𝟎𝟏𝟐: 𝐇𝐚𝐲 𝐚𝐥𝐠𝐨 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐭𝐮 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐲 𝐭𝐮 𝐚𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨
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𝑶𝒉 𝒃𝒂𝒃𝒚 𝒃𝒂𝒃𝒚,
𝑻𝒉𝒆𝒓𝒆'𝒔 𝒔𝒐𝒎𝒆𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈 '𝒃𝒐𝒖𝒕 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒂𝒏𝒅 𝒂𝒇𝒇𝒆𝒄𝒕𝒊𝒐𝒏.
𝑰'𝒎 𝒈𝒐𝒊𝒏𝒈 𝒄𝒓𝒂𝒛𝒚.
𝑻𝒉𝒆 𝒕𝒉𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕 𝒐𝒇 𝒚𝒐𝒖 𝒊𝒔 𝒅𝒓𝒊𝒗𝒊𝒏𝒈 𝒎𝒆 𝒘𝒊𝒍𝒅...
'𝑪𝒂𝒖𝒔𝒆 𝑰 𝒍𝒐𝒗𝒆, 𝒍𝒐𝒗𝒆, 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒎𝒂𝒌𝒊𝒏𝒈 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒕𝒐 𝒚𝒐𝒖,
𝑩𝒖𝒕 𝑰'𝒎 𝒔𝒕𝒖𝒄𝒌, 𝒔𝒕𝒖𝒄𝒌, 𝒔𝒕𝒖𝒄𝒌 𝒐𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝟐𝟎𝟐.
𝑾𝒐𝒏'𝒕 𝒚𝒐𝒖 𝒉𝒆𝒍𝒑 𝒎𝒆, 𝒉𝒆𝒍𝒑 𝒎𝒆?
(𝑱𝒖𝒔𝒕 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒕𝒐 𝒇*𝒄𝒌 𝒚𝒐𝒖 𝒕𝒐𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕)
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Narrador Omnisciente:
Los meses habían comenzado a transcurrir desde aquella conversación en el dormitorio de Ben donde él y Mal casi terminaron y decidieron hacer su relación privada.
El fin de semana de la joven pareja junto a los ex-reyes en el castillo había sido un gran momento para todos. Convivieron muchísimo y se divirtieron como una familia, aun cuando la pelimorada no era parte de ella de manera legal. Para los padres del rey era la persona indicada para su hijo. Sabían que tenían un gran futuro por delante.
Al día siguiente regresaron a la preparatoria y siguieron como lo habían estado haciendo hasta ahora. Las siguientes semanas transcurrieron rápidamente.
Ben tuvo pocos momentos de distracción ya que esa época del año siempre estaba cargada de trabajo. Entre eventos, reuniones interminables con el Consejo de Segundones, leer papeles, firmar documentos y redactar proclamas su tiempo libre era escaso y lo usaba para ir a clases y descansar.
Claro que eso no evitó que hiciera lo posible por pasar ratos con sus amigos, sus padres y su novia. Él y Mal solo habían tenido unas pocas citas en esos meses, pero cuando las tenían eran los momentos más preciados para los dos. Muchos de sus encuentros ni siquiera eran citas, más eso no le quitaba importancia a esas ocasiones.
Mal también había estado bastante ocupada esos días. Entrarían a la universidad el año entrante, pero para poder ser aceptada en las que más le gustaban debía comenzar a organizar su portafolio artístico y se estaba esforzando al máximo con sus notas. De por sí le iba bien cuando llegó a Auradon, pero ahora era parte de los diez estudiantes con promedios más altos en su año junto a Ben, Doug, Jane, Carlos y Evie.
Ya le habían llegado cartas de sus dos opciones de respaldo y de la universidad principal. En ellas le indicaban que podía comenzar a enviarles sus obras para tener un registro y que estaba en la lista para presentar el examen de ingreso a finales de ese mismo año.
Visitaba el castillo cada vez que podía para pasar tiempo con los Beast, en especial con Ben. Ya era tan común que estuviera allá que Bella le preparó una habitación cerca de la de su hijo y le dijo que podía dejar cosas suyas ahí para cuando vaya.
Por el momento, seguían siendo las mismas personas quienes conocían su secreto. Aunque eso no impidió que aceptaran la salida grupal que había propuesto Lonnie donde fueron al cine y a un parque de atracciones. Todos se habían divertido mucho.
También tuvo una noche de películas con sus mejores amigos, Doug y su novio. Incluso tuvieron una cita doble con la pareja amante de la química en donde salieron a comer encubiertos a un restaurante de hamburguesas poco conocido pero muy bueno.
