Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Único

El viento corría a gran velocidad, pegándole del lado derecho de su cuerpo, casi congelándole el rostro. Su cabello castaño volaba hacia la izquierda revolviéndose brutalmente.

Frente a él había lo que todo el mundo llamaría una vista espectacular. El cielo atardecido, con el Sol escondiéndose tras el horizonte que el agua en el río formaba. El agua estaba calmada, tan tranquila que casi podía ocultar lo tan malvada y agresiva que podía volverse en tan sólo unos segundos.

Su corazón palpitaba vuelto loco en su pecho ante lo que en su mente se presentaba. El agarre que sus manos formaban en el grueso barandal se tornó fuerte y casi doloroso para sus frías y temblorosas manos morenas. Sus ojos bailaron de izquierda a derecha en busca de valentía, barrieron el barandal luminoso frente a él, deteniéndose en cada frase que había ahí.

Su pecho dolió al pensar en los días que llevaba sin comer. Todo le causaba repulsión y sentía que vomitaba con tan sólo oler algo de comida cerca suyo.

¿En qué estoy pensado? En que sigo perdiendo tiempo. Sigo gastando oxígeno. Sigo estorbando. No sirvo para nada. Soy un cobarde.

Lo que debí haber hecho hace bastante tiempo. Acabar conmigo mismo de una vez.

No lo sé. Supongo. Sí. No hay otra cosa qué hacer.

Sus ojos picaron y sus párpados bajaron a prisa volviendo toda su vista oscura. Tenía frío. Tenía miedo. Se sentía abrumado. Su respiración se volvió pesada, entrecortada y sus manos volvieron a apretar el barandal dolorosamente. Era el momento. Ya no había nada más qué hacer. No había marcha atrás.

Todo era silencioso. Solitario. Como siempre había sido su vida. No había diferencias. No había nadie por quién quedarse. Ni siquiera él era una razón.

Una vez abrió los ojos decidió que este era el momento.

Usó sus fuertes brazos para impulsarse hacia arriba, colocando una pierna sobre el barandal y después la otra. Quedó sentado, con las piernas y los pies colgando en el aire. Su mirada se clavó en el ahora oscuro, profundo y helado rió bajo él. Tanta belleza en aquel enorme puente sólo servía para cubrir todas las penas ahogadas y tristes historias que yacían hundidas ahí.

Miró al cielo una última vez y sonrió fúnebre para sí mismo. Soltando su agarre, echó su cuerpo hacia adelante, dejando que el peso hiciera lo suyo y lo llevara hasta las profundidades heladas de su fin.

El horrible y doloroso golpe llegó más pronto de lo que esperaba.

Con un fuerte dolor en su espalda, culo y nuca, la vida le golpeó. Sus ojos se abrieron tan grande que parecían poderse salir de su lugar. Su boca se abrió en busca de aire, como un pez fuera del agua.
Sus recuerdos, tanto buenos como malos, parecieron proyectarse en su mirada cual película en velocidad 2x.

Era una conmoción tan grande la que lo golpeó que prácticamente no sintió el choque del asfalto contra su cuerpo. Ni siquiera notó el fuerte tirón de ropa que aquel muchacho de cuerpo pequeño le había dado desde la espalda.

—¡¿En qué estabas pensando?! —gritó el joven desconocido.

Sus ojos parpadearon un par de veces, volviendo a la realidad.

—¡¿Por qué querías lanzarte?! —los ojos del pelinaranja estaban brillando.

—¡¿Acaso tienes idea de lo que pudo haberte pasado si no te hubiera tirado hacia atrás?! —las lágrimas comenzaron a caer de los ojos grandes y redondos del desconocido.

Recién reaccionó al notar aquello. ¿Por qué este chico lloraba por él? ¿Por qué lo había salvado? ¿Quién era él?

—Si te sientes tan mal debiste hablar primero con alguien —le dijo con la voz entrecortada, sorbiendo su nariz.

—N-no tengo a n-nadie —contestó. Logrando respirar adecuadamente por primera vez en las últimas tres semanas.

—¿Es eso así? Pues ahora me tienes a mí. Soy Kim Hongjoong y desde ahora somos amigos, ¿quién eres tú?

—M-Mingi... —tragó saliva—. Song Mingi.

—Bien Mingi, quiero que sepas que no estás solo. Eres tan valioso como cualquier persona lo es. Tienes a una familia que te ama y espera en casa, no puedes hacerles esto.

—No tengo una familia.

—Pues entonces hazla tú mismo. Yo tengo una madre, un padre, un hermano menor y un perro. Desde este momento son tuyos también. Tienes ahora una madre que cocina hasta porque está triste, un padre que trabaja por sus hijos y ve el fútbol todos los sábados por la tarde, un hermano berrinchudo que siempre quiere jugar contigo y un perro que se pone feliz cuando te ve llegar, por favor no les hagas preocupar lanzándote de un precioso puente que sólo debería ser un atractivo turístico.

Hubo un silencio corto que duró quizá un minuto.

—Tú... ¿Alguna vez quisiste morir?

La pregunta hizo que Hongjoong se tensara. Tras dar una respiración de valentía asintió con su cabeza.

—En el pasado vine aquí a hacer exactamente lo mismo que tú. Me sentía tan mal conmigo mismo, era insuficiente, nada estaba bien, no había sentido en seguir aquí. Sin embargo hubo alguien que me salvó en aquel momento. Esa persona lucía tan asustada que me sentí mal por haber sido el causante de sus preocupaciones —una sonrisa se formó en los labios de Kim, recordando con gusto lo que iba a decir—. Esa persona me dijo que ese no era mi momento de partir. Me dijo que era joven y debía luchar por encontrar un propósito en la vida. Recuerdo que fui terco y le dije que no habría uno, que era inútil continuar. Entonces él me dijo que lo hiciera mi propósito. Que luchara por él y por todos los que no pudieron luchar en su juventud. Que debía resistir por todos aquellos quienes no tuvieron a alguien que los detuviera y les animara. Entonces, henos aquí, Song Mingi. Sé la fuerza que muchos otros no tuvieron y acabaron con su vida tal y como tú querías hacerlo hace unos minutos. Sé la fuerza que te falta, sé tu propio propósito, tu propia meta, sé tú propia luz y sé la luz de aquellos que siguen a oscuras. Sé mi luz, por favor.

Los ojos de Mingi brillaron a la par de los de Hongjoong, volviéndose constelaciones preciosas simultáneas que iluminaban el universo del otro.

Las lágrimas escurrieron por sus lados cuando no pudo retenerlas más y Hongjoong se fue sobre él que yacía aún en el suelo para abrazarlo. Fue ahí cuando entonces Mingi se dió cuenta que tenía una oportunidad más. Que aquel chico de cuerpo pequeño y cabellos naranjas deslavados había aparecido para darle la razón que necesitaba para seguir viviendo.

___________________

14 de Enero del 2020

“Todos tienen su propio ritmo en la vida. Algunos caminan rápido, algunos caminan lento y otros se detienen. Como sea, siempre hay una razón para cada ritmo. Porque ser diferente no es nada malo. Independientemente de si caminas rápido, lento o de si te detienes. Porque estaremos a tu lado para que vivas tu vida y la vivas feliz”.

Gracias por estar vivo/a.

Ʀ Є Ɲ

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro