
✦╭ᵒ❧ Capítulo XXXII: Obstinación y celos✦╭ᵒ❧
Wang Yibo abrió las ventanas del precioso balcón de Zhuo Cheng y cogió aire con fuerza, desesperado por tener tranquilidad y paz en su vida. Esa misma paz que solo Xiao Zhan le ofrecía con su sola presencia pero, lo cierto era que se hayaba muy cansado para seguir en el mismo sendero estancado; caminar de la mano junto a alguien igual de inmaduro y orgulloso que él no parecía ser la mejor de las combinaciones, pero amaba a Xiao Zhan como su propia vida.
Meses atrás, la primera razón por la que lo aceptó de nuevo no se debió al exorbitante amor que sentía por él, si no a la oportunidad de darle a su padre a sus hijos. Desde muy niño, oía a su padre contarle a su madre cuando creía que nadie escuchaba sobre su infeliz niñez, y la ausencia de un padre que no se hizo responsable únicamente por el propio orgullo de una madre que eligió cargar ella sola con el problema antes que atar a un hombre a punto de casarse con quién era el amor de su vida.
En ese entonces, entendió dos cosas; ninguna noticia debía guardarse para uno mismo, porque se convertía en un secreto, y los secretos, no siempre salían a la luz como todo el mundo pensaba, y acababa lastimando a la persona más inocente, la otra, es que una familia incompleta definitivamente traía repercusiones a futuro.
Su padre era un claro ejemplo. Wang Yu podía estar desmoronándose, pero nunca se daba por vencido y jamás exponía ante nadie, excecutando a su esposa, los traumas de su niñez, sus frustraciones de adulto y sus miedos de padre. El dolor de crecer sin su padre por la decisión egoísta de su madre, una madre soltera que le dio todo lo que pudo en su momento, pero la amargura, soledad y odio la consumió y no tardó en echarle la culpa de todo lo que había sido de su vida.
“Si no me hubiese embarazado de ti, tú padre aún seguiría conmigo, y no me importaría un comino seguir siendo la amante". Esas palabras, cargadas de rabia y mucho resentimiento se habían quedado grabadas como letras en una espada en la mente de su padre.
A sus casi veintitres años, él tampoco podía olvidarlas. Fue gracias a ellas que le dio esa oportunidad a Xiao Zhan, pero cuando todo parecía perfecto, tan irreal, el dolor volvió con mucha más fuerza que antes. Perdonarlo poniendo de excusa a sus hijos, no iba a ser lo mas viable, ni lo mas sano tampoco.
Allí lo entendió todo.
Existen decisiones que te marcan por toda la vida, mismas que deben ser tomadas con la cabeza bien fría y no con el corazón dolido o la bilis sangrante; porque el arrepentimiento eventualmente llegará muy tarde para reparar lo que hoy son solo fragmentos.
—¿Qué te mortifica tanto para estar así de pensativo? —dijo alguien tras suyo, haciendo que se volviera con cierta timidez—. Creí que ofreciéndote mi ayuda podrías estar mas tranquilo pero, lo cierto es que te veo aún peor. ¿Qué es lo que te atormenta tanto?
—Cheng-Ge, no te escuché entrar, lo siento. Ahora regreso al trabajo —se disculpó, apenado de ser descubierto flojoneando. Darle esa mala imagen a quién le tendió la mano en un momento de aprietos económicos, era lo último que quería hacer.
Zhuo Cheng asió una de sus muñecas cuando intentó volver adentro y acarició sutilmente su piel con la intención de serenarlo pero, con aquel movimiento mas bien romántico, incomodó a Yibo que se soltó descuidadamente, como si le estuviera siendo infiel a alguien con un simple tacto.
—Ey, respira un poco más de aire —alentó con el seño fruncido, palmeando su espalda y, por alguna razón, un tono reconfortante en su voz lo instó a hacerlo sin chistar—. Vez, es eso lo que necesitas, tienes que relajarte mas a menudo o temo que te va a dar un colapso nervioso o algo parecido de lo estresado que estás.
—No exageres —Yibo rodó los ojos—. Y no, ya no necesito mas aire, tomé suficiente.
—¿Seguro? —inquirió, dubitativo.
—Sí.
—De acuerdo, pero tomate un rato mas para relajarte antes de continuar —mas que una sugerencia, mas bien sonó a una orden. Volvió su cabeza hacía el interior del departamento y asintió conforme y gratamente sorprendido—, aunque para mi ya terminaste por hoy. Mi departamento está mucho mas reluciente de lo que imaginé que estaría alguna vez, hasta puedo ver mi propio reflejo en los azulejos.
