
✦╭ᵒ❧ Capítulo XXXIII: Corazones rotos✦╭ᵒ❧
Los ojos de Yibo se abrieron lentamente, sintiéndose demasiado débil para siquiera ponerse en pie. Lo intentó un par de veces, pero su cuerpo se hayaba en un estado de entumecimiento total que lo desconcertó y, también, lo llenó de desesperación.
El último recuerdo que tiene es haber sacado uno a uno los trapitos sucios de Dilireba al sol; ventilando ante todos y con una sonrisa llena de victoria la horrible persona que era, disfrazada entre la multitud como una mujer ejemplar y dulce cuando la verdadera realidad era totalmente opuesta a la visible. Pero claro, la belleza física llegaba a cegar la mayoría de las veces, a tal punto de ocultar detrás de un par de sonrisas cordiales y un rostro hermoso una mentira que se tejía constantemente día a día sin parar. No dando cabida alguna a especulaciones que pusiesen en evidencia las horribles intenciones que alguien podía tener y ocultar con gran maestría ante todo el mundo detrás de una máscara bien armada.
—¿Ahora estás revolcándote con ella, Xiao Zhan? —espetó Yibo con la mandíbula contraída como roca y una aura que exhudaba furia total y si, indignación.
¿Xiao Zhan podía caer así de bajo, en realidad? Empezaba a creerlo, y le horrorizaba inclusive aceptar tal verdad, una verdad que más bien se asemejaba a una fuerte bofetada directo a su orgullo herido.
Tensó sus puños a los costados de su cuerpo y barrió con una mirada insignificante a Dilireba que se refugió en los brazos de Xiao Zhan e hirvió aún más de celos cuando éste, quizás por instinto o lo que sea, rodeó su cuerpo con uno de sus brazos en señal de protección. Su propio lobo lloriqueó dentro de su pecho al presenciar tal íntima escena; su Alfa estaba protegiendo a alguien más que no era él frente suyo, y lo que sobrepasó el límite, es que no le interesó que dos de sus hijos estuvieran presentes y uno más en su vientre para gritarle prácticamente en la cara que era un peligro eminente para la Delta que solo se aprovechaba de la situación para separarlos.
Tragándose el amargo dolor de tal humillación, continuó mucho mas implacable y tenaz después de ser cambiado por otra frente a sus amistades y familia.
—Así que es así —se rió, desolado por dentro pero resentido por fuera—. Déjame decirte, Xiao Zhan, tu gusto es asquerosamente pésimo, a decir verdad, me das un poco de pena. Como no has podido lograr que te perdone, estás tratando de darme celos precisamente con ella, sabes perfectamente que no la trago y aún así te vale un comino.
—¿Qué te crees que estás haciendo, Yibo? —la exigencia y desconcierto se dejó ver en aquella ácida pregunta.
—¿Qué piensas que hago? —rugió con una dureza que lo heló.
Después de prácticamente haberla jodido, fue Dilireba quién le hizo aclarar su mente y hacer que sus pensamientos pesimistas respecto a este nuevo hijo en camino se despejasen. De no ser por ella y su esfuerzo en aconsejarlo, nunca se hubiese dado cuenta que estaba por perder definitivamente al amor de su vida con su cobardía y el resentimiento en su pecho que todavía no desaparecía; que Yibo le ocultara la noticia de su embarazo por consecutiva le hizo llenarse de miedo y pensar lo peor de él.
Lo juzgó mal, ¡lo acepta!, pero él estaba en todo su derecho, Yibo le ocultó una vez a sus hijos y los crió solo, ¿quién le garantizaba que no lo haría de nuevo?
El miedo se había instalado en su pecho con demasiadi auge que no existía forma de desenterrarlo tan fácilmente.
—Me has llamado a mi el infantil, posesivo y egoísta en cada oportunidad que se te presenta sin pensar en lo que, con ello, me haces sentir. —La boca de Yibo se abrió, lista para refutar pero la cercanía inesperada de Xiao Zhan quién le sujetó el mentón con un brillo calculador en los ojos que lo hizo encogerse, lo silenció—. Y sabes, Yibo, he llegado a la conclusión que estás equivocado. No soy el único infantil, posesivo y egoísta en esta historia, tú también lo eres, así que deja de hacerte la víctima porque ambos lo somos, y con respecto a mi relación con Reba, no te incumbe, tú mismo me lo dejaste bien en claro hace unos días —sonrió de lado, con un sentimiento roto dentro pero con la energía suficiente para, por primera vez, imponerse frente a Yibo como lo que era. Un Alfa. Aproximó su boca al oído de Yibo y le susurró de vuelta las mismas palabras hirientes que habían sido una cuchilla afiladada directo a su corazón en cada ocasión, pero ahora lo serían para éste—: Lo único que nos une y va a unirmos por el resto de nuestras vidas, son nuestros hijos. Nada más.
