⏳CAPÍTULO CINCO⏳
¿Qué harías si pudieras regresar el tiempo...?
¿Cometerías el mismo error o enmendarías las cosas?
Desperté en medio de la calle, los vehículos a mi alrededor me asustaron bastante, pero lo que más me asustaba era permanecer con vida. ¿Qué estaba sucediendo? Yo recordaba vívidamente haber soltado mi último aliento en la cama de hospital frente a Yoongi.
Con incertidumbre crucé la calle, al hacerlo una amable mujer que aparentaba sesenta años me sonrió mostrándome las encías porque se le habían caído varios dientes.
—Otra oportunidad, joven. La última —dijo riendo mientras se alejaba de mí.
Quizás sufría algún tipo de demencia. ¿O el demente era yo? Seguí avanzando mecánicamente sacudiendo la cabeza al mismo tiempo que reía.
Caminé al edificio en el que trabajaba Jungkook, pues estaba frente a él por alguna razón. Al entrar me saludó HuengKai con la mano chocando los cinco, algo muy extraño porque no teníamos ese tipo de amistad.
—¿Trajiste los planos?
—¿Cuáles planos? —pregunté sin tener idea de lo que hablaba.
—¿Olvidaste los planos, Park? —cuestionó Yoongi atrás de mí. Sonreí al verlo.
—No sé de qué planos me hablan, llamaré a Jungkook para ver si tiene idea de qué pudiera ser...
—¡Oh sí, llama a tu esposo y dile que te haga el trabajo! —gritó Changbin a lo lejos, mi estómago se revolvió al verlo—. ¡¿Por qué no le dices que venga a trabajar en tu lugar y tú te haces cargo del hogar?!
Ignoré su comentario, marcando el número de Jungkook, era distinto... Era igual al mío. ¿Qué sucedía? ¿Por qué todo parecía estar al revés?
Mi esposo contestó la llamada de inmediato, del otro lado se escuchaban distintas voces. ¿En dónde estaba?
—Oye... ¿Sabes dónde están los planos?
—¡Oh! Te los llevaste en el maletín, cielo —dijo al otro lado de la línea.
Escuchar su voz me hizo anhelar la venganza. En ese momento lo había comprendido todo, el universo me estaba dando la oportunidad de vengarme de Jungkook haciéndole lo mismo, engañándolo y lo iba a hacer.
—Bien, gracias.
Al decir eso finalicé la llamada.
La presentación comenzó sin contratiempos. Mi proyecto, meticulosamente preparado, fluía con naturalidad. A pesar de que no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo. Changbin asentía con entusiasmo, HuengKai tomaba notas en su tableta y Yoongi, siempre el más sereno de todos, evaluaba cada palabra con una mirada crítica. Cuando el director general finalmente aprobó el financiamiento y estampó su firma en el contrato, sentí un alivio profundo. Habíamos cruzado la línea de meta juntos.
Después de la reunión, decidimos celebrar en el karaoke. Las luces parpadeantes y el sonido atronador nos envolvieron mientras cantábamos nuestras canciones favoritas.
La noche no terminó ahí. Nos dirigimos a la acogedora casa de Changbin, donde el soju fluía como agua. Las risas se volvieron más estridentes, las confesiones más sinceras. HuengKai reveló su miedo a las arañas, y Changbin confesó que había estado enamorado en secreto de una compañera de trabajo, pero no nos quiso decir su nombre. Yoongi, siempre el observador, escuchaba con una sonrisa irónica. Pero yo guardaba mi propio secreto: Mi corazón latía más rápido cada vez que veía a Changbin, y no solo como amigo.
La noche se desvaneció en la madrugada, y mientras los demás se tambaleaban hacia sus habitaciones, Yoongi me detuvo con una mirada seria.
—Eres casado, Jimin.
—¿Por qué me dices eso? —pregunté apretando el mentón, claramente molesto.
—¿Crees que no me doy cuenta de la manera en la que miras a Changbin? —Alzó las cejas.
—Oh bueno, no sé de qué manera piensas que lo veo, pero... —Estás en lo cierto, quiero follarlo para vengarme de Jungkook, pensé—. Te equivocas. —dije con firmeza.
—Si no quieres a tu esposo dímelo, yo podría hacerlo feliz.
—¡No digas tonterías, Min Yoongi! —lo empujé molesto.
Huengkai se paró en medio de los dos como si fuera un réferi, colocando una mano en mi pecho y otra en el pecho del entrometido de Yoongi.
—Somos amigos —dijo Kai y Asentí, agradecido por su amistad.
—Creo que es mejor que se marchen —dijo Changbin tratando de ponerse de pie sin lograrlo porque estaba tan ebrio que no pudo levantarse del asiento.
—Bien —masculló Yoongi.
HuengKai lo siguió pues vivían en el mismo edificio. Ambos se marcharon, pero yo me quedé a ayudar a limpiar el desastre que hicimos al beber.
Mientras aseaba, quise culminar mi venganza, anhelé tomar a Changbin para engañar al Jungkook de este universo y darle de beber un poco de su propia medicina.
Pero...Él me esperaba en casa, llevaba un anillo con su nombre en mi dedo anular, hice los votos frente a cientos de personas e incluso le prometí la luna y las estrellas. No podía fallarle, no podía serle infiel.
Yo no sería como él.
Luego de limpiar el desastre en la casa de mi amigo sacudí la cabeza, tomé las llaves de mi automóvil y avancé a la puerta para regresar a casa. Tenía que hablar con Jungkook acerca del revoltijo de sentimientos que estaba teniendo. Acerca de todo lo que estaba sucediendo.
Al abrir la puerta para salir sentí un par de manos en mis hombros.
Era Changbin.
—¿De qué manera me miras, Jimin? —preguntó con voz ronca.
Sentí que mi piel se erizaba ante su toque, todo en ese momento se tornó carnal, pasional, lujurioso. No quiero decir que fue todo culpa de mi estado de embriaguez, pero le adjunto un porcentaje de culpa al alcohol.
—Changbin, regresa al sofá, estás muy borracho.
—Te juro que no lo estoy. —Suspiró—. Hace rato cuando les dije que me gustaba una chica de la oficina mentí.
—¿Ah sí?
—Sí, es que... Me gusta alguien de la oficina, pero no es una chica.
Tragué saliva, yo sabía la respuesta a la pregunta que iba a hacer.
—Entonces. ¿Quién es?
—Tú.
Giré mi cuerpo lentamente, encarando a mi amigo con una sonrisa nerviosa. Me veía con esos ojos negros y profundos que parecían ver hasta el alma. Sus mejillas sonrojadas y sus labios rojos, invitándome a acercarme.
Me acerqué a él apretando sus dos mejillas con fuerza.
—Deja de decir tonterías, estoy casado con Jungkook y lo amo. —Suspiré—. Mañana que estés sobrio te arrepentirás de esto, nos vemos.
Al decir eso salí de su casa, yendo a la mía.
Llegué a mi casa, entrando a hurtadillas, como si fuera un ladrón sigiloso. La pequeña cachorra que adoptamos Jungkook y yo me recibió en silencio, al olerme movió la cola mientras corría en círculos.
Entré a la cocina, encontrándome con la cena que Jungkook había preparado. Un dejavú, pues estaba colocada de la misma manera en la que yo se la había dejado aquella última noche que estuvimos juntos.
Jungkook me estuvo esperando, lo sabía porque yo lo esperé aquel día invadido de nervios porque quería darle la noticia del cancer.
¡Cancer! ¿Y si el Jungkook de este universo también está enfermo? Mi corazón sintió un pinchazo, así que corrí a la habitación de inmediato.
Cuando entré mi pelinegro estaba dormido, abrazaba la almohada con fuerza. Yo me metí a la ducha, porque olía a alcohol.
Salí enredado en una toalla, me coloqué unos boxers y me deslicé en la cama para abrazarlo. Logré notar que estuvo llorando pues la almohada estaba empapada y sus párpados se notaban hinchados.
¿Llorabas por lo mismo que yo lloré?
Finalmente coloqué mi brazo abajo de su cuello. Al sentirme me abrazó acurrucándose y subiendo su pierna encima de mi cuerpo como de costumbre. Siento un ligero mariposeo en el estómago, lo amo.
—Jimin... —murmuró en mi pecho con voz ronca.
—Shh... Shh... No te despiertes, estoy aquí. —Lo abracé fuerte.
—Preparé la cena, pero no pude esperarte despierto. Lo siento...
—Cariño. —Besé su cabeza, era claro que yo sabía en lo más profundo de mi corazón lo que iba a decirme—... No te preocupes, yo debí avisar que la reunión se extendería.
