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❐Capítulo 3: ¡Desastres y dulces encuentros! ಿ

N/a: Si no comenta lloro🥺 👉👈
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-Porque princesa mía, yo tengo el mapa-y tales palabras hicieron a la bonita muchacha abrir sus pomposos labios, sumando a su sorpresa un rostro pasmado y un brillo curioso circulando en su mirada. Quiso decir algo, tal vez palabras incrédulas, o una que otra pregunta sobre su paradero y el cómo lo había conseguido, más fue interrumpida por un agitado Jimin que venía correteando en compañía del fiel Hyun woo, el mano derecha del rey EunWoo y un total sobreprotector cuando se trataba del pequeño hijo del mismo.

-¡Princesa-vociferó el de hebras pardas con tanta fuerza que posiblemente terminaría con un dolor de garganta que le molestaría por la noche. -¡La he buscado por todas partes!-farfullo el buen Jimin, entre palabras cortadas por su respiración apresurada debido a la carrera de antes. Apoyando sus manos sobre sus rodillas buscó calmar un poco su estado agitado.

La aclamada se encogió un poco en el sitio donde reposaba, estaba abrumada al recibir la mirada de tantos hombres sobre sí misma. -Mis más sinceras disculpas, joven Park, simplemente quise dar una vuelta por los alrededores y casualmente me encontré con el príncipe. -musitó bajito la muchacha con las mejillas un poco coloradas debido a la vergüenza de contar una verdad a medias. No era del todo una mentira, ella si quería dar una vuelta por los alrededores del palacio que había estado viendo durante días a través de sus ventana, más los acontecimientos posteriores a eso eran todos inventos suyos, pues no salió con permiso de su habitación más bien escapó por la ventana en un descuido de las chicas del servicio... y puede que le cayera al príncipe encima y por eso en ese momento se hallaban juntos. Pero eso era algo que el joven Park no debía saber.

-Princesa, eso bien puedo entenderlo. Pero ahora, con prontitud, debemos volver al palacio. El rey la espera en su despacho y sería una falta muy grande llegar tarde... y con ese olor a establo impregnado en sus ropas, venga ya señorita debemos ir con Lalisa para que la ayude a limpiarse. -con la delicadeza que merecía una dama de su posición, extendió su mano hacia a la chiquilla, debían irse inmediatamente, y aunque él hubiese querido quedarse y brindarle una mano a su pupilo para ayudarle con su castigo, el hombre de corona era bastante impaciente y la impuntualidad la reprendía con severos castigos, eso en pocas palabras le aterraba.

La joven respondió tomado su mano y regalándole una última mirada al mas joven de los hombres, quien le devolvió una sonrisa apenada y una sutil despedida con su mano. Indicándole con un guiño de su ojo que la conversación quedaría pendiente hasta que llegara la tarde.

-¡Nos vemos luego príncipe!-. soltó ella sin disminuir ni un poco su simpática sonrisa, hasta que sus cuerpos se perdieron entre los jardines más allegados a la entrada trasera del castillo y fue imposible para Jeon divisarlos.

El sonido familiar de un ave voraz le hizo sonreír en grande mientras sus zafiros redondeles se mezclaban con el azul tenue de un cielo totalmente despejado, buscaba con su mirada al animal que expedito daba piruetas entre las pomposas nubes de algodón. La avecilla intrépida de pronto empezó a descender dándole al príncipe un espectáculo bastante impresionante, caía en picada con tal destreza y gracia que solo podía ser digno de un animal tan majestuoso como ese.

-¡Jinebra! ¡Eso ha sido espléndido!- admiró encantado, aplaudiendo repetidas veces con sus palmas al pajarillo que terminó aterrizando galante en el brazo de su dueño, que estaba cubierto de un cuero especial para que las uñas filosas del ave no le lastimaran. Ese alto y fornido moreno que siempre le brindaba el mayor de los cuidados, el atractivo muchacho que cada vez que podía le alegraba el día con un pequeño obsequio, desde panquecitos dulces con glaseado de miel hasta florecillas olorosas que traía del mismo pueblo que Jungkook jamás en su vida había pisado por prohibición estricta de su padre.

-¡Woonie, Jinebra! ¡Que alegría verlos de nuevo!

