Capítulo 1
La alarma empezó a sonar ya que había marcado las siete de la mañana, una mano se movía torpemente intentando buscar el botón de apagar, sus movimientos eran rápidos, hasta que logró apagar la alarma y en menos de unos segundos se escuchó un gruñido y luego un suspiro. Las sábanas se empezaron a mover que hasta podrían quedar en el suelo, quitando el gran trozo de tela que cubría su cuerpo para después sentarse sobre el colchón. Un somnoliento joven se estiró, colocando sus pies dentro de sus pantuflas, y así, se levantó para irse directo al baño.
Otro día más de escuela y eso lo estaba cansando.
Se miró en el espejo después de lavarse el rostro, esos cabellos castaños desordenados daban un toque de ternura, esos ojos llenos de cansancio aún lucían preciosos para cualquiera.
—¡Jungkook, baja a desayunar! — El grito de Seokjin hizo que se apresurara a cambiarse.
Se colocó lo primero que encontró y notó que no le había dado tiempo a bañarse, maldijo por lo bajo ante aquello. Tomó sus cosas y salió de su habitación para dirigirse al comedor, al sentarse recibió su desayuno, agradeció con una sonrisa fingida sobre sus labios, y notó que su mayor lo miraba con adoración, detestaba que lo miraran así.
—¿Qué? — Dijo confundido. — ¿Tengo algo en la cara?
—Te desvelaste de nuevo. — Respondió. — Anda apúrate, Namjoon no tarda en venir para dejarte a la escuela.
—Como tu novio tiene tanto tiempo para nosotros.
—Desde que viniste a vivir aquí, NamJoon se encargó de que nada nos falte, agradece de que yo logré salvarte de ese hombre.
—No era necesario que lo comentes, hyung. — Frunció el ceño.
—Jungkook, tu padre estuvo a punto de apostarte, y tu sabes muy bien que él ama jugar póker, por eso tu madre desapareció de sus vidas.
—Gracias por tu intento de que lo olvidara. — Habló con sarcasmo.
—Sé que a ti te afectó, pero yo te ayudaré a salir de esto y seguir adelante, cumpliré con mi promesa. — El castaño no dijo nada, solo continuó con su desayuno.
Había pasado un año desde que el padre de Jungkook llegó muy lejos en las apuestas, ya que todo lo que tenía, lo había perdido, y Jungkook era lo único que tenía. Si Seokjin no hubiera actuado antes, no hubiera podido salvarlo del infierno. El rubio iba hablar de nuevo pero el sonido del claxon evitó que lo hiciera.
—Bien, Namjoon hyung está aquí. — Dejó los palillos y tomó su mochila para después desaparecer, Seokjin reaccionó y tomó las llaves para seguir al castaño fuera de casa.
Al salir vio a un chico moreno saliendo del auto, acercándose a él con una sonrisa de oreja a oreja marcando sus hoyuelos, Seokjin sonrió al ver a su novio y lo abrazó del cuello para darle un pequeño beso en aquellos gruesos labios ajenos.
—¿Cómo amaneciste, hermoso? — Esa voz grave hacía que al rubio se sintiera nervioso y su corazón palpitar.
—Con energías de estar contigo. — Contestó con una dulce voz.
—¿Y Jungkook...? — Él volteó a ver al pequeño castaño que se encontraba a un lado ignorándolos. — ¿Cómo amaneció mi pequeño? — Desordenó su cabello como afecto, el menor soltó un pequeño bufido.
—Muy bien, hyung. — Su voz sonó fría, acto que Namjoon ignoró, estaba algo acostumbrado a que el menor actuara de esa forma.
Durante el camino, Jungkook permanecía callado mientras veía por la ventanilla e ignoraba las cursilerías que Seokjin le decía a Namjoon, robándole un beso cada vez que paraban en un semáforo, cosa que a Jeon Jungkook le daba náusea. Otro día más de escuela o más bien, de tortura.
El auto paró, Seokjin miró tras él con una sonrisa, viendo que Jungkook había tomado su mochila para salir del auto.
—Que tengas un buen día. — El rubio habló.
—Igual, hyung. — Cerró la puerta.
—¡Llegaremos antes de que salgas! — Anunció Namjoon y arrancó el vehículo.
El castaño empezó a caminar ignorando las miradas de otros alumnos cada vez que pasaba. Jungkook no tenía amigos, dejó de tenerlos desde que cambió su manera de ser.
Jungkook se odiaba así mismo, de no haberse enterado la locura que iba cometer su padre, en su mente no habría el más mínimo rastro de negatividad.
El Jeon Jungkook de ahora era solitario y frío.
—Jungkook. — Una voz de una chica interrumpió sus pensamientos.
—Lisa. — Habló con el mismo tono frío de siempre, con desagrado, incluso se podría decir que hasta con desprecio. — Déjame solo.
—No, Kook. — Colocó sus ambas manos sobre los hombros ajenos. — Conozco tu situación, pero por favor, déjame ayudarte
Lalisa Manoban es la mejor amiga de Jungkook desde el segundo año de secundaria, ella sabía lo que el castaño sufría y el terrible problema del señor Jeon, un adicto al vicio y la avaricia. Sin embargo, después de todo desde que Jungkook le dejó claro que quiere estar solo, Lisa ignoraba esas palabras e insistía en ayudarlo, pero era algo difícil, ya que él le complicaba las cosas.
—Haz dicho lo mismo cada que me vez. — Dio un paso atrás, zafándose del agarre de la rubia. — Por milésima vez, déjame en paz y no vuelvas a aparecer en mi camino.
—¡No lo haré! — Negó con la cabeza, le dolía demasiado ver como una persona tan importante para ella se estaba alejando más y más. — Jungkook, en verdad no dejaré que hagas esto. Yugyeom, Jimin, Jisoo y yo estamos preocupados por ti.
—Están desperdiciando demasiado tiempo en mí, ¿no lo crees?
—Pero... — Vio cómo el castaño la hizo a un lado para seguir su camino. — ¡Jungkook! — Gritó, pero el mencionado jamás le devolvió la mirada.
Jungkook al llegar a su aula, fue directo a la parte trasera para tomar su lugar de siempre. Estaba cansado. Cansado de seguir viviendo en lo mismo, de ser una carga para todos, deseaba con el alma estar en paz.
Desde que su familia fue arruinada, decidió no darle importancia a la vida. Ese orgullo, felicidad, esperanza y amor habían dejado de existir, siendo remplazados por odio, tristeza, depresión y desprecio, y Jungkook se encargaba de expresarlo cada que podía.
El tiempo pasó con gran eternidad, la hora de salida siempre era la indicada para poder ir a su pequeña zona de confort, y que nadie más lo molestara.
En el almuerzo se encontraba a Yugyeom y a Jisoo, quienes insistieron con lo mismo al igual que Lisa en la hora de la entrada, pero decidió ignorarlos, ahora rogaba que esta vez no se topara con Jimin y que este último hiciera lo mismo. Permaneció parado en la entrada, formando con sus labios una línea recta al ver que esos dos no se encontraran tal como Namjoon dijo.
Jungkook posó la mirada en un grupo de amigos que se encontraban en la jardinera, veía como reían y sonreían, y se preguntaba si algún día él podría hacerlo de nuevo. Sabía que aquellos jóvenes eran del cuarto semestre, podía reconocerlos un poco.
De un momento a otro sintió que uno de ellos le estaba observando constantemente, obligándolo a posar su mirada en un chico con una sonrisa geométrica, con su cabello teñido de azul.
El sonido de un claxon lo sacó de sus pensamientos, encontrándose a Namjoon dentro del auto con Seokjin esperándolo.
—¿Y cómo te fue tu día? — Namjoon miró al menor por el retrovisor.
—Como siempre. — respondió sin quitar la mirada de la ventanilla.
Seokjin miró a su novio al oír la tonalidad de voz que usó Jungkook, las cosas con él seguían siendo las mismas, pero era difícil tratar con él. Sintió un tacto cálido rozar en su mano, sonriendo por el tierno acto por parte de Namjoon.
Al llegar a casa, Jungkook se adentró en su habitación, aventando su mochila a un rincón y yendo directo a su cama para tirarse sobre el colchón, enterrando su rostro en la almohada para soltar un grito ahogado. Solía pasarse todo el día en la habitación, ocupado en llorar o dormir, jamás salía a buscar comida, sino fuera por Seokjin quien lo convencía, ya hubiera muerto de hambre, tal como le encantaría sufrir.
Su teléfono empezó a vibrar, lo sacó del bolsillo de su pantalón, viendo algo caer al momento de sacarlo, miró la hoja doblada sobre el suelo, y recordó de donde lo había sacado.
Ignoró su teléfono y tomó aquel trozo de papel para desenvolverlo, y al leer lo que venía, frunció su ceño con molestia.
«Si pudiera hablarte, lo haría.
Si pudiera mirarte, lo haría. Si pudiera besarte, lo haría. Pero tan solo pensarlo, me congelo y... Simplemente, no cumplo lo que prometo. Pero tu belleza es lo que hace en no dejar de pensar en ti.
-Anónimo»
Odiaba eso, era algo extraño, era la primera vez que recibía una carta con palabras "dulces" que uno podía vomitar con tan solo leerlas, lo había encontrado en su casillero justo antes de salir del instituto. Jamás había recibido una así, y en parte, le sorprendía, pero no se podía ilusionar por unas palabras llenas de mentiras.
Guardó la carta en el cajón de la mesita de noche, la mantendría ahí hasta encontrar a la persona que la había dejado para él. Y estaba seguro de que la encontraría.
Este es el primer Vkook que hago, es algo cliché tal como decía en el Intro pero sabemos que algunas personas le encanta
Segunda historia de BTS en el perfil
Esperemos que les haya gustado uwu
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