Esos meses habían sido geniales, y ya solo quedaban dos para terminar ese año escolar. Dos meses en lo que esperaba estar lista para que ella y Ben volvieran a hacer pública su relación. Se podrían quitar a la prensa de encima y a Alena, quien trataba de impresionar a Ben sin éxito alguno.
Sinceramente, a Mal le daba un poco de lástima la chica. No porque coqueteara con su novio, sino porque notaba en ella una gran desesperación por encajar y resaltar. Pero no lo admitiría cerca de ella, no cuando la rubia se esmeraba en hacer como si ella no existiera o lograba que la prensa persiguiera al castaño. Eso solo logró que Mal mantuviera su lástima alejada y simplemente le cayera del asco.
Como sea, el hecho de que Ben y Mal no estuvieran teniendo citas seguido no significó que sus encuentros frenaron. Todo lo contrario, a veces ellos mismos se preocupaban por lo intenso y adictivo que se había vuelto hacer el amor para los dos.
Muchos de sus besos terminaban en momentos de pasión desenfrenados. Desde la fiesta de Chad comenzaron a explorar y hablar de más cosas sobre las que no se habían atrevido antes. Se sentían desbordados de hormonas incontrolables a cada rato.
Ya habían sido tantas las ocasiones en que se habían dejado llevar que perdieron la cuenta.
Mal se mordió el labio inferior y tamborileó los dedos con impaciencia en su escritorio. Miraba el reloj del salón, esperando a que la hora pasara más rápido. Ni siquiera sabía porqué tenía que estar allí, el profesor ya había corregido su trabajo, pero no dejó que nadie saliera hasta el final de la clase.
Revisó su teléfono y leyó el mensaje. Ya salí de mi oficina. Sonrió internamente. Ya tenía rato creando su excusa. Recogió sus cosas y las guardó en su mochila. La colocó en su hombro, acercándose al profesor.
-¿Le molesta si me voy ahora? Ya solo quedan veinticinco minutos y debo adelantar un proyecto para la clase de la tarde - se excusó.
El profesor dejó de tomar nota y suspiró.
-Está bien, dejaré que usted y los compañeros a los que ya evalúe se retiren.
La ojiverde le dio las gracias y salió del aula. Dio pasos apresurados hasta llegar a su casillero, que estaba bastante cerca del salón. Guardó sus cosas rápidamente y se acercó al punto de encuentro. No tuvo tiempo de reaccionar cuando sintió que una mano la jalaba y empezaba a correr.
-Pensé que no llegarías a tiempo - le dijo Ben, sonriendo.
Ella rió y se dejó guiar hasta donde él la llevaba. Se apresuraron más y contuvieron las risas al oír voces que provenían del pasillo de donde ella venía.
Entraron a paso rápido por una puerta y la cerraron con seguro, apoyándose en ella. Se quedaron quietos hasta que todo se volvió a llenar de silencio. Mal soltó un gritito de sorpresa no muy alto cuando Ben la alzó por la cintura e hizo que rodeara sus caderas con sus piernas. Se rieron, con las frentes unidas.
-Que sitio tan romántico escogiste - dijo ella con diversión.
El rey simplemente se encogió de hombros. Estaban en un depósito prácticamente vacío y bastante limpio. Solo había un estante con pocos artículos y unas dos sillas. Había una ventana alta por donde entraba la luz pero no los verían.
-Era lo más alejado posible, y mi oficina no era opción en este momento - explicó.
La chica se rió y lo besó. El beso era suave y dulce. No se habían visto esos últimos tres días. El ojiverde-miel rozó su nariz con la de ella.
-¿Qué excusa inventaste?
-Dije que tenía una actividad que adelantar para la clase de esta tarde.
-No tienes ninguna clase en la tarde - le recordó con humor.
-Una mentirita no hacía daño - se justificó.
Ben rodó los ojos con diversión.
-Tenemos cuarenta minutos antes de almorzar con los chicos, pero las personas empezarán a salir de los salones pronto - apartó unos mechones morados de su rostro.
-Entonces aprovechemos al máximo esos minutos - dijo maliciosamente, jugando con el cuello de la camisa azul marino de Ben.
Él sonrió y volvió a besarla. La apoyó en la estantería para que no se cayera. No tuvo intenciones de llegar a algo más hasta que sintió las manos de Mal en su pecho. Había sacado lentamente su camisa del pantalón y estaba desabotonando los botones de más abajo.
-Amor... - aguantó un jadeo.
La mano de Mal estaba fría en comparación a la piel de su pecho, la cual acarició con delicadeza.
-¿Um?
La pelimorada llevó sus labios al cuello de su novio. Ben aferró sus manos a la cintura de ella.