El de ojos perlados se lanzó inmediatamente hacía los brazos de aquel hombre fortachon, quien muy felizmente envolvió su fina cintura y lo pegó más a su pecho: -Mi dulce Jungkook, el corazón dentro de mi pecho no ha parado de pedir volver a verte. ¿Por qué cada vez que regreso de alguna misión debo encontrarte en estas fachas?-comentó burlón el mayor entre los dos, limpiando con su dedo pulgar una pequeña mancha en la mejilla colorada del príncipe quien acompañó sus acciones con una carcajada dulzona y cantarina.

-Padre me ha castigado, y ahora debo limpiar los establos por lo que resta de semana-respondió inflado sus mejillas, convirtiendo sus rosados belfos en un puchero prolongado. -Pero no puedo quejarme, lo merezco por mi desobediencia.

-Te ayudaré, un noble de tu estirpe no debe manchar sus manos con éstos trabajos de la plebe, deje que yo lo haga por su merced. -el chico moreno se separó de él y tomó un rastrillo con la intención de comenzar a limpiar todo el excremento que los corceles habían dejado, más la pálida mano del príncipe sostuvo su muñeca y la negativa que hacia aquel joven con su cabeza le hizo detenerse.

-Ni se te ocurra, he dicho que la culpa ha sido mía y por ende yo debo hacerlo. Sería bastante injusto que yo te dejara hacerlo por mí ¿no lo crees?

-¡Aish!-. chasqueo la lengua el moreno viendo al menor arrebatarle el rastrillo-Príncipe, no puedes evitar que te ayude, no quiero hacerlo todo... Sólo o puedo quedarme tranquilo mientras sus manos se llenan de mugre-. Jungkook bufó, rodando sus ojos color cielo, cruzando luego sus brazos para mirar al mayor con diversión.

-No soy de cristal Hyun woo, un poco de tierra no va matarme. Permitiré que me ayudes, pero solo será un poco. Yo haré el trabajo pesado, ¿de acuerdo?

Y aunque el mayor asintió , Jeon no se confió, él sabía de primera mano que terminaría por cederle el trabajo, pues el moreno no lo dejaría ni coger el rastrillo.

-Por supuesto mi dulce príncipe.

-Mhm...-con un rostro serio siendo forzado en sus facciones, se acercó meneando coquetamente sus caderas hacía el más alto y alzó su meñique en una seña que el otro pareció entender sin mucho esfuerzo, eso le hizo sonreír. -Promételo.

Y el mayor tras una carcajada enredó sus dedo con el ajeno, tomando aquel gesto como un impulso para acercarse peligrosamente al chiquillo de rostro hermoso. Tal cercanía aflojó un ligero nerviosismo en el menudo cuerpo de Kook, sentimiento que sus mejillas coloradas mostraron en bandeja de plata. Un par de belfos se posaron en su mejilla, poquito, ni siquiera fueron segundos, pero el corazón del mayor casi explotó con la sensación chispeante que ese contacto generó.

-Lo prometo.-y recibir esa hermosa sonrisa que el azabache le dedicó fue suficiente para derretirse por completo.


-¿Qué está pasando aquí?-. Inquirió casi escupiendo sus palabras un castaño claro, con un rostro ceñudo y sus brazos cruzados sobre su pecho. Sus ojos finos acuchillaban como dagas filosas al pelirrojo que reía plácidamente con una de las muchachas del servicio, que se encontraba encerrada entre sus brazos con las mejillas sonrojadas y la cabeza gacha.

-¡Oh, joven park!-. Chilló la chica abriendo sus ojos desmesuradamente, totalmente sorprendida. -Pensé que estaba usted con la princesa...

-¿Muy ocupada?-pregunto barriendo con su mirada al pelirrojo, quien parecía divertirse con la evidente molestia que el de mejillas voluptuosas demostraba por sus gestos y áspero tono. -Llevo esperando el almuerzo de la princesa desde hace veinte minutos.

La chica se sonrojo hasta las orejas al ser atrapada de tal manera cuando estaba estrictamente prohibido los amoríos y parejas entre los empleados, había cometido una infracción y apenas era su primera semana. -Joven park, yo...-sus palabras trastabillaron temerosas, algo que hizo a Jimin rodar sus ojos emanado una actitud pedante. Cabe destacar que aquel dulce castaño era de temer cuando su enojaba.

-Vuelve a tu trabajo SunHee, y que ésta sea la última vez. No quisiera que el rey se enterara que montas éstas «escenitas» en su cocina-. Dijo con exigencia sin ablandar su duro semblante, la chica asintió reverenciándose mientras soltaba un montón de disculpas que Park pasó de largo, pues lo que menos le importaba en ese momento era escuchar a la impertinente jóven.

Cuando ambos chicos quedaron a solas, SeokJin aprovechó el momento para acercarse a Park y con un brazo rodeó su cintura logrando pegar de algún modo sus cuerpos.

-Mhm... ¿Qué fue eso?-. Preguntó hundiendo su nariz en el cuello del almendrado, aspirando un poco para embriagarse con sutil perfume. Jimin ni se inmutó ante la cercanía de esos gruesos labios en su cuello.

-Lo mismo pregunto yo, Capitán Kim. -ante el contraataque del menor, SeokJin se carcajeo absolutamente divertido haciendo a Jimin fruncir más el ceño. ¿Se burlaba de él? Vaya partido.

-Hablábamos, la señorita SunHee me contaba sobre los deliciosos platillos que servirán esta noche en la cena.

-Ya veo. -respondió cortante. Jin alzó una ceja aún divertido.

-¿Estás molesto?-. y ésta vez quién rió fue el castaño, soltó una carcajada seca y sarcástica, para nada cómica. Hasta podría decirse... Dolida.

-¿Yo? ¡Já!-. Dijo Jimin fingiendo limpiar una lágrima de su ojo derecho. -¿Por que habría de estarlo? No te confundas, después de todo el Capitán es un alma libre ¿no? Un don Juan, un rufián... ¡Un vil mujeriego! ¿Qué puede hacer un picaflor como para que yo siquiera pretenda molestarme?

-¡Ah!-Exclamó él pelirrojo llevándose una mano al pecho, fingiendo sentir una flecha atravesarlo. En cierta parte le dolían sus palabras, un apretón surgió en su corazón, más seguía dándole gracia la actitud del chico que robaba sus suspiros. -Mida sus palabras, joven Park, ¡me ha lastimado! es cruel, has hecho a mi pecho oprimirse... Jiminie es muy malo conmigo. Muy, muy malo.

Un prolongado puchero esponjo sus belfos color bermellón en un gesto tan tierno que hizo a Jimin relajar su semblante antes serio y desdeñoso, era muy fácil caer ante la encantadora forma de ser de aquel atractivo pelirrojo, tenía esa gracia picosa y atrayente que te seducía a tal punto de querer doblegarte a su Merced. Suspirando derrotado acercó sus rechonchas manitas al rostro buenmozo del capitán, quien socarrón dibujó una sonrisa en sus rostro atreviéndose a dirigir, sin permiso alguno, sus manos escurridizas cada vez más abajo de la cintura ajena.

-Mi corazón igualmente se oprime capitán, pero usted no parece querer notarlo y eso hace que duela más. -sus palabras fueron un susurro quedito, apenas audible, más SeokJin lo escucho perfectamente provocando que su corazón se transformara en una catástrofe de latidos acelerados que el castaño sintió al estar prácticamente pegado en su amplio pecho. Eso le hizo sonreír.

-Mi dulce tormento, tu preocupación es innecesaria, pues tú sabes más que nadie en éste mundo lo mucho que yo te adoro... No existe, y aseguro que no existirá, alguien capaz de igualar el abismo en el que tú me has empujado. Por ti y para ti... por nosotros es que he decidido volver, mí cuerpo puede que sea libre; más mi corazón es completamente tuyo.

-¿Cómo sé que esas no son solo palabrerías que endulcen mi oído?¿Cómo puedo confiar en ti nuevamente? Dime, ¿qué gano yo entregándote otra vez mi corazón?-los ojos pardos de aquel alto hombre le miraban con adoración, extrañaba esa calidez que su cuerpo emanaba, extrañaba su varonil aroma y pícaras palabras, lo extrañaba a él y sus churrerías que le sacaban siempre miles de sonrisas. Si era así entonces, ¿cuál era su temor?

Su mirada fina evadió la contraria, no quería verse indefenso frente al hombre que podía destruir su mundo con solo una caricia, era incluso un desafío mirarle a la cara cuando el otro estaba tan cerca que podía sentir su respiración rozarle la mejilla. Unos dedos largos sujetaron su barbilla incintándole a que le mirara, pero al girar su rostro no recibió solo una mirada, a ella se anexaron dos esponjosos labiales que se posaron sobre los suyos en forma de promesas mudas que Jimin era incapaz de cuestionar por más que su conciencia testaruda se lo gritara.

Su labios se movían danzantes, al ritmo de un vals lento y parsimonioso, el sabor de sus bocas era chispeante y sus pieles prometían quemar con cada pequeño roce deseosos de querer ir mas allá de un simple contacto. Pero aquella minúscula parte de Jimin que aun razonaba le obligó a separarse jadeante y con bochorno de aquellos labios que le atraían como un imán.

-Capitán... Seokjin, aquí no podemos, si el rey llega a vernos...-calló, pues un dedo del pelirrojo reposo en sus labios voluptuosos y presionó ligeramente sellando cualquier palabra que el otro intentará articular.

-Tal vez con palabras me sea imposible decirte todo lo que llego a sentir cada vez que mi mirada se posa en ti, pero te ruego por el cielo que no desconfíes nunca de mi tacto, mi piel sobre la tuya, el toque de mis labios... ellos te dirán todo, solo confía en lo mucho que quiero amarte.

-¿No te iras? ¿Qué será de mi si vuelves a dejarme?-y Seok quiso contestar de inmediato que no se iría a ningún lado, pues su lugar estaba en los brazos de su amado, pero fue interrumpido para su desgracia por una voz enérgica y chillona que llegó acompañada de una pomposa criatura llena de pelos tan blancos como las nubes en el cielo.

-¡Oh, vuelve aquí bribón!-. y su momento romántico se fue al caño por culpa de un quejumbroso príncipe en ropas desaliñadas y respiración agitada, como si hubiese corrido por un sendero lleno de asqueroso y pestilente barro. Los hombres de mayor edad se congelaron sorprendidos cuando aquellos luceros color cielo se posaron curiosos sobre ellos, el dueño de éstos alzó una ceja y tras esto los dos hombres cayeron en cuenta de su situación un poco peligrosa y bastante embarazosa. Habían sido sorprendidos en una posición un poco, por no decir mucho, comprometedora. Separándose más rápido que el aletear de un colibrí se encontraron en la desesperada búsqueda de alguna palabra que los excusara de ese embrollo, más fue el príncipe que rompió el silencio incómodo que los había rodeado sin querer.

-Hyungs... que peculiar manera de encontraros, ¿qué hacíais?-inquirió al parecer con bastante interés en conocer los mil y un motivos del por qué su tutor actuaba de una manera tan plácida al estar pegado de esa manera tan... singular, en el pecho de su primo.

-¿Nosotros?-. Ah, y se sentía realmente estúpido al responder aquello, era totalmente obvio que hablaba de ellos. El nerviosismo que carcomía sus entrañas y el fantasma de la calidez de unas manos ajenas sosteniendo sus cintura no le dejaban pensar con claridad absoluta. Tonto, Park Jimin eres un completo mentecato.

-Por su puesto, ¿a quién más habría de dirigirme si no es a vosotros? Puedo aseguraos que no es al perro-, comento burlón señalando con su dedo índice al cánido que plácidamente degustaba de los sabrosos platos que solo él podía conseguir en los desechos. -¡Y tú pequeño ladrón deja eso!

'Wof' otro ladrido recibió como respuesta a lo que el príncipe rodó sus ojos.

-Y bien, ¿de qué me he perdido?-Indago. Jimin trago duro.

-Charlabamos-la respuesta fue dicha por el pelirrojo mas alto quien recibió la mirada de ambos menores, siendo el castaño sorprendido por la escasez de duda o nervios en sus firmes palabras.-¿cierto Jimin?

Y algo mas rojos que las hebras del capitán Kim, eran los mofletes gorditos del susodicho, el cual asintió tímidamente perdiendo su mirada en la gran sonrisa de satisfacción que se extendió en el rostro hermoso de seok.

-Ya veo-, dijo para nada convencido, no era la persona más observadora del mundo, pero dos hombres de sus estirpe no «conversaban» tan pegados, mientras se escondían en el rincón menos transitado de la cocina. -No preguntaré más, ya estoy siendo demasiado entrometido.

