【 𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨 】
Era un día como cualquier otro, sin nada de importancia o novedoso... lo que nadie sabía era que en alguna parte del extenso universo donde las grandes galaxias, estrellas y constelaciones se encontraba en total armonía y paz... se libraba una pelea entre la vida y la muerte...
En aquella batalla se podía ver 3 cometas brillantes como el oro, una de ellas volaba con demasiada rapidez, mientras que los otros dos lo perseguían y lanzaban ataques de manera potente y agresiva, al acercarse un poco más a los cometas, se puede ver a 3 hombres que traían puestas unas grandes y brillantes armaduras de oro, él hombre que iba con rapidez, huyendo de sus perseguidores llevaba en sus brazos dos pequeños bultos donde estaban envueltos en una capsula de oro... por alguna razón los perseguidores querían matarlo a él y a lo que contenían las capsulas doradas, su velocidad era increíble, incluso volaban casi a la par, pero de un momento a otro, uno de los perseguidores se adelantó tomando por los brazos al hombre que tenía la capsula en brazos...
xx: ¿¡Saga!? — Pregunta sorprendido al ver que era él quien lo había acompañado.
Saga: ¡Shura, hazlo! — Exclamó con firmeza mientras agarraba con fuerza al hombre.
Shura: ¡Este es tu fin Aioros! — Exclamó haciendo un ademán con su mano haciendo que esta emitiera un resplandor de color verde —EXCALIBUR— Gritó mandando el ataque hacia él, logrando herir solamente su estómago casco y hombro.
Los dos hombres cayeron al vacío del gran universo acompañada de estrellas y constelaciones... mientras esto sucedía en un lugar totalmente desconocido y extraño, dos presencias se encontraban presentes observando como los dos cometas caen de forma fugaz por el universo...
xx: Shura... pudo acabar con Aioros, pero Saga murió en combate— Mencionó sereno —Gran Patriarca... ¿Athena está bien? — Preguntó algo dudoso.
Patriarca: Si— Hizo una pequeña pausa y continuó —Aun no entiendo por qué Aioros intentó acabar con la Diosa Athena— Mencionó de manera seria, pero a la vez confundida —A deshonrado el santuario— Finalizó severo.
𝐄𝐧 𝐞𝐬𝐨 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜𝐞 𝐥𝐚 𝐟𝐢𝐠𝐮𝐫𝐚 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐧𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐃𝐢𝐨𝐬𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐆𝐮𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐲 𝐒𝐚𝐛𝐢𝐝𝐮𝐫𝐢́𝐚
𝐌𝐢𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐌𝐨𝐧𝐭𝐚𝐧̃𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐇𝐢𝐦𝐚𝐥𝐚𝐲𝐚
Se encontraban tres hombres bajando cuidadosamente por un peñasco que se encontraba en una de las grietas del Himalaya, al bajar completamente de aquel peñasco, encienden sus linternas para que pudieran observar que están en lo más profundo de la grieta...
xx: ¿Está seguro de querer hacerlo solo... Amo Mitsumasa? — Preguntó con grandes nervios observando a su jefe.
Mitsumasa: Cállate Tatsumi, tranquilízate por favor— Pidió un poco harto de la actitud de su mayordomo.
Tatsumi: Pero señor... yo solo quiero...
Mitsumasa: Ya te he dicho, tengo espíritu de aventurero— Interrumpió con emoción y firmeza, mientras observaba a lo lejos un brillo dorado saliendo de la grieta algo cerca de donde ellos se encontraban.
Tatsumi: Entiendo amo... pero si algo le pasa yo no...
Mitsumasa: Quédense aquí y esperen— Ordenó comenzando a caminar hacia aquel brillo.
xx: Si señor.
Tatsumi: AMO MITSUMASA— Gritó bastante nervioso al ver que se alejaba —Ahh, nos dejó aquí solos— Se lamentó mientras miraba por donde había ido.
Mitsumasa fue caminando hacia la grieta, donde se adentró encontrándose para su gran sorpresa, una enorme cámara hecha de oro y en medio una gran estatua con un escrito a su alrededor, comenzó a acercarse hasta que un llanto se hizo presente, sin detenerse se dirige hacia donde el llanto se hacía más fuerte hasta que vio una capsula dorada con alas, Mitsumasa al ver la ala, trata de quitarla hasta que lo logra y toca la pequeña capsula, dejando ver a una bebé de cabello lila y ojos verdes...
Mitsumasa: ¿Cómo... es que llegaste aquí? — Preguntó algo sorprendido observando a su alrededor.
Otro llanto se hizo presente captando la atención de Mitsumasa, a unos pocos centímetros, toma la capsula con la bebé en brazos y se dirige a ver el lugar proveniente del segundo llanto, encontrándose con otra capsula dorada... al momento en que Mitsumasa tocó la capsula esta dejó ver a otra bebé, solo que ella era de cabellos negros y ojos azules...
De los escombros se escuchó un quejido de dolor, Mitsumasa tomó a la segunda bebé y se dirigió hacia donde el ruido de los escombros se escuchaba, hasta que vio a un joven de cabellera rubia con armadura dorada y ojos del mismo color.
xx: —Se queja de dolor y voltea a ver a Mitsumasa.
Mitsumasa: Oye tranquilo— Lo toca del hombro y en seguida agarra su comunicador —Ayuda... Tatsumi ¿Me escuchas? Tatsumi...— La mano del hombre con armadura dorada en su hombro hizo que el parara lo que estaba haciendo y lo mirara.
Justo en ese momento los ojos del caballero brillaron de color rojo mostrándole a Mitsumasa, lo sucedido en el santuario.
Visión
Patriarca: Aioros... ¿Por qué insistes en decirme que es Athena? — Preguntó molesto mirando al caballero presente desde su asiento.
Aioros: Es la reencarnación de Athena y desde ahora lo protegeré— Respondió con firmeza tomando la capsula con la bebé en brazos.
Patriarca: ¡Desde hoy serás considerado como un traidor! — Exclamó furioso mientras lo señalaba y observaba como se iba.
Fin de la Visión
Mitsumasa: — Parpadeó por unos momentos sorprendido posando su mirada en la bebé de cabellos Lilas —¿Athena?
Aioros: Se lo suplico...— Su voz se escuchó adolorida —Vendrán muchos asesinos desde el santuario, proteja a la niña— Menciono mirándolo directamente —La niña a su lado es Tn mi hermana menor— Extendió su mano a la de Mitsumasa y le dejó un collar —Esto es lo único que tendrá de mí y de nuestro hermano Aioria, déselo cuando tenga la oportunidad— Tosió y habló con un poco de dificultad —El santuario se ha vuelto peligroso, ya no es seguro para ellas— Con dificultad extendió su brazo señalando el cielo donde justamente 6 cometas aparecieron, Mitsumasa se quedó contemplándolas —En 16 años... unos jóvenes caballeros vendrán a protegerla... y también una mujer que cuando vea a Athena querrá protegerla ante todo... cuídelas hasta entonces— Pidió por última vez.
Cuando Mitsumasa volteo lentamente a ver al joven, se topó con la sorpresa de que solamente se encontraba una caja dorada con el símbolo de sagitario grabado en él.
Mitsumasa: Sagitario— Pronunció tocando la caja dorada, miró hacia el frente unos breves momentos y miró a las bebés quienes se reían —Cuidaré bien de ustedes pequeñas, lo prometo.
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