
𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟯;
"𝗧𝗮𝘁𝘂𝗮𝗷𝗲"
;Jungkook
(Domingo por la mañana)
Habían muchas cosas rodeando mi cabeza por el momento, la primera y la más importante era lo que había descubierto sobre mi cliente. Él, por supuesto, estaba completamente metido en problemas. Anoche que salí a investigar un poco y fui a un bar, club o como sea que se le llame, me informe de muy buenas fuentes de quien era el propietario del lugar.
En ese maldito lugar era donde estaban llendo a quedar todas las inversiones y prestamos de mi banca a su constructora, además de donaciones por una inmensa cantidad de dinero, dinero que se suponía que invertía en lugares de rehabilitación para personas con problemas de alcohol o personas sin hogar, incluido perros. Pero no, ese dinero estaba siendo usado para mantener un jodido club, que aparte, era ilegal. Joder. Si los policías llegasen a darse cuenta de eso, todo se vendría en mi contra por ser la principal fuente de ingresos para dicho lugar. Tenia que encontrar una manera para solucionar este problema.
Eso no era todo, podría jurar que ese lugar tenía clientes exclusivos y de la alta costura, pues a los que pude ver eran personas bañadas en dinero, personas que juraban tener una impecable reputación pero estaban manchados por ir y consumir algo que en este país estaba prohibido. Yo había arriesgado mucho por ir ahí, pero no pude negar que disfruté del espectáculo, si tan solo no fuese mal visto, o si no se le diese una mala etiqueta a las mujeres que lo practican, yo sería un principal cliente.
Entre todos mis pensamientos vagos, recordé especialmente a una de las bailarinas, mi mirada estuvo sobre ella toda la noche, no pude evitarlo, era jodidamente sensual y cada paso que daba provocaba olas de calor por todo mi cuerpo. Lastimosamente la chica utilizaba un antifaz que me hacía imposible ver su rostro, una lástima la verdad.
🎑
Pase toda la mañana inmerso en un montón de papeles para encontrar una manera de solucionar el embrollo sin perjudicar mi banco, además de pensar en una demanda legal contra Choi.
No había manera de salvar el asunto, o moría yo o lo hacía él. No pondría en juego a mi banca por un club, a pesar de que podía hacerme de la vista gorda con el dinero, pues eran cantidades irrisorias para mi, no podía dejar pasar el asunto legal, no lo permitiría.
Entre tantos papeles escuche que llamaban a la puerta de mi despacho.
— Adelante — dije fuerte y claro. Levante la cabeza cuando observe a papá acercarse.
— ¿Ni en domingo dejas de trabajar? — pregunto mi padre con una sonrisa en su rostro. Deje a un lado los papeles para darle mi completa atención.
— No había nada mejor que hacer papá — mi padre sonrió otra vez haciendo que las líneas de vejez se marcaran en su cara.
— Siempre hay algo que hacer hijo, eres joven. Deberías estar divirtiendote con tus amigos por ahí.
— Papá, todos mis amigos están felizmente casados, sus domingos pertenecen a su familia — y era cierto, de todos ellos, yo era el único soltero.
— Sigo esperando por que sea tu turno — ahora fue mi turno de reír — lo digo de verdad, ya vas a cumplir veintisiete años, ya quiero algunos nietos.
— En el hipotético caso de que quisiera casarme, que no quiero, ¿que pasaría si mi futura esposa no quiere tener hijos?
— Siempre hay otras maneras — dijo encongiendose de hombros.
— No gracias, mi independencia vale mucho ahora.
— Necesitas a alguien que te cuide, no es bueno que el hombre duerma solo, es lo que dice la Biblia — mi padre era un hombre bastante divertido.
— Papá, ya te he dicho que dejes de enredarte con Akmu para que no sigas llendo a esos círculos religiosos — le comente con diversión nada más.
— No la metas en esto.
— ¿Ya es tu novia?
— Algo así. Sabes que después de tu madre no ha existido mujer para mi, pero Akmu me hace dudar de eso.
— Papá, no te detengas, mamá no está desde hace mucho. Puedes seguir adelante.
— Lo sé — asintió y suspiró — por eso he venido a comunicarte algo.
— ¿Qué?
— Estaré fuera por un mes — levante una de mis cejas sorprendió — me voy de crucero con ella.
— Wow — no tenía que decir, jamás creí escuchar eso de mi padre — felicidades creo.
— Bueno, pero antes de irme quería asegurarme que todo este bien, ya sabes, en la oficina y así — como siempre, jamás dejaba de preocuparse.
— Todo esta perfecto, no hay nada de que preocuparse.
— Sabia que podía confiar en ti, jamás me has defraudado — me alegre al escuchar esas palabras de mi padre y admiré la confianza que había puesto en mi.
— Siempre será así. Ahora vete que necesito trabajar.
— Eres adulto, pero sigo siendo tu padre, cuida como me hablas hombrecito — me respondió con su risa burlona tan característica.
— Adiós papá. Diviértete con tu novia — se despidió de mi con una palmada en el hombro y camino hacia la puerta. Pero se detuvo.
— Ah, recuerda que Adele empieza a trabajar mañana — después de eso se fue cerrando la puerta tras él.
Cierto, mañana para mi empezaba la tortura de ver a la mujer que amaba pero que no podía tocar porque ella parecía repeler cualquier contacto conmigo, de verdad no entendía que había hecho para que me aborreciera de esa manera.
🎑
Era lunes por la mañana y yo no podía estar más impaciente, faltaban solo cinco minutos para que todos mis trabajadores ocuparan sus puestos y sobretodo para dar la bienvenida a Adele al grupo de trabajo. Nervioso a más no poder me dirigí a mi escritorio para ver si sentado podía mantener la calma.
Unos sonidos en mi puerta me indicaron el acontecimiento más importante del día.
— Señor Jeon — mi secretaria saludó tan pronto como entró a mi oficina — la nueva chica esta aquí. ¿Quiere que la haga pasar o la envió a recursos humanos de una vez?
— Que venga aquí, no es necesario que ella vaya a recursos humanos, tengo su contrato redactado y listo para ella — mi secretaria parecía sorprendida — lo que si quiero que hagas, es que consigas un escritorio para ella y lo muevas a mi oficina.
— Pero ella ya tiene una oficina preparada, la antigua oficina de la señorita Nam.
— Trabajara conmigo mientras se acopla — sorprendida y aturdida ella asintió y se marchó.
Yo aún me estaba preguntando si era necesario o correcto tenerla en mi oficina, pero dado que era una novata en el mundo del dinero mi deber era hacer que se amoldara solamente a mí, incluso si me detestaba, tendría que aguantarme.
La puerta fue tocada dos veces y luego abierta. Aquí estaba. Tan bella e inalcanzable como siempre. Un suspiro se atascó en mi pecho.
— Buenos días, Jeon — su voz, todo de ella me ponía mal, tontamente creí haber olvidado todo lo que alguna vez tuvimos pero no.
— Buenos días, Adele — la manera en la pronuncie su nombre me dolió más — adelante, y toma asiento.
Camino hasta mi, en cada paso que daba yo lo único que podía hacer era observar lo guapa que era, y lo mal que me tenía. No había cambiado nada, seguía siendo tan guapa como antes, pero ahora su cara se veía más madura, como una mujer fuerte.
Se sentó frente a mi y yo intenté controlarme.
— Aquí tienes el contrato — le dije pasando el folder negro por la mesa — léelo con calma y si tienes dudas o reclamos me haré cargo de ellos.
— Gracias, Señor Jeon — sus ojos me dieron una mirada indiferente por apenas unos segundos para luego posarla sobre los documentos.
Estuvo leyendo su contrato por al menos unos diez minutos y de esos diez minutos mi atención estuvo sobre ella ocho y dos minutos sobre los papeles que tenía que revisar. Esto se ponía muy cuesta arriba para mi.
Mientras leía dos cosas llamaron mi atención, la primera, la más vergonzosa, la manera en la que sus pechos parecían estar siendo aplastados por el apretado vestido que llevaba, y la segunda un tatuaje en la muñeca de su mano que creía que había visto pero el recuerdo no era claro. Era el tatuaje de una mariposa pequeña. Mi mente buscó entre mis memorias para recordar de dónde lo recordaba. Pero nada.
— No tengo queja alguna, señor Jeon — Adele puso los papeles en la mesa al tiempo que ponía sus anteojos en su regazo — solo que me gustaría hablar sobre el horario.
— Te escucho — dije mostrándome negociador pero no seria flexible con ello.
— Bueno, dice que mi entrada normal es a las nueve de la mañana y salida a las seis de la tarde, lo cual estaba bien para trabajar de lunes a viernes, pero — hizo una pequeña pausa — los sábados me parece que todos los bancos dejan cierran a mediodía ¿es necesario salir tarde también ese día?
— Adele, los bancos dejan de atender a mediodía, más las personas del área administrativa se marchan a casa tarde, porque cada sábado cerramos cajas y hacemos inventario, creo que eso debes saberlo — ella simplemente se mantuvo callada — no somos flexibles con el horario.
— Pero los sábados necesito hacer algo más temprano, señor.
— Te pagaré por cincuenta y cuatro horas semanales quiero que trabajes por cincuenta y cuatro horas, no menos — su ceño se endureció por un momento — ¿entendido?
— Sí, señor — excelente.
— Trabajaras conmigo hasta que puedas ir por tu cuenta, en poco tiempo se trasladará un escritorio y todo lo que puedas necesitar a mi área, para que nos pongamos al día. — ella asintió no muy convencida — Ahora si no hay nada más, firma los documentos.
Ella una vez más asintió y cogio la pluma para firmar, mientras hizo eso observé de nuevo el tatuaje. ¡Bingo! La bailarina, sí, ella también tenía un tatuaje en la misma posición uno exactamente igual. Podía ser solo una coincidencia pero llegaría al fondo del asunto.
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