El corazón de Yibo se ensombreció de dolor. Escuchar de su boca sus propias palabras provocó que sus rodillas temblaran, sus ojos escocieran y su lobo llorara amargamente en su mente, pero su fuerza de voluntad ya pendía de un hilo, sin embargo, no retrocedería tan rápido, no hasta desenmascarar a esa falsa de una buena vez.
Yang Mi no tenía el coraje para hacerlo aún después que le robó a su esposo, pero él definitivamente no sería igual de benevolente como ella. Él poseía el justo coraje y valentía como para empezar a hablar.
Y eso iba a hacer precisamente.
—Tienes razón —apoyó con una falsa sonrisa y aceptación total para conmoción de Xiao Zhan que no se esperó esa reacción de su parte. De ninguna forma—. Tú y yo no somos nada mas que los padres de nuestros hijos, así que no me queda mas que desearte la felicidad.
—Yibo, ¿qué estás...? —parpadeando sin entender, apenas y pudo formular a medias.
—Aún que sea con una mujer falsa y con doble moral. ¡Oh! —se cubrió la boca, como si su intención inicial no fuese esa. Pero por supuesto que lo era—, es que ustedes aún no lo saben, pero... —hizo una breve pausa e ignoró la mirada suplicante de Yang Mi—, una mujer que se dedica a destruir hogares sin tentarse el corazón no merece siquiera el respeto de nadie.
—Yibo, difamar a alguien es un delito —aseveró Xiao Zhan echando chispas por lo que, según él, Yibo inventaba cegado por los celos que lo corroían.
—Tranquilízate, Xiao Zhan. No estoy difamado a nadie —rodó los ojos, fastidiado de oírlo saltar en defensa de una arpía como Dilireba—, lo que digo es la legítima verdad. Mi-jie, ¿qué acaso no fue Yang Dilireba, tu propia hermana quién defraudó tu confianza y destruyó no solo tu matrimonio, si no la poca felicidad que pudiste construir a base de mucho esfuerzo?
La atención de todos recayó sobre una Yang Mi sin salida. Negarlo públicamente le traería consecuencia graves a Yibo, ni se diga de los mil y un problemas más con Xiao Zhan pero, Dilireba era su hermana.
Ella no pensó en ti cuando se enredó con tu esposo, ¿porqué todavía tendrías consideración con alguien tan hipócrita como ella?, le reclamó su conciencia, y su lobo casi moribundo en su mente no pudo estar mas de acuerdo.
—Jiêjie, diles la verdad a todos. Lo que Yibo está diciendo es una difamación absoluta y voy a demandarlo, ¡esto va a dañar mi reputación! —entró en pánico Dilireba, fingiendo angustia cuando solo actuaba.
Yang Mi, al ser su hermana mayor y si, su ejemplo a seguir, podía ver perfectamente en sus actitudes y acciones una digna escena ganadora de un oscar; después de todo, inconscientemente, ella le enseñó la facilidad con la que manipulaba a todo el mundo sin nadie darse perfectamente cuenta. Ahora, es muy tarde para intentar corregirla.
Y lo sabe.
Cerró los ojos, mortificada. Dilireba tiró de su brazo con mayor insistencia y echa un mar de lágrimas, únicamente así pudo reaccionar por fin y volverse a ella con una decepción que tomó desprevenida a ésta y la soltó de la impresión.
—Jiêjie. Aclara esto, por favor —suplicó con lágrimas falsas en los ojos.
—MiMi ¿Qué es lo que realmente sucede? —quizo saber Xiao Lu, acercándose a ellas, pero Yang Mi solo pudo desviar la mirada y enterrarse las uñas en las palmas de las manos, sin saber que medidas tomar a continuación. Mentir o gritar la verdad. Era tan complicado—. Conozco a Reba y ella no sería capaz de hacer algo tan ruin como eso, mucho menos a ti pero, soy incapaz de dudar de las palabras de mi cuñado, por favor, explicanos a todos de que se trata todo esto.
