𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟭𝟲;
"𝗖𝗼𝗻𝗼𝗰𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼𝗻𝗼𝘀"
;Jungkook
— ¿Que tanto miras? — me pregunto Hoseok — no se va a ir sin ti.
— Sí, hermano relájate, no es necesario que la mires cada dos segundos — me regaño TaeHyung — vas a asfixiar a la chica.
— Es ella, ella es la que me está dando ciertas miraditas que hacen que no me controle — les dije desesperado.
— Pues es mejor que te controles porque aquí hay mucha gente y no creo que quieras que todos vean lo que puedes llegar a hacerle a tu mujer — Namjoon me dijo al tiempo que me servía otro trago.
— Ya no quiero más, voy a emborracharme y mi mujer me mandará a dormir solo.
— Dudo mucho eso. — Yoongi me sonrió picaramente.
— ¿A dónde la llevarás? — pregunto con curiosidad SeokJin.
— No hay luna de miel — les dije con pesar.
— ¿Por qué? — preguntaron asustados.
— Ya saben como es, me ha dicho que no quiere una — le di el último trago a mi copa — yo si quería llevarla de luna de miel, incluso no me importa posponer trabajo importante por ella, pero me dijo un rotundo no.
— Ay, hermano, ya sabemos quien lleva los pantalones en esta relación — todos se echaron a reír.
— Se supone que deberían de estar apoyandome a mi, no a ella.
— Adele nos agrada — dijo Yoongi sonriendo — por fin te veremos babeando por alguien y haciendo algo más que trabajar por las noches.
— Concuerdo, además esperamos que ella te quite todo el estrés que caminas día a día para que así no trates mal a tus empleados — apoyo Jimin — tengo mucha fe en ella.
— Ja, quisieran. — les dije, burlandome.
— Ya lo veremos, por ahora espero verte llegar tarde a tu trabajo después de haber tenido... — Jimin hizo una pausa con una sonrisa en su estupido rostro — ¿cómo se llama? Ah, sí. Problemas domésticos — todos se pusieron a reír menos yo.
— ¿Quieren parar? ¿Que les hace pensar que seré igual que ustedes? — les pregunte irritado — que a ustedes los manden sus mujeres no significa que la mía haga lo mismo.
— Somos hombres, y todos funcionamos iguales, sobretodo si se trata de la persona que amamos. — aseguró TaeHyung — además, no tienes porque afligirte si tu mujer te manda en casa, miranos a nosotros, seguimos siendo hombres incluso si nuestras mujeres mandan en casa.
— Que consuelo.
— Piensa las cosas, entre ella más se impongan más disfrutas tu — TaeHyung siguió dando consejos — los hombres nunca perdemos nada, siempre disfrutamos.
— Entonces, ¡salud por los gobernados! — les dije levantando una copa. Todos brindaron conmigo y me prometí que sería mi último trago.
A lo lejos vi a mi mujer, hermosa como siempre, también me estaba viendo, y su mirada solo me indicaba una cosa. Era tiempo de reclamarla.
— Me voy — les dije a los chicos.
— ¡Pasala bien! — grito Jimin cuando ya me estaba alejando.
Me acerqué hasta el cuerpo de mi mujer y quedé frente a frente con ella. Sus amigas al verme se alejaron y se despidieron diciendo que buscarían a sus maridos.
— Hola — susurre cerca de su rostro.
— Hola — me respondió con una sonrisita — ¿estás listo?
— Sí, estoy listo para muchas cosas. — le dije suavemente.
— Yo también — asintió con su cabeza y me cogio de la mano — vamos a casa.
La besé suavemente en los labios para después guiarla hacia la salida. Todos los invitados aplaudieron al tiempo que nos vieron salir del salón, todos felices por nosotros pero yo lo estaba más.
La guíe hasta el lugar donde estaba mi auto. Le abrí suavemente la puerta y espere hasta que se abrochara el cinturón de seguridad para cerrar la puerta. Me puse frente al volante, dispuesto a conducir, pero primero me permití observarla por unos minutos.
— ¿Que tanto me ves? — me dijo riendo.
— Nada, ¿no tengo permitido verte?
— Depende de si solo vas a verme, o también vas a hacer algo.
— Te aseguro, Adele, que haré más que algo, confía en mi.
No dijo nada, solo me regaló otra sonrisa. Conduje por un tiempo, ella seguramente esperaba que la llevara a mi apartamento uno que también era de ella, pero no, porque a pesar de que me dijo que no quería una luna de miel, no podía permitir que nuestra primera noche juntos fuese normal.
— ¿A dónde me llevas? Este no es el camino a casa — me dijo dudosa.
— Lo sé, no es a casa a donde vamos.
— Pensé que estabas ansioso — me dijo sonriendo — pensé que querías llegar a casa lo más rápido posible.
— Y lo estoy. Pero vale la pena esperar, porque el lugar a donde vamos, será nuestro hogar por esta noche.
No me dijo nada, pero estaba confundida. Conduje por unos minutos más hasta que llegamos al lugar esperado. Un pequeño puerto privado que le pertenecía a mi padre. Este fue su regalo de bodas a nosotros. Lo había poseído desde antes que conociera a mamá, y no solo eso, en este lugar fue donde celebraron su boda, por eso quise hacerlo aún más especial y traer a mi Adele aquí también.
— ¿Que hacemos aquí Jungkook? — me pregunto Adele aún confundida.
— Se que dijiste que no querías una luna de miel, y lo respeto, Adele — le cogi la mano y le di un beso — pero no podía permitir que nuestra noche fuese solo corriente, quería más, y no te voy a negar, yo si quería una luna de miel contigo porque si no lo has notado estoy más que... — no pude seguir porque ella ya me estaba besando en la boca.
— Es perfecto, me encanta — dijo suavemente y se giró para salir del auto. Yo hice lo mismo.
Bajamos del auto y nos tomamos de la mano, caminando hacia el yate que nos esperaba en el océano.
— Las chicas han preparado cosas para ti, están adentro.
— Ya puedo imaginarme lo que han puesto — me dijo divertida.
— Yo no he tenido nada que ver — le dije sonando sincero.
— Ya lo sé. — le di un beso más al momento en que nos detuvimos al final del muelle, le cedí el paso para que ella entrase primero que yo.
La seguí inmediatamente. Estaba muy ansioso por lo que llegara a pasar, pero no quería presionarla, quería que tuviera su espacio.
— Voy a mover el yate, si quieres puedes ponerte cómoda — le dije suavemente. Ella no dijo nada solo asintió.
Me dirigí a la cabina principal para poner en marcha el yate, no planeaba tardar mucho en esto, más que nada porque tenía cosas más importante que hacer con la mujer que estaba en la habitación.
Unos diez minutos más tarde, cuando ya estábamos a una distancia prudente de la tierra, pude detenerme y dejar el Yate en automático por algún accidente. Cuando dejé todo listo regresé a la habitación y la encontré sentada, mirándose al espejo.
— ¿Estas bien? — le pregunte de manera suave pero ella no dijo nada.
Solo me observó desde el espejo hasta que se dio la vuelta y se puso de pie para caminar hacia mi.
Aún tenía su vestido puesto.
— No me he quitado el vestido, porque espero que lo hagas tú — no me dio tiempo de responder porque cuando quise hacerlo ya tenia sus labios sobre los míos.
Me besaba con pasión y abandono, como si nunca había sido besada por nadie. Trare de seguirle el ritmo hasta que la sentí cediendo a mi.
— Clarl que te lo voy a quitar — le dije entre beso y beso.
Puse mis manos en su espalda buscando el cierre, pero no lo encontré, ella en cambio guio mis manos hasta el costado derecho de su cuerpo donde encontré lo que buscaba, lo bajé tan rápido como pude y le ayudé a bajarle las mangas.
Cuidadosamente se lo fui quitando, hasta que ella solo quedó en ropa interior, ropa que me estaba dejando sin aliento.
— Dios, eres perfecta — le dije para después besarla otra vez.
La besé más fuerte y trate de que ella me respondiera igual, y así lo hizo, me cogio del cuello y se pegó a mi aún más. Comenzó a desabrochar mi camisa desesperadamente, incluso no le importó romper algunos botones. Me quito la camisa por completo y se alejó para ver mi cuerpo medio desnudo, su mirada estaba sobre mis tatuajes, los mismos que se extendían sobre todo mi brazo derecho.
— ¿Porqué tienes tantos? — me pregunto de manera suave.
— Ninguna razón en especial, son solo tatuajes ¿no te gustan?
— Me encantan.
La besé otra vez más y procedí a traté de quitarle lo que aún traía puesto. Solté un montón de nudos de su espalda hasta que la prenda cedió y se escurrió por su cuerpo, pude sentir sus pechos pegados al mío, sus pezones estaban duros y calientes. Me alejé para verla y dirigir mi mano hacia uno de sus pechos, le pellizque un pezón, de manera fuerte.
— Ah.. — ella gimio de manera baja, casi inaudible.
— No escondas tu vos de mi, quiero escucharte.
Segui tocandola y haciendo que gimiera más. Sus manos se colaron hasta mi pantalón, desabrochando mi cinturón y el botón, bajo el la bragueta de mis pantalones y estos mismos se cayeron al piso. A como pude me deshice de ellos, y me quedé solo en boxers ante sus ojos, ella también solo estaba en bragas, se veía hermosa.
Sus manos siguieron tocando mi parte delantera, con verdadero desespero, gemi fuerte cuando sentí que su mano tomaba mi miembro entre ella, me apretó un poco y no sentí para nada dolor, nada más que placer. Ella siguió jugando conmigo de esa manera y yo por mi parte segui con mi trabajo de dejarla desnuda. Baje cada prenda restante en su cuerpo, hasta que ya no quedaba más.
— Eres jodidamente hermosa — susurre contra su boca para besarla.
La cargué en mis brazos e hice que sus piernas se enroscaran en mi cintura, para dirigirla a la cama. No deje de tocarla, o besarla, todo lo que quería era disfrutar con ella, aprovechar esta noche para hacer que nuestros cuerpos se conectaran.
La tiré en la cama, ella me veía con chispas en sus ojos, esperando por mi, por lo que iba a hacer. Me quité los boxers frente a ella, sin apartar mis ojos de sus ojos, ella me quedo viendo al tiempo que se mordía los labios, estaba desnudo frente a ella. Me escurrí sobre ella, sintiéndo lo caliente de su cuerpo con el mío, sintiendo la presión en mi miembro, ansioso por poseerla.
Ella me ánimo a proseguir restregando su cuerpo con el mío, haciendo que más gemidos se escaparan de mi boca. Dirigí una de mis manos hacia la mesa de noche, dispuesto a sacar los condones.
— Por favor, necesito que... — ella gimio de placer y rogó por un pronto alivio.
— Se lo que necesitas — le dije cuando volví a besarla.
Tan rápido como pude abri uno de los condones y lo puse en su lugar, después me enfrenté a ella otra vez, y le exigí que me mirase a los ojos.
— Mírame, Adele — le pedí y aparte unos mechones que se escurrian por su cara — necesito que me mires.
— Lo estoy haciendo — susurró.
— Siempre has sido tú, y siempre serás tú — me hundí en ella con fuerzas, soltando un gemido fuerte al igual que ella.
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