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𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮;

"𝗖𝗮𝘀𝘁𝗶𝗴𝗼"

;Adele

Estaba harta, en muy pocas palabras. Me encontraba sentada fuera de un restaurante Italiano con mi cita de esta noche, esperando a que terminara de contar la estupida historia de como su ex dejó quemaduras de tercer grado en su pene. La verdad no me importaba, estaba haciendo esto por petición de Joohyun, me había rogado a que saliera con él, según ella para superar al último idiota con el que había estado, pero, honestamente no me dolía en absoluto su infidelidad, es más, se lo agradecía, porque después de salir con el por seis meses ya no sentía deseo alguno de compartir mi cuerpo con él.

Deseaba a alguien más, alguien al que no podía tener. El recuerdo me golpeó y se burló de mi, pensé que era tema de superación y es que, aunque suene cruel, solo quería saber cómo era hacerlo con él, nada más.

- Entonces, Adele ¿cuándo es la próxima cita? - el hombre preguntó llamando mi atención.

- Yo te llamaré - era evidente que no lo haría.

Acabe en esta situación para complacer a mi amiga, no es que esté tipo fuera un fiasco, era guapo, bastante de hecho, pero no tenía deseo alguno de estar con él y no es que fuera un problema, pero sabía que en algún punto de mi vida había dejado de sentir ciertas cosas. Ya no había manos que lograran encenderme y mantenerme así por un tiempo, todo era monótono y eso era doloroso porque yo era una persona muy pasional, me gustaba sentir y disfrutar pero ya en el catálogo no había nadie.

En silencio nos levantamos de la mesa listos para salir, luego de que el pagara la cuenta, porque era un caballero y yo no pagaba la cena, jamás. No era por ser aprovechada, pero no lo hacía debido a que el beneficio se lo llevaba siempre el hombre, una cena no era comparada al placer que podía proporcionar a un hombre, así que me limitaba a comer y ellos a pagar.

Me despedí del hombre con un simple beso en la comisura de sus labios, asegurandole que lo llamaría a la mañana siguiente.

Recibí un mensaje de Joohyun.

"¿Esta todo bien pequeña zorra"

"No, estoy harta"

"Mmmmm, ya no se que más hacer"

"Fácil, no hagas nada"
"Nos vemos en el club"
"No dormiré con este tipo"
"Tengo trabajo"

"Adele, espero que algún día dejes ese
club, no me gussta"

Ya no le respondí, sabía lo que pensaba sobre mi profesión pero en realidad me preocupaba poco.

Oficialmente hace un año me gradué de la escuela de negocios como contadora, con honores y todo, pero, no era lo que deseaba, me gustó en algun tiempo pero no era lo que esperaba.

Mi padre, esperaba que en algún momento tomara cargo del negocio familiar en el manejo de cuentas, pero no estaba lista, por eso me dedicaba a algo más, algo que es prohibido según la sociedad pero que era muy bien pagado y me ayudaba a sobrevivir sin el dinero de mi padre. Quería eso, independencia, se que provenía de una familia rica, una familia que jamás se ha preocupado por el dinero pero no quería tener todo fácil, por eso trabajaba por mi cuenta.

Bailaba en el club, se llamaba Festeo, era un club privado al que solo asistían empresarios que llevaban una doble vida, nunca me acostaba con ellos porque no era una prostituta pero de verdad disfrutaba bailar, era un tanto peligroso por la gente que rodeaba a papá, pero, tontamente jamás me había encontrado con alguien de nuestro círculo, lo cual era bueno, además de que me cuidaba de que cada presentación se hiciera ocultando mi identidad. Bailaba con un pañuelo en el rostros sostenido con unos pasadores bajo el sombrero rojo que me acompañaba en cada presentación, una belleza que había conseguido como regalo del hombre al que no podía sacar de mi cabeza.

- Buenas noches, Jun. - salude al guarda que estaba en la puerta del Festeo.

- Hola, Lia - para protegerme un poco más, tenía un nombre artístico, nadie conocía mi nombre real, una locura pero había funcionado por unos años.

- ¿Que tal la noche?

- Hoy será una buena. Hay muchos clientes, sobre todo, caras nuevas - me informo el hombre, era como un amigo, el único que entendía cierta parte de mi.

- Ssguro que sí. Bueno, adiós Jun, es hora de trabajar. - me despedí del chico pasando por su lado para dirigirme a los vestidores.

Me tomé mi tiempo poniéndome el traje y el maquillaje excesivo que usaba, marcando cada línea sobre mi cara con sumo cuidado, porque incluso si este no se notaba, por cualquier error era necesario cubrirlo.