"¡Wof!" el fuerte ladrido de la pequeña bola de pelos hizo a todos voltear a verle, llevándose la asquerosa sorpresa de que el piso de la cocina estaba hecho un verdadero lió.

-¡Ey , tú deja eso sabandija!-reprendió Jimin correteando tras el animal que llevaba un jugosos filete entre sus dientes-¿de dónde ha salido ese chucho?

la pregunta hizo a Jungkook encogerse, acomodando sus finos y redondeados anteojos sobre el puente de su nariz, -Yo no tengo la menor idea hyung... no es como si, de alguna manera, intentara llevarlo a mi habitación a escondidas cuando específicamente lo tengo prohibido...-la mirada acusatoria que su mentor le dedicó le hizo tragar saliva. -Iba a mantenerlo a mantenerlo oculto en mi habitación, lo juro

-¿Acaso estás loco? ¡Tu padre te mataría! sabes la alergia horrible que le tiene esa esos animales-tras aquella pequeña confesión Seokjin abrió muchísimo los ojos demostrando entera sorpresa al enterarse de aquello, y llevándose una mano a la barbilla fingió pensar algo grandioso.

-Yo digo que lo llevemos con él, quién sabe. Tal vez así, con la cara hinchada y sin poder respirar se divierta un poco el amargado-comentó risueño recibiendo una mala mirada de cacheton. -O quizás yo me divierta mucho

-Tú cállate, por favor. No aportas nada SeokJin-. Recrimino Park, volviendo a su tono tajante.

-¡Ah,! ¿ahora si me llamas por mi nombre!-discutió el otro totalmente ofendido.

Jimin masajeó el puente de su nariz tratando de contenerse y no golpear al hombre mayor por su infantil comportamiento. -Solo lleva a ese chucho a su hogar, no quiero que se llenen de pulgas las alfombras del palacio-y ese comentario pareció ofender al cánido pues ladro fuerte mostrando sus afilados colmillos al castaño, quien como repuesta se llevo un susto tremendo-¡Ya ves, tiene rabia!

-No tiene rabia hyung, solo no le agradas-Espeto Jeon rodando sus ojos burlón. -¡Solo deja que lo conserve! te prometo que no ocasionará problemas-. Muy tarde, justo cuando sus palabras finalizaron un monto de platos, ollas y cubiertos cayeron al suelo provocando ruidos tan estruendosos como un montón de trompetas desafinadas, o quizás algo parecido a las copas de vidrio que se partían una tras otra cuando su padre cantaba a toda voz mientras se daba un baño.

-¡Joder!-Exclamó desprevenido el príncipe y Jimin golpeo su cabeza con rudeza.

-¡Ese vocabulario, príncipe!-reprendió con molesta la grosería, abochornado a su joven pupilo cuyos mofletes se coloraron de un cálido bermellón.

-¿Qué ha sido todo eso?-indagó el azabache. Park lo miro con obviedad.

-¿No es obvio? ¡el chucho lo ha destruido todo! ¿ya ves por que no debemos tenerlo aquí?

-Ay por dios, es solo un perro Jimin, solo deja al chico conservarlo.-intervino Seok quien al estar exento de la conversación, se dedicó a recoger el desastre que el causante de la discusión había provocado.

-¿Estas de sus lado?-cuestionó el de hebras caoba pareciendo estar demasiado ofendido .

-Por supuesto.

-¡No puedo creerlo! ¡eres un irresponsable!

-¡Basta ya ustedes dos! ¡Parecen esposos!-corto el menor de todos con cierto toque de burla en sus palabras. Kim con picardía lamió sus labios.

-Pronto, pronto-soltó luego ladeando una sonrisa, Park solo quería que se lo comiera la tierra y los expulsara en un volcán ardiente. Aquel apuesto capitán parecía agasajarse al humillarlo de tal manera frente a su estudiante. ¡Que descarado

-¡Oh, joder Kim Seokjin no has dicho eso!-hastiado exclamó el mentor Park pisteando el suelo con mucha fuerza, Jungkook por un momento se sorprendió, más las risas llegaron después. Ese par eran comiquísimos.

-¿Qué hay con lo de no decir malas palabras Jimin-ssi?

