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〘𝓗𝓸𝓼𝓮𝓸𝓴〙


ADVERTENCIA

Las cosas narradas en este libro son ficción. Los personajes y hechos aquí escritos no existen, solo se tomaron apariencias como inspiración. La idea de este libro no es sexualizar a nadie ni mucho menos, abstente de comentarios ofensivos. cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Esta historia fue creada con el fin de entretener.

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¡Disfruta!

──── •◦ 𝓛𝓸𝓷𝓮𝓵𝔂 ◦• ────

Las gotas golpeaban mi mejilla con un ritmo constante; el cosquilleo y ardor apenas siendo captado por mis sentidos. Mis pies ardían a cada paso, mis manos, mi cuerpo. Todo en mí gritaba por un respiro mientras me adentraba a la nada de la noche extensa frente a mí.

Dolía.

Dolía tanto, como si a cada paso una parte de mí fuera atravesada por cuchillas, una y otra vez, en mi descenso hacia algún lado.

¿Por qué?

Las palabras se repetían en mi mente una y otra vez, en un constante martilleo, un bum que le abría el paso a un insulto, un bam que chocaba contra mi piel al segundo siguiente. Tropecé contra algo que me obligó a salir del recuerdo justo en el instante en que mi nariz dio contra el asfalto, mis manos se rasgaron, mi cuerpo lastimándose una vez más. Mi costado silbo en ardor que estremeció todo en mí, transformándose en gemidos en mi boca.

Me quedé en el suelo por un momento intentando recuperar mi respiración, modular el dolor, encontrar fuerzas para ponerme en pie, para mitigar de alguna forma el escozor de mis extremidades y lo conseguí en algún punto. Continué mi caminata nocturna.

En algún momento, entre mi balanceo inconsciente en el aquí y el antes, llegue a mi destino.

Las luces de la casa me hicieron más consciente de mi aspecto, el reflejo de lo que era yo, llegó a través del gran ventanal por un momento antes de desaparecer y ser reemplazado por su silueta.

Contuve el aliento, sintiendo el cosquilleo del alivio en mi garganta, mi respiración regresó como un látigo contra mi pecho cuando divisé su rostro, ese sentimiento de hormigueo en mi estómago; esperanza, de que ya todo terminó.

Ya todo terminó.

Por qué eso eras él, el sentimiento de que todo estaría bien.

Pero luego desapareció.

Mis ojos se cegaron por un momento, en algún punto perdiendo las lágrimas, dando paso al vacío, para aclararse al momento siguiente en que lo vi.

Sus manos rodearon su cintura, una que solo mis manos deberían tocar. Su rostro se escondió en su cuello y luego le sonrió, a él, esa sonrisa que solo debía ser mía.

Y el cosquilleo desapareció. Les observé desde la entrada, en su sala, a solo unos pasos, a solo unos metros de mis manos. Mis ojos se llenaron de lágrimas otra vez. Mi cuerpo magullado pasó a segundo plano cuando sentí la opresión en el centro de mi pecho, cuando mi respiración volvió a ser irregular.

Me estremecí por completo en una sacudida violenta cuando la lluvia cambió su curso, obligada por el viento, y mi cabello obstruyó mi visión al dolor.

Quise volver sobre mis pies. Quise regresar sobre mis pasos, fingir que no veía nada; quedarme a merced de mi padre para ser golpeado, como siempre, hasta que el dolor dentro de mi cuerpo desapareciera, hasta que mis sentimientos dejarán de quemar como lava por mis venas. Quería regresar allí y dejarlo lastimarme hasta que este momento se fuera.

Y solo quedará el negro.

Por qué nunca sería mío Profesor Park, aun cuándo se suponía lo sabía.

Pero aun así, volvía a mí, y yo creí, por un momento, como un idiota, en un tal vez.

Y luego aquí estabas, sonriéndole a él, y yo deseé con tantas fuerzas olvídalo todo y desaparecer de esta realidad

Pero entonces, tan rápido como mi cuerpo caía en pedazos temblorosos contra el asfalto, se detuvo.

La lluvia se detuvo, la luz dejó de golpear mi rostro con esa visión. Mi cuerpo dejó de temblar y mis hombros dejaron de sentirse pesados.

De repente no sentía el suelo bajo mi, ni el peso. Ni el frío.

Se calmó. Mi mente a toda prisa se detuvo ante la nueva información. Y el alivio, mi salvación, vino acompañada de un suspiro bajo que se sintió en mi cuello.

—¿Hoseok?— Esa voz. Mi corazón martilleó con fuerza en mi pecho. Intenté tragar, me giré a verle y quise llorar.

Kim Taehyung no dijo nada y me envolvió entre sus brazos. Su ceño fruncido no fue algo que tuve que ver para saber, con certeza, que allí estaba.

—¿Quieres entrar? — Su voz salió con un deje preocupado, mezclado con su timbre suave. Igual al de Jimin.

Tan parecido al suyo.

Negué.

Él frunció el ceño aún más y cambió sus palabras.

—Vamos atrás, déjame curarte.

No insistió en preguntas, tampoco me forzó a responder. El paraguas sobre sus manos se tambaleó un poco y la lluvia se deslizó por su rostro, pero a él no pareció importarle.