Yibo se echó a reír libremente, una brisa fresca revoloteó sus cabellos oscuros, bailando casi frente a los ojos del Delta que, por un segundo, quiso extender su mano y acariciar su cabeza, su delicioso aroma lo estaba volviendo loco. Al final, se contuvo, los últimos días, Yibo y él habían estado ensimismados en ponerse al día, y sus muestras de afecto no parecieron tener límite pero, a partir de esta mañana, parece rehuirle a sus caricias y abrazos.
¿Él ya lo notó?, se preguntó, inmerso en su efímera belleza como un tonto.
—Eso, así me gusta verte. Feliz todo el tiempo —alagó, enrojeciendo a Yibo en segundos.
—Es imposible —respondió avergonzado, incapaz de darle cara.
—¿Algo que quieras contarme?
—Dos palabras —suspiró afligido—. Xiao Zhan.
—¿Volvieron? —preguntó con el corazón en un hilo.
Si eso ocurría, si ellos volvían, entonces... él estaba obligado a retroceder sin siquiera tener oportunidad de intentarlo.
—No, y no creo que lo hagamos —sus manos se apretaron con fuerza en torno al barandal del balcón, su pecho se oprimió de una forma que le dolió hasta el alma. Esto no iba a ser nada fácil—. Me doy cuenta que lo nuestro está destinado a fracasar, y si continúo forzándolo, seré yo el único que se lastime una y otra vez.
—¿Se lo has dicho?
Yibo agitó la cabeza, contrariando.
—No.
—Y entonces, ¿cuál es tu plan? Sabes que te apoyo en todo lo que decidas —posó una mano sobre su hombro, provocando que finalmente Yibo lo mirara y le sonriera con una dulzura que agitó su corazón.
—Gracias, gēge. Aún no lo se muy bien pero, de que no vuelto con él, no vuelvo —afirmó para esperanzas de Zhuo Cheng y dolor suyo.
—Me parece lo correcto. El tiempo lo dirá mas adelante, pero mientras eso ocurré, tú necesitas realmente empezar a vivir. Y no me refiero a sacar adelante a los niños, si no a darte tu espacio, tus gustos, perseguir tus sueños. Dime algo, ¿qué pasó con ese adolescente que cada que nos veíamos, me mostraba con orgullo sus nuevos pasos se baile?
—Murió el día en que despertó y se tuvo que enfrentar al mundo real y dejar de soñar —respondió con un nudo en la garganta que lo llevó al borde y una lágrima corrió por su mejilla.
Zhuo Cheng dio un paso al frente y acunó su rostro con cariño, limpiando con la yema de su dedo aquella lágrima que para Yibo significó una derrota en su vida, pero para él, era la ilusión de hacer realidad ese sueño que se fue aplazando por años.
Era momento de ir por él y hacerlo realidad.
—No Yibo. Él no murió.
—¿Qué dices?
—Que ese adolescente que añoraba convertirse en uno de los mejores bailarines de China no ha muerto, él todavía vive, aquí —su palma cubrió el pecho de Yibo, que parpadeó perplejo y con los ojos completamente cristalizados y rojos por soportar el llanto—, dentro de ti. No renuncies a tus sueños poniendo de excusa a tus hijos. Ellos volarán del nido algún día y tú te quedarás con los brazos vacíos, estancado y recordando un sueño que te negaste a cumplir por miedo a los comentarios de la sociedad.
—Cheng-ge, yo...
—No te límites, A-Bo. Todos merecemos cumplir nuestros sueños, de lo contrario, nos convertiriamos en un montón de frustrados incapaces de llenar nuestros propios vacíos.
—Tienes razón, no puedo renunciar a mi más grande sueño —dijo con una convicción que emocionó al Delta—. ¿Qué diría papá si me viera darme por vencido? Seguramente me sermonearía hasta las lágrimas y después me mimaría, por otro lado, mamá me aconsejaría a su manera. Muchas gracias, gēge, de no ser por ti, seguiría abrumándome con mis problemas.
—Ven aca, BoBo. Que me vas a hacer llorar también a mi —lo estrechó entre sus brazos, sintiendo las vibraciones inestables del delgado cuerpo de Yibo.
—Tonto —golpeó su pecho sin demasiada fuerza, pero no se alejó, en cambio, se aferró a él con fuerza. Hasta que, por supuesto, los lloriqueos de los mellizos lo obligaron a separarse—. Tengo que ir adentro.
—Sí, claro. Adelante, me quedaré un rato más aquí.
—¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños A-Yu y A-Ming. Feliz cumpleaños, a ti! ¡Felicidades!
Yibo parpadeó, incrédulo hacia el grupo de personas reunidas en la mansión Yang con globos, pastel y regalos.
—Esto... Mi-jie, tú... —incapaz de articular palabra, la miró con profundo agradecimiento.
Yang Mi sonrió alegremente y se aproximó hacia él, Zhuo Cheng y los mellizos en cada brazo de ambos.