-¡Solo llévate a perro a tu habitación!-concedió inconscientemente tras un estallido bochornoso, sin darse cuenta el peso que conllevaban sus palabras. La sangre calentita que subía por sus rechonchas mejillas hasta colorearlas de rosa, parecía evitar que sus pensamientos fueran los más claros posibles

-¡Gracias hyung!-con una enorme sonrisa tomó al perro entre sus brazos y corrió fuera de la cocina antes de que su tutor se arrepintiera luego.

-¡Acabo de concederle el permiso de quedarse con el perro, cierto?

-Efectivamente Jiminie

Jimin derrotado se acercó al pelirrojo y se dejó caer en su pecho, permitiendo a Kim rodearlo con sus brazo mientras acariciaba su castaña melena-Estoy muerto. Muy muerto.

-¡Enha, tienes que ver ésto!-canturreo contento el azabache saltando a la cama donde la bonita jovencita descansaba plácidamente leyendo algún libro, la de vestido color crema posos sus deslumbrantes luceros en la bola de pelos blancos que el príncipe buscaba enseñarle y que cargaba entre sus manos con tanta alegría .

-¿Dónde los has conseguido? ¡es bellísimo!-dijo ella agrandando una sonrisa de labios pomposos y a Jeon no pudo parecerle más sublime su gesto, -¿es para mí? en mi reino se acostumbra a dar cien ovejas, pero ésto es algo innovador, y acepto sin prejuicios.

-No es para ti-susurro con las mejillas calentitas, sabía el significado del comentario ajeno y eso le usaba bastante vergüenza, ¿la chica sugería una propuesta de casamiento? Oh, esas cosas siempre le aterraba. No era por Eunha, pues la joven contaba con una sublime apariencia y una personalidad brillante... más no se veía junto a ella de una forma más que amistosa, las relaciones románticas no iban con él por ahora. -Él ha venido a mi y su procedencia es una verdadera incógnita.

-¿Has visto eso? ¡En su cuello cuelga una joya!-exclamó señalando con su dedo índice la pieza cerúlea que colgaba bailarina en cuello peludo de aquel canino, Jungkook tras echarle una mirada fisgona alzó sus cejas un tanto asombrado, él estaba seguro de no haber visto ninguna joya colgar del perrito cuando lo encontró merodeando por los jardines, ese detalle había aparecido de la nada... Era bastante extraño.

Mientras la joven sostenía al peludo animal, Jungkook se dedicó a quitarle la alhaja para alzala frente a su rostro grácil, llegando a fascinarse con la majestuosidad que provenía de ella ... era de un inconfundible color añil, tan profundo como un mar abierto en tiempos de fuertes lluvias, pero a su vez constaba de un brillo noble como el de una estrella de esas que en el cielo brillaba hasta el amanecer, y si observabas con mayor atención podías vislumbrar un pequeño movimiento parecido a las olas del mar cuando chocaban estruendosas contra la fina arena de una playa, una vista virtuosa.

El observar aquel reflejo le llevó en la necesidad de querer llegar más lejos, alzó más la joya dejando que los tenues rayos del sol la traspasaran, esto provocó que un destello cegador terminara por aturdir a los jóvenes nobles quienes parpadearon sumamente desconcertados. El de cristal de corte ovalado al ser tocado por sus dedos brilló y no por causas de los rayos del sol, sino por una razón imposible de explicar, esa misma razón que provocó un calor inaudito atravesara cada pequeña parte del cuerpo menudo del príncipe... podía jurar que hasta escucho el sonido inconfundible de las olas chocando serpenteantes contra la baia.

'¡Wof, wof!' de pronto el lobo blanco ladro contento, dando vueltas sobre su propio eje, algo que hizo a la castañita reir conmovida.

-Parece que quiere que la conserves, príncipe... ¿Jóven príncipe, está bien?-inquirió al chico alto que parecía estar ido entre el brillo alarmante de aquel bonito zafiro. Jungkook quiso contestar, en serio lo quería, más su boca era incapaz de moverse para articular siquiera palabras simples; había una nostalgia desconocida que se instaló en su pecho e hizo a su corazón galopar cal corcel salvaje, le hizo sentir inquieto de alguna manera.

-Yo... estoy bien. Solo me encuentro bastante sorprendido... es eso-respondió él luego de un instante, tomándome el atrevimiento de colocarse el collar alrededor de su cuello, sintiendo de pronto un calor quemar de manera agradable la piel que exponía su fina camisa de telas color celeste.

