¿Tendría familia? Y si no... ¿A quién se la daría? Ella no podía quedarse con él, ya tenía muchas responsabilidades que atender tanto en su vida civil como en la secreta.

Aunque de algún modo ella ya representaba una amenaza a su identidad enmascarada, pues, ¿que pasaría si ella se ponía en su contra y le revelaba al mundo quién era cuando tuviera que dejarla al cuidado permanente de otras personas que no conocía?

Muchas preguntas invadieron su cabeza instalando cierta frustración y ansiedad en él. Cuando el castaño pasó sus manos por su rostro eliminando toda percepción visual de su alrededor, un toque en su hombro izquierdo capturó inmediatamente su atención.

Peter divisó una tierna imagen delante de él sobre la pequeña fémina: la playera que le había ofrecido a la menor era un poco más grande que ella, pero bastaba para cubrirla por debajo de sus rodillas. Además, antes de que la dejara sola en aquella habitación había conseguido darle una malla negra que se ajustara a su tamaño luego de rebuscar en el sótano ropa de donación que le habían entregado los vecinos a May para donarla a una institución cuyo nombre había olvidado, así que la tela oscura podía distinguirse muy por debajo de sus rodillas, pero mucho antes de tocar sus talones.

—¿Te sientes mejor?—La infante asintió con su cabeza. Peter suspiró, debía ser muy paciente con la timidez de la niña. Después de todo en algún punto le recordaba a él—¿Puedes decirme al menos cuál es tu nombre?

La muñeca derecha de la menor dejó ver plasmado con una tinta negra tres simples números que tendrían un fuerte significado en el futuro.

—Once—Dijo ella antes de dejar caer su brazo.

Peter alzó una ceja en señal de confusión—¿Qué clase de nombre es ese?—Teniendo la idea de solo haber escuchado aquello en su cabeza, el castaño se dio cuenta de su fracaso cuando vio a la menor volverse cabizbaja—¡No, no, no! ¡Once es un nombre genial!—Se apresuró a decir entre palabras torpes trayendo de regreso la mirada de ilusión de la menor—Yo hubiera querido tener por nombre un número. No lo sé, quizás cinco o tres—Balbuceó moviendo sus manos en el aire y haciendo muecas que produjeron una risa pequeña en Once—Además ese es mi número favorito por muchas razones—Dijo con algo más de calma—Me recuerda a mi fiesta de cumpleaños...

—¿Cumpleaños?—Interrumpió ella inclinando su cabeza hacia la derecha en señal de curiosidad. Tomando una confianza inexplicablemente fugaz, seguramente producto de su inocencia al ser una menor de edad, Once se sentó al lado izquierdo y vacío de Peter en el largo sofá magenta de la vivienda de los Parker.

Fue entonces cuando dio inicio una larga charla sobre el significado de los cumpleaños, qué actividades se realizaban en los mismos y demás, que un minucioso vínculo no perceptible por el momento comenzó a formarse entre ellos.

—Cuando descubra tu fecha de nacimiento, prometo que te daré el mejor de los cumpleaños de la historia—Prometió el arácnido observando sonriente a su pequeña compañera.

—Tu nombre—Dijo ella en un tono tímido. Recuerda haberlo oído cuando él se quitó la máscara en aquel laboratorio en un intento de demostrarle confianza y que pertenecía al bando de los buenos, pero para ese entonces ya lo había olvidado.

—Mi nombre es Peter—Se presentó nuevamente extendiendo su mano derecha—Es un placer conocerte, pequeña Once—Dijo él cuando la mano de la nombrada estrechó la suya. Una notable diferencia de tamaño entre ambas se hizo presente, la mano de la niña era por lo menos tres veces más pequeña que la de él.

El cansancio invadió repentinamente al par de recién conocidos, por lo que Peter condujo a la niña a una habitación de huéspedes en el segundo piso del hogar con el fin de que ella descansara en ese sitio y él en su habitación.

Cuando Once divisó aquel cuarto con paredes de color turquesa y beige, bocetos de ramas de árboles con flores en tonos oscuros, muebles blancos, una gran cama visualmente acolchada y un sinfín más de detalles, alzó su mirada al castaño con una sonrisa que dejó ver su blanca y pequeña dentadura.

Pero cuando ella tuvo que recostarse y Peter irse de la habitación dejando todo a oscuras, extendió su mano y, enfocando la acción que quería realizar, impidió que el adulto apagara las luces y cerrara por completo la puerta sorprendiendo al arácnido en el proceso.

—¿No te gusta la oscuridad?—La menor negó con su cabeza observando al castaño. Once se encontraba recostada sobre la cama, con una delgada y fina manta blanca cubriendo la mitad de su cuerpo desde su estómago hasta sus pequeños y descalzos pies—¿No quieres que cierre la puerta porque eso hace que te sientas como en aquel lugar?—Le preguntó Peter observándola sentado sobre la orilla derecha de la cama con cierta tristeza.

¿Qué tanto daño podían haberle causado a una niña inocente y pura como lo era ella? Lo descubriría y haría justicia.

O quizás su parte destrozada emocionalmente haría una locura de la que se arrepentirá en algún futuro. No lo sabía con certeza.

—No—Respondió ella jugando con la tela de la manta mientras parpadea repetidas veces tratando de no dormirse e ignorar al joven que la salvó de su sufrimiento. Pero su cansancio era más fuerte en esos momentos, así que cedió a la oscuridad y el sueño.

Despertó. Sus ojos color avellana escanearon la habitación en la que se encontraba ahora. Había silencio, pero era uno tranquilo. Se sentía cómoda, ya no dormía sobre el mismo frío y duro suelo de metal. No escuchaba gritos, no escuchaba órdenes o regaños. Se sentía diferente... Más feliz.

El gruñido de su estómago provocó un sobresalto en su lugar, una cosa se le vino a la mente y decidió que ejecutar aquella acción era lo más coherente en ese momento y que Peter no iba a enojarse con ella si lo hacía. Pero lo que Once no sabía era que cuando ella estaba tratando de alcanzar la perilla de mármol en la puerta de salida del hogar Parker, el sentido arácnido del adulto lo haría despertar de sus ensoñaciones.

Tan rápido como se hizo presente, Peter corrió a la habitación de huéspedes y la encontró vacía. Las luces estaban apagadas y la cama estaba con la manta destendida. Su ritmo cardíaco aumentó con una intensidad increíble, que le hizo creer que en algún segundo su órgano palpitante estallaría.

Completamente temeroso, Peter descendió rápidamente por las escaleras de madera alarmando a una pequeña Once, que ya había conseguido abrir la puerta de ingreso al hogar, al escuchar sus fuertes pasos aproximarse. Viendo aquella escena, Peter disparó una telaraña haciendo a la menor agacharse en su lugar y que la red fuera directamente a la perilla cerrando la puerta de manera brusca ante la velocidad del disparo.

—¡¿Y tú a dónde ibas?!—Preguntó él en un tono alto mientras se acercaba a la menor con rapidez, quien recién se reincorporaba y veía con asombro la gran tela arácnida incrustada en la perilla dorada—¡Es peligroso salir de noche!

Girándose a ver al adulto, Once divisó una mirada atemorizada en el rostro de su salvador. Una expresión de tristeza se formó en su cara y su cabeza se volvió cabizbaja—Perdón, es que tenía hambre—Murmuró jugando nerviosa con la tela en la orilla de la playera amarilla.

Y aunque Peter anhelaba escuchar más palabras salir de la boca de la menor, no era esa la forma en la que las había estado esperando. Entonces la palma en su mano derecha golpeó su frente espantando a la infante.

—¿Cómo pude olvidarme de darte comida?—Se reprendió a sí mismo dándose varios golpes leves en la frente. Entonces un tirón en su saco azul marino lo detuvo.

—No—Ordenó la menor con seriedad la anulación a la acción que ejecutaba el arácnido—Te haces daño.

—Está bien—Peter alzó sus manos en señal de rendición—No lo haré. Pero tú tampoco saldrás de este lugar, al menos no por el momento. ¿Está bien?—Once ladeó su cabeza y formó una mueca—Cuando necesites algo solo dímelo, sé que quieres salir, pero aún es peligroso para ti.

—Bien—Dijo ella con simplicidad antes de dejar escapar un bostezo de sus labios mientras tallaba sus ojos con sus manos.

Peter se encontraba recargado contra el lavabo de la cocina, un jugo de sabor manzana era sostenido por su mano izquierda. Por otro lado, la pequeña Once se encontraba sentada sobre la isla en el centro de la cocina comiendo helado de un contenedor de un litro.

El castaño rió ligeramente para sí mismo. Le había dado frutas y otras cosas nutritivas y aún así no había conseguido que ella saciara su hambre, tenía un estómago igual de gigantesco como el suyo y al parecer, gracias a sus respectivos metabolismos, ninguno de los dos podía engordar sin importar cuánto consumieran.

—Te dije que no comieras tan rápido el helado—Le recordó él cuando vio a la pequeña dejar de golpe la cuchara y el contenedor de helado a su izquierda mientras su frente y nariz se arrugaban debido a la frialdad en sus dientes y cabeza.

La escena logró enternecer al arácnido, quien posteriormente sonrió con gracia antes de beber nuevamente de su jugo de manzana cuando vio a una Once insistente tomar nuevamente aquel producto frío y azucarado entre sus manos. Cuando la fémina llevó otra cucharada del contenido a sus labios y miró al castaño con una mueca de diversión, ella imitó la emoción sintiéndose contagiada por el adulto.




































































Tenía planeado que esto fuera un libro aparte para darle más sentido y profundidad al asunto, pero la verdad no creo que sea tan buena idea Xd

Si quieren segunda parte de esto, con gusto la haré :)
Y si no, de todos modos la haré JAJAJAJAJAJAJAJA

El que sigue será más tierno, lo prometo :)



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©-mandaloriana76

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