—¡No tengas miedo, Mi-Jie! —alentó Yibo con una sonrisa socarrona pero reconfortante para Yang Mi—. ¡Es tu momento de devolverle a Dilireba un poco de todo el sufrimiento que te causó sin importarle absolutamente los lazos que las unen!
—Wang Yibo, ¡ya basta! —la voz de mando de Xiao Zhan, quien se encontraba furioso por los alcances pasionales que estaba teniendo el Gamma, y que habían sobrepasado su paciencia, resonó por todo el lugar y provocó que la mayoría de los presentes bajaran la cabeza, excepto claro, Pei Xi, Lu Cheng y el propio Wang Yibo quién lo empujó con fuerza fuera de él cuando intentó arrastrarlo fuera con tal de que dejara de dar un espectáculo de tal magnitud—. Deja de levantarle falsos a Reba, ella no sería capaz de...
Pero lo que Xiao Zhan no se esperaba, es que estuviese cegado igual que todos por Yang Dilireba, y de no ser por la confirmación de la mismísima Yang Mi, la venda en sus ojos no se hubiera caído.
Jamás.
—¡Lo sería! —gritó Yang Mi envuelta en lágrimas de lamento. Un jadeo colectivo se escuchó pero no prestó atención a nada más que al rostro pálido de su hermana menor a su lado, si es que todavía podía seguir viéndola como su hermana después de lo que le hizo—. Reba, eres mi única hermana y te quiero mucho, pero no puedo seguir evadiendo esto mucho mas tiempo, estoy matándome lentamente a mi misma. Solo quiero saber una única cosa, y espero tengas la dignidad para hacerlo —se tragó el nudo que le impedía seguir hablando en la garganta—, ¿por qué?
—Jiêjie, tus medicamentos te estan jugando una mala pasada. No tengo idea de lo que estás diciendo, aunque lo más seguro es que la influencia de éste —le lanzó una mirada desdeñosa a Yibo, pero levantó la barbilla con prepotencia y no se dejó amedrentar por ella—, seguramente debió influenciar en tu razonamiento.
—¿Insinúas que estoy delirando, Yang Dilireba? —increpó Yang Mi con una indiferencia que sacó una risa nerviosa de la mencionada.
—En lo absoluto, es solo que quizás deberías mantenerte alejada de algunas personas, no todo el mundo es quién aparenta ser —aconsejó con fines de manipularla y, tal vez, lograrlo no le sería tan difícil.
Yang Mi suspiró derrotada y bajó la mirada.
—Tienes toda la razón.
No obstante, Wang Yibo no iba a permitir que eso pasara. Y con una fiereza que contagió a Yang Mi, se posisionó frente a ella y la sacudió a ver si reaccionaba de una vez.
—Mi-jie. ¡No te dejes influenciar! —demandó—. ¡Ella no merece tu consideración!
—¿Podrías cerrar la boca? —casi rechinó los dientes Dilireba, empujándolo lejos de su hermana con educación, por supuesto—. Estoy hablando con mi hermana, no contigo, maleducado.
—Reba, ¿puedo pedirte un favor? —se dejó oír la apenas débil y exhausta voz de Yang Mi. Estaba harta de todo, de fingir que se encontraba feliz cuando no er así, de creer que el dolor podía sanarse tan fácilmente cuando eso era una vil mentira.
—El que sea, Jiêjie.
Y con una firmeza y frialdad que caló en los huesos de todo el mundo, levantó la cabeza y le ordenó:
—Vete.
—Pero Jiêjie, no puedes..
—¡Por supuesto que puedo! Fue mucho tiempo el que decidí ignorar y pasar por alto tu traición, inclusive la justifiqué y me culpé a mi misma... ¡pero estoy harta!, no puedo seguir callando mas tiempo cuando tú nunca vas a cambiar ¿Tu nueva víctima ahora es ZhanZhan? No me respondas, eso es obvio para mi —Dilireba torció la boca, sabiendo que no podía manejarla más—. Pero ya no debo ni quiero seguir fingiendo que no se nada, cuando perfectamente se que la amante de Yang Yang, mi ex esposo, fuiste tú desde un principio. Y eso, Reba, no te lo puedo perdonar.