Nos quedamos allí en silencio, yo sin dejar de llorar, y él esperando por mí, paciente.

El olor en su chaqueta apenas era perceptible para mi nariz lastimada, pero al menos el frío había cesado. Mire su pecho, cansado de levantar la mirada y trague, preparando mi garganta para poder responder cuando la puerta se abría a mis espaldas.

—¿Tae, está todo bien?— Mi cuerpo se estremeció ante el sonido de esa voz suave. Kim frente a mí se tensó.

—Si— Respondió cortante por ambos. Me encogí cuando caí en cuenta de que él sabía por qué estaba allí.

Sentí mi estómago contraerse y las ganas de explicarme, pero no me dejó, dijo alguna otra cosa a Jimin y me llevó con él por el pasillo de pasto hacia la casa de huéspedes que hacía un tiempo había empezado a ser su cuarto.

No habló, no dijo algo por un rato. Curó mis heridas. Su mirada nunca chocando con la mía. Mis jadeos constantes, entre lágrimas, siendo el único ruido en el lugar.

Lo miré, por un largo rato. Hasta que suspiro resignado, se detuvo y de la nada escondió su rostro contra sus manos soltando un jadeo que detuvo los míos.

—¿Por qué, hyung?

No sabía a qué se refería; si al hecho de que estaba lastimado, otra vez, o al hecho de que había ido a buscar a su primo, otra vez. Tal vez ambas.

—Dijiste que no... -dijiste que no volverías a buscarlo, que n-no.

—No vine a buscarlo— Le corté. Y sus ojos relampaguearon molestos aun con todas las lágrimas.

Yo guardé silencio, sintiéndome sonrojar por qué era una vil mentira que ninguno creía, pero espere que lo dejará estar.

No lo hizo.

Con un rápido movimiento se alejó de mí, sus manos frenéticas en su pelo. Empezó a contradecirme, a hablar, a decirme cómo era un mentiroso.

Dijo muchas cosas.

Y lo entendía, tenía razón.

En todo.

Cómo papá cuando me molía a golpes.

Merecía todo eso.

Taehyung suspiró frustrado y me miró deteniendo su divagar, su intento de salvarme.

En silencio me puse de pie.

Estaba tan cansado. Pero no quería escucharle justo en ese momento, aun cuando al fin estabas diciendo cosas, cuando al fin estaba poniendo sus sentimientos.

—Yo te quiero.

Me detuve. En medio del pasillo, a solo metros de él, me detuve y lo vi verme destrozado.

Y mi corazón se saltó un latido. Volví a caminar y él dejó ir otro par de cosas sobre por qué debía ser él y no Jimin. Porque debía darle una oportunidad a él y no a su primo.

Y tenía razón. De verdad que si, todas sus justificaciones, sus razones las tenían.

Porque Jimin era, en todas las formas, la persona incorrecta en el momento incorrecto. Él era en todos los sentidos prohibido.

Por qué él era mi profesor y se iba a casar, porqué él nunca fue mío en primer lugar.

Y aun así fui egoísta.

Me detuve a solo centímetros de su rostro, Taehyung paró su parloteo agitado cuando mi mano vendada reposó en su cuello y sentí como trago una última vez contra mi palma.

Lo besé.

Lo besé con fuerza.

Lo besé por qué estaba cansado.

Lo bese y él me besó con tantas ganas, como su argumento de hace un rato.

Me enganché a su cuello y busqué algo en mí que no fuera dolor. Mis piernas cedieron y el gruñido de su garganta cosquilleo en mis dedos y contra mis labios.

Lo intenté.

Tan desesperadamente intenté olvidar todo eso. Quise sentirme elegido por una vez, quise no recordar, quise ser salvado.

Pero mi mente no dejaba de dar vueltas en tanto mi boca gemía, mis manos no dejaban de doler a la vez que ardían en llamas al tacto.

Mi mundo no empezó a girar.

Solo se detuvo.

Pero no por mí.

Un sollozo se escuchó en la habitación, y más tarde me di cuenta de que era mío. Las manos de Taehyung se deslizaron por mi rostro mojado. Lo miré confundido.

—Lo siento... — Quise explicar, pero él solo negó. Negó y pegó su frente contra la mía, quise decir tantas cosas, quería regresar unos minutos. Quería volver unas horas y explicarle. Quería regresar unos meses y elegirlo primero. Esperar un momento más en la parada de autobús hasta que él llegara y no salir corriendo.

Quería con tanta fuerza regresar al momento donde mi cuerpo chocó contra el pequeño cuerpo de Park Jimin y mis ojos lo vieron.

Quería con muchas ganas volver a mis pasos en ese momento.

Quería ser salvado por ti Kim Taehyung, tomar tu mano que siempre entendías para mí.

Quería regresar y elegirte.

—¿Por qué no te conocí a ti primero?.

Susurré cansado y mis ojos cedieron. Los labios de Taehyung fueron lo último que sintió mi piel, cuando en la oscuridad volvió a aparecer Jimin sonriendo.

Sonriéndome a mí.

Siendo para mí.

Donde si era correcto.

Donde yo era feliz.

Fin.

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