—¿Fuiste a la casa de Changbin? —cuestionó con ojos entrecerrados.
—Sí.
—¿Ce-cenaste? —Se relamió los labios.
—Sí.
—¿Qué cenaste?
—Ramen. —Otro dejavú. ¿De verdad estaba enfermo? Lo miré sentarse en la cama al mismo tiempo que se tallaba los ojos, se estaba preparando para decirme la dura verdad—. ¿Por qué tienes los ojos hinchados? ¿Lloraste? —pregunté inquieto, necesitaba averiguar pronto lo que estaba pasando. Sin darme cuenta estábamos teniendo la misma conversación, pero al revés.
—Es que... —Bajó la mirada.
Estaba jugando con sus pulgares, hacía eso cuando estaba nervioso, apenado o triste. Me copió algunas de mis manías, por no decir que todas.
—Dime...
—Jimin, estoy enfermo —dijo finalmente.
Pronto comenzó a llorar.
Era un llanto silencioso, lágrimas que caían como cascadas por sus mejillas. Mi corazón palpitó con fuerza desesperado al saber con certeza la causa del llanto extremo de mi esposo.
—¿Empeoró la anemia? —pregunté, esperando que lo negara al mismo tiempo que me acercaba a él, posando una mano en su espalda.
—Mucho... —Siguió llorando.
—Ay cariño, no hay nada que el medicamento y la ciencia no puedan curar. Necesitas tomar tus medicinas, alimentarte bien, no saltarte las comidas y dormir temprano. —Acaricié su espalda—. Te cuidaré.
—¡Tengo cancer! —gritó de la nada. Pude notar que tomó muchas fuerzas y valor para decirlo.
—¿Qué? —Solté su espalda.
—Estoy muy mal, ni siquiera las quimioterapias ayudarán. Tengo metástasis por todo el cuerpo, el médico me dijo que lo máximo que me queda son tres meses de vida. —Giró el rostro para verme a los ojos—. Por eso quería cenar contigo hoy, para decírtelo.
Me quedé en silencio, yo sabía perfectamente cómo se sentía porque también lo viví. Podría hacerlo pagar, era lo que quería, pero verlo tan vulnerable... Yo no podía.
—¿No vas a decir nada? —preguntó más calmado, sus mejillas y ojos estaban rojos e hinchados.
—Ven aquí. —Lo tomé del brazo jalándolo a mi cuerpo para abrazarlo.
Pareciera que tenía un globo enorme en mi garganta porque no pude emitir palabra alguna. Lo único que quería era consolarlo. Anhelaba venganza, pero en ese momento anhelé más estar en su lugar. ¿Por qué la situación se había volteado?
—Quiero que rehagas tu vida cuando yo no esté. Tal vez te sea difícil, pero yo aprobaré cualquier relación que decidas tener en el futuro.
—Estaré contigo hasta tu último día de vida, no pienses en eso —contesté acunando sus mejillas, dándole la seguridad que me habría gustado que me diera en su momento.
—Jimin... No mereces haberte casado con alguien tan débil y enfermizo como yo.
—Y una persona tan hermosa y maravillosa como tú no merece estar enfermo. La vida es injusta, pero acepto esa injusticia. No me importa pasar un solo día más contigo porque nuestros recuerdos los llevaré por la eternidad.
»Así que no llores, yo te cuido.
Y así fue.
Cuidé a Jungkook cada día, cada hora, cada minuto, hasta su último respiro. Lo cuidé con todo mi amor, con toda mi dedicación, con toda mi alma. En el proceso lo perdoné, porque al final el amor se trata de perdonar todo lo malo que haya hecho la otra persona, todo el dolor que nos haya causado. Lo perdoné por haberme abandonado, por haberme roto el corazón, por haberme hecho sufrir. Pero también me perdoné a mí mismo, por no haber podido salvarlo de esa terrible enfermedad.
Durante el velorio me apoyó Taehyung y Yoongi, uno en cada costado, como dos ángeles guardianes que me sostenían en pie. La gente comenzó a irse de una en una, con sus condolencias y sus abrazos, pero mis dos amigos no querían marcharse porque Jungkook les había pedido que estuvieran allí para mí en ese momento. Pero yo quería estar solo, quería despedirme de mi amor en privado, sin testigos, sin interferencias.
Comenzó a llover, como si el cielo mismo estuviera llorando por mi pérdida. Yoongi me entregó un paraguas y se fue al vehículo junto con Tae, dejándome un rato a solas con mi esposo. Me arrodillé llorando, pidiéndole perdón por no poder hacer nada para salvarlo, perdón por no ser yo quien llevara esa enfermedad en lugar suyo. Le pedí perdón por no haber sido suficiente, por no haber podido hacerlo feliz, por no haber podido evitar su muerte. Y en ese momento, en ese silencio, en esa soledad, escuché la voz de Jungkook pidiéndome perdón. Pude verlo arrodillado junto a mí, llorando en medio de la lluvia, pero no estaba a mi lado físicamente, era como un espejismo, era una realidad paralela...
Mi realidad.
Me puse de cuclillas acercándome a él, llorando en silencio para no interrumpirlo aunque no podía escucharme y jamás lo haría.
—Dije que era la última oportunidad... —La misma anciana que encontré en la calle cuando desperté en esta realidad alternativa apareció atrás de la tumba de Jungkook—. De verdad lo amas porque pudiste vengarte, pero elegiste cuidarlo.
—No sé si lo hice por él o por mí.
La mujer sonrió de oreja a oreja, las arrugas marcándose más en sus mejillas.
—Lo hiciste por ambos, lo perdonaste porque lo amas.
—No quiero que sufra.
—Eso es inevitable, Jimin.
—¿Ahora viviré en esta realidad... Sin él? —Apreté los puños.
—Esa es tu elección, la última que tendrás.
—¿Mi elección?
—¿Eliges vivir en esta realidad sin tu esposo? ¿O eliges morir en la otra realidad y que tu esposo cargue con la culpa de haberte traicionado?
—No quiero ninguna, cambia el pasado, por favor.
—El pasado no se puede cambiar. —Apretó los labios—. Tienes que elegir.
—Si dejo que Jungkook viva... ¿Cuántos años vivirá?
—Te aseguro que llegará a la vejez.
—¿Tendrá familia? ¿Rehará su vida? ¿Será feliz?
—Eso depende de él... —La anciana hizo emerger un reloj de arena de entre sus manos—. Se acaba el tiempo, elige.
Me quedé en silencio, pero sabía mi decisión.
—Siempre he vivido para Jungkook y no podría vivir en un mundo sin él. Por eso quiero que viva, que se retuerza en su culpa, que se perdone, y que en un futuro sea feliz otra vez. ¡Elijo morir para que él viva! —grité eso último en medio de lágrimas.
La anciana asintió con la cabeza, parecía complacida, como si estuviera esperando que esa fuera mi respuesta.
El suelo bajo mis pies tembló al mismo tiempo que una luz ultravioleta apareció en medio de mí y de Jungkook. En ese momento, en esos segundos él me miró.
Yo lo miré.
Nos miramos.
Estiré la mano para ayudarlo a ponerse de pie, él me sostuvo con fuerza e incredulidad y me abrazó. Besó mis mejillas, besó mis labios.
—¡Perdóname, te lo ruego, perdóname! —Lloró desesperado.
—Jungkook, te he perdonado, no te culpes más... —Sollocé.
A lo lejos pude ver a Yoongi mirarnos con incredulidad.
Me aparté de mi esposo, deposité un dulce beso en su mejilla, entonces miré que mi cuerpo comenzó a desvanecerse al igual que los rayos del sol desaparecen al caer la noche, alcé mi mano despidiéndome de Yoongi en la lejanía y le sonreí a Jungkook por última vez.
Mi venganza estaba hecha, era una venganza de amor, de esas que se dan con guante blanco, la más noble, pero también la más dolorosa.
No pude enmendar el error de Jungkook, pero en la otra realidad demostré que no es imposible evitar ser infiel y en esta realidad demostré que es posible perdonar lo imperdonable.
GRACIAS POR LEER😭
Lee mis otras historias, esas no te harán llorar.
Subasta de omegas-Kookmin
House of vampires-Kookmin
Sweet Lies-Jikook
Sweet Thruths-Kookmin/Jikook
My Pretty omega-Jikook multishiper
Un hada en mi jardín-Kookmin
El niño de papel-Kookmin
Next Rider- TN
El secreto de Kim-Taekook
Mi humano favorito-Taekook
Mi ángel favorito-Yoonmin
Una esposa para el emperador-Kookmin/Yoonmin
Que no se note que mi ship favorito es el Kookmin augsjsjsbdks🙈
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro