𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 17;
"𝗠𝗶𝗲𝗹"
;Adele
Por primera vez en mucho tiempo me sentí satisfecha luego de un encuentro sexual. Talvez eran los sentimientos y las emociones que Jungkook provocaba, pero sin duda todo era diferente, yo en el acto fui diferente. El fue cuidadoso y en todo el proceso no dejó de verme y de repetirme lo hermosa que era. Me sentí querida y deseada de verdad, por eso ahorita sentía una plenitud total y la calma era lo único que invadía mi corazón porque no había nada mejor que estar en sus brazos. Solo había estado con el por una vez pero mi cuerpo y alma ya lo acogían con verdadero empeño.
— ¿Por qué estás tan callada? — Jungkook me pregunto con la voz baja.
— Porque estoy tranquila. — fue mi respuesta, con la voz medio cansada.
— Osea que ya tienes sueño. — me dijo con una sonrisita mezclada en el tono de su voz.
— Yo nunca dije eso — le respondí de la misma manera.
— Que bueno, porque de verdad aún no acabo contigo. — se colocó una vez más sobre mí, yo ya tenía mis piernas abiertas dispuesta a recibirlo — Adele, quiero que prometamos algo.
— Las promesas son dolorosas — le dije poniendo mis manos en su cara.
— Esta es necesario hacerla — me dio un beso suave en los labios y siguió hablando — necesito que prometamos que lo que dure esta noche seremos nosotros dos, sin trato de por medio, solo nosotros dos y lo que nuestros corazones anhelan.
— ¿Que te hace pensar que mi corazón anhela esto?
— Puedes mentirle a todo el mundo, pero tus ojos dicen más que tu boca, cariño — dicho esto procedió a besarme despacio.
Lo alenté a ir más rápido, pero el parecía querer tomar todo el tiempo necesario, a besarme despacio y tocar mi cuerpo sin prisa. Cada lugar de mi cuerpo que sus manos exploraban, cada movimiento que hacía, se quedaría grabado en mi por el resto de mi vida, porque sus marcas y toques no serían fáciles de olvidar, porque dudaba que algún otro hombre en la faz de la tierra podía hacerme el amor de la manera en la que lo hacia Jeon Jungkook.
Nos perdimos en nosotros mismos una vez más, no compartimos palabras, solo gemidos. El roce de su cuerpo con el mío era delicado y en un punto llegue a temer por mi corazón, pero desde antes yo me había encargado de levantar una muralla para que nada de este hombre pudiese penetrar. Me prometí que tomaría lo que pudiese siempre y cuando no atentara contra mis sentimientos, porque eso ya no lo soportaría, porque cuando llegara el final de este acuerdo, yo sería incapaz de alejarme sin dejar una parte de mi con este hombre.
🎑
Cuando desperté el sol apenas estaba saliendo, no creo haber dormido más de dos horas. A Jungkook no le bastó con una segunda vez, hubo una tercera y una cuarta, la última fue mi favorita, porque fue más salvaje, y pude ser partícipe de la emoción de tener a un Jeon Jungkook agresivo en la cama, justo como lo era en sus negocios. Ver su ceño fruncido y la manera en la que mordía sus labios, fue algo que me llevó al punto de la perdición.
Aún tenía recuerdos de sus manos ejerciendo presión sobre mi cuerpo, aún podía sentir la emocionante tentación de tenerlo dentro de mi, y apostaba con todo mi corazón que tenía marcas en el trasero por los azotes que me proporcionó, pero sin duda mi parte favorita fue "volteate y ponte en cuatro" soñaría con esa frase por el resto de mis noches.
Me moví en la cama para tratar de encontrarme con su cuerpo, pero él no estaba, su lado de la cama estaba vacío y parte de su ropa había desaparecido. Con pereza me levanté de la cama dispuesta a buscar a mi marido, que bien sonaba eso, por algún lugar de este yate.
Busque algo que usar, pero solo encontré su camisa tirada en el piso, arrugada y con unos botones menos, me servía. Me puse la camisa y trate de arreglar mi cabello, cada paso que daba era un poco más incómodo pues no llevaba nada debajo y aún podía sentir mis muslos pegajosos a causa de Jungkook. Eso hizo que me detuviera, pues no habíamos usado protección las últimas dos veces. Me alarme un poco, pues aunque estuviésemos casados, no era momento de un bebé. Trate de sacar cuentas en mi mente, y cuando estuve segura de que no había ningún peligro pude respirar tranquila.
Reanude la búsqueda de mi marido, salí de la habitación y fui hasta la proa donde lo encontré apoyado a la baranda de soporte, usando solamente su pantalón y con un cigarro en la mano.
— ¿Desde cuándo fumas? — le pregunte cuando me acerqué a el. Me ubique a su costado, para observar el océano.
— No lo hago a menudo, solo cuando necesito pensar — me respondió suavemente, le dio una última calada al cigarro y lo dejó caer — ¿Por qué te levantaste? Pensé que te había dejado lo suficientemente cansada para dormir hasta más tarde.
— Porfavor, no fue para tanto — le dije restando importancia.
— ¿Ah sí? ¿Tengo que hacer algo más para que estés porfin cansada? — dijo en un tono seductor, al tiempo que me rodeaba con sus brazos.
— Nada — respondí poniendo mis manos en su cuello — pero me gustaría que regresaras conmigo a la cama, entonces sí podría dormir hasta tarde.
— ¿Menos de veinticuatro horas de casados y ya me extrañas? — preguntó divertido.
— No te emociones Jeon, extraño a tu cuerpo caliente, no a tu boca narcisista.
— Es lo mismo — me besó suavemente. Soltó mi cintura para cargarme en sus brazos a estilo princesa — se que es un poco tarde, pero soy un hombre muy tradicional.
— Sí, me siento muy ofendida porque no lo has hecho antes.
— Tranquila, cariño, prometo cargarte así todas las noches que compartamos juntos. — me llevó de regreso a la habitación y me aventó sobre la cama.
— ¡Oye! — le dije soltando un gritito — eso es de mala educación.
— Calla un poco, Adele. Estoy pensando que puedo hacer contigo.
— ¿Se te acabó el catálogo de perversiones, Christian Grey?
— Ya te gustaría. Aún hay unas cuantas cosas que me gustaría hacer con mi mujer — me respondió mientras se desabrochaba el pantalón — Quítate la camisa — ordenó. Yo lo obedecí y sonrió cuando se dio cuenta de que no traía nada debajo.
— ¿Qué? Has roto mis bragas.
— Voy a hacerlo con todas y cada una de ellas — amenazó — me gustas más cuando estás desnuda.
— ¿Mis piernas están lo suficientemente bien abiertas, o necesitas más? — le pregunte con burla.
— No vamos a hacer eso, ya sé que quieres hacerlo por quinta vez, pero me apetece que nos demos un baño.
— ¿A esta hora? — le pregunte con pereza, la verdad un baño no se me apetecía para nada.
— Siempre es buena hora para un baño, y más si es compartido. Mueve tu trasero. — me levanté una vez más de la cama para dirigirme al baño, pero no había dado el primer paso cuando sentí su mano chocando con uno de mis glúteos.
— Cuidado, seguro me has dejado otra marca.
— ¿Y qué? Nadie además de mi verá ese precioso trasero — se pegó más a mi para hablarme al oído — nadie, solo yo.
No le dije nada, solo entre al baño. El cerro la puerta y cuando lo hizo, de manera muy rápida me cargó de nuevo y me puso sobre el lavabo.
— Era mentira, en realidad si te voy a hacer el amor aquí — me mordió los labios — hacerlo en un baño era una perversión que quería cumplir contigo.
— ¿Cómo puedo estar segura de que no lo has hecho antes en uno?
— Puedes estar segura que no, porque yo no... — dejo de hablar de repente y su mirada se concentró en mis pechos, tenía el ceño fruncido y parecía estar confundido por algo — tienes las aureolas disparejas — me dijo de la nada, haciendo que yo también frunciera mi ceño — una es más grande que la otra — toco mis pezones y los estiro a su gusto.
— ¿De qué rayos hablas? — le dije confundida.
— Sí, están disparejas, pero no te preocupes, eso no me importa.
— Eres el primer hombre que menciona eso.
— Estoy tratando de conocer al cuerpo que voy a disfrutar — respondió fácilmente — aún así, con defecto y todo, te sigo deseando, y tu me sigues encendiendo.
Me beso fuertemente y me obligó a rodearle la cintura con las piernas, pero antes de que prosiguiera le detuve, no quería riesgos.
— El condón — le dije de manera agitada — necesitamos un condón — las últimas dos veces no lo utilizamos y prefiero que esta si lo hagamos.
— ¿Hay algún riesgo? — pregunto con duda.
— No, cuando lleguemos a casa iré al ginecólogo, tomaré la píldora.
— Adele, se me hace una grandísima idea poder dejar de usar condones contigo, pero no quiero que obligues a tu cuerpo a tomar algo que puede darte efectos secundarios — sus dulces palabras me hicieron sonreír.
— No es ningún problema, me gustaría hacerlo — asintió y busco en los cajones de la estantería del lavabo — ¿por qué tienes condones aquí?
— Los guarde por si llegaba a necesitarlos, traerte y hacerlo en un baño contigo fue la primer cosa que se cruzó por mi cabeza cuando mi padre me dio este Yate — me dijo sonriendo. Se enfundó en el condón y se pegó a mi una vez más — ¿lista?
— No seas tonto — presione con mis piernas sus caderas y lo obligue a entrar en mi.
No fue suave, no fue gentil, fue todo lo contrario, su deseo lo dominó y a mi también. Las sensaciones que mi cuerpo estaban experimentando fueron más allá de lo que podía soportar, en cuestión de minutos me corrí, pero el no, así que siguió, me mordía los labios o lamia mis pezones, y cuando se acercó a mi oído lo hizo para obligarme a ver lo que estaba pasando en nuestra unión. Con su voz ronca me dijo que mirase la manera en la que nuestros cuerpos se unían, en como parecían ser perfectos el uno con el otro, el como él entraba y salía, definitivamente eso fue lo más erótico que había visto en mi vida, así que me corrí por una segunda vez, apretando tan fuerte mis músculos internos que él también hizo lo mismo. Se quedó unos momento dentro de mi hasta que le pedí que me soltará, me dio una sonrisa sexy y se alejó un poco.
— Ahora sí, a darnos un baño. — se volteó para prepar la bañera y me obligó a entrar con él.
— Ya no tengo fuerzas — le dije suavemente.
— Yo tampoco, pero haré un esfuerzo por ti — Jungkook me besó, y masajeo mis mejillas — eres tan dulce, Adele, tanto como la miel.
No respondí nada, solo lo besé con más fuerzas, dispuesta a seguir con él de aquella manera.
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