—Tú nunca lo amaste, así que no fingas que te duele —manifestó con una mueca de irritación, aceptando con sus palabras que Yibo no mentía.
El rostro de Xiao Zhan perdió todo signo de color y retrocedió, horrorizado con lo que seguía haciendo con sus acciones y su desconfianza estúpida. Él no podía dejar de joderlo todo, ¡ja!
—Eres una descarada, Dilireba.
—¿¡Qué si lo soy!? —se echó a reír como una maniática, mostrando su verdadera cara sin temor a los presentes—. Tengo todo lo que quiero y deseo en mis manos, ¿qué mas puedo pedir?
—¿Qué significa eso? —el ceño de Yang Mi no fue el único que se frunció con su último comentario, el de Yibo también lo hizo.
—Yang no fue el único de mente débil que cayó en mis brazos —se miró las uñas y recogió su largo cabello lacio a un costado de su cuello, como si le enorgulleciera su larga lista de amantes—, alguien más también lo hizo. Por ejemplo —volvió a reír, sin importarle ya nada, miró a los ojos a Xiao Lu y parpadeó con una culpa que definitivamente no sentía—, Cao Xi Ge y, mas recientemente, Xiao Zhan.
Atónicos, Xiao Lu y Wang Yibo abrieron sus ojos, perplejos, sin dar crédito a lo que escuchaban.
Imposible.
—Mientes. Xi Ge nunca se metería contigo —se rehusó a creer Xiao Lu, espantada de tal revelación.
—¿Por qué no se lo preguntas? —sugirió con una sonrisa triunfal Dilireba, y Xiao Lu, aturdida, no hizo otra cosa mas que asentir y correr a la salida con Pei Xi detrás—. En cuanto a ti, mi queridísimo Yibo, déjame confesarte que nunca estuvo en mis planes acosarme con Zhan, pero ya sabes, pasó mientras lo consolaba cuando lo rechazaste.
—Me dijiste que no había pasado nada entre tú y yo, Reba —la voz apenas audible de Xiao Zhan devolvió a la realidad a Yibo.
—Te mentí, Zhan —aceptó ella, yendo hasta él y acariciando su rostro—. No quise que las cosas entre nosotros cambiaran, así que fingí que nada había sucedido pero, te confieso que has sido el mejor amante que he tenido.
—Esto es repugnante —escupió Yibo, conteniendo dificilmente las náuseas de saberlos juntos en una cama.
—Yibo, yo no quise... —intentó aclarar el Alfa apartándose de Dilireba y yendo a él, pero Yibo no iba a escucharlo.
Lo sabía.
—¡Cierra la maldita boca, Xiao Zhan! —ordenó Yibo, empezando a ver borroso por las lágrimas que ya caían por su rostro apesadumbrado por el dolor de la traición—. Solo álejate de mí y no me vuelvas a buscar a no ser que sea por los niños, lo nuestro definitivamente nunca volverá a ser.
—¡Pero yo te amo, Yibo! —Xiao Zhan cayó de rodillas frente a él, llorando cuando quizo tomar su mano y Yibo se apartó y lo miró con una frialdad que le hizo saber que ahora si lo había perdido.
Muy seguramente para siempre.
—No me amaste cuando te acostaste con ella, Xiao Zhan —le echó en cara—. El amor que sentía por ti ya empezaba a morir cuando me dejaste por haberme embarazado otra vez, ¡como si yo lo hubiera planeado todo y no fue así!, pero no es hasta ahora que finalmente mi amor por ti se ha muerto. Lo único que siento por ti, es repulsión y odio. ¡Te odio, Xiao Zhan!
—Yibo, por favor. Me estas matando —se aferró a sus piernas, con la voz rota pero éste lo pateó lejos como un perro.
Lo había defraudado y herido de tal manera que lo quería fuera de su vida.
Ya.
—Y tú, Xiao Zhan, me mataste a mi cuando te acostaste con ella. No esperes que tenga consideración por ti cuando tú, no lo tuviste por mi —contratacó, sintiéndose morir por dentro antes de tomar a sus mellizos y salir de aquella mansión donde mas de una verdad había visto la luz.
Pero, ¿a qué precio?
Devuelta al presente, una lágrima solitaria corrió por el rostro pálido de Yibo quién se sentía traicionado por el hombre que amaba.
—¿Por qué lo hiciste, Zhan? ¿Por qué tuviste que meterte con ella? ¿¡Porqué!? —acongojado, se abrazó así mismo cuando su cuerpo recobró la movilidad y lloró desgarradoramente hasta que, apenas un minuto después, la puerta se abrió.
—Que maravilla que al fin hayas despertado, Yibo, empezaba a impacientarme, sabes —una figura imponentemente conocida se apareció bajo el marco de la puerta, sonriendo tan macabramente que tuvo miedo y se echó hacia atras hasta que su espalda golpeó el cabezal de la cama, complaciendo al Alfa.
—Yang Yang.
—El mismo, Yibo. Ahora, si no quieres que les arranque la cabeza a tus mocosos, mas te vale que vayas cooperando conmigo —amenazó mordaz, empezando a caminar hacia la cama como un depredador a punto de devorarse entero a su presa.
Tragó duro al percibir su mirada opaca y brillante por el deseo. Yang Yang lo deseaba a límites que lo asqueaban y lo aterraban pero, también, le hacían pensar que definitivamente él no haría algo como esto por su propia cuenta.
Debía haber alguien detrás aflojando un par de tornillos para transformar a un hombre que podía tener a quién quisiera en donde deseara con apenas pedirlo o sugerirlo, no existía manera que tomase una actitud enfermiza por nadie. Mucho menos con el él, un Gamma con dos cachorros y uno más en el vientre.
Porque una cosa era acosar, otra muy diferente, secuestrar, y Yang Yang había cruzado el límite sin que apenas y lo sospechara. Pero... ¿por qué? ¿solo buscaba hacerlo suyo y sacir las ganas que le tenía? Era una estupidez pensar que solo esos eran sus motivos, pero por lo pronto, debía ser muy cauteloso si quería mantener a salvo a sus hijos.
—¿Dónde estoy? ¿En dónde están mis hijos? ¿Qué es lo que planeas hacer? —le fue inevitable permanecer en la oscuridad por mas tiempo, la angustia corroia sus entrañas y saber no solo a si mismo en manos de un loco, si no también a sus hijos hizo que se exaltara rápidamente.
—Ya deberías haberlo notado, Yibo —dijo impasible Yang Yang, se subió a la cama y sujetó su mandíbula con posesión mientras se lamía los labios—. Te quiero a ti.
—Eso nunca —refutó con una seguridad que pronto se derrumbó.
—¿Es así? Bueno, no me culpes mas tarde por ser un desalmado con tus hijos —hizo el amago de retroceder pero Yibo sujetó el cuello de su camisa con desesperación al leer sus intenciones tras su obstinación.
—Dime dónde están, Yang Yang, o te juro que esta vez si te mato.
Yang Yang curvó sus labios hacia arriba en una sonrisa aterradora y él se quedó de pronto muy quieto, temeroso de estar poniendo en peligro no solo su vida.
—No podrías, no eres esa clase de persona —dijo casi divertido, lamiéndose los labios en tanto sus ojos mitaban fijamente los suyos.
Su ceño se frunció al ser visto meramente como un objeto sexual.
—Tú no sabes nada, por mis hijos soy capaz de todo —bramó con una convicción que no le gustó en nada al Alfa—. Incluso de matarte.
—No lo creo —murmuró, y en un movimiento ágil, aprovechando el descuido de Yibo cuando oyó llorar a los mellizos a lo lejos, lo derribó de un golpe, noqueandolo al instante en cama—. Y si continuas negándote, no me quedará más remedio que tomarte a la fuerza para tu propio mal. Estoy siendo benévolo, Yibo, no tienes a tu suerte porque mi paciencia se agota.
Extrajó de uno de los cajones de la mesita de noche gruesas cadenas y ató al indefenso Gamma a la cama una vez se deshizo de su ropa. Se puso en pie y apreció a su mejor obra de arte; dormido, encadenado, desnudo y enteramente expuesto a él, ¿qué mas podía desear?
Oh, si. Que recobrara la cordura de una maldita vez y se entregara a él sin objeciones ¿Tan difícil era eso?
—Cuando despiertes, te haré mío por completo, y ni tú ni nadie me lo va a impedir —rugió con un brillo rojizo en los ojos, saliendo enseguida de la habitación o lo tomaría estando en la inconsciencia.
Y no, eso no iba a ser divertido. Ni se diga de placentero.
«Zhan»
«Xiao Zhan»
«Yo... te amo, por favor, salváme»
«Salváme, Zhan»
Xiao Zhan se despertó abruptamente con la respiración acelerada y el pecho duro como una piedra, inundado de incertidumbre y pánico. Algo no iba bien, lo sentía. Hace solo segundos la voz vulnerable y aterrorizada de Yibo resonó en su mente de una forma que lo asustó.
Definitivamente, Yibo estaba en graves problemas.
Se frotó la cara con las manos y se dispuso a levantarse de la cama y descubrir que realmente sucedía. Lejos estaba que se tratase de una horrible pesadilla, porque no lo era, su lobo mismo se lo decía y lo instaba fulgorosamente a ir en búsqueda del hombre que amaba.
Pero que había echo añicos su corazón en cuestión de segundos.
El recuerdo de lo sucedido en la fiesta de cumpleaños de los mellizos todavía se hayaba vivo en su cabeza, y pese a que la conducta infantil y poco ética del Gamma le dejó con un mal sabor de boca en un inicio, la verdad no tardó en caerle como agua helada y abofetearlo hasta la muerte.
Él se mereció todo lo que vino después; su rechazo, su repulsión, su odio, su tristeza, inclusive sus lágrimas y su contundente dedicación en no querer saber nada mas de él.
¿Dolió? Por supuesto que lo hizo pero ir tras el y ponerle más sal a la herida sería cruel, por ello no fue tras de él, y creyó que esa fue la mejor decisión cuando vio a Zhuo Cheng retener del brazo a Fan Xing quien se disponía a correr tras su hermano y sobrinos.
Ahora no pensaba lo mismo.
Yibo le estaba pidiendo ayuda, y ante eso, no podía hacerse de oídos sordos. Y sin importarle que fueran las tres de la mañana, se montó en su automóvil y se dirigió hacia la casa de los Wang.
Aún si allí no era mas bienvenido.
—¿Qué es lo que sucede, Yibo?
—Gegē, perdón por llamarte a esta hora pero, estoy muy angustiado. Mi hermano y mis sobrinos no han llegado a casa —Fan Xing en medio de una crisis nerviosa se aferró sl teléfono como si al hacer eso pudiese agarrar el brazo de la otra persona y traerlo allí en segundos.
Se escuchó un ruido de cosas cayendo del otro lado, seguido de una maldición.
—¿Qué dices, Fan Xing? ¿Cómo qué Yibo no a llegado? Son pasadas las tres de la mañana, esto definitivamente es serio. Él no es ese tipo de persona que desaparecería sin una razón, mucho menos sin avisarte, eres su hermano después de todo —dijo tratando de entender al Gamma pero su enojo se filtró.
Wang Yibo no podía ser tan egoísta y desaparecer sin decirle a nadie como excusa de lo acontecido hace algunas horas.
No podría, ¿o si? Aunque Zhuo Cheng lo notó muy perturbado cuando se marchó y él se ofreció a llevar a casa a Fan Xing, se rehusa a creer que su dolor lo ciegue a tal magnitud.
—Sé, por eso te llamo, yo... —empezó a llorar y el corazón del Alfa se oprimió. Oír llorar a un Omega no era algo que un Alfa pudiera ignorar tan fácilmente—, no tengo a nadie mas a quién acudir a esta hora.
—Tranquilo, Fang Xing, voy para allá.
—Date prisa, por favor —suplicó.
—Sí.
La llamada se cortó y solo cinco minutos después el timbre sonó. Todo despeinado e histérico —todavía con la misma ropa de la fiesta—, se echó a correr a la puerta creyendo que se trataba de Zhuo Cheng pero al abrir se encontró con alguien de lo había decepcionado.
—Señor Xiao.
—Fang Xing, se que me odias por la canallada que le hice a tu hermano pero, en verdad necesito que me escuches.
—¿Por qué debería?
—Sé que no me lo merezco y pensarás que me he vuelto loco pero... —soltó un quejido de dolor mezclado con un rugido bestial que hizo retroceder a Fan Xing—, puedo escuchar lo mismo que Yibo.
—¿Qué? —atinó a decir el Omega, tratando de cerrar la puerta pero Xiao Zhan se lo impidió.
—Que pudo escuchar lo mismo que Yibo —repitió sin él mismo creerselo, pero pasaba. Sus ojos estaban rojos, señal que su animal interior, el Alfa, se habie apoderado de su cuerpo y se hayaba al mando. Pronto, esos mismos ojos rojos se quedaron fijos en un solo punto, horrorizando al Omega en cuanto un azul eléctrico tiñó la mitad de ambos ojos del Alfa frente a él—. Y eso no es todo, también puedo ver donde y con quién está —rechinó los dientes con tanta furia que las venas en su cuello y frente saltaron.
—Señor Xiao, me está asustando —le hizo saber, queriendo esconderse detrás de la puerta.
—¡Ese hijo de puta! —bramó rojo de ira en cuanto la escena de Yang Yang acercándose a Yibo, desnudo y encadenado a una cama mientras lloraba y luchaba en vano por liberarse, se reflejó en sus ojos angustiados—. Ahora si, firmó su sentencia de muerte.
Y sin que Fan Xing comprendiera que demonios sucedía y porque su ex cuñado lucía tan loco, afirmando cosas que en definitiva eran imposibles, observó la manera en que éste se montó en su vehículo y desapareció por las calles mientras manejaba como un lunático.
—¡Cheng-ge! —gritó apenas y el Alfa llegó después de que Xiao Zhan se fuera—. ¡No sabes lo que acaba de pasar!
—Tranquilo, Fan Xing —lo abrazó y sintió que temblaba. Enarcó una ceja, extrañado, algo más había pasado—. Ven, vamos adentro y me cuentas que es lo que está pasando con mas calma.
—Gēge, ¡mi hermono y mis sobrinos desaparecieron y el señor Xiao ha perdido la cordura! —empezó a soltar Fan Xing una vez estuvieron adentro —. ¡Dice que puede ver y oír lo mismo que mi hermano y parece saber donde están y en manos de quién porque se ha marchado dispuesto a matarlos! Pero eso no es posible, ¡de ninguna manera!
Zhuo Cheng suspiró derrotado sin saber que creer. O Fang Xing decía la verdad aunque lo dudaba a juzgar por la forma en que iba y venía por toda la sala como un loco, o en verdad Xiao Zhan tuvo la osadía de aparecerse únicamente para venir a alterarlo más soltando incoherencias.
—Fang Xing, quédate quieto y deja de lloriquear. Se donde está tu hermano y los niños —le informó Zhuo Cheng con mas tranquilidad de la debida.
Volviendo la cabeza hacia él sin creer lo que escuchaba, Fang Xing hizo precisamente eso y parpadeó consternado.
—¿Qué?
—Lo que escuchaste, ahora, mas te vale que te calmes o haré que te duermas a la fuerza.
—¿Qué?
—Suficiente.
Lo último que Fang Xing vio fue los ojos negros de Wang Zhuo Cheng, la persona en quién depositó su confianza, mirarlo en señal de disculpa.
—¿Por... qué? —y cayó en los brazos del Alfa después de ser golpeado en la nuca.
—Lo siento, Fan Xing, pero necesito que me ayudes a rescatarlos. Lastimosamente, no tengo tiempo de explicarte lo que está pasando —se disculpó y se movió rápidamente fuera de la casa y lo metió dentro de la cajuela, importándole menos si dejaba la puerta abierta.
Todo lo que tenía que hacer era llevar al Omega con Yang Yang, solo así, Yibo y los mellizos serían liberados.
Después de esto, Xiao Zhan no iba a ser el único a quién Wang Yibo odiaría hasta la muerte.
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Hola queridos lectores, lamento la tardanza, el trabajo me ha consumido de nuevo 😥
Como seguramente notaron, hubo un cambio pequeño al final del capítulo anterior. Sentí que estaba demasiado cortado y la misión de Yibo en desenmascarar a Dilireba tenía que ser contada. Aquí está al fin, veamos lo que pasa en los últimos dos capítulos.
¿Xiao Zhan y Wang Yibo volverán estar juntos y serán la familia que siempre soñaron? Sí, pero nada se va a dar en segundos, así que, ya tienen una pista ligera allí.
Besos.
Y recuerden «No a la lectura fantasma».
🌙Yessie.
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