—Me tomé el atrevimiento de realizarles una pequeña fiesta de cumpleaños a los niños, espero no te haya molestado —dijo mientras acariciaba con su dedo la rechoncha mejilla de Bao Ming que empezó a agitar sus brazos y a reír.
—¡Bâo bao! —chilló el niño, endulzando el corazón de Yang Mi que extendió los brazos hacia él y Yibo se lo pasó.
—Desde luego que no. Solo me tomó desprevenido, jamás imaginé que cuando me llamaste y me pediste venir con Cheng-ge aquí, me encontraría con una fiesta de cumpleaños —confesó mientras sollozaba de alegría. Zhuo Cheng lo abrazó y lo agradeció—. De echo, tu tono de voz al teléfono me preocupó hasta la muerte, creí que Yang Yang estaba molestándote o algo parecido.
—Lo siento por eso, pero tenía que disimular —se disculpó al instante Yang Mi.
—Lo lograste —la felicitó.
—Me alegro, pero no se queden allí parados como estúpidos —reprendió, girando sobre sus altas zapatillas con Bao Ming jugando con su pelo negro —, los niños tienen que soplar las velitas y morder el pastel.
—¿Es enserio, Mi-Jie? —Yibo casi se carcajeó, a su lado, Zhuo Cheng solo se alzó de hombros. Y murmuró algo como «Ella está loca», que hizo darle la razón a Yibo.
—¿Porqué no abría de hablar enserio, Yibo?
—Olvidalo.
Yibo se ubicó frente al pastel y extendió los brazos hacia Zhuo Cheng, quien rodó los ojos y le pasó a Bao Yu que no dejaba de patearlo y hacer muecas que iba a llorar. Los ojos de Bao Yu y Bao Ming se iliminaron como dos estrellas al ver dos pasteles de tres pisos frente a ellos; uno rosa y otro azul. La vela con el número uno en la cima los instaba a quererla agarrar con las manos.
—Pide un deseo, mi niño —ronroneó Yang Mi, haciendo reír a todo el mundo, a excepción de Yibo que gruñó en automático, receloso tras oír el «Mi niño» salir de sus labios.
—Es mío, Mi-Jie. No lo olvides —riñó con un oscuro brillo de posesión en los ojos que escandalizó a la Delta.
—¡Por el amor de Dios, Wang Yibo! Rélajate un poco, ¿quieres?
—Bao Ming es mío, ¡devuelvemelo! —demandó con fiereza, haciendo chasquear la lengua a Yang Mi que conociendo lo posesivos que podían ser los Gammas, mas en el embarazo, se lo entregó para evitar un enfrentamiento realmente infantil.
—¿Contento?
Aunque apenas y podía cargar a ambos al mismo tiempo, y haciendo una mueca de dolor por la punzada que repentinamente sintió en su vientre por cargar más peso del recomendado en su condición, lo ignoró y se centró en besar sus mejillas esponjosas de sus hijos, enterneciendo a los presentes.
—Sí.
—¿Te ayudo, hermano? —Fang Xing se dirigió hasta él pero, antes que Yibo se negara, un invitado más llegó.
—No es necesario, cuñado. El padre de los niños ya está aquí —la irreconocible voz de Xiao Zhan hizo volver las cabezas de todos los presentes hacia él. Satisfecho por ser el centro de atención, enroscó una mano en torno a la cintura de Yibo y lo atrajó hacia él—. Hola mi amor, ¿sorprendido?
—¿Que estás haciendo aquí, Zhan? —contrario a lo que esperaba, Yibo no estaba nada feliz con su presencia ni con su cercanía, provocando un hueco helado en su corazón que lo hizo sonreir tímidamente. No iba a culparlo, Yibo tenía razones suficientes para no quererlo mas en su vida, y lo sabía pero no lo aceptaba—. Te dije hace tres días que lo nuestro está definitivamente roto.
—No estoy de acuerdo con eso. Además, no puedes solo intentar alejarme de tu vida y negarme a los niños. Ellos también son mis hijos.
—Nunca hice eso —dijo con la mandíbula apretada.
—¿Ah no? Entonces, ¿porqué te negaste a contestarme el teléfono? Intentaba decirte que organicé una fiesta para los niños. Es su primer cumpleaños y desde luego, no me lo voy a perder por nada del mundo, ya perdí demasiadas cosas de su vida y no estoy dispuesto a seguir perdiéndomelas.
—¿Todo esto es obra tuya? —preguntó arisco, mirando hacia una Yang Mi que se negaba a mirarlo.
—¿De quién mas si no? —se rió—. Yang Mi, gracias por el favor.
—Mm. De nada ZhanZhan.
—Traidora —murmuró por lo bajo Yibo. Ya se las pagaría.