-¡Príncipe! Le recuerdo que usted prometió mostrarme algo y espero cumpla su promesa-Recordó la mayor mientras acariciaba el pelaje del pequeño lobezno que descansaba recostado en sus faldas floreadas dejando a la vista su rosada pancita en búsqueda de un sutil toque.

-Eso no lo he podido olvidar, mi linda dama ¡justo por eso la he llamado! Ahora que un momento tenemos y antes de que nuevamente seamos solicitados, salgamos sigilosos y muy callados hacia el lugar que mostraros quiero.-Una sonrisa cómplice tiro de los labios rosáceos de la princesa, mas desapareció al instante cuando se levantó con intenciones de pegar una oreja a la puerta de madera que los separaba del resto.

-¿Cómo? No puede salir de aquí, su castigo en eso se basa. Tra la puerta debe haber guardias que vigilan nuestros pasos y si nos atrevemos a salir tu penitencia será prolongada, siendo probable que yo tambien me gane una buena reprimenda.

Jungkook pronto formó una sonrisa ladina mientras caminaba galante hasta la biblioteca que cubría, casi en su totalidad, una pared de su extenso cuarto; todo bajo la mirada atenta de una curiosa Eunha a quien casi se le sale la mandíbula al ver cómo el joven Jeon movía un libro azul de esa repisa y luego ésta de hacia a un lado para dejar al descubierto una enorme abertura que seguro era un pasadizo secreto, como esos que su dulce abuelita Yoo le contaba de pequeña.

-¿Quién dice que hemos de salir por esa puerta-preguntó con cierto deje de jactancia pintado en sus semblante sonriente. Eunha se removió sorprendida.

-¡Sorprendente!-exclamó nuevamente en un tono quizás demasiado alto y que podía llegar a meterlos en muchos problemas. Con un dedo en su boca Jungkook la siseo, algo que generó vergüenza en la chica quien se coloro de mejillas.-Lo siento mucho.-murmuró esta vez más bajito tapando su boca con una de sus blancas manos, y Jeon con una sonrisa asintió, una tanto divertido.

-Vamos-extendió su mano hacia la chica en un gesto que le invitaba a sostenerla de vuelta, y seguirlo a donde sea que apuesto joven quisiera llevarla. Cuando Eunha respondió a esa sugerencia posando su mano sobre la ajena, el peludo can ladró entre revoltosas volteretas que alarmaron a los jóvenes al instante.

-Calla, calla perrito.... shh...-susurró la mayor correteando al animalillo por encima de la gran cama, muebles, por debajo de las mesas hasta el armario dónde por un momento logró alcanzarlo, pero luego, como un gusano escurridizo volvió a zafarse para escabullirse como un intruso hacia el pasadizo detrás de la biblioteca amaderada. -¡Ven aquí!

Y tras el chucho corría una castaña, que sin notarlo entró también a la oscuridad de ese espiral de escaleras y pasillos oscuros que por generaciones los del clan Jeo habían utilizado para sus escapes y escondidas de ataques externos, guerras y hasta intentos de someter su largo reinado.

Una puerta estrecha que dirigía a una encrucijada de numerosas habitaciones, con paredes sólidas e inquebrantables, y laberintos que podían desquiciar a cualquiera que no conociera los secretos sucios que escondía el enorme castillo Jeon; un lugar terrible con entidades oscuras y bestiales guardianes que la princesa desconocía y que por un burdo error Jungkook dejo que se metiera. ¡Estaba en muchos problemas!

Vaya lío en el que se había metido.

-Jeon Jungkook, ¿Por qué siempre metes la pata?

¡He vuelto! Y por fin después de años público un nuevo cap!❤️✨ He estado bien desaparecida, pero mi excusas son las perras clases virtuales 🤡 ya que por fin culmine con mis actividades escolares me tendrán conectada bastante!

Tengo varias cositas pensadas para esta historia jejej, y cuenta como un spoiler decirles que dentro de unos cuantos capitulos más veremos a unwstro querido TaeTae!🦁

Este cap está dividido en dos partes y la segunda la publicaré en cuanto la reescriba ✨❤️ Espero vernos pronto kdkdndk ¡Les quiere, su linda aurora!

T A E R I T Y🍒

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