Una vez más, subí al escenario y sentí esa adrenalina que me cubría cada vez que la música empezaba, sentía por un momento que este era mi lugar, donde debía estar. Cada movimiento expresaba lo que sentía, el público aplaudía en cada paso y yo podía sentir que este era mi momento, una batalla entre el tubo y yo, mientras me movía y daba todo de mi en la pista, vi unos ojos negros como el carbón, que observaban cada movimiento que hacía, me detuve por un momento porque sabían a quien pertenecían.

Actuando con naturalidad continue mi rutina de baile, sintiendo el calor de la mirada de Jungkook, todo mi cuerpo temblaba por él. Trataba de verlo tanto como podía y inconscientemente, mis movimientos empezaron a ser para él.

🎑

A la mañana siguiente me levanté un poco desorientada y cansada, había estado despierta toda la noche tratando de olvidar los poderosos ojos de Jungkook pero me fue imposible, no podía dejar de pensar en ellos y en la posibilidad de que descubriera mi identidad.

A los pocos minutos que me levanté tocaron la puerta de mi apartamento, apresurada, la abrí. Era mi papá.

- Hola papá - le di un fuerte abrazo.

- Hola cielo, ¿puedo pasar?

- Claro - me hice a un lado para que entrara a mi apartamento.

- Quería hablar contigo hija - mi padre tomó asiento en el pequeño sofá que tenía en la esquina - es importante.

- ¿De qué?, ¿paso algo? - pregunte preocupada.

- No, en realidad es sobre ti.

- Papá, sabes que ya soy una adulta y necesito mi espacio.

- Lo se hija pero... - suspiró con pesadez - desde que murió tu madre siento que no he estado haciendo las cosas bien, me preocupa el hecho de que no encuentres tu lugar aquí.

- Papá, nada de lo que pasa en mi vida es tu responsabilidad. Soy una adulta y puedo tomar decisiones por mi cuenta. - le dije cansada de siempre lo mismo.

- Soy tu padre y me preocupo por ti - me dio una mirada lastimera - hace un año terminaste la universidad y aún no tienes un trabajo.

- Papá, quería tiempo para algo más, tengo más cosas que me gustaría hacer - fui a la cocina para preparar café - además, no encuentro el trabajo correcto.

- Yo ya lo hice - me sorprendió la manera en la que papá estaba actuando - he hablado con Minjae.

- No, definitivamente no.

- ¿Por qué?

- Porque trabajar con ellos sería lo mismo que trabajar contigo y no quiero eso.

- Jungkook no perdona errores, te servirá como primer empleo - esa era la situación, era por ese hombre.

- No quiero papá, buscaré trabajo en otro lugar.

- ¿Por qué no quieres?, ¿es por lo que pasó? - mi papá era gran parte responsable por lo que había pasado entre Jungkook y yo.

- Tu deberías saberlo - le reproche al tiempo que le servía una taza de café - y no, ya lo he superado.

- Adele, te conozco y puedes mentirle a todo el mundo en que ya lo has superado, pero a mi no - dijo tan seguro de sus palabras que por poco hicieron que dudara de las mías.

- De verdad papá, el ya es como nada para mi - dije muy segura de mis palabras.

- Mmmmm, bueno - no muy seguro respondió - en todo caso, empiezas el Lunes.

- Que no.

- Adele, lo haras, o verás - mi papá dio la última palabra y yo solo suspire cansada de discutir con el.

Pasamos un tiempo más juntos, hablando de nosotros, pues desde que mi mama había muerto las cosas se tornaron extrañas, sabía que el la extrañaba y por eso trataba de cuidarme tanto como pudiera, porque no quería fallarle a ella.

Me quedé sola en casa pensando en cómo afrontar las cosas el lunes, sabia claramente que no lo quería, que el enamoramiento que alguna vez existió por el se había acabado, pero no podía negar que su presencia me atormentaba y tratar de ignorarlo era terrible. Ahora tenía que lidiar con un jefe extremadamente guapo pero definitivamente lo que más me perseguirá será el recuerdo de como lo dejé y eso se convertirá en mi castigo.

- Adele, ¿de qué hablas? - pregunto Jungkook.

- Hablo de que ya no podemos estar juntos - podía notar su dolor, pero a mi me dolía más - fue divertido mientras duró, pero se acabó.

- ¿Divertido?

- Si, seamos claros. Todo fue a causa de jueguitos, ya sabes, tu familia y la mía son amigos, pero es tiempo de que terminemos para que ellos no piensen que existe un futuro entre nosotros - las palabras se precipitaron.

- Para mi no fue un juego, Adele - Jungkook parecía al borde del llanto y yo también - te amo.

- Lo superarás.

Me fui y lo dejé ahí, el dolor taladraba mi pecho y me quería obligar a decirle lo que en realidad pasaba, pero no podía. Tampoco podía seguir con él ya que de hacerlo en el futuro uno de los dos saldría lastimado.

Ese recuerdo estaría siempre en mi memoria y lo cargaría como cruz, porque la cara de dolor de Jungkook jamás la olvidaría.

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