-Nos van a descubrir - le dijo, mordiendo su mejilla para no hacer ruido.
-No lo harán, tenemos tiempo suficiente - murmuró cerca de su oído con paciencia - Y estamos bastante lejos.
Mal lo miró a los ojos y casi se lanzó a ella en ese instante. Tenía los labios hinchado por los besos, las mejillas enrojecidas y sus pupilas estaban dilatadas. Deslizó una mano por el muslo de ella, haciendo que lo rodeara con su pierna. Ese día había decidido usar una falda negra de cuero sintético.
-Espero que tengas razón en que nadie nos descubrirá.
Luego de decir eso, unió sus labios con los de su amada. Mal rodeó su cuello con sus brazos y le siguió el beso.
-Ben - jadeó ella, ya no podía contenerse más.
Se oyó el primer gemido antes de que la mano de Ben se posara en su boca con suavidad.
-Nos van a oír, princesa - le dijo en el mismo tono que ella había empleado minutos antes.
Mal cerró los ojos. Demonios, si seguían así tarde o temprano los descubrirían. Pero valía totalmente la pena por sentirse de esa manera con él.
(...)
No mentían cuando decían que las hormonas los dominaban más de lo normal últimamente. El fin de semana después de su encuentro en el depósito decidieron salir.
Ben había dejado su auto en el estacionamiento de la escuela mientras que la esperaba. Mal ubicó el escondite rápidamente y entró al vehículo.
Llegaron al Lago Encantado y pasaron toda la tarde allí. Nadaron, se besaron, comieron la comida que él había preparado y las galletas de chispas y nueces que ella horneó, tomaron una siesta y conversaron. Cuando comenzó a atardecer decidieron regresar al auto para irse de vuelta a la escuela.
El problema fue que a penas comenzaron a besarse antes de que él arrancara el motor, las cosas se salieron de control. La chaqueta de cuero de Mal ya olía a la loción de Ben porque solía usarla en sus citas, pero en ese momento era por lo cerca que estaban del otro.
Eran tan intensos los besos que decidieron pasarse al asiento trasero. Era una suerte que nadie conociera el lugar y que el auto estaba estacionado lejos de la vía, porque si no los hubieran encontrado en el peor momento. La pelimorada estaba sentada a horcajadas del regazo del castaño.
Cayó desplomada sobre el pecho del rey, recibiendo el abrazo de él. Ambos trataban de respirar adecuadamente. El ojiverde-miel besó su coronilla varias veces y acarició su espalda con suavidad.
Mal ladeó la cabeza, tratando de ver lo que quedaba del atardecer. Pero no pudo, ya que las ventanas del auto estaban totalmente empañadas. Tocó el hombro de Ben para que él también mirara. Al abrir los ojos y notar lo mismo que ella no se aguantaron la risa.
-Parece la escena del Titanic - bromeó él.
Su novia no pudo evitar reírse y darle un golpe juguetón en el hombro.
-Incluso dejamos las manos marcadas en el vidrio - le siguió la corriente, señalando el vidrio junto a ellos.
Soltaron carcajadas, por que sí estaban marcadas sus dos palmas, una al lado de la otra. Mal, ya con la ropa arreglada y sentada en otra posición sobre sus piernas, sacó su teléfono.
Se rió cuando Ben oprimió el botón de la cámara y besó su mejilla sonoramente antes de fotografiarlos. Habían salido totalmente adorables, debido a que los vidrios ya comenzaban a recuperar su claridad normal, dejando filtrar la luz naranja y dorada del cielo. Sus ojos brillaban y el sonrojo de Mal se destacaba al igual que sus pecas.
-Ya debemos regresar - le recordó él luego de que le enviara la foto.
La chica hizo pucheros. Ben le dio un beso corto y acarició su mejilla.
-¿Qué tal si compramos un helado antes de llegar? - sugirió.
Ella asintió frenéticamente. Él se rió. Volvieron a los asientos de adelante y se fueron. Compraron el helado, entrando a la pequeña tienda con gorras y lentes de sol, además de tener puestas capuchas.
Esa cita había sido bastante interesante.
(...)
Ben no había podido asistir a clases en los últimos dos días por culpa del trabajo. Las reuniones se extendían y pasaba horas firmando documentos. Así que cuando Mal salió de clases se dispuso a darle una sorpresa. No tenía nada pendiente porque había adelantado tarea con sus mejores amigos en las horas libres.
Le hizo un precioso dibujo de ellos dos. Los había dibujado a ambos en el escondite en el castillo. Los dos se balanceaban en los columpios y las flores de alrededor estaban iluminadas por el sol. Se lo plastificó para que pudiera conservarlo mejor. Era uno de los gestos más románticos que le había hecho en cuanto a lo material, pero valía la pena.
Llevó té verde, el cual Bella le indicó como preparar para que quedara como se lo prepara ella, en unos termos de café y una bandeja con sandwiches de mantequilla de maní y jalea. Además de un envase lleno de fresas. Tomó una manta a cuadros y metió todo en su mochila.
-¿Vas a ir ver a Ben? - la intorrogó Evie.
Ella veía televisión en su cama junto a Doug. Él la abrazaba, recostado en su regazo, estando dormido. La peliazul le acariciaba el cabello. Mal sonrió ante esa imagen. Su amiga lucía tan feliz y radiante. La pelimorada ajustó su coleta y guardó su celular en el bolso.
-Así es. Sé que no ha descansado nada estos días. Quiero que tengamos un picnic en su oficina, para que por lo menos se distraiga un rato.
-Eso es muy lindo - dijo con emoción - Avísame cuando vayas a regresar.
Mal sonrió con malicia.
-¿Planeas seducir a Doug mientras no estoy? - bromeó.
Su mejor amiga se sonrojó.
-Tal vez... - respondió la ojimiel.
-Mientras que no se sobrepasen de tu cama, todo bien.
La diseñadora puso los ojos en blanco, haciéndola reír.
-¿Crees que Deborah te deje entrar? - preguntó Evie, refiriéndose a la secretaria de Ben.
La chica pasaba algunas horas allí solo por si acaso. La familia del castaño la ayudaba a financiar su carrera en la universidad por su trabajo.
-No creo que esté allí hoy. Sé que es su día libre.
Se despidió de su mejor amiga y caminó hacia la oficina de Ben en la escuela. Usó algunos atajos por donde no la verían llegar. Estaba alejado de casi todo para pudiera tener tranquilidad, así que al llegar a ese piso se alivió por no haberse topado con nadie.
Tocó la puerta con suavidad y esperó la respuesta de Ben para entrar. Cerró la puerta, viendo lo concentrado que estaba su amado en su trabajo. Se compadecio de él al ver unas ligeras ojeras bajo sus ojos y la gran pila de papeles en la que ya había trabajado. Se paró a su lado y acarició su cabello, haciéndolo reaccionar.
-Hey - la miró sonriendo.
-Hola.
Ben tomó su mano y besó sus nudillos.
-¿Y eso que viniste?
-Bueno, quise darte una sorpresa - alzó su mochila y la abrió, enseñándole toda la comida que llevaba.
-Eso se ve delicioso, y adoro que estés aquí... Pero necesito seguir trabajando.
Mal negó rápidamente lo obligó a levantarse de la silla.
-Tu mamá y tu papá están preocupados, y yo también. No has dormido ni comido bien esta semana - lo regañó.
-Pero amor...
-Ah, ah- lo interrumpió- Te vas a tomar por lo menos dos horas para ti. Vamos a dejar de lado nuestros teléfonos y te distraerás. ¿Ok? - acarició su hombro.
Él sonrió.
-Como usted diga, jefa.
Ella rió. Acomodaron la manta y se sentaron en el piso. Deboraron toda la comida en poco rato, incluidas las adoradas fresas de Mal. Estuvieron hablando de muchas cosas y reían. La ojiverde estaba feliz de poder subirle el ánimo. Ben a veces podía ser terco como ella cuando se trataba del trabajo, así que era un alivio verlo descansar.
Mal sacudió las migas de su ropa y se puso de pie. Recogió las cosas en su mochila y la puso en el sillón de la habitación.
-¿Ya te vas?
A ella le enterneció el tono que él empleó al hacer la pregunta. Él se puso a su lado. Mal abrazó su cuello y peinó unos cabellos sueltos.
-Quisiera quedarme, pero sé que debes seguir trabajando.
Ben rodeó sus caderas y posó sus manos en su espalda baja.
-¿Y si te quedas al menos unos minutos más?
Mal sintió llegar un escalofrío hacia su estómago cuando el acarició con sumo cuidado un punto ligeramente sensible en su espalda.
-Cariño, deberíamos de empezar a tener un poco más de autocontrol. ¿No crees? - cuestionó.
Él acarició su mejilla.
-Es probable - sonrió, haciendo marcar sus hoyuelos. Su novia casi suspiró al verlos- Pero no haría daño una vez más - esta vez ella no contuvo el suspiro cuando él acarició sus labios con su pulgar - Además, nunca lo hemos hecho aquí.
Mal juntó sus frentes y cerró los ojos. Sus caricias estaban haciendo que lo deseara.
-Eso es cierto - sintió la respiración de Ben cerca de su cuello, haciendo que sus piernas temblaran ligeramente- Pero cualquiera podría venir a buscarte.
-No lo harán - le aseguró, aspirando el aroma de su perfume - En teoría ya debería de estar en casa, así que nadie me buscará. Trancamos la puerta cuando entraste para que tuvieran que tocar si alguien venía.
Mal dio un brinco al sentir como los dientes de Ben jalaban suavemente una porción de piel entre su cuello y sus hombros. A la mierda todo, definitivamente ya lo deseaba. De todos modos su habitación estaba ocupada con su mejor amiga y el hijo de Tontín. Podría dejarlos divertirse mientras que ella se divertía con su novio.
Ben relamió sus labios cerca de los de ella, haciéndole más fácil el unirlos. Él gruñó al sentir la fuerza con la que ella lo besaba. Pasaron algunos segundos hasta que comenzaron a retroceder hasta el escritorio.
-Amor, no quiero dañar tu trabajo - le dijo ella.
El rey la soltó unos segundos. Llevó las pilas de trabajo al archivero y las dejó encima. Apartó los bolígrafos y hojas en blanco que quedaban con rapidez, haciendo sonreír seductoramente a la pelimorada.
-Creo que te corrompí más de lo que creía - soltó una risita.
Ben volvió a abrazarla.
-O simplemente necesitaba de alguien con quien ser rebelde de vez en cuando.
La ojiverde sonrió. Siguieron besándose lentamente, tentando al otro. Ben la ayudó a subirse al escritorio, quedando sentada sobre la madera y con el chico entre sus piernas. La manera en que la miraba la hacía sentir tan especial. No solo era el deseo en sus ojos, era su sonrisa. La admiración y el cariño con el que detallaba su cuerpo. Como siempre le decía que estaba hermosa y la hacía sentir segura de sí misma.
-¿Estás lista? - le preguntó con cuidado.
Quería hacerla sentir bien, a ambos, pero no seguiría si ella no estaba cómoda o ya estaba cansada.
-Sí - dijo con la voz que le quedaba, ni siquiera podía articular algo más largo, pero estaba segura de lo que decía.
Esperó hasta cerciorarse de que todo estaba en orden. Ella lo miró, haciéndole entender que estaba bien.
Se apoyó en su pecho. En la habitación se oían sus respiraciones erráticas.
-Carajo, creo que esta vez fue más fuerte que otras veces - dijo Mal, con la visión aún nublada.
Ben dejó un suave beso en su mejilla. Se despegó con cuidado y retiró el condón, botándolo en el baño. Buscó una toalla pequeña y la humedeció, ayudándola a limpiarse. Mal sonreía, aún más enamorada por las atenciones extra del rey.
La ayudó a levantarse con cuidado, porque sus piernas aún temblaban. Entraron al baño y él dejó que usara el inodoro antes de pasarle su ropa. Se vistieron y se recostaron en el sillón.
-Estoy tan cansada, que creo que me saltaré la cena y me teletransportaré para dormir de una vez.
Ben se rió y la apapachó. Esa era otra cosa que Mal adoraba, siempre que tenían sexo - o más bien, hacían el amor-, él era extremadamente atento con ella. La mimaba, abrazaba y llenaba de besos. También la ayudaba a asearse o simplemente a estar más cómoda en la cama, o donde estuvieran.
-Le escribiré a Doug para saber si ya puedes ir. Así te das un baño primero y duermes más cómoda.
Ella cerró los ojos mientras que él tecleaba en su teléfono. Oyó la vibracion del aparato.
-Me dijo que ya está en el dormitorio y que Evie fue a buscar fruta para cenar. Tienes el camino libre.
Mal suspiró. Busco su teléfono y le escribió a la peliazul que también le llevara algo de comer. Ben la ayudó a levantarse y caminaron juntos hasta la puerta.
-Tus padres deben de estar esperándote, así que no tardes en ir a casa - le pidió.
El rey besó su frente.
-Te avisaré cuando llegue.
Se despidieron con otro beso y ella salió, caminando con tranquilidad todo el trayecto de regreso a su dormitorio. Lo que ninguno esperaba es que alguien les había tomado una foto a lo lejos cuando ella se estaba yendo.
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Después de haber pasado literalmente un año sin publicar y escribir por acá, al fin les traje un capítulo.
Quedan pocos capítulos. Gracias por su espera❤️
¡Nos leemos pronto!
~Con amor, su escritora💕
Publicado el 07/01/2023.
Editado el 13/04/2024.
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