Xiao Zhan le arrebató de los brazos a A-Yu antes de que siquiera dijese una palabra. Tensó como una tabla por la presencia de su ex, a quien continuaba amando pero había dejado libre, lo hizo sentir demasiado intranquilo.
—Hola, amigo. No sabía que también estabas aquí —saludó Xiao Zhan a Wang Zhuo Cheng con una falsa emoción que hizo fruncir el ceño a Yibo.
—Hola, Xiao Zhan. Pues ya vez que si, ha sido un tiempo desde la última vez que nos vimos ¿Qué ha sido de ti? —se mostró interesado meramente por cortesía.
Xiao Zhan detestó lo hipócrita que podía ser inclusive con la presencia de su familia, pero sonrió como si no pasara nada.
—¿De donde se conocen mi esposo y tú? —increpó ignorando su pregunta.
—Déjate de tonterías, Zhan, no soy tu esposo —Yibo lo riñó y se revolvió entre sus brazos pero no lo soltó, en cambio, lo cirnió mas a él, cortándole la respiración.
—Pronto lo serás —prometió mientras depositaba un beso posesivo en sus labios.
—¿Porqué no se lo preguntas a BoBo? Ah, si, lo recordé. Él y tú se han separado, ¿no es así?
—¡Tú..! —sintiéndose humillado, soltó por instinto al Gamma y cerró su puño. Sus feromonas ácidas retando a Zhuo Cheng a una pelea por el amor de Yibo.
—Suficiente —ordenó Yibo poniendo una mano en el pecho del Alfa, instándolo a calmarse. Pero era inútil, los dos ya estaban a punto de transformarse y saltar sobre la yugular del otro—. ¡O te calmas, Xiao Zhan, o los niños y yo nos retiramos ahora mismo!
—Sobre mi cadáver te vas con él, Yibo, ¿me oíste? —rugió con un brillo rojizo en los ojos.
—Ya estás advertido.
Yibo se obligó a ignorarlo la mayor parte del tiempo para indignación de Xiao Zhan que no paraba de seguirlo a todas partes con su mirada de halcón, poniéndolo nervioso.
—¿Estás bien? —le preguntó Xiao Lu en la cocina cuando decidió huir de Xiao Zhan y refugiarse en un lugar seguro—. No deberías enojarte con mi hermano, él a veces tiende a ser muy infantil.
—Sé. Pero es que... ¡Me exaspera! —bramó con los dientes apretados, furioso de su desfachatez.
—¿Qué tanto?
—Tanto como que estoy tentado a ir hasta él y darle unas buenas bofetadas, ¿qué demonios tiene que hacer con esa bruja?
—¿Reba? —Xiao Lu observó a lo lejos a su hermano y a ella platicar y reírse normalmente—. Yibo, ellos solo son amigos, no hay razón para estar celoso.
—Amigos mi culo.
Sorprendida por la vulgaridad en sus palabras, Xiao Lu se rió nerviosa y negó con la cabeza, observando a su ex cuñado alejarse a grandes zancadas en dirección a Xiao Zhan.
—Esto va a terminar mal. Muy mal.
Y en efecto, lo hizo.
Wang Yibo le armó una escena de celos total a su ex pareja, ventilando inclusive la intimidad de Yang Mi con tal de desprestigiar a Dilireba hasta el suelo. Al final, con Xiao Zhan enfurecido con él y lo grosero que trató a su amiga, se marchó con los mellizos echo una furia, lanzando hacia Xiao Zhan un ultimátum que lo dejó echando chispas.
—¡Si no dejas a esa arpía, desapareceré con mis hijos y nunca podrás encontrarnos, te lo juró, Xiao Zhan!
¿Quién iba a imaginar que, después de eso, no verían a Wang Yibo y a los mellizos por un tiempo? Y no por decisión de Yibo, si no por un loco al asecho que no perdió una oportunidad tan valiosa como esta para tener al Gamma finalmente en sus brazos.
—Vas a ser mío, Yibo. Mío, solo mío —prometió en tanto uno de sus dedos acariciaba su rostro dormido y se aprovechaba de eso para besar sus labios con pasión—. Ahora, ¿cómo me desago de estos mocosos? —se preguntó, mirando con desagrado a los mellizos olvidados en el frío suelo que no dejaban de llorar desgarradoramente.
Harto de ellos, los encerró en una habitación continua bajo llave y se devolvió donde Yibo. Se quitó la camisa y abrió la bragueta de sus pantalones hasta que estuvo completamente desnudo y se subió a la cama con él, desesperado por hacerlo suyo, sin embargo.
Por ahora, se conformaría con dormir juntos, cuando despertara entonces si, Yibo tendría que ceder si o si a él, o sus hijos pagarían los platos rotos.
•
•
•
Besos.
Y recuerden «No a la lectura fantasma».
🌙Yessie.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro